El negocio de los narcos/Gabriel Zaid
Publicado en Reforma, 26/08/2007;
Legalizar las drogas no asegura que quienes a eso se dedican dejen lo ilegal. El mercado de lo ilícito abre posiblidades con lo prohibido
Los ferrocarriles eran muy buen negocio en los Estados Unidos, cuando empezó el servicio de pasajeros y de carga por carretera. Para frenar la competencia, los ferrocarrileros cabildearon contra la construcción de carreteras; pero no pudieron detenerlas, fueron perdiendo mercados y su bonanza terminó.En un famoso artículo publicado en la Harvard Business Review ("Marketing myopia", July-August, 1960), Theodore Levitt los acusó de miopes: no vieron que su negocio era el transporte, no el ferrocarril. Pudieron haber ampliado sus operaciones a las nuevas vías. Estaban en una posición fuerte para competir, ofreciendo trayectos combinados de ferrocarril y carretera. Pero no vieron la oportunidad, sino el problema.
Hay quienes piensan que el negocio de los narcos es la droga. Ven que disponen de tecnología avanzada en la producción agrícola, la transformación industrial, el transporte, las comunicaciones, las armas, el desarrollo de nuevos productos. Que tienen ingenieros, abogados, contadores y otros universitarios bien pagados en sus departamentos jurídicos, científicos, logísticos, de mercadotecnia, relaciones públicas, finanzas. Que, para defenderse, tienen recursos superiores a quienes tratan de arrestarlos. Ante lo cual, The Economist recomienda una solución de mercado: arruinarles el negocio, legalizando la droga. Parece realista, y, sin embargo, es miope. El negocio de los narcos no es la droga, sino la prohibición. Mientras algo esté prohibido, tendrán oportunidades.
Supongamos que la droga llegue a ser un negocio lícito. El efecto inmediato sería un desplome de precios, lo cual aumentaría la demanda, pero no la rentabilidad del negocio. Teniendo ya montado el aparato de producción y distribución, y hasta mercancía almacenada, es de suponerse que, al principio, los narcos sigan vendiendo droga (pirata, frente a la legítima). Y que busquen mercados más prometedores, ya sea de lo mismo en otros países o de otra cosa prohibida en el país. Oportunidades no faltan. Están prohibidos los secuestros, el contrabando, el pirateo, la trata de blancas, la prostitución infantil. Tendrían que hacer estudios de mercados, estrategias competitivas, costos y planes de negocio para cada caso. Tendrían que considerar el riesgo de que también los secuestros, por ejemplo, se legalizaran. O de que el IVA se eliminara, para arruinar el contrabando. Lo que no es creíble es que optaran por arrepentirse, desmantelar sus empresas y meterse a un convento.
El crimen organizado en México fue la trastienda del Grupo Industrial Los Pinos. Estaba organizado como una franquiciadora del poder impune, de manera central y piramidada; con un control político supremo, porque también los franquiciados estaban sujetos al poder impune. Abusar de la franquicia podía acabar en perderla o, en caso extremo, ser tirados al caño (literalmente). El Señor Presidente era el jefe del Estado, del gobierno y de la trastienda. La monocracia por turnos de seis años le daba al sistema estabilidad. A diferencia del Porfiriato, no dependía de un hombre indispensable. Las franquicias porfirianas de poder impune eran espaciales (por estados o territorios), las del PRI, temporales (por turnos). Hoy, el poder impune ya no está franquiciado desde la presidencia: opera sin control, en una guerra de todos contra todos.
Según la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, la cocaína puesta en México al mayoreo vale ocho millones de dólares por tonelada, pero 24 en los Estados Unidos; donde se vende al menudeo a cerca de 120 dólares el gramo (120 millones de dólares por tonelada). O sea que el negocio de pasar droga a los Estados Unidos tiene un margen bruto de 16 millones de dólares por tonelada, pero el margen para el distribuidor allá es de 96. El menudeo requiere mucho más personal (y más visible) que el mayoreo, pero tiene más valor agregado.
Extrañamente, la DEA no logra desmantelar el negocio seis veces mayor y más visible en su propio país. Pretende arruinarlo, eliminando el abasto externo. Doble miopía. En primer lugar, el abasto eliminado desde un país se mueve a otro. Invadir a Panamá y secuestrar a su presidente sirvió para que el abasto hoy se haga desde México. Pero, además, en el supuesto caso de eliminar todo abasto externo, ¿qué van a hacer los narcos de los Estados Unidos? ¿Meterse a un convento? Por supuesto que no. Van a sustituir las importaciones con producción interna, incluso de mejor calidad. O a desarrollar nuevas líneas de productos y servicios prohibidos. Los gánsters no desaparecieron cuando terminó la prohibición del alcohol. Entraron al negocio de traficar cigarros y otros productos racionados durante la segunda Guerra Mundial, al agiotismo, los casinos, la droga.
Nunca faltan oportunidades en el mercado de lo prohibido.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario