4 sept 2022

El “primer milagro argentino”, clave para impulsar la beatificación de Juan Pablo I

El “primer milagro argentino”, clave para impulsar la beatificación de Juan Pablo I

El “papa de la sonrisa”, que gobernó 33 días en 1978, será elevado este domingo al honor de los altares por Francisco en el Vaticano; por su intercesión, se curó inexplicablemente en 2011 una chica de Paraná, Candela Giarda


LA NACION, 3 de septiembre de 2022/

Elisabetta Piqué, CORRESPONSAL EN ITALIA

ROMA.- Este domingo el papa Francisco proclamará beato a Juan Pablo I, “el papa de la sonrisa”, también llamado “de los 33 días”. Último pontífice italiano, Juan Pablo I reinó desde el 26 de agosto de 1978, cuando fue electo en un cónclave que eligió al sucesor de san Pablo VI, hasta al 28 de septiembre de 1978, cuando un repentino infarto le puso fin a su vida.

Albino Luciani, en efecto, tuvo una muerte natural y no fue asesinado ni fue víctima de ninguna conspiración, como el imaginario colectivo sigue creyendo a raíz de un best-seller (En nombre de Dios, una investigación sobre el asesinato del papa Juan Pablo I, del británico David Yallop), tachado como “basura” y “fake news” por la periodista y vicepostuladora de su causa de canonización, Stefania Falasca.

Juan Pablo I se volverá beato gracias a un milagro argentino: la inexplicable curación, por su intercesión, de Candela Giarda, una chica de Paraná de 11 años en su momento que se encontraba al borde de la muerte en julio de 2011 por “encefalopatía inflamatoria aguda severa, enfermedad epiléptica refractaria maligna y shock séptico”. Ahora Candela tiene 21 años, es estudiante universitaria y lleva una vida totalmente normal. Tanto es así que no pudo viajar a Roma para asistir a la ceremonia de beatificación de este domingo porque tuvo un accidente en el pie en el gimnasio, tal como ella misma contó en un video que envió a una conferencia de prensa que tuvo lugar en el Vaticano.

“Se le cayó una pesa sobre un pie justo hace unos días, pensaban que podía ponerse una bota, pero no, el médico no la deja apoyar y no le permitió viajar”, contó a LA NACION el padre José Dabusti, sacerdote que sí pudo viajar a Roma para este gran evento y que fue clave para que ocurriera lo que consideró el “primer milagro argentino”.

Fue él, en efecto, que en un intento de salvar a Candela de una muerte que los médicos consideraban inminente, le propuso a su mamá, Roxana Sosa, a quien venía acompañando ya que siempre iba a rezar a su iglesia –la Parroquia de Nuestra Señora de la Rábida-, de rezarle a Juan Pablo I.

“Era el 22 de julio de 2011, cerca del mediodía, y estando en la parroquia Roxana se acerca para comentarme que los médicos le acababan de avisar que Candela se había contagiado un virus intrahospitalario. Tenía neumonía y que no creían que pasara la noche. Roxana me pidió que fuera. Que rezáramos una vez más… que la bendijera”, recordó. “Juntos, fuimos a la Fundación Favaloro. Pasamos a la terapia, como otras veces. Yo no recuerdo, en aquel momento, cuánto personal médico estaba cerca de la cama de Candela. Tengo viva la imagen de una enfermera que estaba emocionada…Y nos acercamos al cuerpo de Candela que no pesaba más de 19 kilos... ¿Cómo se me ocurre proponerle a Roxana rezarle a Juan Pablo I para que interceda por la vida y la curación de Candela? Humanamente no lo sé”, admitió.

“Espiritualmente sí. Porque tengo una certeza que tiene dos palabras: Espíritu Santo”, agregó, al brindar su testimonio en un encuentro en la Sala de Prensa del Vaticano.

