- Monte Alejandro Rubido, vocero gubernamental
- –"Eso es en el discurso y, en los hechos, la realidad de nuestro comportamiento..."
- Policias rurales?
Michoacán, fuera
de control/José Gil Olmos
Revista Proceso # 1943, 25 de enero de 2014;
El presidente
Peña Nieto presumió en el Foro Económico Mundial que su estrategia para
Michoacán ha frenado la violencia y que las policías locales podrían absorber a
parte de las autodefensas civiles. Sin embargo, cuando funcionarios como Monte
Alejandro Rubido y Alfredo Castillo repiten ese discurso, se les olvida que no
están en Suiza y por lo tanto sus declaraciones optimistas de que ya terminó la
violencia tienen como fondo la guerra abierta entre autodefensas y templarios.
APATZINGÁN,
MICH.- El atardecer del martes 21, en la comunidad El Carrizo, Parácuaro, en
los linderos con este municipio, presuntos integrantes de Los Caballeros
Templarios intercambiaron disparos de manera intermitente con los grupos de
autodefensa ciudadana desde las cuatro de la tarde hasta que anocheció. El
enfrentamiento cesó cuando llegaron helicópteros artillados de la Policía
Federal y provocaron la huida de los señalados como sicarios, que tenían un
campamento instalado entre los matorrales.
Los vecinos de
El Varal, Cancita y La Cofradía se refugiaron en sus casas al escuchar las
ráfagas y no salieron sino hasta horas después, cuando el sol volvió a salir.
Entonces se fueron de ahí con algunas pertenencias.
Ese martes por
la noche, cuando aún se escuchaban detonaciones, en la capital del estado el
secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad (SNS), Monte Alejandro
Rubido, trataba de negar los hechos:
“No se ha dado
ninguna situación de tensión de los grupos organizados que interactúan en la
entidad. En todo este escenario creo que el resultado, sin echar campanas al
vuelo, desde luego, es prudentemente optimista”, afirmó en una entrevista en el
palacio de gobierno de Michoacán.
La mañana del
miércoles 22, varios periodistas acudieron a El Carrizo para corroborar si
ocurrió la balacera. Encontraron a un nutrido grupo de policías federales y
soldados, así como a decenas de “autodefensas” armados y apostados en
barricadas, quienes confirmaron la escaramuza con los templarios.
Varias familias
huían de su comunidad en camionetas. También ellos, ajenos al tiroteo,
manifestaron que la balacera paró “hasta que apareció el avión” (el helicóptero
policiaco).
También ese día,
mientras autodefensas y lugareños narraban el enfrentamiento con los sicarios,
en un comunicado la Secretaría de Gobernación intentó minimizar la violencia.
Se trató, dijo, de “disparos aislados de arma de fuego, sin que se haya
producido enfrentamiento” y “sin que hasta el momento se tenga el registro de
heridos ni de bajas”.
El jueves 23 por
la tarde la situación se agravó. En la comunidad de Puerto del Quirreño,
municipio de Aguililla, hubo otro tiroteo en el que murió un miembro de las
autodefensas, Alejandro López Pinto, y otros cinco resultaron heridos. Son las
primeras bajas de estas organizaciones desde que el gobierno de Enrique Peña
Nieto cambió su estrategia con el envío de más policías y soldados, además de
anunciar una inversión inicial de 3 mil millones de pesos en programas sociales
para la zona del conflicto.
“Yo diría que lo
que se les ha solicitado es que no hagan portación de sus armas. Y hasta donde
yo tengo entendido, de acuerdo a la información que nos llega, esto se está
cumpliendo”, señaló Rubido en la ocasión citada, enfatizando que sólo el Estado
puede usar las armas para labores de seguridad pública.
Sin embargo, los
dos enfrentamientos entre los templarios y las autodefensas ponen de manifiesto
que éstos no han depuesto las armas, pero también que las fuerzas armadas
federales no han conseguido controlar el estado.
Cooptarlos, la
propuesta
Desde que
surgieron el 24 de febrero de 2013, los grupos de autodefensa ciudadana no han
dejado de crecer y extenderse. Surgidos en los municipios de Tepalcatepec,
Buenavista Tomatlán y Coalcomán, hoy tienen presencia armada en 72 comunidades
de 32 municipios. Sus líderes calculan que ya tienen más de 10 mil integrantes.
El gobierno
federal no sabe qué hacer con ellos, pero los utiliza para combatir a Los
Caballeros Templarios en los terrenos más complicados, donde no entran soldados
ni policías federales.
Desde Davos,
Suiza, el miércoles 22 el presidente Enrique Peña Nieto tuvo que responder
preguntas sobre los grupos de autodefensa ciudadana de Michoacán. Rechazó que
su gobierno haya tenido responsabilidad alguna en su crecimiento tras los
fallidos resultados de la estrategia militar y policiaca que puso en marcha en
la entidad cuando asumió el cargo.
Sin poder
explicar la presencia de esas organizaciones, negó que se encuentren armadas y
al mismo tiempo invitó a sus integrantes a formar parte de las policías estatal
y municipales.
“El Estado
mexicano no puede ser permisivo ni tolerar la presencia de grupos, por más
genuinos que sean en materia de querer defenderse o de autodefenderse (…) No
puede estar de ninguna manera esta acción por encima de las capacidades y de
atribución única que tiene el Estado mexicano”, dijo Peña Nieto en entrevista
con CNN International. Insistió: “El Estado mexicano es el único responsable y
el único con atribuciones para realmente establecer condiciones de seguridad”
en Michoacán.
Y en la
conferencia que ofreció en el Foro Económico Mundial, Peña Nieto fue
cuestionado por la inseguridad en el país, lo que según agencias
internacionales opacó la presentación de las reformas estructurales impulsadas
por su gobierno el año pasado.
Al abundar sobre
las autodefensas armadas en Michoacán, de plano convocó a sus miembros que
“genuinamente” deseen participar en tareas de seguridad, para que ingresen a
las corporaciones establecidas conforme a la ley, “pero a partir de acreditar
vocación y capacidad y preparación para desempeñar tal actividad”.
Para Monte
Alejandro Rubido, los grupos de autodefensa michoacanos ya no tienen
justificación, porque las funciones de seguridad en el estado ya las asumió la
Policía Federal. Pero para el comisionado federal para esa entidad, Alfredo
Castillo, bien podrían convertirse en “policías rurales”, figura que existe
desde la época de Benito Juárez y que se institucionalizó en el mandato del
general Lázaro Cárdenas como un apoyo al Ejército.
“Lo que hemos
estado haciendo con el llamado es solicitar que los que tengan vocación de
servicio en temas de seguridad lo hagan por los cauces institucionales. En el
caso de la Policía Federal hay un reglamento, y tiene otras condiciones, tal vez
hasta unos estudios mayores, como preparatoria y demás. Pero en el caso de los
cuerpos rurales tienen hasta su propio instructivo de actuación y existen las
plazas donde podrían llegar a ser dados de alta; tienen servicio médico y
alimentación.
“Es un tema que
se está buscando, sobre todo poder asignarlos en estas regiones, pero bajo la
supervisión del Estado mexicano”, dijo Castillo a corresponsales extranjeros, a
los que atendió a puerta cerrada en la Ciudad de México el martes 21, según la
versión estenográfica del encuentro.
Desde el martes
14, cuando los líderes de las autodefensas se reunieron con el gobernador del
estado, Fausto Vallejo, con representantes del gobierno federal y mandos de la
Sedena en la 43 zona militar, asentada en Apatzingán, se planteó la posibilidad
de legalizar a las autodefensas como parte de la estrategia oficial de
pacificación.
Pero esa noche,
en Parácuaro y Nueva Italia, un contingente militar trató de desarmar a un
grupo de autodefensa. La población defendió a éstos y trató de recuperar sus
armas, unos soldados se pusieron nerviosos y dispararon. Por lo menos tres
civiles murieron y al final los soldados tuvieron que devolver las armas.
El líder de
autodefensas Estanislao Beltrán dijo entonces a Proceso que estarían dispuestos
a legalizarse, pero rechazó cualquier intento de desarme en tanto no se
desmantelara a Los Caballeros Templarios. A partir de entonces bajaron un poco
sus rifles de asalto en las barricadas que habilitaron en caminos y brechas de
Tierra Caliente. Pero nunca depusieron las armas e incluso colaboraron con la
Policía Federal en los rondines.
Discurso vs.
realidad
Monte Alejandro
Rubido ha ocupado en más de dos décadas varios cargos directivos en el Centro
de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), del que es fundador, y en la
Secretaría de Seguridad Pública. Ahora es el responsable del SNS y principal
vocero del gobierno de Peña Nieto sobre la crisis armada en Michoacán.
