Bajo la sombra de
Maciel, Juan Pablo II llega a los altares
Agencia APRO
LA REDACCIÓN
27 DE ABRIL DE 2014
Miles de fieles de
congregaron en la Plaza de San Pedro.
Foto: AP.
MÉXICO, D.F.
(proceso.com.mx).- Entre cuestionamientos por los cientos de casos de
pederastia registrados durante su papado y su omisión para denunciar a los
sacerdotes que cometieron estos abusos, Juan Pablo II fue canonizado este
domingo en el Vaticano por el Papa Francisco, en una ceremonia a la que
acudieron miles de fieles.
Karol Wojtyla
condujo los destinos de la Iglesia católica de 1978 al 2005 y llega a los altares -junto con Juan XXIII-
nueve años después de su muerte, en uno de los procesos de canonización más
rápidos de la historia.
“Era un hombre de
Dios, pero no es necesario hacerlo santo”, afirmó el cardenal Carlo María
Martini, arzobispo de Milán entre 1979 y 2002, jesuita e intelectual
progresista fallecido hace dos años, según cita el diario español El Mundo.
Martini fue uno de
los 114 testigos llamados a declarar durante el proceso de canonización de
Karol Wojtyla.
De acuerdo con el
historiador Andrea Riccardi en su libro La santidad del Papa Wojtyla, Martini
veía con profundo recelo que Juan Pablo II fuera elevado a los altares.
En una entrevista
realizada recientemente por la cadena hispana de televisión Univisión, el exsacerdote
Alberto Athié, miembro de la Arquidiócesis de México durante 20 años, consideró
que la Santa Sede se apresuró a convertir en santo a Karol Wojtyla y que, en su
momento, el cardenal Joseph Ratzinger tuvo en sus manos todos los informes
sobre los abusos sexuales cometidos por curas pedófilos, entre ellos el
expediente del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel.
“Hay quienes creen
que Juan Pablo II no es un santo, sino por el contrario es responsable y
cómplice de la crisis de abusos sexuales por parte de sacerdotes católicos”,
lanzó el periodista Jorge Ramos, de esa cadena televisiva, a Athié.
Éste respondió que
aunque no tiene la autoridad para decirlo porque no es de su incumbencia, sí
podía afirmar con toda claridad que el Vaticano se apresuró en canonizar a Juan
Pablo II de una forma desesperada.
Athié explicó al
periodista de Univisión que durante el papado de Wojtyla hubo muchas denuncias
e investigaciones, entre ellas una realizada por Naciones Unidas, instancia que
“llegó a la conclusión de que, efectivamente, (los abusos sexuales cometidos
por religiosos) se trataba de una responsabilidad institucional de la Santa
Sede.
Agrega que la ONU
también fustigó el “código de silencio” que se adoptó para silenciar a las
víctimas e indicó que el Vaticano “sistemáticamente privilegió la preservación
de la reputación de la Iglesia y el presunto ofensor sobre la protección de los
niños”.
Entre las mayores
críticas al pontífice de origen polaco, figuran también la severa condena a la
teología de la liberación en América Latina y su excesivo poder personal
acumulado en 27 años de reinado, de acuerdo con expertos.
Si bien era un papa
que gozaba de una enorme popularidad en América Latina, importantes sectores no
le perdonan haber tratado con mano dura a los obispos y teólogos comprometidos
con los sectores más pobres de la sociedad, destaca un despacho de la agencia
AFP, que agrega que muchos de ellos fueron obligados a dejar la docencia o
fueron reemplazados por ultraconservadores, poco sensibles a las injusticias
sociales y muy rígidos en asuntos morales.
No obstante, este
domingo, en una ceremonia sin precedentes a la que acudió Benedicto XVI, el
Papa Francisco, ante miles de peregrinos –se estima que acudieron unos 5 mil
mexicanos– congregados en la Plaza de San Pedro, proclamó santos a sus
antecesores:
“Declaramos
bendecidos y definimos como santos a Juan XXIII y Juan Pablo II y los incluimos
entre los santos, decretando que deberán ser venerados como tales por toda la
Iglesia. En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo.
“Juan XXIII y Juan
Pablo II cooperaron con el espíritu santo al renovar y actualizar a la Iglesia,
y mantenerla cercana con sus figuras prístinas, esas figuras que los imágenes
nos han dado a través de los siglos”.
Luego fueron
llevados al altar los reliquiarios de los dos nuevos santos.
En el caso de Juan
Pablo II se utilizó la misma reliquia empleada para su beatificación, su
sangre, llevada al altar por Floribeth Mora, una costarricense que en 2011
supuestamente se recuperó de un aneurisma cerebral inoperable, hecho que fue
calificado como un milagro del pontífice.
En tanto que en el
caso de Juan XXIII fue un pequeño trozo de piel removido de su cuerpo, exhumado
en 2001, cuando fue beatificado.
Tras la canonización,
prosiguió la misa en la que el Papa Francisco fue el celebrante y el papa
emérito Benedicto, junto con otros 150 cardenales y 700 obispos.
Es la primera vez en
la historia de la Iglesia que ocurre un hecho de esta naturaleza, pues además
de ser elevados a santos dos sumos pontífices, otros dos, el Papa Francisco y
su predecesor Benedicto XVI, coincidieron en la ceremonia.
“Ambos fueron
sacerdotes, obispos y papas del siglo XX”, dijo el Papa Francisco refiriéndose
a los nuevos santos. “Vivieron los trágicos acontecimientos del siglo pero no
se vieron abrumados por ellos”, destacó.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario