24 jun 2018

La sombra del conteo rápido de 2006/JORGE CARRASCO ARAIZAGA

La sombra del conteo rápido de 2006/JORGE CARRASCO ARAIZAGA
Revista Proceso # 2173, a 24 de junio de 2018
Amenos de que la votación sea copiosa en favor del candidato Andrés Manuel López Obrador, uno de los escenarios es que la elección presidencial se cierre y el resultado pueda ser impugnado. El propio Instituto Nacional Electoral (INE) tiene considerado para el conteo rápido el modelo que aplicó en la elección de 2006, cuando el ahora candidato puntero perdió la elección por 0.56% ante Felipe Calderón.
Esa es una de las circunstancias que se plantean en Morena, cuyo candidato estuvo muy por arriba de los otros aspirantes en las encuestas publicadas hasta una semana antes de los comicios. Aunque calculan un triunfo con 10 o 12 puntos de ventaja, en sus consideraciones también está que el INE adelante un resultado apretado.
Para los responsables del conteo rápido del INE, un resultado cerrado es sólo una de las eventualidades de los comicios, pero no por manipulación estadística, sino por la manera en que finalmente se exprese el voto.

Existen dudas sobre el modelo del conteo rápido del INE porque partió del comportamiento electoral que tuvieron los partidos y sus candidatos en un proceso electoral presidencial pasado, cuando López Obrador, que ahora está en su tercera contienda presidencial, fue candidato del PRD. 
“El PRD no puede ser referente porque ahora está disminuido y Morena ha tenido un crecimiento electoral sin precedente. El 9% que logró en las elecciones de 2015 no tiene nada que ver con lo que está pasando ahora (las encuestas electorales le han dado hasta 51% de las intenciones de voto). Por eso, la muestra del INE para el conteo rápido podría ser sesgada”, considera Juan Romero, diputado federal y representante de Morena ante el Instituto Electoral de la Ciudad de México.
Manuel Mendoza Ramírez, uno de los nueve académicos que integran el Comité Técnico Asesor del INE para los conteos rápidos de las elecciones federal y locales de este año, dice que el comportamiento electoral de los partidos fue sólo “una primera aproximación” para definir la muestra a partir de la cual el INE dará a conocer los resultados de la elección presidencial. 
“Hay varios cientos de escenarios con diferentes esquemas de dispersión, y el de una elección cerrada es sólo uno de ellos”, insiste.
Viejos conocidos
Cualquiera que sea el escenario, los observadores internacionales tendrán que pronunciarse. Entre ellos, la Organización de los Estados Americanos (OEA), cuyo secretario interino para el fortalecimiento de la democracia es el mexicano Gerardo de Icaza, de quien depende la observación electoral.
De Icaza, quien ocupa ese cargo en la OEA desde noviembre de 2013, a propuesta del gobierno de Enrique Peña Nieto, coincidió en el organismo interamericano con Francisco Javier Guerrero Aguirre, quien en febrero pasado se integró a la campaña de José Antonio Meade.
De Icaza y Aguirre conocen las entrañas de la operación del sistema electoral mexicano. El primero trabajó en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y el segundo fue consejero del entonces Instituto Federal Electoral (IFE) en 2012, cuando el PRI regresó a la Presidencia de la República.
En el INE, además, está uno de los protagonistas del conteo rápido de hace 12 años: Alberto Alonso y Coria, quien era director ejecutivo del Registro Federal de Electores (RFE). Ahora, forma parte del Comité Técnico Asesor para los Conteos Rápidos del instituto electoral.
A partir de lo que haga esa instancia y cómo lo haga, el presidente del INE, Lorenzo Córdova, dará a las 23:00 horas del 1 de julio el resultado preliminar de la elección. 
Alonso y Coria también es un viejo conocedor de la manera en que opera la autoridad encargada de organizar las elecciones para dar los resultados, pero también del manejo del padrón electoral y de los datos personales. Exfuncionarios electorales consultados por Proceso le atribuyen el diseño del conteo rápido para la elección de 2006, que incluyó la construcción de un búnker en el instituto electoral para el manejo de la información. Es el artífice del diseño que se sigue aplicando ahora, aseguran.
Después del cuestionado triunfo de Calderón con una elección cerrada, de apenas 0.56% de diferencia, se mantuvo como director ejecutivo del RFE, cargo que ocupaba desde 2001. 
A finales de 2010 presentó su renuncia. Aunque, según funcionarios electorales, su salida fue más bien porque se la pidió el entonces presidente del IFE, Leonardo Valdés. Le solicitó su renuncia por el activismo político que desplegaba en favor del gobierno calderonista y su proyecto de cédula de identidad, afirman.
Alonso y Coria buscó regresar al IFE como consejero electoral, pero, fracasado su intento, fue designado por el gobierno de Calderón como director del Registro Nacional de Población. Su tarea principal era concretar la cédula de identidad. En esa encomienda también se quedó a medias.
El actual director del RFE es René Miranda Jaimes, quien en la elección de 2006 trabajó con Alonso y Coria. Era el coordinador general de la Unidad de Servicios de Informática del instituto y en esa condición fue el encargado del Programa de Resultados Electorales Preliminares.
En esa elección, el acuerdo de los partidos políticos en el IFE fue el de no dar a conocer los resultados en caso de una elección cerrada, lo que le causó un alto costo al entonces director del IFE, Luis Carlos Ugalde.
Descarta riesgo
También integrante del Comité Técnico Asesor para los Conteos Rápidos en 2006 fue Manuel Mendoza Ramírez, quien hoy asegura que la muestra de los resultados que dará la noche de ese domingo será ciento por ciento confiable. 
En conversación con este semanario, explica que para determinar la muestra de lo que será el conteo rápido hubo “una primera aproximación” que partió de los resultados electorales de 2012. Luego, elaboró “varios centenares de escenarios” de votaciones con diferentes patrones. Pero las elecciones de 2012 fueron sólo el punto de partida para que el comité decidiera cómo fraccionar al país y a los estados, insiste. 
–Esa estratificación, precisamente, es la que cuestiona Morena.
–Lo que consideramos fue el patrón de votación de los contendientes. Ahí no importa cómo se llame el partido. Lo importante son las estructuras de la votación. Y ahí puede ser que un candidato tenga una votación masiva en zonas urbanas o esté dispersa en todo el país. O que dos partidos estén en una votación muy competida. Ahí no importa cómo se llame el partido.
–La reserva de Morena es que se genera artificialmente una elección cerrada.
–Para una elección cerrada no tiene que pasar nada estadístico. Sería sólo la expresión popular de los distintos escenarios que pueden ocurrir. Cualquiera que sea la materialización del voto, lo vamos a describir con el procedimiento que hemos hecho durante meses de trabajo. Cualquiera que sea el escenario, entre los cientos que hemos construido, el conteo está diseñado para que lo refleje.
“El diseño y el tamaño de la muestra están pensados para producir cálculos independientemente del patrón de votación”, afirma el profesor e investigador del Instituto Tecnológico Autónomo de México y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
En cambio, el diputado federal Juan Romero, representante de Morena ante el Instituto Electoral de la Ciudad de México, dice que ese modelo excluye el comportamiento electoral de su partido.
–¿En qué afecta ese esquema a los resultados de la muestra?
–Si se toma en cuenta los resultados anteriores, se va a sesgar la información. El referente es el PRD, pero ahora ese partido no puede ser referente para determinar un muestreo. Además, en 2015 Morena aún no se conocía. Cuando estábamos impulsando la campaña de Morena, la gente seguía pensando que López Obrador era del PRD.
Según Romero, con ese sesgo se podría crear un escenario de una elección cerrada, que es la idea que ha querido construir el PRI. 
Desde el tercer y último debate presidencial, el 12 de junio en Mérida, Yucatán, el PRI y el propio José Antonio Meade se empeñaron en generar la idea de que su candidatura no sólo alcanzó a Ricardo Anaya, aspirante de la Alianza por México al Frente, sino que se cerró la brecha con López Obrador, quien durante la campaña se ha mantenido con la mayor intención del voto en todas las encuestas.
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