Familiarizado
con el manejo oficial de rebeliones, guerrillas y movimientos sociales, le
incomoda el tema de las autodefensas armadas, sobre todo cuando se le recuerda
que al ingresar éstas en una población antes controlada por Los Caballeros
Templarios, la declaran “recuperada” o “liberada”.
Al respecto
comenta: “Una vez que las fuerzas federales asumen la seguridad a nivel
municipal, pierden sustento las condiciones que dieron origen al surgimiento de
estos grupos”.
Al recordarle
que estas organizaciones se han extendido y que aún proclaman su intención de
abarcar todo Michoacán, Rubido insiste en que hasta la semana anterior, desde
que se implantó la nueva estrategia, las autodefensas no han avanzado. El
gobierno federal espera que se desarmen si hay más resultados satisfactorios,
afirma.
Se le pregunta
si su versión no se contradice con la realidad, ya que hace un par de días se
estableció un nuevo retén en La Huerta, a unos ocho kilómetros de Apatzingán, y
todos los días los líderes de las autodefensas hablan de que van a tomar esta
ciudad para liberarla de los templarios.
“Se ha dicho
pero no ha sucedido, afortunadamente –responde el funcionario–. Yo estuve la
semana pasada en Apatzingán, y estuve hoy en la mañana. El cambio que se ve en
la vida del municipio es de 180 grados. Hace una semana las calles se veían desoladas,
los comercios cerrados, los niños sin clases; hoy en día, prácticamente yo vi
una ciudad con su actividad normal, con su actividad cotidiana, con problemas
de tráfico, con gente haciendo sus compras… Es una señal muy importante, porque
es la percepción de los habitantes de Apatzingán.”
–Las
autodefensas siguen ahí, lo que hicieron sus integrantes fue bajar las armas y
no tenerlas a la vista.
–El compromiso,
o lo que se les ha pedido, es que si tienen elementos para apoyar a las fuerzas
federales con información, ésta siempre será bienvenida. Pero se ha sido muy
claro en que no pueden portar las armas. ¿Por qué? Porque, insisto, si estamos
buscando implementar un estado de derecho no lo podemos hacer de manera
diferenciada.
–Pero siguen
trayendo armas, las hemos visto.
–Nosotros no
hemos visto que las porten.
Se le insiste en
que al recorrer todos los municipios “liberados” se ve al correspondiente grupo
de autodefensa con sus armas listas, y que sus jefes afirman que acordaron con
los gobiernos estatal y federal una especie de tregua.
–No lo llamaría
acuerdo. Yo diría que se les ha solicitado que no hagan portación de sus armas,
y hasta donde yo tengo entendido, de acuerdo a la información que nos llega,
esto se está cumpliendo.
Se le señala entonces
que, en poblaciones como Antúnez, las autodefensas han realizado actos de
autoridad como requisar casas de cabecillas de Los Caballeros Templarios y
arrebatarles a éstos propiedades que devuelven después a sus dueños originales.
–Una cosa es lo
que dicen las autoridades federales y otra la que se ve –se le plantea.
–Nosotros
estamos actuando con la seriedad necesaria pero con la prudencia pertinente.
–¿Eso qué
significa?
–Que estamos
haciendo todo lo necesario para que se aplique el Estado de derecho sin
violentar la situación social.
–Hemos
presenciado en varios lugares cuando reciben a los autodefensas como héroes, ya
que los consideran libertadores porque los narcos los oprimieron durante muchos
años y las autoridades no hacían nada. Y ahora vemos que están realizando actos
de autoridad, como recuperar tierras en Tancítaro y dárselas a la gente que
robaron Los Caballeros Templarios.
–Yo refrendo,
una vez más, mi convicción absoluta de que el monopolio del uso de la fuerza es
exclusivo del Estado, de las autoridades legítimamente establecidas
–insiste el
secretario ejecutivo del SNS.
–Eso es en el
discurso oficial. ¿Es así en la realidad?
–Eso es en el
discurso y, en los hechos, la realidad de nuestro comportamiento.
–¿Cuándo hacemos
un recorrido y lo vemos en el terreno? –propone el reportero.
–Acepto la
invitación. Déjeme checar agenda y lo vemos.
