El
Estado sepulta la red libre/JACOBO
NÁJERA, Programador y miembro de la Red en Defensa de los Derechos Digitales.
Revista Proceso # 1966, 5 de julio de 2014
Al
ser las corporaciones las que dominan a la sociedad y escriben las leyes, cada
avance o cambio tecnológico les brinda una nueva oportunidad para restringir o
maltratar aún más a los usuarios. Richard
Stallman
La
propuesta federal de Ley de Telecomunicaciones pretende que los proveedores de
acceso a internet retengan datos, bloqueen señales y vigilen y geolocalicen a
los usuarios sin contar con una disposición judicial. Así se afecta el desarrollo
de la red al romper su neutralidad.
Si
bien se cambiaron en el último dictamen los artículos 145 y 146, en el votado
en la Cámara de Senadores encontramos que se agregaron líneas –en la
justificación– que vuelven a poner en riesgo esa neutralidad.
En
principio la neutralidad de la red es la capacidad de participación universal,
sin discriminación; cuando se vulnera este pilar, lo que está en juego es la
capacidad de todos para usar y desarrollar internet.
La
neutralidad es el fundamento con el cual el tráfico en internet es tratado
equitativamente, sin discriminación, limitación ni interferencia,
independientemente del remitente, destinatario, tipo, contenido, dispositivo,
servicio o aplicación.
Pese
a tener una web centralizada por servicios como Google o Facebook, la
posibilidad de que se desarrolle realmente como una red de redes se rompe al
dar prioridad al flujo de bits por parte de los proveedores de acceso, como lo
establece el dictamen en la página 241, donde dice que se “permitirá a distintos
proveedores contratar capacidad adicional para mejorar su servicio”.
Esto
abre la puerta para que los proveedores puedan dar a los usuarios acceso más
rápido a determinados sitios y no igual a todos ellos, lo que implica
discriminación de tráfico.
Asimismo
las garantías y la metodología necesarias para garantizar el principio de
neutralidad de la red son inexistentes en el dictamen, el cual va
exclusivamente en beneficio de los intereses de los proveedores de servicios y
no se preocupa por respetar y defender la diversidad en el desarrollo de
internet ni la libertad de expresión en línea.
Incluso
la Organización de Estados Americanos (OEA) ha dicho que la neutralidad de la
red es una condición necesaria para ejercer la libertad de expresión.
En
consecuencia la Ley de Telecomunicaciones pone en peligro nuestras libertades
para usar y desarrollar internet y bloquea a quienes nunca han tenido acceso a
él, al establecer un esquema en el cual quien más infraestructura tiene es el
que más puede desarrollar, y quien puede pagar más es quien más puede usarlo.
Por
otra parte el efecto de la centralización de los servicios de la red la
desprotege para enfrentar la vigilancia de la Agencia de Seguridad Nacional de
Estados Unidos.
Y
la centralización que propone el dictamen de la Ley de Telecomunicaciones en la
fracción II del artículo 190 también le resta capacidad para que resista como
espacio social, pues los procesos de desarrollo quedan en no más de seis
empresas.
Sin
garantías para la neutralidad de la red, con vigilancia sin controles y con
facultades para censurar, se crean condiciones para que el medio más grande que
ha tenido la humanidad sea convertido por el gobierno en turno en un
instrumento de control.
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