El FBI y la NSA, a juicio en París/ANNE
MARIE MERGIER
Revista Proceso # 1917, 27 de julio de 2013.
Las
revelaciones del exanalista de inteligencia Edward Snowden empiezan a tener
consecuencias legales: El jueves 11, la Federación Internacional de Derechos
Humanos presentó ante el Tribunal de Gran Instancia de París una demanda penal
por la intercepción de comunicaciones privadas de internautas franceses. Este
recurso permitiría investigar la responsabilidad de las agencias de
inteligencia de Estados Unidos y la complicidad de las grandes corporaciones de
internet –entre ellas Google, Yahoo! y Facebook– en las violaciones de derechos
individuales cometidas por medio del espionaje cibernético.
PARÍS.-
“Las revelaciones de Edward Snowden sobre el programa Prism son terribles. So
pretexto de la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado, la Agencia de
Seguridad Nacional (NSA) y el Buró Federal de Investigación (FBI) de Estados
Unidos se dotaron de un sistema de acceso a los servidores de las nueve mayores
empresas mundiales de comunicación electrónica, que les permite recopilar,
analizar y guardar información de carácter privado tanto en Estados Unidos como
en el resto del mundo”, se indigna Patrick Baudouin.
Renombrado
abogado francés, presidente honorario de la Federación Internacional de
Derechos Humanos (FIDH), Baudouin tiene a su cargo las acciones judiciales
emprendidas por esta ONG.
Prosigue:
“Semejante intromisión en la vida privada de los ciudadanos del planeta es una
violación flagrante de las libertades fundamentales y una grave amenaza para la
democracia y el estado de derecho. Por esa razón el jueves 11 interpuse una
denuncia contra ‘personas desconocidas’ (equivalente a ‘quien resulte
responsable’) ante el Tribunal de Gran Instancia de París a nombre de la FIDH y
de la Liga Francesa por los Derechos Humanos.
–¿Cuál
es el fundamento jurídico de esa demanda?
–Según
revelaciones de Edward Snowden al semanario Der Spiegel, la NSA y el FBI
interceptaron 2 millones de comunicaciones de internautas franceses. Violar
correos electrónicos privados fuera de todo marco legal y usarlos son delitos
en Francia. De hecho tipificamos cinco infracciones a nuestro código penal
perpetradas por las agencias de inteligencia estadunidenses: acceso fraudulento
a sistemas automatizados de datos, captación fraudulenta de datos personales,
violación de la privacidad, uso y conservación de registros obtenidos
vulnerando la privacidad de las personas y violación de la correspondencia
electrónica.
–Su
demanda es en contra de personas desconocidas…
–Las
denuncias de Snowden nos llevan a considerar que la NSA y el FBI son los
autores principales de estas infracciones y que Google, Yahoo!, Apple,
Microsoft, Paltalk, Skype, Facebook, YouTube y AOL pueden haber actuado como
sus cómplices. Pese a que los directivos de estas multinacionales declaren lo
contrario, tengo la íntima convicción de que colaboraron con las agencias de
inteligencia estadunidenses. Lo afirman Snowden y numerosos expertos en este
campo. Pero le corresponde a la justicia francesa investigar su actuación y
descubrir la verdad.
–¿Cree
realmente que jueces de instrucción franceses podrán hacer investigaciones en
las sedes ultracerradas de la NSA y del FBI e interrogar a sus responsables y
agentes?
–Por
supuesto que no. Somos lúcidos. En cambio, si logramos que prospere nuestra
demanda, los jueces de instrucción podrán investigar a las filiales que los
gigantes electrónicos estadunidenses tienen en Francia. Será clave para
determinar el papel exacto que jugaron en ese programa Prism y su relación con
la NSA y el FBI.
–Esa
demanda no debe entusiasmar al gobierno francés.
–Sabemos
que vamos a enfrentar muchos obstáculos antes de que oficialmente se abra esa
investigación judicial, pero nuestra base jurídica y nuestro expediente son
realmente sólidos.
De
rodillas ante Washington
Baudouin
calla unos segundos. Se nota preocupado. Retoma la palabra.
–Me
chocó ver cómo reaccionó la Unión Europea ante la gravedad de los hechos
revelados por Edward Snowden. La UE hubiera debido manifestar una indignación
real y exigir con suma firmeza que Estados Unidos detuviera de inmediato su
programa Prism. En lugar de eso, Gran Bretaña salió en seguida en defensa de
Washington mientras prevalecía la cacofonía en el resto de Europa.
“Las
protestas fueron tibias y se manifestaron esencialmente de cara a la opinión
pública. Ni siquiera se aplazaron las negociaciones para el tratado de libre
comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea previstas para llevarse a cabo
en estas fechas… Es lamentable. La Unión Europea se hincó ante Washington.”
–Se
creó una comisión mixta en la que Estados Unidos debe responder a los
interrogantes europeos.
Sonríe.
“La mejor forma de enterrar un problema es crear una comisión para
‘examinarlo’… Me chocó también, por supuesto, la actitud del gobierno francés
que fue a la vez cobarde y patética. París protestó en forma poco convincente
al enterarse de que instituciones y ciudadanos de nuestro país fueron víctimas
de Prism y se apresuró en negar el asilo político a Snowden, pese a que el
exagente de la NSA cumple con todos los requisitos para ser acogido en Francia.
Expresa:
“Entiendo que las autoridades estadunidenses lo persigan porque violó la
cláusula de confidencialidad que impera en la NSA, pero me resulta imposible
aceptar que Francia rompa con su tradición de asilo político para satisfacer a
Washington”.
