Juan XXIII y Juan
Pablo II ya son santos
IACOPO SCARAMUZZI
Vatican Insider, CIUDAD DEL VATICANO
“Beatos Ioannem
XXIII et Ioannem Paulum II Sancots esse decernimus et definimus, ac Sanctorum
Catalogo adscribimus…”.
Eran las 10:15 hrs. cuando Papa Francisco declaró
santos a Juan XXIII y a Juan Pablo II. En la Plaza San Pedro estaba
lloviznando, la multitud estaba en silencio. Para subrayar la gravedad de la
decisión, el cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación de los Santos,
se dirigió en tres ocasiones al Papa con tres “petitiones” para pedirle la
canonización de sus dos predecesores. «Para honor de la Santísima Trinidad,
para la exaltación de la fe católica y el incremento de la vida cristiana, con
la autoridad de nuestro Señor Jesúcristo, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo
y Nuestra, después de haber reflexionado
largamente, invocada tres veces la ayuda divina y escuchado el parecer de
muchos de Nuestros Hermanos en el Episcopado, declaramos y definimos Santos
–fue la respuesta del Pontífice en latín– a los Beatos Juan XXIII y Juan Pablo
II, y los inscribimos en el elenco de los Santos y establecemos que en toda la
Iglesia ellos sean devotamente honrados entre los Santos». Un aplauso atravesó
la marea humana de peregrinos extendida por las calles de Roma.
Los dos Papas son
santos. En el atrio de la Basílica vaticana, otros dos Pontífices están
presentes. Benedicto XVI llegó poco antes de que comenzara la Misa. Vestido con
los mismos paramentos litúrgicos, de color blanco simple, de los demás
cardenales que se siguieron, se movía con pasos pequeños. Desde la multitud,
que observa desde cerca el evento gracias a las mega-pantallas, se eleva un
aplauso. A su lado esta mons. Georg Gaenswein, su secretario y Prefecto de la
Casa Pontificia. Hasta entonces Gaenswein había estado recibiendo a los reyes,
presidentes y mandatarios que participan en la celebración: el primer ministro
italiano Matteo Renzi, acompañado por su esposa, el francés Manuel Valls, los
reyes de Bélgica y España, el anicano y polémico presidente de Zimbabwe, Robert
Mugabe, la cúpula de la Unión Europea (José Manuel Barroso e Herman Van
Rompuy), el primer ministro irlandés,
Enda Kenny, el presidente libanés, Michel Sleiman, el polaco Bronislaw Komorowksi, el presidente
de Hungría, Janos Ader…
Cuando llegó
Ratzinger se sentó a la izquierda del altar, en el sector reservado a los
purpurados; saludó desde lejos, se puso lentamente las gafas y abrió el libreto
de la Misa.
Antes de que los cardenales, formados, fueran a saludarlo (alguno
incluso le besó la mano), el cardenal Roger Etchegaray, vice-decano del colegio
cardenalicio, se entretuvo con él algunos instantes. También se le acercó Sor
Tobiana, histórica colaboradora de Papa Juan Pablo II. Mons. Gaenswein recibió
después al presidente italiano Giorgio Napolitano, acompañado por su esposa, la
señora Clío, y los invitó a saludar al Papa emérito. Mientras tanto, Francisco
llega al lugar, cerrando la breve procesión de los cardenales. Nuevos aplausos.
Bendice el altar con el incienso y después se dirige, después de todos los
cardenales, a saludar a su predecesor.
Joseph Ratzinger se levanta y se
abrazan.
La multitud aplaude.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario