27 ago 2016

¡Otra vez Sísifo!

¡Otra vez Sísifo!/Zacarías Orlando Pereira Vega
El País, 27 de agosto de 2017
En una ocasión, un conocido editorialista de un diario de la carretera norte de Managua comparó la historia del pueblo nicaragüense con el drama de Sísifo. En la mitología griega, Sísifo es conocido por el castigo de subir una enorme piedra por una montaña, y antes de llegar con ella a la cima, la piedra rueda hacia abajo, por lo que él tiene que volver por la piedra y la acción se repite eternamente.
 ¿Qué sucedió en Nicaragua después de 1990, que la llevó a experimentar una vez más con Daniel Ortega Saavedra? No se puede negar la paciencia del Comandante, su medida de los tiempos y su excelente aplicación de los principios de la conspiración, a los cuales podemos agregar su desmedida avidez por el poder y la evidente miopía de sus adversarios, a los que doblegó sin disparar un solo tiro y quienes a su vez se aniquilaron entre sí.
 Quizás uno de los hechos más trascendentes de la historia reciente que vale la pena analizar, fue la manera de cómo el Comandante pudo enrolar en sus filas a uno de sus más fuertes e influyentes detractores, el cardenal Miguel Obando y Bravo. Se recuerda vívidamente durante las elecciones de 1996, la famosa parábola de la víbora, en la que el Cardenal contó que un caminante decidió darle calor a una víbora maltrecha y afectada por el frío que encontró en el camino; si bien su amigo le había advertido que no lo hiciera, la víbora recuperada, lo mordió y lo mató. 

Esta situación fue hábilmente aprovechada por una coalición de partidos opuestos al sandinismo que les permitió llegar al poder y mantenerse por otros cinco años más. Las diferencias entre el cardenal Obando y Ortega datan desde mucho tiempo atrás, podemos asegurar -sin entrar en mucho detalle-, que desde 1979, año en que el sandinismo llegó por primera vez al poder con la intención, en otra cosas, de implantar un satélite ruso en Nicaragua, situación que parece repetirse en la actualidad -¡otra vez Sísifo!-, solo que en un contexto diferente dado que desapareció la lucha ideológica de clases. En la actualidad, el Cardenal Obando es uno de sus más fieles aliados, lo vemos aparecer oficiosamente en cuanta reunión oficial se le ocurra al Ejecutivo nicaragüense.
 ¿Pero la pregunta toral acá es, qué causa o motivo provocó este cambio radical en el Cardenal? ¿O fue solo un simple cálculo político de sumas y restas, y de costos de oportunidad, que lo motivaron a cambiar de acera? Por supuesto que algo tuvieron que ver los desatinos del gobierno de don Enrique Bolaños Geyer en contra de él, aquella penosa situación en la que funcionarios del gobierno de Nicaragua de ese entonces y algunos personeros del Vaticano se vieron envueltos y que culminó con la aceptación de la renuncia por edad de su condición de arzobispo -curiosamente, un día antes de que se muriera el hoy santo Juan Pablo II, que en esos días agonizaba-, pero más que eso, es que una pequeña parte de la Iglesia Católica de Nicaragua, agrupada alrededor del cardenal, pragmáticamente prefiere darle el beneficio de la duda al Comandante antes que dársela a los banqueros o empresarios metidos a políticos presentes en los partidos de oposición, ya que como fieles discípulos del capitalismo salvaje y lejos de resolver los grandes dilemas de la nación cuando tienen la oportunidad de gobernar, estos políticos se olvidan de la gente, no hacen nada por el país y más bien aprovechan para saquearlo. Esa ha sido la constante que se ha repetido a lo largo y ancho de nuestra Latinoamérica, desde la época de la independencia de nuestros países.
 Por otro lado, y esto quizás es los más importante, el escenario que visualiza este reducido -pero influyente- grupo de sacerdotes para Nicaragua, es algo similar a la España del general Francisco Franco, con sus múltiples fallas y pocas virtudes, y confían que con el paso del tiempo sea la biología la que se encargue de poner todo en su lugar.
 Para finalizar, la corrupción imperante es nuestra piedra de Sísifo que tenemos que cargar o rodar por muchos años más, hasta que nos demos cuenta que debemos tomar las riendas de nuestro propio futuro, en verdadera democracia y libertad.
 Dios te “¡Salve a ti, Nicaragua! …”

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