27 abr 2014

Lo que Limón (Rojas) se llevó


 Lo que Limón se llevó/HÉCTOR TAJONAR
Revista Proceso #1956, 26 de abril de 20014
Uno de los acontecimientos culturales más lamentables y oscuros del cambio de siglo en México fue sin duda la desaparición de la Fundación Octavio Paz (FOP). La resurrección de dicho instituto, creado con el propósito de preservar, estudiar y difundir el legado del poeta-pensador, así como de promover el arte, la cultura y la creación literaria a partir del vasto universo intelectual contenido en su obra, sería la forma idónea de culminar la conmemoración del centenario del Premio Nobel de Literatura mexicano. El gobierno de la república tiene la oportunidad y la responsabilidad históricas de encabezar dicha iniciativa.
 La Fundación Octavio Paz fue constituida el 11 de diciembre de 1997. Seis días después –en una ceremonia celebrada en la Casa de Alvarado, en Coyoacán, donada por el gobierno federal para albergar al organismo–, el entonces presidente Ernesto Zedillo agradeció que Octavio Paz hubiera confiado en su palabra “de que la fundación cumplirá con los fines que le dan origen”, (principalmente) “la preservación, la difusión y el estudio de la obra de Octavio Paz”. La palabra del primer mandatario no sólo no fue cumplida, sino traicionada por quien fuera su secretario de Educación Pública, Miguel Limón Rojas.

 Octavio Paz falleció cuatro meses después de haber sido constituida la efímera fundación que llevó su nombre. A partir de entonces se desencadenó una serie de sucesos desafortunados que condujeron a la contratación del señor Limón por parte del patronato para, en teoría, resolver las diferencias en torno a la propiedad y uso de la biblioteca y los archivos de Octavio Paz. Después de varios meses de ardura y bien remunerada misión, el supuesto conciliador, ya sin el cargo de secretario de Educación, terminó disolviendo la Fundación Octavio Paz, cambiándole el nombre por el de Fundación para las Letras Mexicanas (FLM) –presentada con bombo y platillo el 8 de mayo de 2003–, presidida por el mismísimo Miguel Limón Rojas, quien acaba de celebrar una década al frente de su ilegítima criatura. Intachable ética profesional.
 Un dato puede ayudar a entender el súbito interés del señor Limón por las letras, no tretas, mexicanas. La Fundación Octavio Paz fue constituida gracias a la donación de 1 millón de dólares por parte de cada uno de los 11 siguientes empresarios mexicanos: Manuel Arango, Antonio Ariza, Emilio Azcárraga Jean, Alberto Bailleres, Isaac Chertorivsky, Carlos González Zabalegui, Germán Larrea, Bernardo Quintana, Alfonso Romo Garza, Carlos Slim y Fernando Senderos; más otro tanto aportado por el gobierno federal. Un total de más de 100 millones de pesos al tipo de cambio de 1997, suma nada despreciable para despertar el apetito de cualquier político recién desempleado.
 En un artículo titulado ¿Para las letras mexicanas?, Gabriel Zaid analizó el currículo de Limón y calificó de “despropósito” que fuera un político y no un promotor de las letras quien presidiera el organismo constituido por el expatronato de la Fundación Octavio Paz. “El doctor Limón resulta el máximo ganador del Premio Octavio Paz. Cobró a la Fundación Octavio Paz una buena cantidad mensual, que prolongó durante muchos meses, para estudiar a fondo la situación de un organismo cuya plantilla laboral constaba de media docena de personas. Después de tan profundos estudios, no podía sino llegar a una solución bien pensada y eminentemente objetiva, que recomendó con toda imparcialidad: crear una nueva fundación, manejada por él”. (Reforma, 23/V/03)
 Imperturbable, el exsecretario de Educación le respondió a Zaid en el mismo diario: “Tengo todos los elementos que me permiten asegurar que realicé, hasta el límite de lo que me fue posible, el intento por satisfacer las inconformidades de la señora (Marie José) Paz con respecto a la Fundación Octavio Paz”. La insolente respuesta, que pretende imputar a la viuda del poeta la desaparición de la Fundación Octavio Paz, sintetiza la intriga que practicó el pupilo de Fernando Gutiérrez Barrios ante los crédulos miembros del patronato de la Fundación Octavio Paz. Además de cínica, la afirmación del señor Limón es falsa y representa una inadmisible afrenta a la memoria de Octavio Paz. Remito al lector al reportaje de Carlos Acosta Córdova, Fundación para las Letras Mexicanas. Vividores en nombre de Paz (Proceso 1953).
 En contraste con la evidente codicia que mueve al presidente (¿vitalicio?) de la FLM, el único interés de Marie José Paz ha sido honrar la memoria y preservar el legado de su esposo. Prueba irrebatible de ello, además de muchas otras, es la dignidad con la que ha enfrentado el despojo de los recursos destinados a financiar el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo, dotado de 100 mil dólares, cubriéndolo desde 2003 con los exiguos fondos de la asociación Amigos de Octavio Paz. Es totalmente injusto permitir esa conjura contra la musa, viuda, albacea y heredera universal del Nobel mexicano.
 Otro ejemplo de abuso y desfachatez contra el legado del autor de La llama doble, fue la donación del archivo videográfico de los programas en los que participó Octavio Paz en Televisa, hecha por Emilio Azcárraga Jean a la FLM en una ceremonia realizada precisamente el día en el que se conmemoró el centenario del poeta-pensador. El acto fue planeado con la perversidad y mal gusto que caracterizan la forma de operar del señor Limón, y fue errónea e ingenuamente aceptada por el actual presidente de la televisora. Su padre, fallecido seis meses antes de la creación de la Fundación Octavio Paz, a la que apoyó con gran entusiasmo por el afecto y admiración que le tenía al autor de Árbol adentro, nunca hubiera permitido ese agravio, ni mucho menos la desaparición de la FOP.
Marie Jo reaccionó con serenidad y entereza enviando una carta al director del Instituto Nacional de Derechos de Autor: “Acudo a usted para hacer constar, como heredera de los derechos autorales de Octavio Paz, que no he dado ni daré a la Fundación para las Letras Mexicanas, A.C., permiso para la explotación lucrativa o no de su nombre, su imagen ni sus palabras. Y que me parece un insulto que los mismos que hicieron lo que hicieron con la Fundación Octavio Paz quieran legitimarse anunciando que difundirán las grabaciones de su presencia en televisión”. (Proceso 1954)
 Es imperativo resarcir la infamia cometida contra la memoria del máximo representante de la historia cultural de México. Además de la buena voluntad de las personas e instituciones implicadas, la mitad del abultado botín de la FLM bastaría para restaurar la Fundación Octavio Paz.


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