Carlos
Prieto y Leo Brouwer, mancuerna mundial/ROBERTO
PONCE
Revista Proceso # 1966, 5 de julio de 2014
Dentro
del VI Festival Leo Brouwer de Música de Cámara que se efectuará este otoño en
La Habana, el cellista mexicano de renombre internacional, Carlos Prieto,
estrenará una sonata que le entregó el más reconocido compositor para guitarra
en el mundo. Prieto cerró el 30 de junio el homenaje nacional que la UNAM le
rindió a José Emilio Pacheco, de ahí que el músico cuente en entrevista su
relación intensa con grandes escritores.
Considerado
a sus 77 años como uno de los mejores violonchelistas del mundo, el mexicano
Carlos Prieto no logra ocultar la emoción de volver el próximo otoño a La
Habana, Cuba, para estrenar en el VI Festival Leo Brouwer de Música de Cámara
una sonata compuesta por el propio guitarrista anfitrión.
“La
obra de Leo Brouwer se titula El arco y la lira, como el libro que escribió
Octavio Paz, así que ésta mi tercera visita a La Habana va a ser algo
espectacular pues el festejo está dedicado a Leo Brouwer, quien cumple 75 años,
y El arco y la lira es uno de sus libros favoritos. Se trata de una sonata para
dos guitarras (que interpretará el Dueto Brasil) y para dos chelos, pero… Mire,
perdóneme, aún no puedo decir quién será el otro chelista que nos acompañe.”
Sin
embargo, durante la conferencia donde dieron a conocer algunos de los 300
artistas que participarán en el festejo del 26 de septiembre al 12 de octubre
en la isla, Brouwer mencionó la presencia del famoso chelista de origen chino
Yo-Yo Ma. Incluso el programa anuncia el concierto El arco y la lira del 11 de
octubre en el Teatro Martí, a las 20:30 horas, con Yo-Yo Ma, el Dueto Brasil,
el guitarrista español Ricardo Gallén y Prieto
(www.havanaxperience.com/files/…/ FESTIVAL-LEO-BROUWER-2014):
“Leo
Brouwer es uno de los personajes principales de la música cubana, un excelente
guitarrista y gran compositor, si bien ahora ya no puede tocar por estar
lastimado de los brazos. Nos conocimos
en el Festival de Música Contemporánea de Alicante, en 1995.
“Después
supe que estaba dirigiendo en Colombia ,y como mantuvimos contacto, yo le
propuse en una ocasión escribir una suite para guitarra y chelos. Hace un año
me invitaron a Cuba para este VI Festival de Música de Cámara en Cuba, y le
dije: ‘Oye, Leo, ¿por qué no retomamos la idea de que compongas una suite para
dos chelos y dos guitarras para tocarla en tu festival?’ Inmediatamente
accedió.”
El
pasado mes de febrero Prieto recibió las partituras de El arco y la lira por
correo electrónico.
La
delegación de músicos mexicanos que asistirá al festival se conforma también
por el flautista Horacio Franco, el Cuarteto Latinoamericano, Cuarteto
Tetraktys, Gabriel Elizondo, Santiago Álvarez y Víctor Flores, entre otros. De
las figuras internacionales destacan el español Jordi Savall, el violinista
Henning Kraggerud de Noruega; Bobby McFerrin y Fito Páez, amén de cubanos como
Chucho Valdés, Pancho Céspedes y la Orquesta de Cámara de La Habana.
Hombre
de letras
La
primera visita de Carlos Prieto a Cuba data de noviembre de 1993.
El
violonchelista la detalló en el capítulo “Diez días en La Habana” de su exitoso
libro Las aventuras de un violonchelo. Historias y Memorias (Fondo de Cultura
Económica/Conaculta, 1998), “un libro de un valor y una trascendencia sin
antecedentes en la historia de la música”, escribió el recién desaparecido
autor colombiano-mexicano Álvaro Mutis en el prólogo. Prieto regresaría a Cuba
en 2005.
Recientemente,
durante el homenaje a José Emilio Pacheco en su 75 aniversario en la Sala
Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario de la UNAM, el pasado
lunes 30 de junio, tras las evocaciones de Rafael Tovar y de Teresa, Javier
Garcíadiego, Julio Ortega, Darío Jaramillo, Rafael Olea Franco, José Luis
Martínez, Eduardo Lizalde y Elena Poniatowska, Prieto interpretó la Suite en Do
mayor número 3 de Bach.
“Mi
relación con los escritores ha sido muy fructífera. A Mutis lo fui a ver cuando
escribía Las aventuras de un violonchelo: ‘Álvaro, me está costando mucho este
libro’. Preguntó: ‘A ver, ¿de qué se trata?’ Ya le platiqué y me dijo: ‘Yo no
te perdono si no escribes este libro y no te perdono si no me encargas el
prólogo’. Dos años después lo acabé: ‘Álvaro, no sé si soñé pero me parece
recordar que tú querías escribir el prólogo’. Me respondió: ‘¡Claro que sí’.
“Yo
iba muy seguido a Colombia, aunque Mutis llevaba 60 años en México. Tuve la
fortuna de llevarme bien con él y con García Márquez, quien lo trajo. Yo
escribía este libro en 98 y un día que invité a comer Gabo en casa, me platicó:
‘Álvaro me dijo que estabas escribiendo este libro, a ver, enséñame tu chelo’.
Yo le presenté a mi Chelo y me preguntó: ‘¿Y esta vaina cómo se toca?’. Saqué
el arco y luego él lo empezó a tocar, sólo que como sonaba tan mal, le dije:
‘Mira, Gabo, tú toca la mano izquierda y yo el arco’. Así salió la foto que
creo tomó alguno de mis hijos e incluí en el libro.”
