Vargas Llosa se
postra ante los estudiantes venezolanos
La entrega de una
bandera de Venezuela y una camiseta con la insignia del movimiento
universitario opositor conmueve al escritor. “Ha sido más emocionante que
recibir el Nobel”
ALFREDO MEZA Caracas
El País, 27 ABR 2014
La frase más
rimbombante de la visita de Mario Vargas Llosa empezó a cincelarse cuando bajó
del avión que lo trajo a Venezuela. Primera alusión. Apenas traspasó la hostil
aduana del aeropuerto de Maiquetía –le revisaron con detalle sus pertenencias,
incluso los libros- comentó con ironía a los periodistas que le esperaban la
bienvenida que le habían dado, hizo votos porque el diálogo entre el Gobierno y
la oposición no fuese solo una finta. Cuando le preguntaron acerca del
movimiento estudiantil opositor dijo: “Ellos
están desarrollando una magnífica labor a favor de la democracia, de la
libertad política, la libertad individual y económica. Me solidarizo con
ellos”.
Desde entonces no
dejaría de elogiarlos en las entrevistas concedidas y en general en toda clase
de intervenciones informales, en una secuencia que alcanzó la cima en la
clausura del evento del 30 aniversario de Cedice –una respetada organización
que profesa el credo liberal- que lo tuvo como la atracción principal del reparto.
“Doy fe de su emoción. Tenía los ojos aguados”, dijo el periodista César Miguel
Rondón, quien estaba sentado a su lado cuando recibió el obsequio que
provocaría luego la frase que este sábado destacaba toda la prensa local en sus
grandes titulares.
Vargas Llosa dormía en un hotel cercano
al teatro Chacao, donde se celebró el evento, llamado “América Latina: la
libertad es el futuro”. Al Nobel le gustaba escuchar a los oradores de los
paneles, contrastar quizá sus ideas con la de los otros y por eso se lo podía
ver entre el público como uno más. Pero al rato salía del auditorio para
cumplir con todos los que lo esperaban: periodistas (muchos), estudiantes
(muchos también) y curiosos que buscaban su autógrafo en la solapa de las
novelas y ensayos. Asediado como el campeón de las letras que es, el autor
peruano, sin embargo, siempre encontró tiempo para hablar con los estudiantes.
El jueves en la tarde ya se había reunido en dos ocasiones con ellos. El
viernes por la mañana, muy temprano, se volvió a citar con los dirigentes
estudiantiles de las universidades locales en uno de los camerinos del teatro
antes del comienzo de la primera conferencia. Alfredo Graffe, el presidente
adjunto de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad Simón
Bolívar, fue uno de los asistentes. Se reunieron unos 45 minutos. Las fotos de
esa cita inolvidable para ellos y en cierta medida para él, que a medida que
pasaban los días se mostraba más conmovido con el relato de su lucha, están
documentadas en las redes sociales. “Nos dijo que no abandonemos jamás el
camino democrático a pesar de que se profundice esta dictadura. Hay que
mantener los principios”, recordó Graffe.
Hubo otras ofertas del Nobel: organizar
en Lima un simposio en el que los estudiantes venezolanos puedan exponer la
causa de su lucha a otros pares del continente. Pero quizá lo más importante era la
visibilidad internacional que el prestigio del autor peruano le había dado a la
causa al enarbolarla y convertirse en un entusiasta defensor. A esa emoción Vargas
Llosa sumaba una razón histórica: los estudiantes en América Latina han sido la
vanguardia de todo proceso de cambio. De todo eso y mucho más habló el viernes
en la clausura del evento. Dejó frases que emocionaron a la audiencia: “Va a haber por desgracia más víctimas,
pero este es un proceso irreversible”, dijo en referencia a las protestas
callejeras que en poco más de dos meses de refriega han dejado, según cifras
oficiales, 41 muertos y 710 heridos. “Venezuela debe aprovechar la
experiencia de los últimos 15 años para vacunarse contra la tentación de la
tribu, como decía Popper”. “Las utopías nos la podemos permitir en el arte y la
literatura donde no hacen daño. En la realidad hay que resignarse a los
consensos de la mediocre democracia”.
Al terminar de
clausurar el evento, que fue moderado por Rondón y por Marcel Granier, el
presidente de la desaparecida televisora Radio Caracas Televisión, el
intelectual asistió a un coctel en casa de
Miguel Henrique Otero, el editor del diario El Nacional. La gente que allí
lo esperaba para fotografiarse o estrecharle la mano jamás pudo llegarle con
comodidad. Vargas Llosa estaba cercado por los estudiantes, sus estudiantes,
con quienes se fotografió usando una gorra calada de la bandera de Venezuela
hasta que lo llevaron a un estudio, donde recibió a un reducido grupo
seleccionado por los anfitriones del agasajo. Hasta allí llegaron Gonzalo
Himiob y Alfredo Romero, directores del Foro Penal, la organización de derechos
humanos que ha documentado las torturas y abusos oficiales en más de dos meses
de protesta, quienes hicieron un recuento de sus hallazgos. El escritor salió
de allí sorprendido por el rigor de la información que había recibido y el
detalle de los maltratos. “Tal vez escriba algo en mi columna”, comentó.
Había llegado la
hora de irse. En el rostro se reflejaba un tono marchito por el ajetreo de los
días previos. Álvaro Vargas Llosa, de terno color crema, esperaba a su padre
con unos libros en la mano mientras éste se despedía de sus anfitriones. Entre tantas idas y venidas, entre
solicitudes postreras de fotografías, se le cayó la gorra con la bandera
impresa de Venezuela, que puso de moda el gobernador Henrique Capriles en sus
dos campañas electorales. La persona que la recogió evocó entonces en voz
baja el episodio que conmovió al Nobel en la mañana del viernes. Al final de un
panel llamado “Juventud y libertad: el futuro”, en el que habían participado
los estudiantes, Vilca Fernández, de la Universidad de los Andes, bajó del
proscenio con una bandera de Venezuela y una camiseta color vinotinto del
movimiento estudiantil para obsequiársela. El propio Vargas lo evocaría al
momento de despedirse del público venezolano en el teatro. “Pocas veces me he emocionado tanto como cuando los estudiantes me
entregaron la franela del movimiento estudiantil y la bandera de Venezuela. Más
emocionante que haber recibido el Premio Nobel. Y es verdad”. Y entonces todo
el auditorio lo aplaudió de pie.
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Vargas Llosa
respalda en Caracas la lucha estudiantil contra el chavismo
“Sus muertos, sus
torturados y sus luchas, son también nuestras”, dice el Nobel durante su visita
a Venezuela
EWALD SCHARFENBERG
EL PÁIS, Caracas 25 ABR 2014
La visita de un
Nobel de Literatura no tendría que tomarse por un evento subversivo en ningún
país. Pero está visto que en Venezuela y con Mario Vargas Llosa las cosas
resultan distintas. “No he venido a provocar a nadie”, aclaró este jueves el
escritor, nacido en Perú y de nacionalidad española. La noche anterior había
llegado a Caracas, donde cumplirá una apretada agenda de dos días. “Vengo a
decir lo mismo que digo en mi país o en España”.
Vargas Llosa, un
ferviente defensor del liberalismo además de campeón de las letras, no es un
recién llegado a Venezuela. En este país obtuvo su primer lauro literario de
peso, el “Rómulo Gallegos” de 1967 por su novela La casa verde, que le concedió
a sus 30 años de edad una bolsa de 100.000 dólares y la distinción precoz como
emblema del boom latinoamericano. Desde entonces ha sido un visitante asiduo.
La última vez que estuvo en la capital venezolana, en mayo de 2009, había
aceptado un reto del comandante Hugo Chávez, que le calificó entonces de
“intelectualoide”, para debatir sobre las virtudes y desventajas de capitalismo
y socialismo. El duelo llegó a tener fecha y hora concertada, pero justo en la
víspera Chávez se negó. “Para que Vargas debata conmigo”, sentenció el ex
teniente coronel, “primero tendría que ser presidente del Perú”.
A cinco años de ese
exabrupto y con Chávez ya difunto, Vargas Llosa se encuentra con un país y una
sociedad en plena transformación. Si bien la excusa que esta vez le ha traído
es la celebración del 30 aniversario de Cedice –un respetado centro de
divulgación del pensamiento liberal en Venezuela-, la oportunidad política le
ha conferido un cariz inédito a su presencia. El Gobierno del sucesor de
Chávez, Nicolás Maduro, trastabilla ante una colosal crisis económica y después
de más de dos meses de protestas, hasta el punto de verse obligado a sentarse a
conversar con representantes de la opositora Mesa de la Unidad Democrática
(MUD). En ese contexto la llegada del Nobel de 2010 ha sido recibida por los
sectores de oposición, incluyendo a los más insurreccionales, como la de un
refuerzo moral que viene a aportar nuevos bríos y mayor visibilidad a su lucha.
Los detalles que se
han dado a conocer de la agenda de Vargas Llosa en Caracas han sido pocos. En
parte se trata de una deferencia que permite abrir espacios de descanso para
una personalidad siempre activa y vigorosa pero que ya tiene 78 años. Y también
se debe, sobre todo, a consideraciones de seguridad. Se ha visto a una numerosa
protegiendo al escritor desde su llegada.
Sus presentaciones
públicas tendrán lugar en el Centro Cultural Chacao, una dependencia de la
alcaldía del opositor Ramón Muchacho, bajo cuya jurisdicción se encuentran
zonas, como la Plaza Altamira, que desde febrero han servido de escenarios para
las protestas antigubernamentales. Chacao fue también durante ocho años bastión
del exalcalde Leopoldo López, dirigente del partido Voluntad Popular a quien el
Gobierno achaca buena parte de la responsabilidad por los disturbios y por ello
lo mantiene detenido en una cárcel militar a las afueras de Caracas desde hace
nueve semanas.
Vargas Llosa no ha
dejado de mencionar a López en sus intervenciones del primer día de actividades
en Caracas, como también lo hizo con María Corina Machado, la defenestrada
diputada de oposición que, después de perder su fuero parlamentario, enfrenta
una amenaza de prisión. “Maduro y Diosdado Cabello no son los rostros de
Venezuela ante el mundo”, aseguró el escritor en referencia a los dirigentes
máximos del oficialismo, “sino López y Machado”. Sin embargo, el escritor ha
subrayado su interés por el movimiento estudiantil que encabeza las protestas.
Este jueves –mientras se hacían en Caracas los preparativos para la tercera
sesión de diálogo entre el Gobierno y la oposición, y en las ciudades Mérida y
Valencia los cuerpos de seguridad chocaban con grupos de manifestantes-, el
autor de Conversación en la Catedral yLa guerra del fin del mundo sostuvo dos
reuniones con dirigentes estudiantiles. Trascendió que tendría al menos otra
programada para el viernes. “Sus muertos, sus torturados y sus luchas, son
también nuestras; les expresamos nuestra gratitud”, fueron las palabras que
Vargas Llosa dedicó a los estudiantes venezolanos durante una rueda de prensa
previa al foro conmemorativo de Cedice, su anfitrión.
Siendo una figura de
prominencia mundial, los medios del Estado y los radioeléctricos de gestión
privada se las han visto duras para pasar por alto la presencia del premio
Nobel. Con todo, la principal televisora oficial, Venezolana de Televisión, se
las arregló para no mencionarlo. Desde el website Aporrea.org, un portal
informativo y de opinión no oficial que suele reflejar las posiciones del ala
izquierda del chavismo, se llamaba al escritor el “guarimbero mayor”, al tiempo
que difundía un comunicado en repudio a la visita, suscrito por “periodistas
populares y revolucionarios”. Hasta el momento, el escritor ha concedido en
Caracas entrevistas solo al circuito Unión Radio y a un programa de producción
independiente del canal 24 horas de noticias Globovisión.
En el pasado, el
régimen chavista no ha dudado en expulsar del país a voceros que consideró
impertinentes, sin importar lo elevado de sus perfiles. La dirigente
democristiana peruana Lourdes Flores y José Miguel Vivancos, director de la
organización Human Rights Watch, están entre los visitantes que en otras
ocasiones llegaron a emitir declaraciones que el Gobierno venezolano encontró
lo bastante irritantes como para decretar su expulsión inmediata. Aún en esta
coyuntura tan delicada, las autoridades de la autodenominada revolución
bolivariana parecen tener claro el costo que supondría una medida de esa índole
contra un pensador de talla universal.
De existir alguna
amenaza real, el escritor o no la ha registrado en su radar o no se deja
intimidar por ella. Por el contrario, fiel a su promesa de decir “lo mismo que
siempre digo” y en correspondencia con la militancia en pro de las libertades
en Venezuela que muestra en sus artículos, parece querer llevarlas hasta unos límites
que busca tantear. Al filo de la injerencia en los asuntos internos, expresó el
jueves su deseo de que el proceso de conversaciones abierto entre Gobierno y
oposición culmine en la liberación de unos presos políticos de cuya mera
existencia la revolución reniega. Advirtió que el pueblo venezolano se equivocó
al elegir a Chávez y a un proyecto “que emula a Cuba y a Corea del Norte (…)
Venezuela atraviesa un anacronismo radical”. Tal es el tenor de las expresiones
con las que, para inquietud del Gobierno, Vargas Llosa seguirá haciéndose
escuchar durante las próximas horas en Caracas.
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