Bajo Reserva/El Universal, 3 de enero
El misterioso voto de Silva Meza
Al final apareció una mano misteriosa que inclinó la balanza en la elección del nuevo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Después de 32 rondas de votación, 29 empates y tres recesos, el ministro Juan Silva Meza cedió su voto a Luis María Aguilar, para evitar un proceso infinito y un daño a la institución, nos cuentan. La actitud de don Juan, nos explican, demostró que en el proceso de sucesión hubo “votos cruzados”: ministros de carrera que votaron por Arturo Saldívar -considerado como “externo”- y viceversa por don Luis María. El ejercicio también evidenció que los supuestos candidatos de Los Pinos no pasaron de la primera ronda. En el máximo tribunal del país sólo cuentan los votos de sus integrantes, nos comentan.
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El misterioso voto de Silva Meza
Al final apareció una mano misteriosa que inclinó la balanza en la elección del nuevo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Después de 32 rondas de votación, 29 empates y tres recesos, el ministro Juan Silva Meza cedió su voto a Luis María Aguilar, para evitar un proceso infinito y un daño a la institución, nos cuentan. La actitud de don Juan, nos explican, demostró que en el proceso de sucesión hubo “votos cruzados”: ministros de carrera que votaron por Arturo Saldívar -considerado como “externo”- y viceversa por don Luis María. El ejercicio también evidenció que los supuestos candidatos de Los Pinos no pasaron de la primera ronda. En el máximo tribunal del país sólo cuentan los votos de sus integrantes, nos comentan.
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Trascendió
/Milenio, del domingo 4 de enero..
:Que
durante la elección del nuevo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, los escrutadores Olga Sánchez
Cordero y Alberto Pérez Dayán rompieron con el protocolo de votación tras
cansarse de subir y bajar en el salón de plenos donde hubo 29 veces un empate
entre los finalistas Luis María Aguilar Morales y Arturo Zaldívar Lelo de
Larrea.
Así,
decidieron abrir y leer en voz alta en cada ocasión desde el centro del lugar
las nuevas papeletas con los votos, en lo que representó una elección histórica
donde se realizaron en total 32 rondas de votación para elegir al nuevo
representante del órgano.
TEMPLO
MAYOR/Reforma
SUPERADO
el atorón en la elección del nuevo presidente de la Suprema Corte, los curiosos
se quedaron con una pregunta.
¿CUÁL ministro
cambió su voto para darle la victoria por 6-4 a Luis María Aguilar… y por qué?
LOS
CONOCEDORES de la Corte dicen saber cómo estuvieron conformados los bloques que
provocaban el reiterado empate 5-5.
EN FAVOR de
Aguilar habrían votado Margarita Luna Ramos, Jorge Mario Pardo Rebolledo,
Alberto Pérez Dayán y José Ramón Cossío.
Y
CON Arturo Zaldívar supuestamente estaban Olga María Sánchez, José Fernando
Franco, Juan Silva Meza y Alfredo Gutiérrez.
LA
PREGUNTA, pues, es quién de esos cuatro -o si fue el propio Zaldívar- dio el volteón después de 29 rondas de
votación empatadas, y si lo hizo en un acto de responsabilidad… o a cambio de
algo.
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ENDOGAMIA,
DEMOCRACIA Y DERECHOS HUMANOS/Rafael Cardona
La Crónica
El
Poder Judicial en México es endogámico, autónomo, gozoso de su espejo y como
diría Walt Whitman, proclive a cantarse a sí mismo. Nadie interviene ni en sus
decisiones ni en sus designaciones. Solamente ellos, los ministros de la Corte
deciden por sí y para sí, sobre los relevos, sólo ellos conocen los resortes de
sus decisiones y sólo entre una decena o docena de personas, se decide sobre la
Suprema Corte, el Consejo de la Judicatura y el sendero nacional de la
justicia.
Por eso vimos
el viernes ese espectáculo entre lo solemne y lo grotesco: una formalidad
monárquica, con la añeja indumentaria de los togados, lleno el salón de ujieres
y un secretario tieso y estirado para contar papeles cuya función los convertía
en cédulas extraídos de una ensaladera de cristal (nunca más de
simple vidrio), en los cuales cada quien
escribía el nombre de su “gallo” hasta dejarlos trenzados en una pelea
interminable de mastines con mandíbulas trabadas.
En
el infinito proceso de modernización nacional, ya viene siendo tiempo de buscar
otras formas de integración de tribunales y judicaturas. No es sólo el caso de
la presidencia de la SCJN sino de todo el indefendible Poder Judicial en cuyas
praderas nunca se pone una mano social. La sociedad no interviene en nada,
excepto en pagar los altos sueldos y las prebendas de los aristócratas del
Derecho.
Pero
en fin, estamos en 2015 y hemos prometido cerrar la puerta a los fantasmas y
malos espíritus. No seremos agoreros de la desdicha ni vamos a imitar a Marco
Polo en la elección de malos viajes. No. Este año nos convoca a la calma, la
tranquilidad. Pero hay cosas.
Tras
la muy lamentable muerte del ministro Valls, la votación para elegir al
presidente (quien fue a la postre Luis María Aguilar Morales) corría el riesgo
de quedar entrampada en un empate, como finalmente ocurrió.