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La muerte de “El
Soldado”/JOSÉ GIL OLMOS
AGUILILLA,
MICH.- Horas después del enfrentamiento entre grupos de autodefensa ciudadana y
presuntos integrantes de Los Caballeros Templarios, en el piso de tierra
permanecen decenas de casquillos de AR-15 y AK-47. El paraje se llama La Sidra,
en el camino hacia la mina Rancho El Covero.
Un autodefensa
cercano a los 60 años, quien viajaba en la camioneta roja donde murió Alejandro
López Pinto, El Soldado, recuerda que como a las tres de la tarde del jueves 23
cayeron en una emboscada: “Era una lluvia de balas. Veníamos de tomar La
Chapula y nos metimos a sacar un trascabo para hacer un camino. Ahí fue cuando
nos sorprendieron”.
Se le atoran las
palabras: “Uno de los templarios que nos dispararon era sobrino”.
La Sidra es una
hondonada de varias hectáreas, rodeada por una pared de roca de 20 metros de
alto por el frente y por cerros a los lados. Desde éstos les tiraban los
templarios. Un lugar perfecto para la celada.
A la entrada de
la barranca quedaron varadas cuatro camionetas con la carrocería cacariza por
los disparos. Una Suburban quedó destrozada por cerca de 100 tiros, otra tenía
las ventanas rotas y los vidrios regados adentro. En la roja se veían las
manchas de sangre en la parte trasera, donde el grupo llevaba ropa y alimentos.
“Aquí murió
Alejandro. Estaba tan mal que él mismo se disparó para no sufrir más”, confía
uno de sus compañeros, que llegó con otros al terreno para llevarse las
camionetas marcadas con letras rojas, negras y blancas y el logo: Policía
Comunitaria Aguililla Seguridad.
López Pinto
tenía 30 años, esposa embarazada y dos hijos. No hace mucho dejó de ser
templario y se pasó con las autodefensas. Era conocido como El Soldado porque
estuvo en el Ejército.
El primer
campesino entrevistado no quiere dar su nombre. Le gana un poco el llanto. Está
parado sobre un montón de tierra donde se apilan casquillos 2.23 y 7.25. Pero
se recupera y prosigue:
“Ya son tres los
compañeros que nos matan desde que empezó este gobierno. Estos casquillos son
de nuestras armas. Cuando nos empezaron a disparar, los que estaban aquí arriba
se tiraron pecho tierra y desde aquí les contestaron, pero la verdad tiraban
adonde fuera, porque no sabíamos dónde estaban. Nos agarraron de sorpresa y sin
poder defendernos.”
Dice que ese
jueves tenían planeado tomar Aguililla, donde entran y salen decenas de
camiones con toneladas de minerales de oro y hierro que las empresas chinas
extraen en acuerdo con Los Caballeros Templarios y después exportan a través
del puerto de Lázaro Cárdenas.
En un reportaje
que publicó el viernes 3, la agencia Reuters señaló que el cártel michoacano en
efecto incursiona en el negocio minero al intervenir desde hace años en los
procesos de extracción, transporte y venta del mineral.
Los testimonios
de funcionarios, mineros y empresarios recogidos por Reuters revelan que el
grupo criminal controla el movimiento de minerales exigiendo a las cooperativas
locales de transporte que le paguen “protección”; asimismo ayuda a los
extractores locales a apropiarse de áreas mineras que no han sido reclamadas
por otros o que estaban fuera del control de los propietarios de concesiones,
tras lo cual exige su cuota, y finalmente presiona a funcionarios de aduanas
para asegurar que el mineral pase por el puerto de Lázaro Cárdenas sin
problemas.
“Casi la mitad
de la actividad minera en la zona fue realizada sin los permisos adecuados en
2013”, dice un funcionario, cuyo nombre no cita la agencia británica.
Ahora mismo, por
un costado de la carretera, no dejan de pasar los camiones vacíos que van hacia
las minas ni los que van de regreso, llenos de material. Sus choferes miran con
cierto desdén a los autodefensas que tratan de recuperar los vehículos
acribillados.
“¿Qué mineral
llevan ahí?”, pregunta el reportero al autodefensa. Y él contesta: “Hierro y
oro, eso es lo que se están llevando de nuestras tierras”.
