La patria eres tú…
Publicado el Sábado, La Patilla, 26 Abril 2014 12:48
Escrito por Gustavo
Tovar Arroyo (@tovarr)
“Patria son tantas
cosas bellas” Rubén Blades
Las bases políticas
del desprecio
Hugo Chávez en vida
cacheteó, pisoteó, amordazó y torturó a Venezuela; para que no quedará ninguna
duda sobre su monumental coñaza a la patria -y como burla póstuma- nos legó a
Nicolás, su amado.
Chávez era un
cínico, siempre lo fue. Despreciaba a la patria, su rencor era superior a
cualquier sentimiento noble que alguna vez pudo tener por ella.
He pensado mucho en
él a raíz del “diálogo”. Ver conversar a la cuarta y a la quinta repúblicas,
verlas abrazarse, entenderse, pactar, negociar, me resultó muy didáctico. Lo
comprendí todo.
Lo cierto es que si
el diálogo funcionara el chavismo dejaría de ser chavismo, por eso fracasará
sin lugar a duda: está fundado sobre las bases políticas del desprecio.
El insulto de
Aveledo
Cuando la semana
pasada Ramón Guillermo Aveledo insultó al director del Foro Penal, Alfredo
Romero, cuyo heroico esfuerzo no ha sido otro sino atender a las miles de
víctimas venezolanas del ultraje chavista, a los heridos, a los torturados, a
los encarcelados, a los muertos, comprendí ingratamente que el desprecio no es
un sentimiento exclusivo del chavismo.
El desprecio
político es venezolano, está en todas partes, es una peste.
Uno no sabe qué
papel cumple Aveledo a estas alturas, a quién representa, cuál es su función,
quién le atribuye el privilegio del insulto o, algo más elemental, donde cobra
quince y último. Uno no entiende mucho, uno está desconcertado.
Sabemos, sí, sin
mezquindades, que cumplió un encomiable trabajo en su momento, que sobrellevó
muy bien el compromiso unitario de las primarias (con todas las dificultades
que ello significó y significa), que respaldó institucionalmente las sendas
campañas presidenciales de Henrique Capriles y que intentó, a su modo, mantener
la plural unidad opositora.
Pero ahora ¿qué
hace? ¿Insultar a quiénes han ofrecido lo mejor de sí para defender la dignidad
de los venezolanos que claman libertad, justicia y democracia en las calles?
Los logros del Foro
Penal son diametralmente distintos a los fracasos de la Mesa de la Unidad (los
electorales han sido los más graves e irresolutos). Mientras el Foro Penal ha
unido a Venezuela en un sentimiento de fraternidad y de justicia, la MUD ha
hecho trizas la unidad política de la oposición con su permanente desprecio a
los estudiantes, a los líderes opositores rebeldes, a la digna lucha de los venezolanos
en las calles y ahora hasta a sus defensores de derechos humanos.
Generalizo cuando
inculpo a la Mesa de la Unidad en bloque, no son todos, son algunos: su
cogollo, herederos infalibles e imperturbables de las prácticas de la cuarta
república, la misma que causó el desastroso advenimiento de Chávez al poder (no
puedo dejar de pensar en el desprecio de Caldera por la democracia y la
justicia) y que a través del diálogo, de los pactos y las negociaciones con el
régimen se resiste a morir.
¿Van viendo hacia
dónde va este suelto?
Maduro admira a
Ramos Allup
Le guardo cierta
simpatía intelectual a Ramos Allup, simpatía que no me impide observar el daño
que le ha causado a uno de los partidos políticos más importantes de la
historia latinoamericana: Acción Democrática (AD).
AD es hoy como
Pompeya, una calcinación, una reliquia. Uno transita el partido como quien
deambula entre escombros. No digo que Ramos Allup sea el Vesubio adeco, pero sí
creo que su incapacidad para organizar, su falta de visión y su mezquindad al
impedir el surgimiento de líderes emergentes, han hundido al partido blanco en
el desprecio.
Otra vez la palabra
recurrente, la palabra peste en la cuarta y en la quinta republicas: el
desprecio.
Maduro admira a
Ramos Allup, al menos eso dijo. No sabemos si admira el sabio uso que hace del
secador de pelo (destreza que los identifica, por cierto); o su capacidad para
parlotear de modo peculiar e ilustrado sin ningún resultado práctico (Ramos es
un extraordinario tribuno, ¿quién lo duda?); o su volcánico genio para demoler
todo a su alrededor, incluso a AD el partido de Betancourt, Gallegos o Andrés
Eloy.
Lo que sabemos es
que ambos, en su estéril diálogo, nos mostraron el porqué Venezuela está tan
acoñaseada: por el desprecio unívoco que sienten ambos, que los une, que los
hermana, ante la esplendorosa voz de libertad de los mártires que gritan:
¡Bandera, bandera, bandera!
Capriles dice que
los extremos se necesitan y se retroalimentan. Bueno, ahí los tuvo sentaditos
junto a él: los extremistas políticos del desprecio, esa peste.
Patria son tantas
cosas bellas
El 12 de febrero de
2014, doscientos años después de la heroica rebelión popular de 1814 (liderada
por los jóvenes de entonces como ahora), el “aprecio” se rebeló, está en la
calle.
Aprecio por la
dignidad venezolana antes que nada, aprecio por la libertad y por la justicia
(el Foro Penal a la vanguardia), aprecio por la fraternidad y la igualdad de
nuestro pueblo, aprecio por la soberanía y la democracia, aprecio por la valentía
y el coraje, aprecio por el venezolano y por lo venezolano, aprecio, mucho
aprecio, por la patria Venezuela.
No todo está
perdido. La dignidad crece, es mayoría. Mientras exista un venezolano digno,
habrá patria. Tú eres ese venezolano y venezolana digna, tú eres esa dignidad
rebelde, tú eres la patria que se rebela.
A coro con Rubén
Blades te digo con el alma en la garganta: “Flor de barrio, hermanita,
hermanito, ¡patria son tantas cosas bellas! Como aquel viejo árbol del que nos
habla el poema, como el cariño que guardas después de muerta la abuela, son las
paredes de un barrio, es su esperanza morena. Es lo que se lleva en el alma
cuando uno se aleja. Son los mártires que gritan: ¡Bandera, bandera, bandera!
No memorices lecciones de dictaduras o encierros, la patria no la definen los
que suprimen a un pueblo. La patria es un sentimiento como mirada de viejo, sol
de eterna primavera, risa de hermanita nueva: La patria son tantas cosas
bellas.”
La patria eres tú,
porque tú eres esa belleza llamada Venezuela.
No te canses:
¡lucha!
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