11 sept 2017

El huracán Irma deja siete millones de usuarios sin luz en Florida

El huracán Irma deja siete millones de usuarios sin luz en Florida
Carreteras y aeropuertos cerrados, comunicaciones cortadas, problemas de suministro. La gigantesca tormenta causa inmensos daños en la península. EL PAÍS lo cuenta desde el lugar de los hechos
JAN MARTÍNEZ AHRENS
El País, Miami 11 SEP 2017
Florida vivió el día después sin dejar de pensar en el pasado. Al tiempo que el huracán Irma perdía su esencia destructiva y se diluía en la forma de una tormenta tropical, emergió el inmenso daño causado a su paso por la península. Siete millones de usuarios sin luz (33% población), fallos generales en la conexión telefónica, los principales aeropuertos cerrados, carreteras cortadas, amplias zonas marítimas inundadas, problemas de suministro de gasolina y daños por valor de hasta 50.000 millones de dolares.  Un escenario grave que sacó a la luz, como tantas otras veces, la debilidad de las infraestructuras de la nación más poderosa del mundo, pero también su enorme capacidad para reconstruirse y salir adelante.
Miami fue durante una noche una ciudad fantasma. Pasado el huracán, bajo el toque de queda, las calles de la principal urbe del sureste de Estados Unidos quedaron vacías. Suspendida en un bochorno tropical, bajo suaves ráfagas de lluvia y el aroma de la tierra rota, la capital de la luz se apagó. Pequeña Habana y Ocean Drive, los coloridos iconos de su vitalidad, eran espacios quietos. Se podía conducir a lo largo de kilómetros sin hallar a nadie. Ni vecinos ni perros, solo coches patrulla y una sucesión de palmeras y postes caídos que hacían impracticables la mayoría de los accesos.

Fue al amanecer cuando la ciudad intentó su vuelta la vida. Irma ya quedaba lejos. El monstruo meteorológico se había transformado en una tormenta tropical y avanzaba por el norte. La gente, lejos de cualquier amenaza, se animó a salir poco a poco.
Los comercios estaban casi todos cerrados, no había transporte público y la luz y el teléfono no funcionaban en amplias zonas. Pero muchos, hartos de estar encerrados desde el sábado, querían respirar y ver el sol. Otros simplemente estaban desinformados y buscaban orientarse.
“Ni sé si se trabaja hoy, ni si el huracán ha hecho daño” decía María, cubana de 52 años, que caminaba rumbo al Burger King, donde trabaja por 8,5 dólares la hora. “No vaya a ser que abran, no esté y me despidan”.
Por Pequeña Habana andaba también el anciano Roy Hernández, un compatriota con más de 30 años de vida en Miami y un cigarrillo eterno en la boca. “Casi todo el mundo estaba preparado. Nosotros, en casa, guardamos comida y pusimos contraventanas. No me pareció nada del otro mundo. Yo viví el huracán Flora allá en 1963 y eso sí que fue…”, comentaba.
La tragedia había pasado de largo en Miami. Y también de Florida. Aunque los daños resultaron inmensos, muchos pronósticos fueron más allá que la realidad. Irma se había anunciado como un azote cargado de muerte.
Nacido a finales de agosto en las costas de África, el huracán había devastado el Caribe antes de enfilar a Florida. A su paso por las Islas Vírgenes, San Martín, Barbados y Cuba segó 37 vidas y destruyó largas áreas costeras. Con categoría 5 se mostraba como el más poderoso registrado nunca en la zona. Pero en su camino hacia Florida perdió fuelle y a medida que pasaban las horas redujo su fuerza. El golpe, aún así, fue tremendo.
A lo largo de 24 horas congeló la vida en Florida, el cuarto Estado más poblado de EEUU. Por momentos, se temió lo peor. Las imágenes de olas desbocadas, casas sumergidas y palmeras derribadas hicieron pensar en una catástrofe. Pero la decidida movilización emprendida por las autoridades, que ordenaron la evacuación de seis millones de personas, pidieron ayuda a la Guardia Nacional y abrieron casi 400 refugios, minimizó el efecto de Irma, aunque no impidió que se registrasen cuatro muertos, todos por accidente de tráfico, y un desastre material.
El mazazo dejó un mundo por reconstruir. Carreteras, urbanizaciones, tendidos eléctricos, comunicaciones… Los Cayos, el idílico archipiélago sureño, sufrió graves pérdidas por los vientos y las inundaciones. Tal era su estado que su acceso fue cortado este lunes, como también lo estaba la entrada a la isla de Miami Beach, el espolón turístico de la ciudad.
Florida debe ahora afrontar una titánica tarea. “Necesitaremos tiempo hasta que los afectados puedan volver casa. Ha habido muchos daños. Las líneas eléctricas están afectadas en todo el Estado; tenemos muchas carreteras inutilizadas. Pedimos paciencia a todos los afectados. Lo lograremos, pero con tiempo”, afirmó el gobernador Rick Scott.

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