En
peligro estructural, el templo metodista El Mesías/SARA
PANTOJA
Revista Proceso # 1065, 28 de junio de 2014
Catalogado
como inmueble histórico por el INAH, el templo metodista de la calle Balderas
presenta daños estructurales. La comunidad religiosa del mismo achaca el
deterioro a la construcción de un hotel en un predio contiguo, pero la compañía
hotelera niega que las afectaciones sean de su responsabilidad. Mientras se
espera un dictamen imparcial del caso, los metodistas acusan a la citada
dependencia de tomar partido en favor de los empresarios constructores.
Catalogado
como monumento histórico por el Instituto Nacional de Antropología e Historia
(INAH) y como el ejemplar más relevante del estilo neogótico-isabelino del
siglo XIX en la Ciudad de México, el templo El Mesías, de la Iglesia Metodista
de México, podría estar amenazado por la construcción de un hotel de la cadena
internacional IBIS, propiedad de la transnacional Accor.
Desde
mediados de 2013, cuando se inició la edificación del hotel –de nueve pisos,
planta baja, dos sótanos, restaurante y zona comercial–, representantes del
templo, el INAH y la inmobiliaria Solara Bienes Raíces se enfrascaron en una
polémica por el origen y la gravedad de los daños que presenta el inmueble
religioso.
El
asunto llegó hasta los escritorios de Emilio Chuayffet, secretario de Educación
Pública, y de Miguel Ángel Osorio Chong, titular de Gobernación, y obligó al
INAH a solicitar un peritaje, cuyos resultados estarán listos en las próximas
semanas; este documento servirá para deslindar responsabilidades.
En
el número 47 de la calle Balderas –colonia Centro y perímetro B de la Zona de
Monumentos del Centro Histórico, en la delegación Cuauhtémoc–, el templo fue
diseñado por el ingeniero Russell P. Cook y se construyó entre 1881 y 1900. Su
fachada es de cantera, sus muros de piedra y la cubierta de viguería de madera.
El
2 de abril de 1980 fue declarado monumento histórico. Según la Ficha Nacional
de Catálogo de Monumentos Históricos del INAH (CNMH) su número es 090060071285
y su folio SICNMHI es 44665. El número de expediente en el archivo geográfico
del CNMH es C.C. 02/014/00 12907. Dos años después del sismo de 1985 fue sometido
a trabajos de reparación, conservación y mantenimiento.
A
partir de ese momento no presentó problemas hasta ahora, cuando los encargados
del templo notaron grietas en los muros, una separación entre el techo de la
nave central y la pared, desplazamiento de los travesaños que soportan la nave
norte y “abombamiento” de las columnas. Además percibieron que los vitrales se
habían descuadrado y había un desnivel de 16 centímetros en la capilla sur, el
mismo lado donde se construye el complejo hotelero.
Carlos
Aguilar, presidente de la Comisión de Seguimiento y Supervisión de la
Construcción de Balderas 49, y Ariel Larios, encargado de la relación con
autoridades locales y federales, ambos de la Iglesia Metodista de México,
dijeron que desde el inicio de la obra a cargo de la empresa Rocal Project and
Construction Management, la estructura del templo aceleró su deterioro.
Su
temor es que ello represente un riesgo para sus feligreses, que los fines de
semana son más de 500.
En
entrevista muestran la documentación que han intercambiado con Solara Bienes
Raíces, el INAH, el Conaculta, la SEP, la Secretaría de Gobernación (Segob), la
delegación Cuauhtémoc y la Secretaría de Protección Civil local. En cada oficio
advirtieron de los daños y solicitaron la atención de las autoridades para
revisar el edificio y suspender la obra.
Personal
del Conaculta realizó una visita de verificación por orden de la Dirección de
Licencias e Inspecciones del INAH. En sus conclusiones, asentadas en el oficio
401.F (22)71.2014/1177, se reporta “la existencia de grietas en muros donde
previamente se colocaron testigos, los cuales no se han quebrado. Asimismo se
observan asentamientos diferenciales en el inmueble que se han acusado en pisos
a partir del inicio de la obra”.
Continúa:
“A raíz del seguimiento que ha dado a la obra, (el INAH) observa que las
grietas se han ampliado, así como los hundimientos. Existe una empresa que ha
verificado que el hundimiento ya es de 16 centímetros, por lo que preocupan los
daños causados, además los testigos colocados no son de yeso”.
Aun
con estos escritos, Aguilar y Larios critican: “Nadie se responsabiliza por los
daños ocasionados al templo”. Incluso acusan al INAH de omisión: “Parece que
está defendiendo a la empresa y no al monumento histórico. Nos dijo que no
puede hacer nada hasta que se concluya la construcción”.
En
un oficio enviado el 16 de mayo a la directora del INAH, María Teresa Franco,
los encargados del templo fueron enfáticos: “No queremos que nos defienda,
queremos que cumpla con su responsabilidad de preservar un monumento histórico,
patrimonio nacional que es su razón de ser (del INAH). Y según la Ley Federal
sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos y la Ley
General de Bienes Nacionales, se ha dejado actuar con impunidad y flagrancia a
la inmobiliaria”.
Hartos
de andar “de la ceca a la meca” solicitaron la elaboración de un peritaje a
José Manuel Díaz Espino, ingeniero, arquitecto y valuador de bienes muebles,
inmuebles e industriales, avalado por el Colegio Nacional de Ingenieros
Arquitectos de México.