De Aguililla a
Davos
La emboscada en
Aguililla ocurrió el día que Enrique Peña Nieto declaró en el Foro Económico
Mundial de Davos, Suiza, que México avanza en seguridad, aunque reconoció: “No
podemos ser ajenos a una imagen que lamentablemente México ha proyectado o
proyectó en el pasado, y que a veces llega a empañar otros logros y otras
fuerzas que tiene nuestro país, y beneficios que se están logrando para nuestro
país”.
Sin embargo
insistió en que su política de seguridad está dando resultados, ya que las
cifras al final de 2013 señalan que el índice de homicidios bajó 16% y los
relacionados con el crimen organizado, 30%.
El viejo
combatiente civil de Aguililla recuerda que los habitantes de este municipio de
Tierra Caliente ya estaban hartos de las extorsiones, amenazas y presiones de
Los Templarios. Cuando supieron que sus vecinos de Buenavista, Tepalcatepec y
Coalcomán organizaron grupos de autodefensa ciudadana, decidieron hacer lo
mismo.
No fue fácil. Aguililla
tiene una historia de narcotráfico desde hace décadas. Aquí los hermanos
Armando y Luis Valencia Cornelio construyeron un emporio de la droga y
prosperaron Salvador Revueltas Barragán, El Borono –muerto en una balacera– y
Salvador Revueltas Ureña, Chava Lentes o El Innombrable, quienes estuvieron
involucrados con Zhenli Ye Gon.
Fue en este
municipio donde en 1947 las autoridades decomisaron 14 toneladas de mariguana.
La catedral ostenta un reloj de oro de 24 kilates, “limosna” de un capo del
narco. Hasta las bancas están decoradas con ese metal y es tradición que en
esta parte de la Sierra Madre Occidental se cultive mariguana y amapola, si
bien su producción disminuyó mucho con el auge de las drogas sintéticas.
Para llegar a la
cabecera municipal desde Apatzingán hay que recorrer una carretera con
barricadas de los autodefensas en varias poblaciones y pasar un retén de
federales, que toman nota de la identidad de los periodistas. Los policías y
los soldados no se diferencian ni en las armas ni en el equipo, sólo en el
color del uniforme.
Hoy vigilan el
pueblo la Policía Federal, los militares y el grupo de autodefensa. Sus
habitantes ya no pagan cuotas a los templarios sino que cooperan para las
provisiones de los civiles armados, que tienen sus barricadas a un lado de las
fuerzas federales.
“Tenemos dinero
suficiente para apoyar a los de Tepalcatepec y Buenavista”, afirma el campesino
entrevistado. “Ya nos mataron a tres compañeros. Los primeros dos eran
jovencitos, son los que menos miedo tienen de morir”, dice mientras que ve a
dos adolescentes con rifles de asalto en ristre mientras los entrevistan para
la televisión.
El velorio de El
Soldado se realizó en Aguililla. Su esposa embarazada y sus dos hijos estaban
en la casa, mientras que familiares y amigos permanecían afuera, a la sombra de
una carpa. Cuando los hombres vieron llegar a los fotógrafos, se escondieron en
la casa.
Acepta hablar un
autodefensa de 17 años. Dice que para acabar con Los Templarios necesitan más
apoyo federal o convertirlos a ellos en la nueva policía de Michoacán, “para
trabajar limpio y darles en la madre a esos cabrones”.
Con su gorra de
beisbol calada y un rifle de asalto, opina que el gobierno federal los está
dejando solos en la guerra contra la organización criminal: “Nosotros estamos
dando la batalla. No dejamos entrar a esta gente a que nos extorsione o a que
viole a nuestras mujeres. Por eso nos disparan, a ustedes no les harán nada”,
indica el joven autodefensa mientras señala a los reporteros.
“Por una parte
(las autoridades) quieren desarmarnos, pero nosotros estamos haciendo su pinche
trabajo. En 12 años no hicieron nada y nosotros en un año logramos correrlos de
Aguililla, Tepalcatepec y de otros lados. Yo creo que el gobernador debe irse”.
Y a Peña Nieto
le manda un mensaje: “Está bien eso que dice, que nos hagamos policías para
trabajar limpio, pero que no diga el gobierno que nos va a desarmar. En lugar
de eso que desarmen a Los Templarios, ellos también traen armas y no creo que
trabajen legalmente. ¿Por qué a ellos no los desarman y a nosotros sí? Quisiera
que eso lo tomara en cuenta el presidente de México, porque está en la ciudad y
no está queriendo ver lo que pasa aquí”.
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