Recuerda
que Yo-Yo Ma le escribió el prólogo para la edición china. Y muestra otra
fotografía del volumen con Carlos Fuentes, en Ginebra.
“Yo
conocí a Fuentes por 1978 o 79 porque fue a uno de mis conciertos en Bellas
Artes y luego nos hicimos muy amigos, tanto mi esposa María Isabel con su
esposa Silvia. Fuentes me escribió el prólogo para otro libro mío en el Fondo
de Cultura Económica, Cinco mil años de palabras, ahí hablo de la historia de
las lenguas latinas, eslavas, germánicas, etcétera. Y se llama así porque si
vas explorando la escritura lo más lejos que te puedes acercar son tres mil
años antes de Cristo, antes no había más escritura. Hace tres siglos se
hablaban 15 mil lenguas y hoy se han reducido a seis mil, a fines del siglo XXI
se hablarán sólo unas tres mil.”
El
13 de enero de 2011, Miguel León-Portilla, Eduardo Lizalde y Ramón Xirau
propusieron a Carlos Prieto para ser miembro de número de la Academia Mexicana
de la Lengua. Fue elegido para ocupar la silla XXII. Tomó posesión el 26 de
enero de 2012 en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
“El
primer sorprendido de mi nombramiento por unanimidad en la Academia fui yo, no
moví nada para entrar e igual cuando ingresé como miembro de honor de la
Academia Ecuatoriana de la Lengua, correspondiente a la española, ese año. Creo
que la música es uno de los lenguajes principales del ser humano. Seguramente
tomaron en cuenta que soy músico y además escribo. Llevo escritos nueve libros,
sigo trabajando intensamente con la música y estoy redactando otros dos más
pero nunca digo yo de qué tratarán mis temas. Lo que me parece formidable es
que en la Academia puedo conversar con grandes literatos, como mi amigo
admirado Vicente Leñero a quien veo allí frecuentemente.”
Prieto
y Shostakóvich
El
volumen más reciente de Carlos Prieto apareció en el FCE a fines del año
pasado, Dmitri Shostakóvich. Genio y drama, que va en la segunda edición con
prólogo “El enigma Shostakóvich”, de Jorge Volpi.
Nacido
el 1 de enero de 1937, Prieto se interesó de sobremanera por la obra de su
biografiado, el compositor soviético Shostakóvich (1906-1975) cuando aún no se
decidía a abrazar profesionalmente la música. En 1955 comenzó sus estudios
universitarios de ingeniería en el Instituto Tecnológico de Massachusets (MIT),
Boston, Estados Unidos.
“Me
impactó tan profundamente que, al poco tiempo, había escuchado toda la música
grabada de este compositor y visto todas las partituras disponibles en dicha
biblioteca. Empecé a estudiar el idioma ruso.”
Shostakóvich
vino a México en 1959 y Prieto se le acercó.
“No
olvido la impresión que me causó en un concierto en Bellas Artes. Durante el
intermedio le dije que era su admirador pero los guaruras rusos casi no me
dejaron conversar con él. Sus ojos claros parpadeaban continuamente y sus manos
y rostro denotaban un intenso nerviosismo. Pienso que haber vivido épocas tan
duras bajo Stalin lo afectó.
“Luego
hicimos una visita a la Fundidora Monterrey, empresa donde yo trabajaba. Como
el intérprete ruso seguramente había comido algún antojito típico mexicano que
lo indispuso, me pidieron traducir del ruso al español y al final, el jefe de
la delegación Anastás I. Mikoián, viceprimer ministro de la URSS me preguntó si
no me gustaría conocer la Unión Soviética y ordenó a su asistente: ‘Le encargo
a usted camarada Bazykin que le organice al ingeniero Prieto su viaje y
estancia’, dejándome estupefacto.
“El
11 de septiembre de 1962 llegué a Moscú. Aquella primera estancia al cabo de la
cual obtuve un diploma de lengua rusa en la Universidad Lomonosov fue para mí
apasionante. Shostakóvich había compuesto su magnífica Cuarta Sinfonía que no
pudo estrenar y sufrió regaños de Stalin a su música. Asistí al estreno de un
compositor protegido de él en el teatro del Conservatorio de Moscú, la Quinta
Sinfonía de Vainberg, y me senté justo atrás de Shostakóvich por casualidad; al
terminar la obra lo vi aplaudir frenéticamente, conversamos acerca de lo bien
que había estado el concierto. ‘¿Quiere conocer a Vainberg?’ Y me llevó a su
camerino. Fue la vez que más cerca estuve con él.”
–¿No
se decidió a entrevistarlo, a pedirle clases?
–Fui
con una beca y aún no estaba enteramente dedicado a la música y yo también era
vigilado cada mes por un camarada ucraniano llamado Pavel Nikitovih Ulyanenko,
cada mes me invitaba a cenar para ver cómo iba en mis estudios. Cuando vino mi
metamorfosis de ingeniero a músico a los 40 años, y tras la caída de la Unión Soviética,
descubrí en una librería de Nueva York un libro sobre un espía soviético
ejecutado en Rusia y se mencionaba el nombre del camarada Ulyanenko. Lo habían
descubierto, era importante miembro de la policía secreta de la URSS, la KGB.
“Yo
pienso que mi libro explica con claridad el misterio de Shostakóvich. Cuando
vinieron las épocas del terrible regaño de Stalin por su manera formalista de
componer, para sobrevivir tuvo que crear cosas que sí agradaban al gobierno,
música para ballet o cine muy muy mala. De ahí que haya obras suyas magníficas,
a la par de otras sin ningún valor estético.”
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