El
DF, la ciudad violenta que Mancera no ve/Gloria Leticia Díaz.
Revista Proceso # 1941, 11 de enero de 2014
En
cuanto juran el cargo, los jefes de Gobierno del Distrito Federal pierden la
capacidad de ver el crimen organizado. A un año de iniciada la actual
administración, encabezada por el exprocurador Miguel Ángel Mancera, el
fenómeno volvió a repetirse. El problema, sin embargo, ahora es más grave: La
espiral violenta se ha recrudecido y los delitos de alto impacto son más
frecuentes y virulentos. Mientras las autoridades sólo perciben “hechos
aislados”, académicos y activistas consideran que el sistema de justicia ya
“está colapsado”.
Acciones
con el sello de la delincuencia organizada en la Ciudad de México marcaron el
primer año de Miguel Ángel Mancera como jefe de Gobierno del Distrito Federal.
Desde el 5 de diciembre de 2012, cuando asumió el cargo, ha habido decapitados,
desmembrados botados en las vialidades o en el Metro, secuestros masivos,
ejecuciones, balaceras en colonias de lujo y hasta la operación de bandas
colombianas.
Pese
a las evidencias de que la capital del país no es ajena a la guerra del
narcotráfico, Mancera y su gabinete insisten en negar la presencia de cárteles
o en trasladar la responsabilidad de los “hechos delictivos aislados” al vecino
Estado de México, donde la situación no es mejor en materia de seguridad.
Los
últimos días de 2013, por ejemplo, el Distrito Federal conoció tres casos de
violencia extrema. En noviembre se encontró en Xochimilco el cuerpo de un hombre
con un mensaje atribuido a La Familia Michoacana clavado en el pecho, y en
diciembre se descubrieron los restos de una mujer, sin cabeza y sin manos,
dentro de una maleta abandonada en las instalaciones del metro San Antonio.
También se halló el cuerpo de una mujer asesinada en el barrio de Tepito,
dentro de una camioneta.
El
crimen más notorio durante la actual administración ocurrió el 26 de mayo. Once
personas fueron secuestradas en el Bar Heaven y, a la postre, asesinadas. En el
hecho participaron policías capitalinos (Proceso 1909, 1910, 1914 y 1926). El
equipo de Mancera, quien fue procurador de justicia con Marcelo Ebrard, mantuvo
su mismo discurso: “Es un hecho focalizado”, “La Ciudad de México tiene
garantizada su seguridad”, “En la capital del país no opera la delincuencia
organizada”…
Realidad
e imaginación
Para
los especialistas en temas de seguridad Luis de la Barreda Solórzano y Ernesto
López Portillo Vargas, la presencia del crimen organizado y la negación de la
violencia no son algo nuevo. El problema es que esa situación ha impedido que
se tomen decisiones adecuadas contra la creciente criminalidad.
Primer
ómbudsman de la ciudad, fundador del Instituto Ciudadano de Estudios sobre la
Inseguridad (ICESI) y actual coordinador del programa de Derechos Humanos de la
UNAM, De la Barreda Solórzano refuta a Mancera: “Hay un problema serio en la
Ciudad de México”, donde además de los asesinatos hay “una alta incidencia de
secuestros y robos con agresión”.
El
también integrante del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
resalta que si bien la inseguridad en el Distrito Federal “no ha empeorado en
la medida en que ha ocurrido en otras ciudades”, lo cierto es que se observan
“elementos preocupantes, manifestaciones de delincuencia que no ocurrían
anteriormente”.
De
la Barreda explica que la tasa de homicidios en la urbe es de ocho por cada 100
mil habitantes y se ha mantenido prácticamente sin cambios desde 1997, por
debajo de la media nacional, que oscila entre 22 y 24 asesinatos por cada 100
mil habitantes.
La
tendencia, matiza, “no significa que el DF sea una entidad segura. En toda
España y en todo un año se cometen 78 homicidios, menos de los que se cometen
en el DF en un mes, que son unos 90”.
