Las columnas políticas hoy, 17 de julio de 2016..
Frentes
Políticos/Excelsior, 17
de Julio de 2016
I.Ungida.
La carrera de Alejandra Barrales sorprende. De aeromoza a sindicalista,
política y ahora a dirigente nacional del PRD. Llegó, finalmente, como estaba
previsto. Ofrece que recupere su papel de “partido de oposición”. Dijo que
trabajará con independencia y que está convencida de que lo que se necesita
para poder sortear esta etapa difícil es unidad. Que el PRD “no se colocará a
la cola de nadie”, porque, sostuvo, “igual daño nos hace ser la cola de
cualquier izquierda, que ser la cola de cualquier derecha”. Fue ríspido el
debate entre corrientes internas por la posibilidad de buscar alianzas con
Morena o con el PAN. Punto para Vanguardia Progresista y, más aún, para Miguel
Ángel Mancera. El perdedor: Pablo Gómez.
II.Lo
inadmisible. A todos en México nos afecta el conflicto magisterial. Y a pesar
de las pérdidas económicas, de los muertos, de los líderes encarcelados, de los
niños sin clases, el tema no se resuelve. Es de pena. Qué dirán la OCDE y los
organismos internacionales de educación. Alrededor de 155 mil alumnos de
educación básica de Oaxaca, Chiapas, Michoacán y Guerrero terminaron el ciclo
escolar con 45 días de clases perdidos y que, por desgracia, no ya se
repondrán. Fueron obligados a interrumpir sus actividades académicas dos meses
antes de que concluyera el ciclo escolar y, aun así, pasaron de año con
deficiencias en su aprendizaje. El paro que iniciaron sus maestros, los que
pertenecen a la CNTE, comienza a pasarles factura. ¿Quién lo remedia: Aurelio
Nuño, titular de la SEP? ¿Y cuándo?
III.Sigue
la mata dando. En su momento, el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez
Calderón, advirtió que no permitiría más bloqueos magisteriales por capricho,
sin embargo, la semana pasada los maestros volvieron a retarlo. Ya en las
calles, partieron el contingente en tres para trastocar la ciudad de Monterrey.
Y aunque en la capital de la República, casi al mismo tiempo, se hablaba de
algunos acuerdos entre el profesorado y las autoridades, en Nuevo León la línea
seguía firme: marchar contra la Reforma Educativa. A pesar de las buenas
intenciones, parece que en esa entidad el movimiento continuará hasta que ésta
se derogue.
IV.En
problemas. Sorprende cómo los políticos son capaces de utilizar toda la
maquinaria del poder con el afán de proteger sus intereses. Ojalá así lo
hicieran con las causas comunes. Mauro Guerra, presidente del PAN en Nuevo
León, pidió a la Fiscalía Anticorrupción continuar el proceso que involucra al
exmandatario Rodrigo Medina en varios delitos, para que no haya impunidad. El dirigente
estatal declaró que era de esperarse que el exgobernador recurriera a una
suspensión provisional de amparo ante dicho proceso, pero que eso no lo exime
de presentarse y responder ante la autoridad por lo que se le acusa. Sobra
decirlo. Éste es uno más de los casos de corrupción pendientes. Uno más. El
país está lleno de estas historias.
V.¿Táctica?
A quien ni la burla perdona es al abogado defensor de El Chapo Guzmán, José
Refugio Rodríguez Núñez, quien dio a conocer que valora presentar una denuncia
ante el Ministerio Público, ya que su cliente es torturado sicológicamente por
las autoridades penitenciarias, incluso, el propio narcotraficante le comentó
que, por ese trato, podría volverse loco. Quizá El Chapo pretende usar ese
argumento para ser trasladado a un hospital siquiátrico donde, seguramente,
recobraría la plena cordura para volverse a escapar. En la práctica, ése es el
significado de sus declaraciones.
#
La
estación/GERARDO
GALARZA
Excelsior
Nada
a nadie
En
cualquier sistema democrático el ciudadano tiene derecho a oponerse a las
decisiones del gobierno, a protestar por ellas y buscar revertirlas. Para eso
se creó —no, no, este verbo no es una equivocación— la democracia.
Generalmente,
las protestas ciudadanas ocurren cuando el gobierno viola el Estado de derecho,
que es, digámoslo así, la casa de todos.
Es
probable que alguna decisión gubernamental no afecte a todos los habitantes de
esa casa, pero sí a algunos, muchos o pocos no importa.