Se
apasiona: “En la FIDH consideramos que Snowden nos hizo un enorme favor a todos
los ciudadanos del mundo al abrirnos los ojos sobre un sistema de vigilancia a
escala planetaria ideado por Estados Unidos y para su solo beneficio. El
exagente de la NSA participó en ese programa hasta que entró en conflicto con
su propia conciencia. Se rebeló y asumió el riesgo de destapar la cloaca.
“Estaba
consciente de los riesgos que corría. Merece nuestra admiración y solidaridad.
Debió contar con el apoyo de todas las democracias. En lugar de eso muchas le
dieron la espalda. Entre ellas está Francia. Peor aún, el gobierno francés
trató de impedir que otros países lo ayudaran.
–Se
refiere a la afrenta al presidente Evo Morales…
–Basándose
en el falso rumor de la presencia de Snowden en el avión del presidente
boliviano, el gobierno francés negó a la aeronave el acceso al espacio aéreo
del país. Esa decisión desastrosa es sumamente grave. Es una falta de respeto
para Evo Morales, el pueblo boliviano y América Latina en general. Estoy
convencido de que París no hubiera actuado de la misma forma con el presidente de
la India, de Japón o de cualquier país “poderoso”.
–¿Diría
usted que hay un matiz neocolonial en esa actitud?
–Por
supuesto. Y me consterna. Como me consterna el poco impacto que esa decisión
humillante para el presidente Morales tuvo tanto en la prensa como en la
opinión pública de Francia. Nadie parece haber medido la magnitud de la ofensa.
De igual forma nadie parece medir lo que está realmente en juego detrás de las
revelaciones de Snowden.
–¿Qué
quiere decir?
–Desde
el 11 de septiembre de 2001 los gobiernos hacen “tragar” a las opiniones
públicas las peores conductas antidemocráticas. La lucha contra el terrorismo y
en cierta medida también contra el crimen organizado, lo justifican todo:
prácticas de tortura en democracias consolidadas, uso de drones para perpetrar
asesinatos selectivos y ahora vigilancia masiva e ilegal de las comunicaciones
electrónicas.
“Lo
que revela Snowden es muy alarmante. Pero en Europa no hay movilización masiva
para denunciar y oponerse a estos abusos. Noto aletargamiento, tolerancia. La
gente parece acostumbrarse o no se siente afectada. Es inconsciencia pura. La
ultraderecha está ganando terreno en Europa. No es descabellado pensar que en
algunos países podrá inclusive llegar al poder y no es difícil imaginar el uso
represivo que hará de sistemas de vigilancia del estilo de Prism.
Carta
de alegatos
–El
terrorismo y el crimen organizado no son inventos. Existen. El argumento de los
gobiernos es que los Estados deben defenderse.
–Estoy
de acuerdo. Pero no a cualquier precio. Se debe definir a escala nacional e
internacional el margen de acción de los servicios de inteligencia. Las nuevas
tecnologías tienen alcance global. Ante esa nueva realidad urge elaborar una
convención también de alcance global que establezca reglas estrictas para
impedir que un Estado se confiera el derecho de vigilar a los ciudadanos del
orbe.
“Hoy
Estados Unidos está en el banquillo de los acusados. Pero China y Rusia, entre
otros, representan también un peligro. En realidad, es capital partir del
sistema Prism para alertar a las Naciones Unidas.
–¿Es
la razón por la que la FIDH presentó el caso Snowden a Frank La Rue, relator
especial de las Naciones Unidas para la Promoción y la Protección del Derecho a
la Libertad de Opinión y Expresión?
–Así
es. El pasado viernes 12 entregamos a La Rue una “carta de alegatos” en la que
reiteramos nuestra preocupación por la captación, el almacenamiento y el uso de
datos personales por el gobierno estadunidense, en el marco del programa Prism.
“Le
pedimos que intervenga para que se respete la libertad de expresión de Snowden,
así como el derecho de los ciudadanos a obtener información sobre el uso ilegal
de sus datos privados y sobre los medios de vigilancia desplegados en su contra
por las autoridades estadunidenses.
“En
esa carta también insistimos sobre el papel esencial jugado por los ‘lanzadores
de alertas’ (o filtradores de información) y denunciamos la política de
Washington de dos pesos y dos medidas, que promueve oficialmente la libertad de
expresión –brindando asilo político a algunos ‘lanzadores de alertas’
extranjeros–, al tiempo que persigue a los que se atreven a denunciar sus
propias prácticas ilícitas.
–¿Qué
puede hacer el relator especial? ¿Qué poder tiene?
–En
caso de que decida dar seguimiento a nuestra iniciativa le tocará realizar una
investigación a partir de los alegatos que pusimos a su consideración. Luego
redactará un informe con recomendaciones muy precisas, en particular sobre la
necesidad apremiante de una convención internacional que defina un marco legal
en el que se pueda autorizar la vigilancia de los medios electrónicos de
comunicación por los servicios de inteligencia.
–¿No
teme que su iniciativa se pierda en las arenas movedizas de la ONU?
–La
Corte Penal Internacional creada en 1998 nació a raíz de cartas de alegatos que
exigían acabar con la impunidad de la que gozaban los criminales de guerra. Son
procesos a veces un poco largos pero que pueden acelerarse con una amplia
movilización de la sociedad civil y de las ONG. La FIDH abrió el camino con la
demanda judicial que interpuso en Francia y con su intervención con Frank La
Rue. Sabemos que habrá otras iniciativas en el mismo sentido.
“Hace
dos años lanzamos una acción judicial en Francia contra la empresa gala Amesys,
la cual vendió sofisticado equipo electrónico a Muamar Gadafi. Teníamos las
pruebas de que ese equipo fue utilizado para vigilar y detener a opositores,
quienes luego fueron torturados. Lanzamos nuestra queja en medio del
escepticismo. Hoy una sección del Tribunal de Gran Instancia de París
especializada en crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y genocidio,
investiga a Amesys.
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