El
papa Francisco oficiará una misa multitudinaria en una de las zonas más
castigadas por la miseria urbana de todo el país
Nota de ELENA
REINA/
El País, Ecatepec
(México) 13 FEB 2016 - 23:17
Dios
se ha asomado muy pocas veces por los barrios de Ecatepec. Al municipio de
millón y medio de habitantes se acerca más la Santa Muerte, a la que muchos
veneran. Es el más poblado del Estado de México, el que aporta las cifras más
sangrientas de violencia contra las mujeres, homicidios y pobreza. La miseria
urbana que produce Ecatepec se respira en sus calles, cuyo aire se mezcla con
el olor a podrido proveniente del arroyo de La Cañada, un canal de aguas negras
al aire libre. La muerte a veces también se huele. Ese mismo circuito fluvial
es un tiradero de cuerpos de mujeres. A las puertas del Distrito Federal se
camufla lo que nadie quiere ver, el hambre camina sobre el asfalto.
El
papa Francisco visita este domingo un rincón de Ecatepec, donde los vecinos
dicen que ya se produjo el milagro porque pavimentaron las calles aledañas
El
papa Francisco visita este domingo un rincón de Ecatepec, donde los vecinos
dicen que ya se produjo el milagro porque pavimentaron las calles aledañas. A
ocho kilómetros del lugar donde oficiará la misa multitudinaria, en el
asentamiento de La Cuesta, unas 300 familias se han quedado sin agua.
La
pobreza en México se extiende por las zonas urbanas. La mayoría de pobres en
México (un total de 55,3 millones) vive en las ciudades. Ecatepec concentra más
de 100.000 personas en situación de pobreza extrema, esto es, que no reciben
unos ingresos suficientes para adquirir la canasta básica, entre otras
carencias, como el acceso a la educación, a los servicios de salud y una
vivienda digna.
El
municipio se ha convertido en un infierno para las mujeres. Las tasas de
feminicidios han superado a la época más sangrienta de Ciudad Juárez. El
Gobierno estatal decretó una alerta de género que, según la Policía, no ha
cambiado nada. Ahí han sido asesinadas más de 600 en los últimos tres años,
según el conteo de la Fiscalía de feminicidios del Estado de México.
Los
jóvenes no tienen un destino mucho mejor. El municipio contempla las tasas de
secuestro más altas del país cometidas por adolescentes. "Son carne de
cañón para el crimen organizado", cuenta un comandante de la Policía
local. Los dueños de las calles de Ecatepec no llegan a los 18 años. Los que
están en edad de trabajar pasan más tiempo en el camino de ida y vuelta del
Distrito Federal que en sus casas y durante la mayor parte del día los
adolescentes están solos. La zona, foco de narcotráfico, se ha convertido en el
lugar idóneo para reclutar a los potenciales delincuentes, la mayoría menores
de edad, capaces de traficar con droga y matar como lo haría un adulto, pero
sin las mismas consecuencias penales.
"Cuando
uno camina por el municipio observa fácilmente el abandono del Estado y el
imperio de la economía informal e ilícita", cuenta Manuel Amador, de 41
años, sociólogo y profesor en una secundaria pública llamada La Panchito —su
nombre original es General Francisco Villa 128—. El centro, con tres aulas
donde se concentran 500 alumnos sin acceso a Internet, se encuentra en la
colonia Hank González, una de las más peligrosas del municipio. Es difícil
encontrarse ahí con una patrulla de policía, cuenta Amador. "No hay
vigilancia y hay zonas donde no hay manera de que entren los vehículos
oficiales, las ambulancias o los camiones de bomberos", denuncian los
vecinos.
El
profesor dejó su trabajo en el Gobierno del Distrito Federal para acudir a dar
clases con miedo. En verano del año pasado mataron a una alumna de 15 años de
su escuela. Fanny Pérez fue baleada junto a su padre cuando la acompañaba a la
escuela. En ese mismo barrio Gabriela Berenice Faustino, madre soltera de 25 años,
fue secuestrada para acabar torturada y quemada viva. En sus clases intenta
mostrarle a sus alumnos que ese no es su destino. "Es muy emocionante ver
cómo las chicas se movilizan por las calles para decir basta", cuenta
Amador.
Fanny
Pérez fue baleada junto a su padre cuando la acompañaba a la escuela. En ese
mismo barrio Gabriela Berenice Faustino fue secuestrada y quemada viva
Junto
a la humilde escuela, los muchachos observan el avance de las obras de un
moderno teleférico. La idea del Gobierno estatal es facilitar el acceso a las
zonas más pobres del municipio. Los vecinos lo miran con recelo, sospechan que
será demasiado caro para ellos. Bajo la construcción de alta tecnología se
extienden numerosas casas inacabadas, puestos donde se venden restos de
fábricas y productos caducados que el comercio formal rechaza. Vendedores
ambulantes de galletas y dulces, jabones maltratados y ropa usada, "los
desperdicios que la miseria todavía encuentra útiles", señala Amador. En
las azoteas, los halcones vigilan el trajín de la ciudad para proteger el
narcomenudeo y otros negocios ilegales. Los alumnos de La Panchito miran hacia
el teleférico indignados, ellos dan clases de computación con papel y lápiz.
A
este rincón de Ecatepec no llegará el papa Francisco.
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