Tepito hoy:
resultado del abandono/ARMANDO PONCE
Revista
Proceso
# 1914, 7 de julio de 2013
Vertiginoso
fue el desarrollo de Tepito: a mediados de los cincuenta del siglo pasado era
una zona semiurbana, dice el escritor y cronista Armando Ramírez. En los
setenta se volvió urbana y ahora es posturbana. Los últimos gobiernos dejaron
que se pudriera; ni siquiera quisieron integrarlo al Centro Histórico,
sentencia el autor de Chin Chin el teporocho en sus remembranzas sobre ese
viejo barrio de 40 manzanas que lo vio nacer. Hoy, dice a Proceso, los jóvenes
salen de sus casas y se enfrentan en la esquina de las calles a un mundo sin
salida.
Armando
Ramírez nació a mediados del siglo pasado en el “mero corazón” de Tepito. La
entrevista con el cronista y escritor que se inició con Chin Chin el teporocho
y ha publicado 16 libros más, se centra en la evocación que lo hace reír:
“Me
acuerdo que mis compañeros de escuela en Peralvillo decían: ‘Yo soy de la
Morelos’ o ‘Yo soy del Centro’. Y yo era el único que no podía decir ‘Vivo en
el centro de Tepito’. Tenía que decir ‘vivo en Tepito’ porque se me hacía muy
pequeño el barrio. Mi casa estaba en la Plaza de San Bartolomé de Las Casas 11,
entre la iglesia y el deportivo, en el mero corazón de Tepito.”
Hoy,
ese Tepito, de acuerdo con su definición, se ha agrandado (pero paradójicamente
para desaparecer) y pauperizado:
“Poquito
antes de que yo naciera había puestos, sí, pero muy pocos, y no estaban
organizados. A partir de los años cincuenta la zona era semiurbana, después de
los setenta se volvió urbana y ahorita es posturbana.”
El
barrio ha sido absorbido por las innumerables colonias aledañas y por el
ambulantaje, que se hizo mayúsculo. Y aun cuando se le llama Tepito a todo, el
barrio prácticamente desapareció. Armando Ramírez explica esa transformación
–“el abandono”, le llama– así:
“Todo
ese fenómeno social, la verdad, ahí sí el gobierno de la ciudad no tuvo
intervención; no hizo trabajo de comunidad, educativo, deportivo o cultural,
desde Cuauhtémoc Cárdenas para acá. No hicieron nada por Tepito, ¿no?, ni por
los barrios cercanos. Ese es el gran error…”
–¿Y
la droga?
–Bueno,
la droga siempre ha habido. Desde hace muchos años, en varios lugares: en
Ferrocarril de Cintura o en la Morelos, pero es puro narcomenudeo. No se puede
negar que tradicionalmente se ha vendido droga al menudeo y hay delincuencia,
pero la mayoría es gente honesta que trabaja, que tiene a su familia.
–Hubo
una época de florecimiento cultural en Tepito, por allá de principios de los
ochenta, cuando el Plan Tepito.
–Cuando
Tepito Arte Acá (de Daniel Manrique), que empiezan a pintar. Estaban muy de
moda las peñas: la Peña Tepito, la Peña Morelos, grupos de teatro que llegaron
como CLETA (Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística). Estaba el
periódico El Ñero. Lo hacíamos en una iglesia que se llama La Divina
Concepción, que está en Vidal Alcocer; le decían La Capillita.
“Estaba
una prepa, que la quitó Abascal (Carlos, cuando fue secretario de Gobernación,
en el sexenio foxista). La mayoría de las instalaciones han desaparecido, las
canchas de basquetbol y de volibol (lo que llaman “los colegios”) y el frontón
(sobre avenida del Trabajo), ahora son estacionamientos. Nada más sobrevive el
frontón. En el campo de futbol ya ni se juega. Y el gimnasio… y lo que era la
biblioteca donde se reunía el Arte Acá tampoco tiene funcionamiento, ¿no?
