El accidente del vuelo Río-París se debió a un error de pilotaje
El aparato, de la compañía Air France, cayó con 228 personas a bordo el 1 de junio de 2009.- El copiloto estaba a los mandos
La Oficina de Investigaciones y Análisis francesa (la BEA en sus siglas en francés), entrega a primera hora de la tarde la tercera parte del informe sobre el accidente del vuelo de Air France AF 447 que la noche del 31 de mayo al 1 de junio de 2009 cayó al Atlántico con 228 personas a bordo cuando cubría el trayecto Río-París. Los últimos datos confirman la teoría de un error de pilotaje, según adelanta hoy el diario Le Figaro. La titular francesa de Medio Ambiente y Transporte, Nathalie Kosciusko-Morizet recuerda por su parte que el papel del BEA, organismo oficial encargado de la investigación técnica y dependiente de su ministerio, se limita a relatar los hechos sin atribuir responsabilidades.
El relato de la tragedia que se desprende del informe es el siguiente: a las 02.01 de la madrugada, el comandante del avión, de 58 años, abandona la cabina para descansar. Queda en funciones el segundo copiloto, de 32 años, el menos experimentado, con 2.936 horas de vuelo. El primer copiloto, de 37 años y con una experiencia de 6.547 horas, se encarga por su parte de vigilar posibles averías y de transmitir las informaciones relevantes a su compañero. Hacia las 02.10, las sondas Pitot, que miden la velocidad del aparato se hielan por el frío y dejan de funcionar. A continuación se desconecta el piloto automático, por lo que asume el mando el segundo copiloto.
Éste levanta el morro del avión hasta alcanzar los 37.500 pies. Al llegar a esa altura, el peligro de la perdida de sustentación del avión y por lo tanto de caída, es muy importante. Las sondas vuelven a funcionar, por lo que, según el diario, hubiera bastado con mantener de forma manual la trayectoria y la altitud del aparato. Sin embargo el tripulante sigue tirando de la palanca para levantar el morro del avión hasta salirse de su trayectoria y emprender su caída, que durará más de tres minutos y medio. El primer copiloto activa la alarma y avisa al comandante, pero no parece darse cuenta de la maniobra de su compañero.
Según se desprende de la conversación entre los tres pilotos una vez vuelve el comandante en cabina, estos no eran conscientes de que el avión se encontraba en caída libre. Los copilotos hablaron de problemas técnicos y de que no entendían lo que estaba ocurriendo, por lo que el comandante no pudo hacer nada para modificar la situación. Apenas unos segundos antes del impacto, el primer copiloto tomó los mandos, pero era ya demasiado tarde. Según el diario, los pilotos no habrían seguido la formación necesaria para hacer frente a una pérdida de informaciones de velocidad como esta.
La secuencia de los hechos se ha reconstruido gracias a la milagrosa recuperación el pasado mes de abril de las cajas negras, rescatas a más de 4.000 metros de profundidad casi dos años después del accidente. Con todo la BEA asegura que lo que aporta es una simple secuencia de los hechos y que todavía queda mucho trabajo para atribuir responsabilidades. Algo que ha recordado esta mañana la ministra de Medio Ambiente y de Transporte, Nathalie Kosciusku-Morizet, en las ondas de la radio RTL: "La BEA esclarece hechos, y sobre la base de estos hechos realiza recomendaciones (....) La responsabilidad de unos y otros es el papel de la Justicia", declaró.
El relato de la tragedia que se desprende del informe es el siguiente: a las 02.01 de la madrugada, el comandante del avión, de 58 años, abandona la cabina para descansar. Queda en funciones el segundo copiloto, de 32 años, el menos experimentado, con 2.936 horas de vuelo. El primer copiloto, de 37 años y con una experiencia de 6.547 horas, se encarga por su parte de vigilar posibles averías y de transmitir las informaciones relevantes a su compañero. Hacia las 02.10, las sondas Pitot, que miden la velocidad del aparato se hielan por el frío y dejan de funcionar. A continuación se desconecta el piloto automático, por lo que asume el mando el segundo copiloto.
Éste levanta el morro del avión hasta alcanzar los 37.500 pies. Al llegar a esa altura, el peligro de la perdida de sustentación del avión y por lo tanto de caída, es muy importante. Las sondas vuelven a funcionar, por lo que, según el diario, hubiera bastado con mantener de forma manual la trayectoria y la altitud del aparato. Sin embargo el tripulante sigue tirando de la palanca para levantar el morro del avión hasta salirse de su trayectoria y emprender su caída, que durará más de tres minutos y medio. El primer copiloto activa la alarma y avisa al comandante, pero no parece darse cuenta de la maniobra de su compañero.
Según se desprende de la conversación entre los tres pilotos una vez vuelve el comandante en cabina, estos no eran conscientes de que el avión se encontraba en caída libre. Los copilotos hablaron de problemas técnicos y de que no entendían lo que estaba ocurriendo, por lo que el comandante no pudo hacer nada para modificar la situación. Apenas unos segundos antes del impacto, el primer copiloto tomó los mandos, pero era ya demasiado tarde. Según el diario, los pilotos no habrían seguido la formación necesaria para hacer frente a una pérdida de informaciones de velocidad como esta.
La secuencia de los hechos se ha reconstruido gracias a la milagrosa recuperación el pasado mes de abril de las cajas negras, rescatas a más de 4.000 metros de profundidad casi dos años después del accidente. Con todo la BEA asegura que lo que aporta es una simple secuencia de los hechos y que todavía queda mucho trabajo para atribuir responsabilidades. Algo que ha recordado esta mañana la ministra de Medio Ambiente y de Transporte, Nathalie Kosciusku-Morizet, en las ondas de la radio RTL: "La BEA esclarece hechos, y sobre la base de estos hechos realiza recomendaciones (....) La responsabilidad de unos y otros es el papel de la Justicia", declaró.
Culpan a los pilotos del accidente del vuelo Río-París
Los investigadores encargados de esclarecer el accidente cuestionaron la formación de los pilotos y su reacción durante la emergencia
Agencia EFE
PARÍS, 29 de julio.- Los investigadores encargados de esclarecer el accidente del avión de la compañía Air France que cayó en 2009 en aguas de Atlántico y provocó la muerte de sus 228 ocupantes cuestionaron hoy la formación de los pilotos y su reacción durante la emergencia.
Según el último informe de la Oficina de Investigaciones y Análisis (BEA), elaborado tras estudiar la información registrada por las cajas negras del Airbus A330, "ninguno de los dos copilotos" -a los mandos mientras el piloto descansaba- identificó correctamente las indicaciones de pérdida de velocidad.
"Ninguno de los pilotos hizo referencia a la alerta de caída. Ninguno de los pilotos identificó formalmente la situación de caída", detalla el informe publicado hoy, que asegura que la alarma de accidente se activó 54 segundos.
El informe señala además que los pilotos no habían recibido entrenamiento a gran altitud y ejecutaron una maniobra incorrecta, levantando el morro en lugar de bajarlo.
El informe del BEA detecta que se produjo un error de comunicación entre los miembros de la tripulación, ya que mientras el copiloto insistía en levantar el morro del avión, intentó alertar al comandante del aparato, que llegó a los mandos un minuto y medio después de que se desconectase el piloto automático.
Los investigadores franceses recomiendan a Air France que aplique programas específicos de formación a los pilotos en el control manual de los aparatos a gran altitud.
Además, señalan la conveniencia de que las autoridades reguladoras evalúen la necesidad de integrar "la presencia de un indicador de incidencias al que puedan acceder directamente los pilotos a bordo de los aviones".
Air France, por su parte, indicó en un comunicado que "nada permite hasta ahora cuestionar las competencias técnicas de la tripulación".
"Queda establecido que la combinación de múltiples elementos improbables condujo a la catástrofe en menos de cuatro minutos", agregó.
Hasta ahora, los investigadores habían señalado como causa probable del siniestro una avería en las sondas de medición de la velocidad, dañadas a causa del hielo y que enviaron informaciones contradictorias a la cabina de pilotaje.
Pero el BEA había advertido siempre que ese problema no podía explicar por sí solo el accidente.
El vuelo AF447 de la aerolínea Air France, un A330 del fabricante europeo Airbus, despegó con normalidad a las 22.29 GMT del 1 de junio de 2009 del aeropuerto brasileño de Geleao con destino a París y con 216 pasajeros a bordo y 12 miembros de la tripulación.
Cuatro horas y media más tarde se produjo el accidente que acabó con el avión en el fondo marino y sin supervivientes.
Recientemente, el piloto de pruebas de Airbus Fernando Alonso declaró a la prensa que, en su opinión, no se produjo ningún fallo de seguridad ni en el aparato ni en el mantenimiento del mismo.
Varios pilotos, incluyendo el ex comandante de Air France Gerard Feldzer, habían señalado que la tripulación del avión siniestrado se vio obligada a reaccionar en condiciones casi imposibles, esto es, con las alarmas de accidente sonando y encendiéndose en la cabina, algunas de ellas contradictorias, y con escasa información sobre la velocidad, altitud y condiciones atmosféricas. akag
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