El amor es algo más
que una reacción química/ Anton Denisov
RIA Novosti, 18/02/2013
Larisa Saenko, RIA
Novosti
Científicos localizan
la zona del cerebro, donde “viven” el amor y el deseo sexual
Todo parece indicar
que desde el punto de vista científico el amor es un fenómeno muy simple.
Basta con echarle un
ojo a los datos obtenidos con un tomógrafo, que ofrece imágenes del cerebro en
color. Fue inventado en Estados Unidos y curiosamente todavía no ha recibido
amplio uso práctico y comercial. Porque en nuestros tiempos locos habrá quien
guste de preguntar a su novia si le quiere y ver confirmarse su respuesta con
un detector de mentiras o con la resonancia magnética del cerebro, prueba
inequívoca de las intenciones de la mujer.
Técnicas del estudio
del amor: una inyección y hacer pruebas
En las imágenes
obtenidas con la resonancia en cuestión las zonas “que permanecen bajo el
efecto del amor” aparecen tenidas de rojo. La primera en adquirir esta
tonalidad es la zona del cerebro responsable de la liberación de dopamina, la llamada
“hormona de placer”. Los científicos estadounidenses ofrecen la siguiente
comparación a quienes nunca han sentido el amor: es igual que si uno tiene
hambre y le ponen delante una fuente con una pata de cordero asada. Equivale a
ganar el premio mayor de una lotería, una metáfora más comprensible para el
público estadounidense dado que el amor, según se sabe, fue inventado en Rusia.
Las siguientes en
volverse rojas son las zonas responsables por la secreción de serotonina y
oxitocina. Expertos en dietética dirían que es como si uno se comiera un
plátano. Nada de eso, los científicos de Boston lo comparan con los efectos de
la cocaína en el cerebro humano. Una sensación casi imposible de explicar a
quienes nunca se han enamorado ni probado la cocaína.
Los enamorados
recordarán que la separación del objeto que amamos puede provocar un dolor
físico que se vuelve varias veces más punzante al ser uno abandonado. Parece
que es una especie de 'mono' que siente un drogadicto. Ahora sabemos lo que
significa el síndrome de abstinencia. Quizás deberíamos mostrarnos más
simpáticos con los adictos a lo droga, ¿no creen?
De esta forma las
tecnologías del nuevo milenio han irrumpido en el hasta entonces oculto y
enigmático mundo de los sentimientos. Y eso que a principios de este milenio
algunos científicos aseguraban que el amor no era sino fruto del instinto de
procreación, así que los hombres se sentían atraídos por mujeres exuberantes y
con capacidad de tener descendencia sana y fuerte, mientras que ellas se inclinaban
por hombres altos y musculosos que puedan “cazar un mamut en caso de necesidad
y apartar a manotazos a los rivales”.
Parece un esquema
poco aplicable en el mundo actual, además de obsoleto: las mujeres cotizadas
por los actuales hombres exitosos (que a veces tienen un físico más bien
modesto) han de seguir los requisitos de las pasarelas, que muy poco tienen que
ver con la fertilidad.
Resultados de un
reciente sondeo de la opinión pública, llevado a cabo por la agencia
matrimonial estadounidense Match.com, revelaron que los hombres casaderos no se
sentían atraídos por los cuerpos femeninos, sino por las carreras de sus
elegidas. Casi la mitad de los encuestados indicaron que una mujer sin
ambiciones profesionales no les atrae sexualmente, sea como sea su físico.
¿Y qué me dicen de la
teoría del amor como detección de feromonas? A modo de experimento se contó
incluso el número de billetes que se metía en el liguero de las bailarinas de
'striptease', dependiendo del día de su ciclo de ovulación. Parece algo por
completo anticientífico. ¿Y el innovador método que explica el surgimiento del
amor por vía de la detección del Complejo Principal de Histocompatibilidad
(CPH)? Se supone que la mujer elige como pareja a personas con un CPH diferente
del suyo propio. Pero sólo en caso de no tomar pastillas anticonceptivas,
porque entonces sus gustos son los contrarios.
Esta última teoría se
probó de manera convincente en ratones y en peces, pero con personas parecía
haber dificultades. Los postulados científicos se vieron minados, al parecer,
por las pastillas anticonceptivas y además por el número cada vez mayor de
parejas homosexuales.
Podríamos ver el
resultado práctico de la medición del nivel de feromonas o incluso el
coeficiente de CPH sin necesitar para ello de ningún equipo costoso: los
investigadores estadounidenses aseguran que bastaría un beso para poder evaluar
el atractivo físico, químico y mental de una persona. Pero en EEUU este
descubrimiento no tiene relevancia, dado que en su mayoría se casan sin pasión,
percibiendo a la mujer como amiga y no objeto de deseo sexual, demuestran los
resultados del sondeo de Match.com.
Posiblemente, los
hombres estadounidenses no estén tan equivocados, porque el pionero de las
explicaciones científicas relativas al proceso que denominamos “amor”, Arthur
Aron, de la Universidad de Stony Brook, asegura que la reacción química del
enamoramiento, la pasión, el deseo sexual y del amor es poco duradera, al igual
que cualquier reacción del cerebro. La pregunta es si estas reacciones tan
efímeras deberían servir de base para una unión sólida.
Sin embargo, el
investigador descubrió para su sorpresa en las imágenes en color que algunas
parejas que llevaban casadas durante 18 o 20 años tenían casi el mismo aspecto
en los centros del placer al hacer el amor que parejas de jóvenes enamorados.
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