“Las
preparatorias que había en San Ildefonso –la 1, la 2 y la 3– y la vocacional
chica que estaba en Tlatelolco, desaparecieron. De repente, a partir de los
ochenta –las autoridades no querían bachilleratos ni cuestiones de
universitarios en el Centro de la ciudad, por lo del movimiento del 68– en toda
esa zona (incluida la colonia Guerrero, la Merced, Mixcalco, la Valle Gómez, la
Morelos; todo lo que rodea al Centro Histórico) la gente se quedó sin trabajo.
“No
hay fábricas, no hay acceso a la educación media, no hay deportivos, las calles
se van llenando de ambulantes y se va haciendo una vida difícil, se van
depauperando los barrios.”
–Mixcalco,
por ejemplo, ahora dicen que quieren quitar todo…
–Lo
que pasa es que todos los ambulantes que había hacia Corregidora y toda esta
parte del Centro Histórico, atrás de Palacio Nacional, los llevaron a Mixcalco
y hacia Anillo de Circunvalación, y toda esa zona también se vino a menos.
“Y
aparte de la gente que vendía en las calles de estas colonias, de estos
barrios, pues comenzaron a llegar con el PRD todos esos grupos de Neza, de
Iztapalapa, de Ecatepec; o sea, todo lo que es el arroyo de las calles. Son
gente que vive en los municipios conurbados de la Ciudad de México. En realidad
no son habitantes de Tepito, pero claro, tienen derecho…
“Y
también es una zona que se está deshabitando. Antes, por ejemplo, había una
vecindad en Aztecas 12 y Costa Rica, con 60 familias; ahora hay 40 bodegas y 10
familias. Antes había una ley que prohibía que la casa-habitación tuviera uso
de suelo comercial, y con una nueva ley que la Asamblea de Representantes hizo
hace algunos años; ahora cualquiera puede en una vecindad tener bodegas, que es
lo que ha hecho crecer el ambulantaje. Porque tú puedes ver bodegas o
vecindades que se han vuelto plazas comerciales, o vecindades que son unas
casas-habitación; otras son bodegas.”
El
universo del chavo
Para
el autor de Crónica de los chorrocientos mil días del barrio de Tepito (1975)
se cometió el error de dejar a Tepito fuera del Centro Histórico.
Pero
hay un punto que parece dolerle más: Los jóvenes que salen de sus casas y se
enfrentan, en la esquina de las calles, a un mundo sin salida.
Lo
único importante que se ha hecho últimamente por el barrio es la preparatoria,
dice, inaugurada recientemente por el perredista Salvador Martínez della Rocca,
El Pino, un exlíder del movimiento estudiantil de 1968. Está en un predio donde
vendían droga, ahí en Jesús Carranza. Tiene una capacidad, creo, para 300
alumnos, que es insuficiente.
–Un
esfuerzo aislado… ¿O sea que estamos hablando de más de 30 años de abandono?
–De
abandono… De 79-82 comienza para mí. Todavía en tiempos de Arte Acá era más
seguro el barrio, y la gente tenía dónde trabajar, en las fábricas cercanas, y
después viene toda la crisis de López Portillo. Y entra De la Madrid con eso de
la “reconversión industrial”, cuando las fábricas se van de la ciudad o
truenan.
“Entonces
mucha gente se queda sin trabajo porque, creo, la Clemente Jacques está por San
Luis Potosí o no sé dónde. Yo me acuerdo que cuando iba a la secundaria salía a
tomar mi camión hasta la Rafael Dondé, pero salía mucha gente a tomar su camión
y a trabajar a las fábricas. Y ahora no creo que haya obreros.
“(El
barrio) se volvió un lugar de comerciantes 100%. Que siempre ha sido un
tianguis y todo esto, pero no era la gran mayoría que trabajaban ahí. Y luego
con toda la gente que llegó de otras partes a ganarse la vida…”
Sigue
su repaso:
“Y
después de que se acabó la fayuca comienza el producto ilegal; la pornografía,
que entró como un auge, y más tarde ya siento que muchos encargados de puestos
son empleados. Ya no son el antiguo ambulante que tenía su propio espacio en la
banqueta, que ese es otro fenómeno que se está dando en toda la ciudad: Los
puestos de hot-dogs ya no es del de los hot-dogs sino es de un señor que tiene
los hot-dogs. En la Zona Rosa se da lo mismo, ¿no? También ha crecido una
organización ilegal ahí; ilegal en muchos sentidos…
“Mucha
gente se ha ido saliendo. Solamente unos cuantos, los que son de la unidad
habitacional de lo que llaman la Fortaleza en la calle de Rivero hacia Peñón y
avenida del Trabajo, que por cierto la tienen muy bonita.
–¿Se
perdió el trabajo comunitario?
–Y
los lugares donde los jóvenes tenían la posibilidad de canalizar su energía.
Porque no hay bachillerato, no hay centros deportivos, no hay centros
culturales. O sea, uno llega a la calle y es la esquina, el universo del chavo.
–¿Existió
Tepito? A diferencia de su infancia y su primera juventud, lo que ve hoy, ¿qué
es? –se le pregunta.
–Yo
le digo a mi hijo: “Aquí jugábamos carreteritas, iba al billar, jugábamos
futbol…”, y no me cree. “Éste está loco”. Los niños de cuatro o cinco años
andábamos quitando las piedras para que se hiciera una cancha de futbol, que
ahora es el deportivo Fray Bartolomé de Las Casas, que estaba al lado de la
iglesia, incluso hicieron las gradas y había iluminación, y ahora no entiendo
por qué no hay futbol.
“Ahí
me acuerdo que llegó Maricela Lara, cuando existía Socicultur, con un tráiler
enorme al campo de fut y metieron un espectáculo de Amalia Hernández, el Ballet
Folklórico. Ahí vi a Maricela y tenía unos cuentos escritos a mano y se los di
y me invitó a trabajar con Fernando González. Y comienzan a organizar en el
deportivo Abelardo Rodríguez un concurso de cuento con jurados como José
Agustín, Ramón Xirau, Edmundo Valadés, Luis Guillermo Piazza. Yo gané el
concurso y Piazza me publica Chin Chin… Había un trabajo, es decir había forma
de canalizarse. Imagínate ahorita crezco y a dónde llevo un libro a publicar.”
El
principio del fin
Se
le pregunta a Armando Ramírez si considera que el programa de “reconversión
industrial” es el principio del abandono en Tepito.
“Es
el detonante”, dice, “porque es un cambio radical, mucha gente trabajaba en
fábricas y al quedarse sin trabajo va a la calle y comienza el deterioro”.
–Empiezan
a crecer los puestos.
–Sí,
había un tianguis, estaba lo que se conoce como el “Baratillo” y los zapatos
del mercado, luego en las calles de Tenochtitlán se vende la fayuca, pero era
un callejón, todo el barrio eran 40 manzanas, y es un barrio que en los medios
de comunicación ha crecido. Cuando yo era adolescente (el barrio) era grande,
pero ahora llega a Ferrocarril de Cintura, Panaderos, Mecánicos y hacia
Peralvillo y todo eso.
“En
su libro Días de guardar Carlos Monsiváis tiene una crónica de Tepito y
delimita el barrio con Granada, la calle del Trabajo, Jesús Carranza y Costa
Rica, y si te das cuenta, Toltecas, Tenochtitlán, Fray Bartolomé, Aztecas,
nombres prehispánicos –que son el verdadero barrio de Tepito–, ya ahora, con el
tiempo, cruzas la Morelos y Ferrocarril de Cintura, Panaderos, Mecánicos y ya
es Tepito; creció.
“Pero
no es el barrio. Son colonias alrededor del Centro Histórico, el problema es
más grande que un barrio pequeño. Lo mismo sucede en Mixcalco, La Merced, la
Guerrero, Garibaldi, Peralvillo…
–Cómo
tal, ¿Tepito ya no existe?
