En
el índice una alhaja; el pelo a navaja, controlando al barrio desde una
esquina.
Óyeles
silbar...
Parecen estar esperándote vecino.
Para jugar un mano a mano a los
chinos.
¡Son la aristocracia del barrio!
¡Lo
mejor de cada casa, tomando el sol en la plaza!
Tienen
a su madre anciana, virgen a la hermana y en las Ramblas a una que es del
asunto.
Un
padre que murió un día y la filosofía del tapete, el compañero y el punto.
¡Mírenlo
jugar... sin pestañear... Nació chulo y sin remedio; pide con seis y se planta
en dos y medio!
Son
la aristocracia del barrio. Tahúres, supersticiosos, charlatanes y orgullosos.
Trafican
en transistores. En encendedores. En cosméticos y en bisutería.
Hasta
que el cante de un socio les cierre el negocio como poco por seis meses y un
día. Igual que se van reaparecerán, hechos un figurín pero, con el color y el
perfume del talego.
¡Son
la aristocracia del barrio!
Tránsfugas
independientes mejorando a los presentes.
Si
les sigue usted los pasos verá más de un caso que en la puerta de un Juzgado de
Guardia, que por la hembra y el retaco deja hasta el tabaco y hurga en las
demandas de La Vanguardia!
¡Envejecerán
horneando pan!
(Total) Cada
quien muere a su modo. Y qué se va a hacer ha de haber gente pa' todo.
Y
la aristocracia del barrio, sentimentales y buenos, en el bar... le echan de
menos." Joan Manuel Serrat.
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