Diputados "bueyes" y "gusanos perversos" y "güevones", les dijo obispo de Aguascalientes a los legisladores de la entidad.
¿Les sabrá algo o les habló al tanteo?
José María de la Torre Martín tronó contra la 61 Legislatura local, que aprobó en comisiones una iniciativa de protección a la vida desde la concepción y "oficialía de partes" por el mismo asunto.
El artículo aprobado dice: "El estado de Aguascalientes reconoce, protege y garantiza el derecho a la vida de todo ser humano desde el momento de la concepción, salvo las exclusiones que establece la normativdad penal".
¡Defectuoso
Bistec de Buey!/David Pérez Calleja
29
de julio 2013.
El
Diputado José Luis Alférez, finalmente se arrepintió de apoyar una
controvertida iniciativa de reforma al artículo 2º. Constitucional, que
introduciría al texto constitucional un par de palabras dictadas desde la sede
del obispado diocesano. Estas dos palabras causaron escozor entre la clase
política local y multitud de rezos ante el frontispicio del Palacio
Legislativo. Las palabras son: Fecundación y Muerte Natural.
Días
antes de su arrepentimiento, lo que quedaba de la iniciativa Alférez,
programada para ser discutida en el pleno de legisladores el lunes 29 de julio,
había sido descalificada por el obispo José María de la Torre Martín, como un
“defectuoso bistec de buey”; y mientras asemejó a los diputados con este
animal, los incitaba a no votar dicha iniciativa “y mejor comer lentejas”.
Por
supuesto que el descarte de este agresivo administrador de la iglesia más
popular en Aguascalientes alteró el sistema gástrico del diputado alférez,
quien ya sin el apoyo del obispo, determinó acusar a los legisladores que le
metieron mano a su genial iniciativa y la presentaron como un “defectuoso
bistec de buey”; y para no aguantar los reclamos de los legisladores aludidos, abandonó
el salón de sesiones y se fue a confesar al obispado.
La
dignidad del Congreso del Estado quedó a cargo de las serenas intervenciones de
la diputada Citlalli Rodríguez (PRI), el diputado Netzahualcoyotl Álvarez
(PRI), y el diputado Gilberto Calderón (PRD), y del Presidente del Congreso, el
diputado Mario Guevara (PRI), quien con voz quebrada se declaró católico y
retiró el apoyo a la iniciativa debido a las agresiones del obispo. Lo
lamentable del día fue declinación silenciosa de los diputados Ríos y Granados,
quienes callaron y perdieron la oportunidad de hacer patente la dignidad del
poder legislativo.
En
esta entrega pretendo analizar las palabras propuestas por el obispo diocesano.
Comenzaré por la Fecundación. Varios
diccionarios de la lengua, definen Fecundación como la unión de dos gametos o
células sexuales (masculina y femenina), que se fusionan para crear un nuevo
ser y generan un nuevo genoma con información genética que proviene de ambos
progenitores. Tradicionalmente la única manera en que la raza humana podía unir
estas células consistía en la introducción del órgano sexual masculino (pene)
en lo más profundo de la cavidad sexual femenina (vagina). Durante siglos no
hubo de otro método conocido. Hoy gracias a los avances de la ciencia médica la
Fecundidad se puede realizar “In Vitro” o laboratorio, y ya se puede evitar el
contacto “carnal” entre dos seres. Ya no es imperiosa la necesidad de que el
órgano sexual masculino introduzca y deposite sus espermatozoides dentro del
órgano sexual femenino para que la fecundación del óvulo se realice. En otras
palabras, la Fecundación tradicionalista ha quedado desprovista de dos
elementos altamente contradictorios para la preservación de la vida humana:
Violencia y Placer.