–Creció,
pero de manera descomunal, como el hijo grande; a lo loco. Y con la carencia
del trabajo y escuelas.
–¿Fue
perdiendo personalidad?
–Yo
creo que ahora es difícil que se dé un boxeador, un futbolista, bailarines o
artistas. Ves una mezcla que, con el terremoto de 1985, donde era una vecindad
de 25 viviendas construyeron 40 y vino mucha gente de otros lados, con
psicología impactante. Los que venían de lejos venían con miedo y se volvían
más agresivos que la gente de Tepito. Falta un estudio profundo entre
antropólogos y sociólogos sobre eso, y agrégale ahora ¡los coreanos y los
chinos!
“Siempre
había gente cosmopolita, armenios y chinos pero de café de chinos, que ahora
son mexicanos. Había españoles, judíos, árabes, libaneses, turcos, pero ahora
son mayoría los coreanos y chinos que llegan con su maletita de dólares y te
compran un local. Antes no traían dinero, y mira ahora, llegan con su cofrecito
de dólares y compran el local pero a la vez traen a cinco chinos más y éstos
compran otro local.
“Ves
que en las plazas públicas y privadas del Eje Central un tercio de esos locales
son de chinos, y el comerciante mexicano que traía el producto chino ahora es
su achichincle. Entonces a veces me da la sensación de que en los últimos
gobiernos pensaron que Tepito no tenía solución y lo están dejando pudrirse y
que la gente se vaya, pero están entrando chinos y coreanos.”
–¿Cómo
cuántos habitantes tendrá Tepito ahora?
-No
sé, había un tiempo que decían que tenía 40 mil habitantes. ¿Y cuántos
malvivientes hay? Pues es mínimo en relación a la gente que vive, y son los que
se llevan la nota roja.
–¿Hay
una intención inconsciente de dejar morir a Tepito?
–No
me lo puedo explicar de otra manera, pues durante estos tres últimos gobiernos
no se haya hecho nada por Tepito. La única vez que AMLO estuvo en Tepito fue en
el desafuero, llenaron el campo de futbol con gente que no era de Tepito, nunca
vi que hicieran un programa de gobierno social para ir desarrollando la calidad
de vida del barrio, no encuentro ni en la delegación Cuauhtémoc ni en el
gobierno central alguna actitud o estrategia para darle una calidad mejor a los
habitantes a través de la educación, la cultura, el deporte. Creo que ahí está
el verdadero problema.
“Y
siendo un barrio comercial, cada ambulante es un emprendedor, genera su empleo,
y no entiendo cómo no ponen una escuela para dar asesoría de cómo organizar tu
negocio e ir erradicando el ambulantaje.”
Cuando
habla del famoso Plan Tepito, que la comunidad rechazó hacia finales de los
ochenta, dice que “sigue siendo una idea muy válida de haber respetado el patio
comunitario de la vecindad”:
“Era
más sano el espacio, había más aire, la gente se podía divertir en el patio,
que era un centro donde se conocía a la novia, se hacía la fiesta de 15 años,
de la Navidad, se jugaba a las canicas.
“Y
luego vino el terremoto de 1985 y en algunas de las nuevas construcciones se
respetó cierta estructura del patio de vecindad y en otras no. Y se ve muy
clarito que donde se buscó el patio son más bonitos los edificios. Y en la
Fortaleza hay área verde. La gente tiene seguridad y vive con un poquito más de
armonía y luchan por un bien común.”
Termina
con una cita de Marshall McLuhan, quien decía que “los medios son la extensión
de los sentidos”; yo decía, parodiando, que el patio era la extensión de la
casa de los tepiteños que no tenemos sala.
Ríe:
“No había árboles pero estaba lleno de macetas… parecía como los jardines de
Nabucodonosor . Y era un barrio más seguro”.
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