Martínez
y Martínez: El latifundista del gabinete/ARTURO
RODRÍGUEZ GARCÍA
Revista Proceso No. 1992, 3 de enero de 2014
Enrique
Martínez y Martínez es un priista con estrella: fue gobernador de Coahuila y
actualmente es secretario federal de Agricultura y uno de los políticos más
cercanos a Enrique Peña Nieto. Pero el poder no es su único interés: también le
apasiona acumular terrenos, y hasta la fecha es dueño de casi 2 millones de
metros cuadrados. Algunas de sus propiedades las compra y otras las arrebata:
apenas en febrero pasado una de sus empresas –es accionista en 55– ocupó una
finca familiar de 6.4 hectáreas, sin ningún sustento legal. La investigación
está congelada.
Al
frente de la operación, a bordo de un automóvil BMW, estaba quien se identificó
como Omar de la Cruz, supuesto abogado representante de la empresa Desarrollos
Altavista, que reclama la propiedad del terreno de más de seis hectáreas.
Paralelamente,
y según la declaración patrimonial del político y empresario, es accionista de
55 empresas, y entre sus numerosas propiedades se cuenta una casa que mide 700
metros cuadrados (de construcción) y está edificada sobre un terreno de mil 595
metros cuadrados: es la asentada en el bosque particular. Eso sí, sólo declaró
ser propietario de una camioneta Cherokee modelo 1996.
Como
la declaración patrimonial de Enrique Martínez está parcialmente reservada, no
se puede saber cuáles son las razones sociales de las empresas en las que es
accionista.
El
conflicto de Altavista
Conforme
al acta constitutiva de Desarrollos Altavista, correspondiente al 15 de marzo
de 1980 y alojada en el Registro Público de la Propiedad de Coahuila, Martínez
es el accionista mayoritario, presidente y secretario del consejo de
administración. Por esta razón la familia De la Peña lo acusó por la invasión
del predio ubicado en la colonia Universidad de Saltillo.
En
Desarrollos Altavista también eran accionistas los ya fallecidos Eloy Dewey
Saavedra y Eloy Dewey Castilla. Durante la gubernatura del hoy titular de
Agricultura, Dewey Castilla –otrora vecino de Martínez en la foresta privada–
fue designado comisionado y primer presidente del Instituto Coahuilense de
Acceso a la Información, cuyo presidente entonces era socio de Martínez.
La
denuncia de Francisco de la Peña y su familia fue interpuesta el mismo 13 de
febrero en que ocurrieron los hechos. Merced a esa demanda se abrió el
expediente SG3-028/2014.
A
lo largo del año, la familia De la Peña intentó que las diligencias avanzaran,
pero fue en vano. Sólo una vez los citaron a declarar, relata en entrevista el
representante de la familia De la Peña, Álvaro González. En cambio, los
policías que atestiguaron los hechos no fueron llamados ni la fiscalía integró
al expediente el parte de novedades policiaco de ese día.
Lo
anterior fue confirmado por la vocería de la Sagarpa, a la que Proceso pidió un
posicionamiento del secretario; sólo llegó una respuesta vía correo electrónico
a través de su coordinador de Comunicación Social, Abelardo Martín, quien
consultó no a su jefe en la dependencia, sino al abogado del GEM. En dicha
comunicación se expuso:
“De
acuerdo con el representante legal del terreno denominado Altavista, objeto del
supuesto litigio, dicha propiedad pertenece a una persona moral que, desde hace
más de 33 años, adquirió dicho predio, de cuyo pago de impuestos y posesión
está al corriente, con toda la documentación legal que ampara este dicho.
“El
representante legal sostiene que la sociedad anónima propietaria del predio no
ha recibido ningún requerimiento o notificación respecto de denuncias legales,
y se pretende, mediante un litigio, con inexactitudes y falsedades, configurar
una supuesta irregularidad” (sic).
Ante
la inactividad de la PGJE, los De la Peña acudieron a distintas instancias,
entre ellas a la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, que
preside la coahuilense Miriam Cárdenas Cantú, pero no tuvieron respuesta.
