1 nov 2009

Contando mentiras

La virtud incómoda/Juan E. Pardinas
Reforma, 1 noviembre 2009).- La verdad es una virtud insoportable en el debate nacional. Las discusiones centrales de la vida pública no toleran una mirada precisa sobre los hechos. Si el cuento infantil El traje nuevo del emperador se hubiera escrito en México, el final hubiera sido distinto. En la versión local de la historia, el niño también hubiera gritado lo que veía ante sus ojos: "El emperador está desnudo". Sin embargo, aquí alguien lo hubiera mandado a guardar silencio: "¡Cállate, chamaco grosero, que no ves que el emperador anda estrenando un traje nuevo!".
La verdad no peca, pero sí encabrona. Cobarde, ridículo, torpe y otros adjetivos más altisonantes se llevó César Nava cuando afirmó que la Cámara de Diputados aprobó el paquete fiscal avalado por el PRI. La descripción de lo obvio resultó intolerable. Es ingenuo suponer que en el ejercicio de la política, o en la vida misma, se pueda tener una franqueza absoluta en todo lugar y momento. La cortesía y las sensibilidades ajenas son un freno a decir nuestros pensamientos en voz alta: "ese vestido se te ve fatal, tu idea es una estupidez, etcétera". La convivencia con nuestros semejantes sería casi imposible. En un proceso de negociación política, la discreción y sutileza de las partes son ingredientes necesarios para lograr acuerdos. Sin embargo, en el debate de la Ley de Ingresos, la distribución de fuerzas en el Congreso hace evidente cuál es el partido que tiene tomado el sartén por el mango. Decir que el PRI impone el rumbo de la discusión, no es una torpeza política, sino una operación de aritmética simple.
Jeffrey Jones comenzó la semana como subsecretario de Agricultura, pero el miércoles se le ocurrió hacer un análisis certero sobre el modelo de negocios del narcotráfico: "Es un sector que ha aprendido a identificar los mercados y crear la logística para atenderlos. Desafortunadamente, están en un cultivo nocivo para la salud, pero esa misma lógica es la que hay que aprender para el campo". El señalamiento puede ser injurioso, falto de tacto e insensible, pero nadie puede afirmar que sea falso. Decir la verdad tiene un costo muy alto. Para el viernes, Jones ya no tenía chamba.
Una de las mentiras más frecuentes y perversas de la política nacional es que el objetivo del gasto público es combatir la pobreza y reducir la desigualdad. Los pobres tienen una alta prioridad en el discurso, pero una importancia menor en el presupuesto. Oportunidades, el principal programa de combate a la pobreza del gobierno federal, recibe 1 peso 60 centavos de cada 100 pesos de presupuesto. Esa fracción minúscula del gasto público sirve para atender a 5 millones de familias y tranquilizar la buena conciencia del resto de los mexicanos. Es muy bonito creer que el gobierno recauda impuestos para combatir la miseria y hacer una redistribución más justa de las oportunidades. El problema es que la afirmación es falsa. Las rebanadas más gordas del gasto público se van en garantizar que las clases medias paguen la luz, el agua y la gasolina a precios muy por debajo de sus costos reales.
En el proyecto de presupuesto 2010, la Comisión Federal de Electricidad recibirá cuatro veces más dinero que Oportunidades. Mi recibo de agua del mes de octubre llegó por 71 pesos bimestrales, pero el costo real del suministro es de 622 pesos. Los contribuyentes mexicanos me subsidian 551 pesos de mis consumos de agua. Mil gracias por tu contribución, pero estoy seguro que el dinero público puede tener un mejor uso que abaratar los baños en regadera de los habitantes de la ciudad más rica del país.
Reducir los subsidios al agua y la energía sería la madre de todas las reformas estructurales. Tendría más impacto en las finanzas públicas que la mejor reforma fiscal y se liberaría gasto público para reducir la pobreza. El desafío será encontrar un líder político que nos quiera cantar una verdad insoportable: Mexicanos, tenemos que pagar precios reales por la luz, el agua y la gasolina. Es más fácil seguir contando mentiras.

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