27 abr 2014

Un discurso para ser escuchado por el poder


Un discurso para ser escuchado por el poder
ALEJANDRO GUTIÉRREZ Y ARMANDO PONCE
Revista Proceso #1956, 26 de abril de 20014
ALCALÁ DE HENARES, ESPAÑA.– Diego Valadés, quien formó parte del jurado del Premio Cervantes como representante de la Unión de Universidades de América Latina (Udual), consideró que el discurso de Elena Poniatowska al recibirlo “confirma que se trata de una escritora, además de luminosa en cuanto a sus letras, muy comprometida con la realidad social del país”.
Lo es, expresó, por aludir el tema de la violencia que afecta a la mujer, que afecta a los pobres, que afecta a los indígenas, “y esto es importante decirlo en este escenario”.
Quien fuera Procurador de la República señaló a la salida del Paraninfo de la universidad de esta pequeña ciudad a 50 kilómetros de Madrid, que se trató de “un discurso muy mexicano, no sólo en su contenido literario, sino en el uso de muchos mexicanismos, lo cual es importante porque es la reafirmación de toda una cultura, de tal manera que el aplauso que todos escuchamos y del que todos participamos, corrobora que su discurso tuvo un gran impacto”.

 Valadés, en primera fila durante la entrega del galardón, fue uno de los nueve miembros del jurado en la sesión del 19 de noviembre pasado, cuando después de ocho votaciones se eligió por unanimidad a Poniatowska Amor como la ganadora del Cervantes.
 Aunque aclaró que estaba imposibilitado de dar a conocer el proceso de elección y los nombres de los 29 candidatos, “porque existe el compromiso de no hacer comentarios sobre el desarrollo de la votación”, sí relata que entre los escritores finalistas había una gran calidad creativa, tanto en los latinoamericanos, los mexicanos y los españoles.
 “Eso explica también la cantidad de votaciones, haciendo eliminaciones. Fue una experiencia enriquecedora para mí.”
 El jurista recordó que aunque no hay un acuerdo expreso, sí existe un entendimiento tácito de que el Cervantes se otorga un año a un escritor o escritora de España y el otro año es para América Latina, “de manera que aunque había muy buenos escritores españoles considerados, el jurado fuera derivando rápidamente hacia América Latina”.
 En opinión del académico, el discurso de Elena Poniatowska debe ser tomado con mucha atención en México:
 “Yo creo que la voz de Elena se deja escuchar por la sociedad y que, por lo mismo, debe ser escuchada también por el poder.”
 Incluso enfatizó que los temas fueron planteados en términos apartidistas, como una observadora y participante en un proceso social, “cuya autoridad deriva fundamentalmente de que ha sido siempre muy congruente toda su vida, de manera que esa congruencia expresada en su creación literaria, expresada en su labor periodística, expresada en su vida cotidiana y su vida familiar, es lo que le da un gran valor a este discurso de hoy que fue muy bien recibido”.
 Por su parte, Marta Lamas lo definió como un “discurso político escrito maravillosamente”, en el que “entretejió aspectos de su obra con una reivindicación política de primer nivel”:
 “Se dio el gusto y el lujo de mencionar ciertos temas políticos, empezando por la Guerra Civil Española, hablar de Federico García Lorca, del exilio y del barco Marqués de Comillas (en el que se trasladaron los republicanos y la familia Poniatowski), hablar del diplomático mexicano Gilberto Bosques, de Lázaro Cárdenas.”
 Y temas actuales, como los homicidios de mujeres en Ciudad Juárez; los desaparecidos, la migración, la pobreza y la desigualdad, los que Franz Fanon llamó “los condenados de la tierra”, los desposeídos y los más vulnerables.
 Para la feminista y amiga de la autora de Tinísima y Leonora, el discurso en sí es un éxito:
 “Porque en México todo mundo sabe quién es Elena Poniatowska, pero aquí cautivó su estilo, su originalidad, su agudeza y su buen humor.”
 Y en plan de broma añadió:
 “Creo que en México deben estar bastante agradecidos de que no mencionó a nadie por su nombre, porque ella fue muy respetuosa, pero deja el reto, porque la realidad que describió es en sí el reto.”
 La antropóloga y colaboradora de Proceso matizó su verdadera participación al comentar con Elena el contenido del discurso durante su elaboración:
 “Sí, fue cierto a medias. En el primer discurso ella incluía temas de fuera, si bien hablaba de María Sabina o de Roberto Bolaño, hablaba de otras cosas, y yo le dije: ‘Concéntrate en ti, en lo que tú has dicho y en lo que tú eres’, lo que pasa es que ella exagera diciendo que yo le enmendé la plana. No es así, sólo le dije ‘acota’, porque estaba abriendo demasiado el espectro.”
 Y aunque dijo que hubiera significado una “culpa honrosísima”, aclaró que todo el mérito es de la propia escritora.
 Consideró también como “un datazo” que refiriera que el premio lo han ganado 33 hombres y sólo cuatro mujeres, “porque el canon literario es un canon androcéntrico en la literatura occidental y también latinoamericana, la mayoría de los críticos y los jurados suelen ser hombres, y ahora se empieza a ver un poco de conciencia de lo políticamente correcto de que, si somos la especie humana mitad hombres y mitad mujeres, y con la cantidad de mujeres escritoras que hay, debería haber mayor número de mujeres premiadas”.
 De ahí que Poniatowska lamentara en su texto que no se le haya dado el premio a Rosario Castellanos o a María Luisa Puga, “quienes no tuvieron mejor suerte”.
 Lamas subrayó que en los círculos políticos de México será más fácil que no se den por aludidos con el discurso, pese a ser de mucho nivel, y sólo derivarlo con lo bueno que hayan premiado a una mexicana, por lo cual aventuró:
 “Va a haber más celebración que autocrítica.”
 A su vez la otra invitada especial por la escritrora, Sara Poot Herrera, doctora en literatura hispánica por El Colegio de México y profesora de la Universidad de California en Santa Bárbara, relató en el claustro de la universidad que estuvo muy cerca del proceso de elaboración del discurso, “yo lo único que le dije es que ella debía ser Elena Poniatowska”.
 Y “fue maravilloso”, remató entusiasta, “porque hizo una cosa muy popular; es cuando la pasión se junta con la razón. Pero atrás de eso popular, tan característico de Elena, hay una cultura muy profunda, y como diría Alfonso Reyes, ‘arraiga en la profundidad para que pueda ser popular´. Creo que las palabras de Elena no son de un discurso folclórico ni folclorista, que igual hubieran tenido su mérito, sino es muy Elena, porque está tan bien hecho que no muestra sus costuras”.
 Poniatowska cerró su discurso con las palabras “Muchas gracias por escuchar”.

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