Historia
de la tortura videograbada/ Juan Veledíaz.
Revista
Proceso
2060, 23 de abril de 2016...
Durante
meses permaneció oculto. Pero la semana antepasada, cuando se difundió, el
explosivo video en el que se observa a militares y policías federales cuando
torturaban a Elvira Santibáñez detonó un escándalo y el propio titular de la
Sedena tuvo que salir a pedir perdón por los abusos contra una ciudadana. Hoy,
varios de los implicados en ese oprobioso caso, en particular la soldado María
Dulce Elena Reyes Ramos, están presos. Esta es la historia de cómo ocurrieron
los hechos.
Poco después de las 08:00 horas del 4 de febrero de 2015,
una llamada de la Policía Federal (PF) movilizó a la base de operaciones del
Ejército que se había establecido semanas atrás en el poblado de Ajuchitlán del
Progreso, en la región de Tierra Caliente, Guerrero.
Los
federales pedían apoyo para detener a un grupo armado que había sido ubicado a
las afueras de la población. Cuando el capitán Juan Carlos Limón Portillo tuvo
el reporte completo, ordenó a su equipo –una treintena de soldados– salir en
vehículos divididos en células de ocho para patrullar la zona.
Al
paso de las horas, después de que uno de los grupos apoyó a la corporación
federal en la captura de tres personas –dos hombres y una mujer–, los militares
regresaron a su base.
Los
soldados pertenecían al 12 Batallón de Policía Militar enviado por esos días a
Guerrero desde San Miguel de los Jagüeyes, Estado de México, donde tienen su
cuartel. Al mando estaba el coronel Francisco Javier Mandujano Acevedo, quien
ascendió a este grado en 2012, comisionado con sus tropas al operativo especial
que en diciembre del 2014 el gobierno federal lanzó en esa región del estado.
Momentos
más tarde arribó a la base el mayor Ricardo Lara Aguilar, comandante del sector
de Ajuchitlán, y ordenó al capitán Limón Portillo que sacara de la base a los
tres civiles detenidos. Los subieron a unas camionetas de la PF y se los
llevaron hacia la salida del poblado. Al llegar a una glorieta el oficial
ordenó a sus hombres formar una valla de seguridad mientras los federales los
bajaban para meterlos a una casona que estaba en obra negra.
Los
detenidos eran José Villalobos Díaz, de 32 años, originario de Arcelia; Juan
Hernández Villa, de 35, también de Arcelia, y Elvira Santibáñez Margarito, de
21, oriunda de Ajuchitlán. A los militares les llamó la atención que la mujer
no paraba de llorar mientras pedía que la dejaran en libertad. Estaba muy
nerviosa tras encontrarle escondidos en sus ropas fajos de billetes que sumaban
más de 11 mil pesos, según el expediente.
Del
26 de diciembre de 2014 al 26 de febrero de 2015, el 12 Batallón de Policía
Militar encabezado por el coronel Mandujano Acevedo formó parte del operativo
especial Iguala. Los soldados que pertenecían a las unidades que venían de San
Miguel de los Jagüeyes estaban bajo el mando del general Alejandro Badillo
Trueba, quien por esas fechas era el comandante de la Cuarta Brigada de Policía
Militar con sede en ese municipio del Estado de México.
Uno
de los días más críticos fue aquel 4 de febrero, cuando detuvieron a los dos
hombres y a la mujer en posesión de todo un arsenal. El sargento Ignacio Javier
Jiménez Peña, miembro del 12 Batallón de Policía Militar, declaró que los
detenidos fueron llevados a la base de operaciones de Ajuchitlán, donde se
registró por escrito el tipo de armamento y se especificó lo incautado. Tras
las indicaciones del mayor Lara Aguilar al capitán Limón Portillo, se llevaron
a los detenidos del lugar hacia una casa en construcción a las afueras del
pueblo.
Ahí,
el capitán Limón "le ordenó a la soldado Dulce Elena Reyes Ramos que
interrogara a la mujer detenida por la PF; también le pidió tomar nota de la
información que obtuviera del interrogatorio". El sargento Jiménez
recordó, de acuerdo con copia de su declaración consultada por este semanario,
que observó cuando la mujer soldado "en compañía de una agente de la PF
estuvo interrogando y asfixiando con una bolsa a la detenida, la cual no aportó
ningún dato relevante. En el lugar también estaba el cabo de Policía Militar
Francisco Dámaso Aragón Luna". Entre todos los presentes, añadió, no supo
quién realizó el video.
Un anónimo para el secrecretario.
La
investigación por lo ocurrido en aquella casona en obra negra a las afueras de
Ajuchitlán, comenzó en diciembre pasado, cuando un sobre que contenía un
escrito y un video llegó a la Procuraduría de Justicia Militar. El remitente
firmó como Luis Hernández Hernández, y escribió "Avenida Ilusiones 2001,
colonia Juárez, delegación Venustiano Carranza", un lugar en la Ciudad de
México inexistente.
El
secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, se enteró por
esos días de la existencia del anónimo y giró instrucciones para que se
investigara. El video circuló entre efectivos de la Policía Militar a su
regreso de Guerrero durante varios meses, pero no fue sino hasta finales del
2015 que el alto mando militar supo del contenido. Durante este lapso, los
órganos de información e inteligencia militar nunca lo detectaron.
El
autor hasta mediados de abril no estaba del todo identificado, pero entre las
hipótesis de la fiscalía militar y los abogados de la soldado Reyes Ramos, se
apuntaba que pertenece al 12 Batallón de Policía Militar. Uno de los motivos
para que se grabara el interrogatorio y se difundiera, probablemente fue para
perjudicarla en la promoción e impedir que ascendiera a cabo el año pasado,
según los abogados defensores.
Presión mediática
El
5 de enero pasado, cuando Reyes Ramos fue detenida acusada en el fuero de
guerra de desobediencia, ingresó al penal castrense del Campo Militar Número
Uno junto a su coacusado, el capitán Limón Portillo, su superior inmediato.
El
viernes 22, en el juzgado Quinto de Distrito en el Reclusorio Sur de la Ciudad
de México se les tomó su declaración preparatoria en el juicio donde la PGR los
acusó de tortura junto a tres elementos de la PF.
En
la audiencia, Reyes Ramos dijo que no conocía el contenido del video, que no
sabía de qué se le acusaba y que todo lo que realizó durante el operativo
especial en la Tierra Caliente de Guerrero, siempre fue por órdenes de sus
superiores jerárquicos.
En
un escrito que dará a conocer en los próximos días y cuyo contenido adelantó a
este semanario, Reyes asegura que las acusaciones en su contra son falsas
además de que la condenaron de manera pública, el día que el secretario de la
Defensa leyó un mensaje y pidió perdón por el contenido del video, violando su
derecho al debido proceso.
Los
abogados defensores de la soldado denunciaron que ha recibido demasiadas
presiones de varios mandos superiores del Ejército. Van varios días, desde que
se difundió el video, en que la visitan en la prisión militar para
interrogarla. Son oficiales enviados por la Procuraduría de Justicia Militar,
por la Dirección de Derechos Humanos y el área jurídica de la Defensa. A eso se
le suman las declaraciones a los medios de comunicación de funcionarios de la
Secretaría de la Defensa que pasan por alto su presunción de inocencia.
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