Cinco-cinco,
cinco-cinco de la tercera a la trigésima segunda ocasión. Vaya hartazgo, vaya
malos modos en la sala, vaya cerrazón, vaya trabazón. Dios mío cuánta
terquedad, cuantos compromisos detrás del inamovible dedo invisible cuyo
dictado llena el blanco papel.
Nunca
lo sabremos.
Pero
independientemente de esto, a fin de cuentas una cuestión anecdótica,
deberíamos reflexionar en algo:
¿Por
qué los representantes populares y por qué los representantes del pacto federal
y por qué podemos elegir a algunas personas, presidentes municipales,
concejales, jefes de delegación en el Distrito Federal y no podemos elegir a
nuestros jueces?
¿Por
qué debe ser el grupo selecto de la propia Corte, quien decida los hechos de la
Corte, sin la intervención posible de nadie más en este país. Como proceso democrático parece demasiado
reducido. Es un proceso visible y transparente, tanto como la cristalina
ensaladera ahí puesta en el la cual ( ya al final) la ministra Olga Sánchez Cordero, nada más
aventaba su papel doblado y decía:
— “Ya estuvo
suave”.
Porque
además hubo una parte como de “kindergarden”. Como todos sabemos en la Corte
los ministros se sientan en una mesa con forma de U, y en el centro preside
quien tiene esa responsabilidad y a los lados están los ministros.
Y,
en el centro de ese hueco se puso una mesa para los escrutadores y otra mesa
para el secretario. Entonces era muy divertido ver cómo se bajaban de sus
asientos a la mesa donde estaba la ensaladera, este “Súper Bowl” (como le
llaman los adoradores de ese primitivo deporte de empujones y derribos al
máximo trofeo), y allí contaban dos escrutadores. Entonces un escrutador
repetía lo dicho por el otro, y le
pasaba la hoja escrutada al señor secretario, quien la iba acomodando en una
mesa, en los casilleros reservados a cada uno de los ministros.
Pero
llegó un momento después del interminable subir y bajar con la precaución de
los faldones de las togas apresuradas (no fuera a ser y se cayera como reinita
en pasarela), subían, y luego tenían que volver a bajar, ya de hartazgo
gimnástico.
Y
entonces la ministra Sánchez Cordero, con muy buen criterio, dijo:
“Yo le quiero pedir al señor presidente si nos
permite ya quedarnos aquí, porque no tenemos que subir a dejar el papel, lo
podemos echar aquí el papelito, para no estar en ese trajín de escaleras”.
Parecía
ese juego de las fiestas de los niños, en el cual van dando vueltas y van
quitando una sillita, hasta dejar a alguien sin lugar.
Pero
es más anécdota.
Y
bueno, Luis María Aguilar Morales a partir de ahora es el presidente del máximo
tribunal y del Consejo de la Judicatura. Y llama mucho la atención su primera
oferta, su oferta de justicia.
Todos
lo sabemos: el tribunal más alto del país solamente tiene como finalidad
intransferible ser un tribunal de término. De término porque ahí se acaba
cualquier discusión, su sentencia es la última posible. Ya no hay apelaciones
posibles, ni recursos complementarios ni suplementarios.
Y
guarda además la constitucionalidad de la vida nacional. Por eso es notable la
referencia del nuevo presidente a únicamente una parte de la Constitución. La
contenida en el artículo 1°, es cierto, sobre los derechos humanos. La supervisión,
la vigilancia, la vigencia de los derechos humanos en este país.
Desde
la Constitución del 57, se decía, la función primordial del Estado es la
vigilancia de los derechos del hombre, y así empezaba la Constitución. No se
habían hecho las reformas por las cuales ahora les da ese mismo grado de
importancia a los derechos humanos en el texto fundamental de la vida jurídica
de México.
Pero
finalmente no todas las cosas en la Corte tienen relación con los derechos
humanos. Por eso es muy notable destacar su oferta y su propuesta y su
compromiso, hacia esta área, sobre todo en un momento político en el cual en el
México del día de hoy en todos los foros y en todas las oportunidades, se está
discutiendo un tema relacionado con DH o con violaciones a los derechos
humanos.
¿Cuál
es la principal violación de los derechos humanos sobre la cual estamos
discutiendo los mexicanos en estos días?
Bueno,
pues la desaparición forzada de personas.
Ese
es el asunto por el cual todos andamos ahora de cabeza, unos más y otros menos,
pero ése es el asunto.
Y
esta lectura del compromiso del presidente de la Corte sobre el cual él ofrece
el trabajo de la Corte, nos pone sobre aviso de cuál va a ser el tono de su
administración, el tono de su presidencia.
Sobre
todo porque hace algunos años la Corte tenía facultades de investigación ahora
transferidas a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. El tema
jurídicamente adquiere entonces una importancia sumamente visible.
Lo
estamos mirando, es el discurso inicial, es el arranque, es la tarjeta de
presentación del nuevo presidente de la Corte. Y lo hace en un momento
particularmente candente por asuntos de esa naturaleza.
“Especialmente
quiero dirigirme a la ciudadanía, a nuestra sociedad, hacerle saber la reiteración
de que este órgano supremo de la nación tiene como objetivo principal, como
propósito continuo el respeto de los derechos humanos, evitar la arbitrariedad
de cualquier autoridad a sus personas y a sus derechos”.
Ni
más, ni menos.
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