El
dictamen pericial resultante, fechado el pasado 26 de mayo y enviado al INAH,
concluye: “El estado de aumento de deterioro es provocado por los trabajos de
construcción de la obra vecina ubicada hacia el sur de dicho inmueble,
específicamente en lo que se refiere a la protección de colindancias, ya que no
se recibió la cimentación superficial del monumento histórico debidamente”.
Agregó
que “separar la colindancia de 2.50 metros y erigir el ‘muro milán’ (de sostén
temporal)” –tal como ordenó el INAH antes de otorgar el permiso de
construcción– no fue suficiente para proteger el monumento.
Para
mitigar los riesgos de un colapso a mediano o largo plazos, el perito Díaz
Espino recomendó “seguir con revisiones y mediciones periódicas tanto en
nivelación y plomeo, asentar en bitácora dichas mediciones, signadas por las
autoridades, contratista y representantes del templo, y proceder a las
reparaciones pertinentes de restauración en forma especializada una vez
ejecutado el procedimiento de protección a colindancias”.
Aguilar
y Larios aclararon que su intención no es frenar la edificación del hotel, sino
que se determinen las responsabilidades de los daños y se haga un plan de
reparación y conservación del templo. De otra manera, anunciaron que podrían
entablar una demanda contra la empresa y contra el INAH.
Somos
aliados: INAH
Arturo
Balandrano Campos, coordinador nacional de Monumentos Históricos del INAH y
quien ha atendido a los representantes de la Iglesia Metodista, explicó que los
movimientos en la estructura del templo El Mesías son “comunes” en inmuebles
del Centro Histórico, debido a las características del subsuelo y el
hundimiento por la extracción de agua.
En
entrevista menciona que los daños del edificio pueden deberse a diversas causas
y no sólo a la edificación del hotel. Una de ellas, expone, podría ser la
construcción del inmueble de oficinas que esa misma Iglesia hizo en los setenta
en el lado derecho del templo.
El
funcionario reconoce que hay “pequeñas fisuras y grietas y algunos desplomes”
en el centro de culto y que varias sí se han agravado a raíz de la obra en
cuestión, pero aclaró que “ninguna pone en riesgo la seguridad del sitio ni de
sus asistentes”, según reportes de Protección Civil del Distrito Federal y de
la Segob.
Informa
que el INAH inició el procedimiento para una posible suspensión a Solara Bienes
Raíces. Éste implica audiencias con las partes involucradas. De hecho, informó
que el lunes 23 la empresa se reservó su derecho de presentar por escrito toda
la documentación que avala su trabajo.
Además
se contrató un peritaje de tercería –a través de la Dirección de Sitios y
Monumentos del Patrimonio Cultural– que harán la empresa TGC, el despacho
Colinas de Buen y el Instituto de Ingeniería de la UNAM, con el fin de revisar
la documentación presentada por ambas partes y determinar la causa de las
afectaciones al recinto.
“Ellos
(los peritos) están en el proceso de analizar lo que dice el dictamen (que
contrataron los representantes del templo). Si lo que dice lo validan, entonces
nosotros podríamos tener una causal para suspender la obra. Si el peritaje no
es lo suficientemente integral y con el aval científico para determinar que la
causa de los movimientos es la colindancia sur solamente, entonces no vamos a
suspender, porque el instituto entraría en un conflicto legal con la empresa” y
correría el riesgo de una contrademanda.
Mientras
eso ocurre, el INAH también intentará un “camino de conciliación” para alcanzar
un acuerdo entre las partes y que la empresa aporte los recursos para reparar
los daños.
“El
templo lo vamos a atender, y si hay responsable lo vamos a sancionar. Somos
aliados en la defensa y conservación del templo”, remata.
Inmobiliaria,
dispuesta
Aunque
el INAH no ha determinado suspender la obra, la delegación Cuauhtémoc ya le
puso sellos preventivos al menos dos veces, con el apoyo del Instituto de
Verificación del DF.
Carlos
Resendes, representante legal de Solara Bienes Raíces, puntualiza que la
primera suspensión de actividades fue “por un tapial que estaba 10 centímetros
fuera de lo que debería estar”. La segunda, que se presentó en Semana Santa y
duró alrededor de un mes, fue “porque dijeron que había dos o tres personas sin
casco y porque no teníamos una malla de protección”.
Por
lo demás, el representante de la inmobiliaria asegura que desde la solicitud de
licencia de construcción de la obra, en 2011, hasta la fecha, la empresa “ha
cumplido con toda la documentación” necesaria y con las autoridades correspondientes.
Comentó
que han estado dispuestos a realizar las mediciones que el INAH ordenó, pero
acusó que en febrero los representantes del templo ya no permitieron la entrada
de su personal, con el argumento de que esperarían el resultado de su peritaje.
“Nosotros
hemos estado en la posición del buen vecino. Hemos hecho todo profesionalmente
para que el templo se mantenga, pero en un momento se rompió la comunicación
con ellos”, agregó.
Resendes
desestimó el peritaje citado pues criticó que no contempló el estudio de
mecánica de suelos. Por ello mostró acuerdo para que el INAH realice un tercer
peritaje. “Si somos responsables de algo y nos lo demuestran con hechos, que
nos digan lo que tenemos que hacer; estamos en la mejor disposición para reparar
el daño, pero que también nos dejen trabajar. Nosotros estamos tranquilos, no
tenemos nada que ocultar”.
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