La
importancia de entrevistar al diablo/David Jiménez, director de El Mundo.
El
Mundo, 24 de abril de2016..
George
Sylvester Viereck entrevistó a Adolf Hitler en 1923 cuando aún era un
desconocido, revelando las fobias, ambiciones y delirios del hombre que
llevaría a Europa a la II Guerra Mundial. En un momento del encuentro, el
futuro Führer apuró su taza como «si no contuviera té, sino la sangre vital del
bolchevismo». Y a continuación dejó caer la clave de muchas de las cosas que
vendrían después: «Para nosotros, raza y Estado son lo mismo».
Por
eso nunca entendí que en nuestro país, cada vez que se entrevista a un
terrorista o a un criminal -a veces simplemente a alguien que está en el
extremo de lo que pensamos-, surjan voces acusando al periodista de
complicidad, antes incluso de que haya hecho sus preguntas y se pueda juzgar si
se convirtió en un mero altavoz o hizo bien su trabajo.
Tuve
la suerte de entrevistar para este periódico al Dalai Lama, premios Nobel de la
Paz, misioneros que se jugaban la vida en países lejanos y un buen puñado de
gente que llevaba esperanza allí donde apenas quedaba alguna. Pero los
personajes que más me ayudaron a conocer el lado oscuro de la naturaleza humana
fueron aquellos por los que sentía mayor repulsa: al líder de Al Qaeda en el sureste
asiático, Abu Bakar Bashir, con quien hablé tras los atentados de Bali, al jefe
de una milicia genocida que decapitó a mujeres y niños en una limpieza étnica
en Borneo o a los pederastas occidentales encarcelados en una prisión de
Camboya.
Me
habría gustado añadir más diablos a la lista: preguntarle a Kim Jong-un cómo
puede vivir rodeado de privilegios mientras condena al pueblo norcoreano a la
hambruna. Al terrorista suicida del IS qué le lleva a pensar que masacrar a
inocentes le abrirá las puertas del paraíso. O a Luis Alfredo Garavito, más
conocido como El Monstruo por haber matado al menos a 140 niños en Colombia
entre 1992 y 1999, si cree que existe el demonio. «Claro que existe. Soy yo»,
respondió cuando se lo preguntó Jon Sistiaga en el último episodio de su serie
de documentales para Movistar+.
Las
entrevistas a los renglones torcidos de la sociedad son más llevaderas cuando
se trata de personajes de países lejanos y se nos presentan desde una distancia
más cómoda. Pero también aquí tenemos nuestros monstruos. El suplemento CRÓNICA
publica hoy la primera entrevista con José Bretón desde que fue condenado a 40
años de cárcel por el asesinato en 2011 de sus hijos Ruth y José, de seis y dos
años. No hay en él, después de este tiempo en prisión, ningún atisbo de
arrepentimiento o compasión. Mantiene la misma actitud fría y distante que
mostró durante su juicio. El mismo cinismo que en su día le llevó a pretender
que buscaba desesperadamente a los niños y que ahora exhibe en esa celda de
cuyas paredes cuelgan las fotografías de Ruth y José. Lo difícil de encajar
tras leer la entrevista, más allá de la crueldad del crimen, es que alguien
como Bretón vaya a poder acceder al régimen abierto cuando cumpla 20 años de
cárcel.
Acercarse
al mal será siempre parte del periodismo y no tiene por qué suponer connivencia
o comprensión. A veces, nos sirve para alertarnos de lo que vendrá si
permanecemos impasibles ante él. En una parte de la entrevista que Viereck le
hace a Hitler, reeditada en 1932 por la revista Liberty ante su inminente
victoria electoral, el político alemán habla sin disimulo de sus planes.
«Cuando me haga cargo de Alemania, terminaré con el vasallaje ante el
extranjero y con el bolchevismo en nuestro país», le dice al entrevistador, que
terminó siendo acusado de colaboracionismo con el nazismo. «Debemos retener
nuestras colonias y expandirnos al este». Un año después, Hitler ganó las
elecciones y empezó a poner en marcha su proyecto.
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