Desde
una visión absolutamente religiosa, la Fecundación tiene al menos dos
definiciones: la Israelita o Judaica y la cristiana. La definición que el
obispo de Aguascalientes ha venido sosteniendo corresponde a la tradición
judaica acostumbrada entre el pueblo judío cuando la fecundación parecía no
tener límite. Los seguidores de Moisés sostenían que “no procrear es derramar
sangre humana”; por lo tanto, el deber de la mujer israelita era evitar el
derramamiento de sangre, por lo tanto tenía que mantenerse embarazada.
Pero
la llegada de Cristo significó el fin de aquella historia. Para quienes han
estudiado los evangelios, Jesús no representó jamás a la fecundidad en el
sentido de “crecer y multiplicarse”, que correspondía a la creación de Adán y
Eva, o a la tradición Judía. La religión cristiana sostiene que Jesús a pesar
de ser un hombre completo jamás practicó la tradición judaica, él no mantuvo
relaciones sexuales. Es más, Jesús reconoció la posibilidad de esterilidad
humana (capacidad de abstinencia sexual) como se lee en Mateo 19,12., para Cristo la Fecundidad tiene un
sentido espiritual, no carnal.
El
ejemplo clásico del Dogma cristiano es la Fecundidad de María. Sin este
elemento fundamental no se puede comprender el significado de la fe cristiana.
María engendra a Jesús por fe, nunca por la unión de dos células, jamás hubo
unión del espermatozoide con el óvulo en el embarazo de María. Por lo tanto, el
concepto de la Fecundación cristiana nada tiene que ver con la unión de dos
células o gametos. Jesús mismo se
pregunta ¿Quién es mi madre? ¿Quiénes son mis hermanos? El jamás niega la
belleza de la maternidad de María quien “es bienaventurada por que ha creído”.
Así como María representa la virginidad de la Fe, la Fecundación, desde una
estricta definición cristiana, corresponde a la multiplicación “de los que
hacen la voluntad de Dios”.
La
segunda palabra a debate: “muerte natural”. Esta palabra que también pretende
ser introducida a la Constitución local se presenta sólo por enfermedad o vejez
del individuo. Así pues, la condición legal para que exista la “muerte
natural”, es la existencia social misma del individuo. ¿Cómo puede tener una
muerte natural una persona a la cual no se le reconoce independencia, ni
raciocinio; un individuo que no es
libre, no está sujeto a obligaciones morales o sociales, y por supuesto que no
está ligada a una fe?
El
debate es mucho más serio de lo que parece. En él se confrontan dos visiones
muy profundas del desarrollo social: la vertiente religiosa sustentada en
dogmas de fe y la liberal que adopta la ciencia como su verdad absoluta. En
medio de estas visiones filosóficas aparecen los intereses carnales y
terrenales del Estado Vaticano, y sus aliados de la política especialistas en
la manipulación del pueblo que hacen cálculos políticos creyendo que la
sociedad de Aguascalientes permanece ciega y demente.
En
México, ninguna institución gubernamental, social, o religiosa aparentemente
creada por los dioses, tiene la autoridad suficiente para disponer de la vida
de las personas, ni de su muerte. Mucho menos para incriminar a nadie.
Cuando una Iglesia condena la promoción,
difusión, e implantación de programas de prevención de embarazos falta a su
deber social y traiciona sus principios de preservación de la vida. Cuando las
jerarquías eclesiásticas, curiosamente integradas solo por varones, pretenden
imponer a las mujeres la visión judaizante de procrear hijos ofenden su
inteligencia; y cuando los sacerdotes pretenden incriminarlas por negarse a
concebir un hijo, es entendible que el ser social se rebele y se oponga a
seguir los caminos irracionales que la iglesia le impone.
La
situación jurídica de los seres que se encuentran en proceso de gestación, no
parece un debate social y político privativo de las leyes mexicanas, es más un
asunto extraterritorial, de carácter universal que corresponde abordar al
derecho internacional.
El
derecho a la vida es incuestionable e irrebatible, lo mismo que el derecho a la
muerte.
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