A
esa incidencia hay que añadir un factor que impacta directamente en la
confianza de la población: la impunidad. “El porcentaje de asesinos que llega
ante un juez penal es mínimo, más cuando nos comparamos a escala internacional:
En España y en Japón, de cada 10 homicidios, nueve presuntos responsables se
ponen a disposición de un juez. En México la media nacional en el homicidio
doloso es de dos indiciados de cada 10 crímenes, y el DF por ahí anda, a lo
mejor son tres”.
En
contraparte, el procurador capitalino Rodolfo Ríos Garza presumió el jueves 2
la disminución del hampa en el primer año de gobierno de Mancera, basándose en
el número de averiguaciones previas integradas.
En
conferencia de prensa, Ríos Garza aseguró que en 2013 la Procuraduría General
de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) recibió 42 mil 410 denuncias de
delitos de alto impacto, lo que significa 14% menos respecto del año anterior,
cuando el actual secretario de Seguridad Pública, Jesús Rodríguez Almeida,
encabezaba la fiscalía, y 29% menos que en 2011, durante la gestión de Mancera
al frente de la PGJDF.
Acerca
de los homicidios dolosos, Ríos Garza informó que en 2013 se abrieron 754
expedientes, mientras que en 2012 se contaron 779; el año pasado se recibieron
64 denuncias de secuestro contra 62 en 2012; hubo 18 mil 515 averiguaciones por
robo de vehículo, 6.7% menos que el año anterior; por robo de negocios se
abrieron 4 mil 691 averiguaciones, 922 menos que en 2012; en tanto que por robo
con violencia y robo a cuentahabiente se registraron descensos de 11.3% y 6.2%,
respectivamente. Según el funcionario, los delitos de alto impacto se
concentraron en las delegaciones Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Cuauhtémoc.
Entrevistado
a finales de marzo de 2013 por la reportera Patricia Dávila con motivo del
secuestro en el Bar Heaven, el procurador aseguró que en la capital “no hay
crimen organizado”, aunque sí narcomenudeo, y aunque “hayan existido
ejecuciones a plena luz del día no significa que estemos en alerta roja o ante
una inseguridad en el Distrito Federal, (…) que sigue siendo una ciudad muy
segura”. (Proceso 1909)
Para
el director del Instituto para la Seguridad y la Democracia (Insyde), Ernesto
López Portillo Vargas, el optimismo de las autoridades capitalinas no toma en
cuenta que “la desconfianza es uno de los motivos de la falta de denuncia”.
Señala
otro fenómeno: “La autoridad no reconoce indicadores que muestran de qué tamaño
es la subdenuncia, de qué tamaño es el temor y de qué tamaño es la desconfianza
en las instituciones”.
Él
ofrece los resultados de la última Encuesta Nacional de Victimización y
Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe-2013) del Inegi. Resalta que de los
3 millones 278 mil 700 delitos que ocurrieron en 2012 en la Ciudad de México,
92% no se denunció. En siete de cada 10 casos no se interpusieron las querellas
“por causas atribuibles a la autoridad”.
La
Envipe-2013 revela que 43% de los capitalinos no tiene confianza en los agentes
ministeriales o judiciales; 33% manifestó su total desconfianza en la
Procuraduría; 19.5% y 24.9% no confía en las policías preventiva y de tránsito,
respectivamente, en tanto que 29.3% no cree en los jueces.
La
misma encuesta consigna que entre 81% y 89% de los capitalinos percibe como
corruptos a los servidores públicos del Tribunal Superior de Justicia, de la
PGJDF y de la Secretaría de Seguridad Pública.
López
Portillo recuerda que desde la década de los noventa, las autoridades de la
Ciudad de México niegan la gravedad de la criminalidad. Ello provocó “que se
disemine la sensación de desamparo que tienen los habitantes”.
