La travesía de
Juan Gelman/Jose´Emilio Pacheco
Revista Proceso # 1943, 25 de enero de 2014;
A Gabriel Zaid
en sus 80, con 50 años de afecto…
¿Existirá una
palabra para la nostalgia de lo que no fue y estuvo a punto de ser? Por
ejemplo, que el Colegio de Tlatelolco hubiera durado lo suficiente para
consumar una verdadera literatura mestiza, una fusión de lo indígena y lo
español prefigurada por las Liras de Netzahualcoyotl en la versión de su
sobrino-nieto Fernando de Alva Ixtlilxóchitl. O que Cervantes hubiese venido a
la Nueva España para escribir aquí un Quijote con texturas mexicanas. O que
Francisco Javier Clavijero hubiera concluido su Enciclopedia novohispana de la
que sólo quedó gloriosamente su Historia antigua de México…
Extremos de
América
Otra posibilidad
perdida es el encuentro literario de México y Argentina. Ignacio Rodríguez
Galván, nuestro mejor poeta del primer romanticismo murió, como Juventino
Rosas, en Cuba, cuando se dirigía a Buenos Aires para ocupar un puesto
diplomático. Nunca sabremos qué hubiera resultado del encuentro entre la
Asociación de Mayo y la Academia de Letrán. Manuel Payno iba a representar a
México en las repúblicas del Plata pero la misión se canceló.
Federico Gamboa
fue el primero en establecer relaciones con los escritores argentinos. En las
páginas de su Diario Rubén Darío dejó su poema “A México”. Por razones políticas
Darío no pudo llegar a la capital. El mayor vínculo entre los que Daniel Cosío
Villegas llamó los Extremos de América fue Alfonso Reyes en un momento en que
otros dos miembros del Ateneo de la Juventud, José Vasconcelos y Pedro
Henríquez Ureña, vivían también en ese país.
A la presencia
de Reyes en Buenos Aires se debe el que Arnaldo Orfila Reynal haya venido para
dirigir el Fondo de Cultura Económica primero y después Siglo XXI y el mundo
académico se haya beneficiado con maestros como Raymundo Lida. También gracias
a Reyes y su amistad con Victoria Ocampo y José Bianco, Xavier Villaurrutia
publicó en las ediciones de Sur Nostalgia de la muerte y que el muy joven
Octavio Paz lo reseñara en las páginas de esta revista y escribiera también un
comentario sobre José Revueltas.
Los años
mexicanos
Un
acontecimiento trágico para Argentina y muy benéfico para nuestro país fue el
exilio argentino de los setentas. Pero la consumación, hasta el momento, de
estas relaciones fue la presencia durante veinte años de Juan Gelman. Sobre
todo aquí concluyó su admirable Obra poética con libros de primera línea que no
ceden, ni por un instante, a la decadencia ni al agotamiento: Incompletamente,
Valer la pena, País que fue será, Mundar, Deatrásalante en su porfía, El
emperrado corazón amora.
Estos libros,
unidos a Violín y otras cuestiones, El juego en que andamos, Velorio del solo,
Gotán, Los poemas de Sidney West, Cólera buey, Fábulas, Relaciones, Hechos,
Notas, Carta Abierta, Comentarios, Citas, Hacia el sur y Bajo la lluvia ajena
forman los dos tomos de su Poesía reunida, publicada por el Fondo de Cultura
Económica en 2011. Las mil 372 páginas constituyen por su extensión y calidad
una auténtica hazaña de la poesía en lengua española. Gelman escribió hasta el
último día. Hay dos libros a punto de aparecer. Uno de ellos, Amaramara, es un
gran homenaje a su esposa.
Su apartamento
en la colonia Condesa fue quizás el último refugio en que escritores de todas
partes pudieron reunirse para hablar de letras y política, en un ambiente tan
propicio como el que hallaron los republicanos en los viejos cafés de la Ciudad
de México.
El exilio y el
reino
Si uno hace un
leve repaso de lo que se ha escrito en este continente verá que gran parte de
nuestras literaturas se ha hecho fuera del suelo natal. Desterrar significa
quitar la tierra bajo los pies, dejar a la intemperie, derruir la casa, demoler
la ciudad de cada uno con todas sus memorias y sus costumbres. “El que se va no
vuelve aunque regrese.” Contra la separación del país y de su lengua sólo
quedan la defensa y la venganza de escribir. Gelman es el gran poeta del
exilio. Su dimensión continental y panhispánica no niega sino acendra su
argentinidad esencial, su pertenencia imbatible a Buenos Aires.
Civilización y
barbarie
Lo sorprendente
es la alegría y el humor que hay en tantos poemas de Gelman, una manera de
enfrentarse a los desastres históricos de nuestros países y del mundo entero.
Cómo duele pensar en los que escaparon de los pogroms, el genocidio nazi y el
gulag y se establecieron en Argentina pensando que hallarían para sus hijos una
tierra de paz y prosperidad y al final
del camino encontraron los golpes de madrugada a la puerta en el estilo de la
Gestapo, los campos de tortura con el añadido local de la picana (contribución
monstruosa que debemos al hijo de Leopoldo Lugones) y el exterminio genocida.
El gran Domingo
Faustino Sarmiento creyó que el progreso de la Argentina significaba el triunfo
de la civilización sobre la barbarie. La llamada “Campaña del Desierto” que
representó la eliminación masiva de los pueblos indígenas hizo suponer a la
oligarquía que la Argentina quedaba blindada para siempre contra la barbarie.
No obstante, los bárbaros reaparecieron bajo el manto de la civilización y como
sus defensores. Estaban armados con todas las aportaciones del progreso, por
ejemplo los helicópteros desde los cuales arrojaban al Río de la Plata los
cadáveres producto de la tortura y a los agonizantes que se hundieron para
siempre en el barro acumulado durante siglos en el río que es mar y el mar que
es río.
Gelman nunca
creyó que la poesía fuera capaz de frenar los tanques, silenciar las
ametralladoras o de romper la picana. No le bastó con exponer en verso la
materia sangrienta y trágica de sus textos. Si son tan eficaces se debe a la
maestría absoluta sobre todas las formas: del epigrama clásico al versículo,
del poema en prosa a la experimentación léxica y rítmica. Fue el adelantado de
su generación en hacer obras intertextuales en que ya no se sabe quién es el
autor: el que escribió el original o quien lo deja intacto y abierto a otras
interpretaciones para hacer su lectura irremplazable y apropiarse de él a fin
de convertir un texto árabe o judío en un poema de Gelman y anexarlo a la
poesía argentina en particular y española en general.
Fue más
aventurado que todos los que lo han seguido por este camino. Sin ponerse de
acuerdo, prolongó las reivindicaciones del ladino o castellano sefardí que han
hecho entre nosotros Myriam Moscona y Angelina Muñiz-Huberman. En Divaxu
escribe:
Amarti es istu:
Un havla qui va
a dizer/
Un arvulitu sin
folyas
Que da solombra
Y él mismo lo
traduce al español actual:
Amarte es esto:
Una palabra que
está por decir/
Un arbolito sin
hojas
Que da sombra/.
“Argentino hasta
la muerte”, Juan Gelman por sus veinte años de vida y de trabajo aquí, deja
también en la poesía mexicana una huella radiante que no se borrará.
(JEP)
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