Lo que Limón se
llevó/HÉCTOR TAJONAR
Revista Proceso
#1956, 26 de abril de 20014
Uno de los
acontecimientos culturales más lamentables y oscuros del cambio de siglo en
México fue sin duda la desaparición de la Fundación Octavio Paz (FOP). La
resurrección de dicho instituto, creado con el propósito de preservar, estudiar
y difundir el legado del poeta-pensador, así como de promover el arte, la
cultura y la creación literaria a partir del vasto universo intelectual
contenido en su obra, sería la forma idónea de culminar la conmemoración del
centenario del Premio Nobel de Literatura mexicano. El gobierno de la república
tiene la oportunidad y la responsabilidad históricas de encabezar dicha
iniciativa.
La Fundación Octavio
Paz fue constituida el 11 de diciembre de 1997. Seis días después –en una
ceremonia celebrada en la Casa de Alvarado, en Coyoacán, donada por el gobierno
federal para albergar al organismo–, el entonces presidente Ernesto Zedillo
agradeció que Octavio Paz hubiera confiado en su palabra “de que la fundación
cumplirá con los fines que le dan origen”, (principalmente) “la preservación,
la difusión y el estudio de la obra de Octavio Paz”. La palabra del primer
mandatario no sólo no fue cumplida, sino traicionada por quien fuera su
secretario de Educación Pública, Miguel Limón Rojas.
Octavio Paz falleció
cuatro meses después de haber sido constituida la efímera fundación que llevó
su nombre. A partir de entonces se desencadenó una serie de sucesos
desafortunados que condujeron a la contratación del señor Limón por parte del
patronato para, en teoría, resolver las diferencias en torno a la propiedad y
uso de la biblioteca y los archivos de Octavio Paz. Después de varios meses de
ardura y bien remunerada misión, el supuesto conciliador, ya sin el cargo de
secretario de Educación, terminó disolviendo la Fundación Octavio Paz,
cambiándole el nombre por el de Fundación para las Letras Mexicanas (FLM)
–presentada con bombo y platillo el 8 de mayo de 2003–, presidida por el mismísimo
Miguel Limón Rojas, quien acaba de celebrar una década al frente de su
ilegítima criatura. Intachable ética profesional.
Un dato puede ayudar
a entender el súbito interés del señor Limón por las letras, no tretas,
mexicanas. La Fundación Octavio Paz fue constituida gracias a la donación de 1
millón de dólares por parte de cada uno de los 11 siguientes empresarios
mexicanos: Manuel Arango, Antonio Ariza, Emilio Azcárraga Jean, Alberto
Bailleres, Isaac Chertorivsky, Carlos González Zabalegui, Germán Larrea,
Bernardo Quintana, Alfonso Romo Garza, Carlos Slim y Fernando Senderos; más
otro tanto aportado por el gobierno federal. Un total de más de 100 millones de
pesos al tipo de cambio de 1997, suma nada despreciable para despertar el
apetito de cualquier político recién desempleado.
En un artículo
titulado ¿Para las letras mexicanas?, Gabriel Zaid analizó el currículo de
Limón y calificó de “despropósito” que fuera un político y no un promotor de
las letras quien presidiera el organismo constituido por el expatronato de la
Fundación Octavio Paz. “El doctor Limón resulta el máximo ganador del Premio
Octavio Paz. Cobró a la Fundación Octavio Paz una buena cantidad mensual, que
prolongó durante muchos meses, para estudiar a fondo la situación de un
organismo cuya plantilla laboral constaba de media docena de personas. Después
de tan profundos estudios, no podía sino llegar a una solución bien pensada y
eminentemente objetiva, que recomendó con toda imparcialidad: crear una nueva
fundación, manejada por él”. (Reforma, 23/V/03)
Imperturbable, el
exsecretario de Educación le respondió a Zaid en el mismo diario: “Tengo todos
los elementos que me permiten asegurar que realicé, hasta el límite de lo que
me fue posible, el intento por satisfacer las inconformidades de la señora
(Marie José) Paz con respecto a la Fundación Octavio Paz”. La insolente
respuesta, que pretende imputar a la viuda del poeta la desaparición de la
Fundación Octavio Paz, sintetiza la intriga que practicó el pupilo de Fernando
Gutiérrez Barrios ante los crédulos miembros del patronato de la Fundación
Octavio Paz. Además de cínica, la afirmación del señor Limón es falsa y
representa una inadmisible afrenta a la memoria de Octavio Paz. Remito al
lector al reportaje de Carlos Acosta Córdova, Fundación para las Letras
Mexicanas. Vividores en nombre de Paz (Proceso 1953).
En contraste con la
evidente codicia que mueve al presidente (¿vitalicio?) de la FLM, el único
interés de Marie José Paz ha sido honrar la memoria y preservar el legado de su
esposo. Prueba irrebatible de ello, además de muchas otras, es la dignidad con
la que ha enfrentado el despojo de los recursos destinados a financiar el
Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo, dotado de 100 mil dólares, cubriéndolo
desde 2003 con los exiguos fondos de la asociación Amigos de Octavio Paz. Es
totalmente injusto permitir esa conjura contra la musa, viuda, albacea y
heredera universal del Nobel mexicano.
Otro ejemplo de
abuso y desfachatez contra el legado del autor de La llama doble, fue la
donación del archivo videográfico de los programas en los que participó Octavio
Paz en Televisa, hecha por Emilio Azcárraga Jean a la FLM en una ceremonia
realizada precisamente el día en el que se conmemoró el centenario del
poeta-pensador. El acto fue planeado con la perversidad y mal gusto que
caracterizan la forma de operar del señor Limón, y fue errónea e ingenuamente
aceptada por el actual presidente de la televisora. Su padre, fallecido seis
meses antes de la creación de la Fundación Octavio Paz, a la que apoyó con gran
entusiasmo por el afecto y admiración que le tenía al autor de Árbol adentro,
nunca hubiera permitido ese agravio, ni mucho menos la desaparición de la FOP.
Marie Jo reaccionó
con serenidad y entereza enviando una carta al director del Instituto Nacional
de Derechos de Autor: “Acudo a usted para hacer constar, como heredera de los
derechos autorales de Octavio Paz, que no he dado ni daré a la Fundación para
las Letras Mexicanas, A.C., permiso para la explotación lucrativa o no de su
nombre, su imagen ni sus palabras. Y que me parece un insulto que los mismos
que hicieron lo que hicieron con la Fundación Octavio Paz quieran legitimarse
anunciando que difundirán las grabaciones de su presencia en televisión”.
(Proceso 1954)
Es imperativo
resarcir la infamia cometida contra la memoria del máximo representante de la
historia cultural de México. Además de la buena voluntad de las personas e
instituciones implicadas, la mitad del abultado botín de la FLM bastaría para
restaurar la Fundación Octavio Paz.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario