1 ene 2020

Iglesia: rebelión en ciernes/Eduardo R. Huchim

Iglesia: rebelión en ciernes/Eduardo R. Huchim
en REFORMA, 1 Ene. 2020
La iniciativa de la senadora morenista María Soledad Luévano Cantú, que para muchos erosionaba severamente la laicidad del Estado mexicano, fue presentada el 17 de diciembre de 2019 y desató una tormenta que fue prontamente amainada por el presidente Andrés Manuel López Obrador y por el arzobispo primado de México, Carlos Aguiar Retes, coincidentes en que tal laicidad, resuelta hace más de un siglo -dijo AMLO-, "garantiza todas las libertades y por tanto también la libertad religiosa", declaró el prelado.
Mientras esa tormenta amainaba, otra también intensa se desataba intramuros de la Iglesia Católica, a partir de una serie de sesiones (17, 18 y 19 de diciembre) de capacitación en materia administrativa y contable para sacerdotes y administradores de los templos. En tales reuniones se planteó un cambio en las relaciones económicas entre la Arquidiócesis y las parroquias y capillas de la Ciudad de México, reforma que se traduce en mayores cargas para estas y, en consecuencia, para la feligresía.

Mediante la actualización de un decreto de hace 23 años, la Arquidiócesis pretende imponerles a las unidades eclesiales, unilateralmente y bajo la figura de "aportación solidaria", una cuota fija que será determinada por un despacho contable vinculado al Ecónomo Arquidiocesano, con base en "la realidad socioeconómica, pastoral y patrimonial de cada una de las parroquias, rectorías y capillas".
Si bien hay algunas parroquias que quizá no tengan problema para hacer la "aportación solidaria", hay muchas otras que apenas pueden con los gastos inherentes al mantenimiento de los templos, a servicios, a salarios y a insumos litúrgicos. A sus penurias contribuye el hecho de que las colectas dominicales no siempre son integralmente para el templo, porque al menos cinco de ellas al año son total o parcialmente para fines específicos como el Seminario Conciliar, el Óbolo de San Pedro (para el Vaticano), las obras del Episcopado, misiones (Domund) y para la Universidad Pontificia de México.
Los fines de las nuevas "aportaciones solidarias" son encomiables: formación de presbíteros, servicio médico y atención de jubilados, pero aumentar la carga económica a los templos puede dificultar su viabilidad económica y encarecer servicios a los fieles. En la práctica, la cuota fija, vigente a partir de enero, incrementa hasta en 50-60% la aportación actual a la Arquidiócesis, tasada hoy en 10% de ingresos brutos. Los sacerdotes inconformes rechazan la imposición de tal incremento y también la forma autoritaria en que se pretende concretarlo, pues no hubo ni siquiera intento de consensarlo.
Los inconformes también rechazan la pretensión de control -bajo la apariencia de servicios contables- por parte de la Arquidiócesis, cuyos representantes están exigiendo la entrega de documentación, dispositivos y contraseñas como la firma electrónica y el "token", los cuales tienen un carácter claramente confidencial. El afán centralizador pretende ocuparse de los asuntos contables y fiscales de todos los templos y eliminar la contabilidad particular de cada unidad eclesial.
De ese modo se está provocando una rebelión del presbiterado capitalino, en momentos en que la Iglesia Católica de México afronta problemas muy relevantes como la disminución de fieles y de vocaciones sacerdotales y la reducción en la demanda de sacramentos como bautizos y bodas.
Autodefinida como una "oveja insignificante" de la grey, Griselda Terán Contreras expuso, en una carta abierta al cardenal Aguiar Retes difundida en internet, la preocupación de algunos sacerdotes que se preguntan cómo darán mensualmente lo que se les pide cuando en sus comunidades no hay ingresos abundantes. Y cuestiona: Hay un plan económico arquidiocesano muy trabajado y estructurado, pero, ¿cuál es el plan pastoral para el año nuevo? ¿Cómo atraer a los alejados mostrándoles el amor de Dios sin necesidad de que den un peso?
El conflicto económico en desarrollo puede ser el detonador de una crisis mayor entre el cardenal arzobispo y los sacerdotes de la Arquidiócesis, porque estos también le reprochan otras decisiones pastorales y administrativas en cuya definición los presbíteros se sienten marginados y sujetos a una voluntad autoritaria.
@EduardoRHuchim


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