El
también investigador y exconsejero de la Comisión de Derechos Humanos del
Distrito Federal considera que, en materia de confianza, “el aparato de
seguridad pública y justicia penal de la Ciudad de México está colapsado”, por
lo que es “profundamente desconcertante que con la experiencia del hoy jefe de
Gobierno no exista un proyecto de seguridad y justicia penal que cambie las
cosas de fondo”.
La
negativa de Mancera a reconocer la presencia de la delincuencia organizada es
“el mayor despropósito”, califica. “Ha decidido hacer todo lo posible por
achicar el problema en vez de reconocer su gravedad”, sin tomar en cuenta que
la sociedad “está sobreinformada. Cuando sucede un acontecimiento violento, la
información está totalmente fuera del control gubernamental, se insemina a
altísima velocidad y produce temor. Cuando el gobierno dice que no hay
delincuencia organizada, que siempre ha existido, la sabiduría popular no le
puede dar ninguna validez”.
El
miércoles 8, otro instrumento del Inegi, la Encuesta Nacional de Seguridad
Pública (ENSU), reveló que, en diciembre de 2013, 68% de la población adulta se
sintió insegura en 32 ciudades del país, entre ellas el DF.
Según
el ejercicio estadístico, buena parte de los defeños ha sido testigo de consumo
de alcohol en las calles (69.4%), de robos o asaltos (65.2%), vandalismo en las
viviendas o negocios (57.7%), venta o consumo de drogas (39.3%), bandas
violentas o pandillerismo (31.7%) y disparos frecuentes con armas de fuego
(25.6%).
Para
el director de Cauce Ciudadano, Carlos Cruz Santiago, las colonias marginadas
de la urbe son las que más resienten la delincuencia organizada, que se ha
multiplicado desde hace seis o siete años.
Juzga
que la resaca de la guerra contra el narcotráfico acarreó “un incremento
directo en la distribución de sustancias, una reducción en la edad de consumo
de drogas, pero también hay mayor distribución de armas”. El defensor resalta
que por su trabajo de campo ha podido detectar que en colonias como Cuautepec Barrio
Alto, en la delegación Gustavo A. Madero, “en menos de seis meses pasamos de
homicidios con armas de fuego con calibres .22, .25, .38, a crímenes con
ráfagas de AK-47; eso nos habla del nivel del tráfico de armas”.
A
este hecho se añade la disminución de la edad de quienes se involucran con las
bandas. “Los chavos están enrolándose a la edad de 13 años; no es un tema
solamente de la ciudad, al final de cuentas es un fenómeno que se vino dando en
todo el país, y la Ciudad de México no iba a ser ajena”. El fenómeno lo
atribuye a “la impunidad, la corrupción y omisión de las policías, y sobre todo
a que el Estado no está generando condiciones en donde los chavos tengan una
perspectiva viable de vida”.
Tras
revelar que ha tenido que mediar en casos donde niños de entre siete y nueve
años se ven involucrados en robos a casas, Cruz Santiago expone que, según
datos recabados por su organización, las delegaciones con mayor incremento de
violencia son Gustavo A. Madero, Iztapalapa y Álvaro Obregón. “Es por la pobreza,
la marginación, el descuido y el olvido, pero también porque la Ciudad de
México tiene un Plan Metropolitano de Desarrollo, pero no tiene un plan de
prevención”.
Apunta
que el gobierno de Mancera ha hecho un “mal cálculo al insistir en que la violencia
se genera en el Estado de México, porque si comparas ambas entidades, en una
escala del uno al 10 en materia de seguridad, el DF está en seis y el Edomex en
cuatro o tres. En términos epidemiológicos, lo que vemos es que nadie quiere
atender el caldo de cultivo”.
Tras
contar que su asociación realiza un estudio con jóvenes detenidos, Cruz
Santiago concluye: “El problema es que cada vez se recrudece en los jóvenes la
sensación de que no hay futuro, mientras que en las comunidades de adolescentes
detenidos, éstos no alcanzan a visualizar que pueden ser artífices del cambio.
Sólo ven que la participación ciudadana está vetada para ellos”.
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