Durante
el gobierno de Enrique Martínez en Coahuila, la legisladora fue diputada local
y luego presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Coahuila,
amén de que existe una conocida relación entre su familia y el hoy titular de
Sagarpa.
“Esta
tierra es mía”
En
contraste con lo expuesto por la vocería de la Sagarpa, el expediente integrado
por Carlos Alberto Flores Mendoza, perito topográfico acreditado por el Poder
Judicial de Coahuila, muestra que el terreno no se llama Altavista, sino Los
Ojitos. Desarrollos Altavista es la empresa que se dice dueña del terreno.
El
dictamen pericial analizó documentos que se remontan a 1894, cuando se
inscribió la primera sucesión de un terreno de aproximadamente 86 hectáreas
que, a través de un siglo, fue vendiéndose o cediéndose. En la actualidad se
detectó que existe un sobrante de 6.4 hectáreas propiedad de la familia De la
Peña.
No
es todo. Luego de consultar antecedentes registrales y la Dirección General de
Notarías, la compulsa muestra que el reclamo de Desarrollos Altavista es
incongruente y que no existe ningún antecedente, apeo, deslinde ni anotación
que justifique el incremento en casi 400% de un terreno colindante en el que se
basa el reclamo de la empresa del titular de Sagarpa.
Aunque
el peritaje fue entregado al Ministerio Público, hasta ahora tampoco existe
pronunciamiento ni acciones derivadas, según el abogado González.
El
14 de febrero, un día después de los hechos que motivaron su denuncia, los De
la Peña convocaron a conferencia de prensa. Ahí acusaron de complicidad a la
familia Verduzco, dueña de la Constructora Server, que ocupa un terreno aledaño
y que, en otros negocios inmobiliarios, tiene sociedad con Enrique Martínez.
Para
Álvaro González, la lentitud y negligencia de la PGJE busca proteger al
secretario de Estado:
“En
este momento en que la corrupción e impunidad permean en todo el país, y que en
Coahuila la transparencia y la rendición de cuentas son sólo palabras huecas y
sin sustento, es muy grave y delicado que Enrique Martínez se aproveche de su
investidura para intentar despojarnos de nuestro patrimonio, y utilice su
inmenso poder para manipular y comprar a las autoridades coahuilenses.”
No
es la primera vez que una familia se enfrenta al político y sus socios por
problemas de tierras.
Por
ejemplo, el 11 de diciembre de 2006, el portal informativo proceso.com informó
sobre las protestas de los campesinos del ejido San José de los Nuncios, en
Ramos Arizpe, Coahuila, quienes acusaban al exgobernador y a Virgilio Verduzco
de despojarlos de sus propiedades.
Desértico
y miserable desde siempre, ese ejido se convirtió en destino de inversiones de
la constructora Server y la avícola Bachoco, propiedad del exgobernador de
Sonora Eduardo Bours, quien por esos años, junto con Enrique Martínez, era
asiduo participante del llamado Tucom (Todos Unidos Contra Madrazo), la
formación de gobernadores con aspiraciones presidenciales que repudiaba a
Roberto Madrazo, a la postre abanderado priista a la primera magistratura de la
nación.
Fue
en 2005 cuando Martínez y Martínez lanzó un spot para promover su aspiración
presidencial. El mensaje comenzaba con una imagen del político, que sostenía un
puñado de tierra y decía: “Esta tierra es mía”. El periodista coahuilense
Alfredo Dávila ironizaba en su noticiario televisivo cada vez que aparecía el
anuncio: “Esa tierra y la otra y aquélla de más allá”, pues, en Saltillo,
Martínez es identificado como terrateniente urbano y, hoy, como el secretario
con más tierras en el gabinete de Peña Nieto.
De
acuerdo con su declaración patrimonial, posee 1 millón 755 mil 607 metros cuadrados
en propiedades registradas a su nombre, suma de 16 terrenos, un edificio y una
casa. Esa extensión, por ejemplo, es cuatro veces superior al territorio
nacional de El Vaticano y es casi la misma que la de Mónaco. No obstante, esa
cantidad es inexacta, porque las 65 empresas de las que es accionista poseen y
pretenden otras propiedades que no se contabilizan, como la que anhela mediante
Desarrollos Altavista.
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