“Para nosotros los sacerdotes, encontrarnos en estas situaciones terminales en la vida de las personas es frecuente. Por eso, afirmo que fue, ciertamente, una moción del Espíritu la que me llevó a proponerle esta oración a Juan Pablo I”, explicó. “Roxana no conocía nada del papa Luciani. Dado que estábamos en una terapia intensiva, fue muy breve la explicación que le di sobre el por qué rezarle y pedirle su intercesión para que salve la vida de Candela y se pueda recuperar. Entonces juntos, ella y yo y dos enfermeras presentes, pusimos nuestras manos sobre el cuerpo de Candela y yo hice una oración espontánea. No recuerdo exactamente las palabras que recé. Sí le pedí al Señor, que por intercesión de Juan Pablo I curara a Candela”, evocó.

Al día siguiente, Roxana volvió a ir a su parroquia para contarle que su hija no solo había pasado la noche, sino que estaba mejorando. “Fueron pasando los días, las semanas y Candela siguió su recuperación. Hasta que perdí el contacto con ellas porque fue dada de alta y regresó a Paraná. Las cosas quedaron en un silencio providente hasta fines de 2014 cuando volví a reencontrarme con Roxana y Candela en la misma parroquia de La Rábida. Fue una gran alegría ver a una chica de casi 15 años que no reconocí y a su madre. Venían a saludarme. Roxana quería que Candela me conociera y también que yo viera cómo estaba recuperada. Esa tarde le pregunté a Roxana si recordaba a quién le habíamos rezado. Y acto seguido agregué: ‘Me parece que algún día vamos a tener que informar este hecho maravilloso’”, le dijo.

Fue entonces que, a través de contactos, se hizo presente con esta historia milagrosa en el marco del proceso de beatificación de Juan Pablo I.

Desde 2018 en la parroquia de Nuestra Señor de las Mercedes en el barrio de Belgrano, Dabusti también explicó el por qué de esa pasión por Albino Luciani, que se remonta a agosto de 1978, cuando él era un adolescente de 13 años y quedó impresionado por su elección y persona. “Dos rasgos me llamaron poderosamente la atención y despertaron mi admiración y sobre todo mi cariño espontáneo hacia él: su alegría, reflejada en su inmortal sonrisa, y la humildad que tanto me impactó”, dijo.

En ese momento, incluso pegó un póster con su retrato en la puerta del armario de su cuarto. “Muchas veces, mirando este retrato, rezaba por él”, confesó el sacerdote argentino, que también quedó impactado por su repentina muerte. Con el pasar de los años, según indicó, le siguió rezando a Juan Pablo I para discernir su vocación y en otros momentos de su vida. Tanto es así que incluso contó, como anécdota, que cuando algún conocido viajaba a Roma y le preguntaba qué quería que le trajera, él le respondía: “Cuando visites la Basílica de San Pedro y vayas a la Cripta, no dejes de hacer una oración ante la tumba de Juan Pablo I por mí, para que sea un buen y fiel sacerdote”.

Emoción

En vísperas de la beatificación de este pontífice tan admirado y poco conocido, Dabusti, que en la ceremonia solemne llevará una reliquia del nuevo beato –un texto manuscrito-, no ocultó su enorme emoción. “Estoy cayendo en estos días”, reconoció a LA NACION, al revelar, por otro lado, que quizás el de Candela no fue el único milagro argentino del “papa de la sonrisa”.

“El día que fue aprobado el milagro en el Vaticano, el 13 de octubre pasado, un amigo me llama y me dice: ‘Este es el primer milagro conocido, pero vos y yo sabemos que el primer milagro fue que mi mujer y yo pudiéramos tener hijos’. Yo le había dado una foto de Juan Pablo I a un matrimonio que no podía tener hijos y ya tienen tres”, contó, sonriente y lleno de entusiasmo. Y fue más allá.

“Hay una familia amiga argentina que vive en España y que va a estar en la plaza este domingo, a cuyo hijo más chico le habían diagnosticado una enfermedad muy grave... Y también les había dicho ‘recémosle especialmente, encomendémoslo a Juan Pablo I’ y el diagnóstico también cambió”, sumó Dabusti, el “padre” del primer milagro argentino.

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