Entonces,
surge la protesta e incluso la resistencia. Para eso es la democracia. Que los
ciudadanos inconformes estén equivocados, no importa. Tienen el derecho a
protestar y a resistir. El gobierno debe dar respuesta a esas demandas,
incluida la del —no, no se asusten ni se
rasguen las vestiduras, que eso dice la teoría política del Estado— uso de la
fuerza pública cuando esas protestas no sean legítimas y atenten contra los
derechos de los demás.
Que los ciudadanos tengan garantizado los
derechos de libre expresión y de manifestación es fundamento de la democracia.
Así, sin más. Pero, los ciudadanos también tienen obligaciones. La primera:
respetar los derechos de los demás, los de aquellos que no están de acuerdo con
ellos o que aunque apoyen sus demandas no comparten sus métodos de lucha.
En
este país hay quienes creen y sostienen que si sus protestas no afectan los
derechos de los demás, éstas no tendrán ningún efecto porque el gobierno no les
hará caso alguno. Eso creen y así actúan.
En
su actividad reporteril, el escribidor ha “cubierto” cientos, quizás miles, de
diversos actos de protestas: mítines, marchas, bloqueos, huelgas de hambre y de
las otras, resistencias civiles, paros, performances, minutos de silencio... La
mayoría absoluta en el ejercicio de los derechos constitucionales. Otras,
algunas, fuera de la ley, agraviantes de los derechos de los demás.
Pero
de todas, el escribidor se queda con las del doctor Salvador Nava Martínez,
quien sufrió la represión como muchos otros opositores mexicanos. Estuvo preso
en la cárcel de Lecumberri; a él también le negaron los dineros federales que
le correspondían como alcalde de San Luis Potosí y consiguió reformar el
artículo 115 constitucional para garantizar realmente el municipio libre, a
unos 70 años luego de que se plasmara en la Constitución. En sus más de 30 años
de lucha, protesta y resistencia políticas, el doctor Nava siempre buscó no
afectar los derechos de ningún ciudadano, incluidos los que estaban en contra
de él y seguramente lo detestaban.
Así
doblegó, por ejemplo y nada más para que conste, a presidentes como Carlos
Salinas de Gortari, el mayor demonio de la política nacional si se hace caso de
los comentarios presuntamente de los ciudadanos. De ese tamaño. Nava sabía lo
que hacía. También sabía que no tenía ninguna cola que alguien le pudiera
pisar. Nunca recibió privilegio alguno ni dinero que no hubiera ganado en
ejercicio de su profesión, la de médico de pueblo.
En
1991, luego del fraude electoral contra su candidatura a gobernador, Nava
encabezó multitudinarios mítines de protesta, plantones y marchas. Buscó no
afectar directamente a ningún otro ciudadano. Sus actos de protesta y
resistencia se circunscribieron a las plazas o calles en los que fueron
convocados. Sus bloqueos fueron programados por horas y así anunciados. Sus
seguidoras tomaron el kiosco de la Plaza de Armas de la capital potosina, que
se llenó de mantas y pancartas. Y sólo ese espacio estaba ocupado: todos podían
circular por esa plaza y hasta disfrutar del oficial Grito del 15 de
septiembre, sin más molestia que la de ver y saber que ahí había una protesta.
Esas
mismas mujeres decidieron plantarse en la entrada principal del Palacio de
Gobierno, luego de que Salinas de Gortari decidió consumar el fraude electoral,
por el que Fausto Zapata sería gobernador de San Luis Potosí. Todavía hoy viven
muchos de quienes vivimos esas jornadas, de un lado y del otro, y de quienes
informábamos. No hay probabilidad de mentiras, aunque sí de acomodos.
Las
mujeres navistas, entre ellas la esposa del líder, ahí plantadas a nadie le
impidieron la entrada. Quien quiso entrar, entró. Sólo había que cruzar ese
plantón. Lo hicieron muchos burócratas. Pero a Zapata se le ocurrió entrar
protegido por sus guaruras y simpatizantes, quienes golpearon y vejaron a las
plantadas. Ese día echó su suerte.
Mientras,
el doctor Nava caminaba por la carretera federal 57 rumbo a la Ciudad de
México, acompañado apenas por unos 70 fieles. Nunca interrumpieron el tránsito.
Caminaban sólo por un carril. Sabían de lo justo y sólido de su lucha. Salinas
de Gortari no resistió que esa Marcha por la Democracia llegara siquiera a
Querétaro. Zapata cayó.
El
doctor Nava sabía lo que exigía: ningún privilegio para él ni para sus
cercanos. Sabía también que no le debía nada a nadie. El que entendió,
entendió.
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