Denuncia
ante Peña Nieto: “A mi esposo lo engañaron, lo humillaron...”/JOSÉ
GIL OLMOS, reportero.
Revista Proceso # 1966, 5 de julio de 2014
José
Manuel Mireles, quien fue jefe de todas las autodefensas de Michoacán, fue
capturado porque osó cuestionar la estrategia anticrimen del presidente Enrique
Peña Nieto en esa entidad, asegura Ana Valencia, esposa del médico. El trato
que su compañero ha recibido, abunda, está lleno de irregularidades: Ha sido
maltratado, humillado, y lo han intentado engañar; no le hicieron prueba
antidoping pese a que lo acusan de poseer droga para consumo personal, y aunque
su juicio se desahoga en Uruapan, Michoacán, lo trasladaron a Hermosillo,
Sonora.
Con un amplio operativo militar y policiaco, José Manuel Mireles fue detenido, esposado y encapuchado la tarde del 26 de junio mientras comía una pierna de pollo en la comunidad de La Mira, municipio de Lázaro Cárdenas, Michoacán. Horas antes había recibido mensajes por radio y teléfono: sus allegados le advertían que se estaba preparando un golpe en su contra. Pensó que éste provendría de Los Caballeros Templarios, pero se trataba de una acción del gobierno federal, que lo detuvo por haber “desafiado al Estado”, según palabras del comisionado Alfredo Castillo.
Luego
de un par de visitas al penal de alta seguridad de Hermosillo, Sonora, Ana
Valencia, esposa de Mireles, asegura que a su esposo le pusieron una trampa, y
le manda un mensaje al presidente Enrique Peña Nieto: “Mi
esposo es un luchador social, no un criminal. Se equivocaron de persona. Si no
les gustó lo que estaba diciendo, no debieron haber hecho las cosas así,
inculparlo por droga… Jamás van a ganar porque no es narcotraficante ni adicto
a las drogas ni asesino. Es un luchador social, un líder de años, aquí y en
Estados Unidos.”Con un amplio operativo militar y policiaco, José Manuel Mireles fue detenido, esposado y encapuchado la tarde del 26 de junio mientras comía una pierna de pollo en la comunidad de La Mira, municipio de Lázaro Cárdenas, Michoacán. Horas antes había recibido mensajes por radio y teléfono: sus allegados le advertían que se estaba preparando un golpe en su contra. Pensó que éste provendría de Los Caballeros Templarios, pero se trataba de una acción del gobierno federal, que lo detuvo por haber “desafiado al Estado”, según palabras del comisionado Alfredo Castillo.
Para
Ana Valencia, su marido es un preso político. Considera que lo detuvieron
porque le dijo al presidente que no estaba de acuerdo con su estrategia
anticrimen en el estado de Michoacán.
“A la mejor no supo medir lo que hablaba en televisión, pero hizo uso del derecho de expresión que tenemos todos. Que el señor presidente recuerde que le ayudó a limpiar 90% de Michoacán; que tome en cuenta eso, que le ayudó a hacer más bien que mal. Le pido que le den oportunidad de defenderse como debe ser, porque el hecho de que el juicio esté en Uruapan, y él en Hermosillo, es un desgaste moral y económico, y no somos personas ricas”, abunda la señora.
En entrevista telefónica el jueves 3 por la noche, asevera que su compañero permanece en una celda pequeña, “como si fuera caja fuerte, con una puerta de metal de varias pulgadas de grosor, por la que le pasan la comida a través de un orificio. No tiene comunicación con nadie”. Aunque se enteró de que ya lo están tratando de su diabetes, apunta que aún lo ve mal porque la alimentación es poca.
Se dice sorprendida del trato de criminal que le han dado a su esposo, que le hayan fincado delitos federales y que fuera detenido sin una orden de aprehensión: “No le ha hecho un mal al país. Todos los que lo conocen y lo han tratado saben que no usaba armas. Yo siempre he respetado al presidente y al señor Castillo, pero no creo que hayan ganado legalmente. Le dije a mi esposo que su lucha fue de frente, sin esconderse de nadie, y que su detención fue con una trampa.”
“A la mejor no supo medir lo que hablaba en televisión, pero hizo uso del derecho de expresión que tenemos todos. Que el señor presidente recuerde que le ayudó a limpiar 90% de Michoacán; que tome en cuenta eso, que le ayudó a hacer más bien que mal. Le pido que le den oportunidad de defenderse como debe ser, porque el hecho de que el juicio esté en Uruapan, y él en Hermosillo, es un desgaste moral y económico, y no somos personas ricas”, abunda la señora.
En entrevista telefónica el jueves 3 por la noche, asevera que su compañero permanece en una celda pequeña, “como si fuera caja fuerte, con una puerta de metal de varias pulgadas de grosor, por la que le pasan la comida a través de un orificio. No tiene comunicación con nadie”. Aunque se enteró de que ya lo están tratando de su diabetes, apunta que aún lo ve mal porque la alimentación es poca.
Se dice sorprendida del trato de criminal que le han dado a su esposo, que le hayan fincado delitos federales y que fuera detenido sin una orden de aprehensión: “No le ha hecho un mal al país. Todos los que lo conocen y lo han tratado saben que no usaba armas. Yo siempre he respetado al presidente y al señor Castillo, pero no creo que hayan ganado legalmente. Le dije a mi esposo que su lucha fue de frente, sin esconderse de nadie, y que su detención fue con una trampa.”
La
traición
Mireles llegó a La Mira el jueves 26 de junio invitado por las autoridades de la tenencia municipal. Éstas le habían pedido ayuda para integrar sus propias autodefensas contra Los Caballeros Templarios, que aún tienen poder en Lázaro Cárdenas. En una asamblea como las que organiza en cada pueblo y comunidad a la que entra, el médico manifestó que él y su grupo seguirían con la tarea de “limpiar” Michoacán. Anunció que avanzarían hacia el puerto y luego a Morelia. Al aludir a Castillo dijo: “Me ha traicionado, no hay comunicación”.
Las diferencias entre Castillo y Mireles ya eran evidentes desde febrero, cuando el doctor de Tepalcatepec anunció que no se plegaría al programa del gobierno federal para institucionalizar las autodefensas. Calificó de “farsa” y “teatro” la estrategia. Acusó a Castillo de haberse aliado con Estanislao Beltrán, Papá Pitufo, para destituirlo como coordinador y vocero de las guardias comunitarias.
Las diferencias se ahondaron el 10 de mayo, cuando el comisionado difundió que se investigaba a Mireles por la muerte de cinco personas durante un enfrentamiento en La Mira, lo cual resultó falso. En respuesta, Mireles acusó al enviado del gobierno federal de “pactar” con criminales y sostuvo que Alberto Gutiérrez, Comandante 5, se asoció con delincuentes de la banda de Los Viagra, quienes se dedican a extorsionar, plagiar y sintetizar droga en la comunidad de Pinzándaro. De Papá Pitufo señaló que se aprovechó del movimiento para apropiarse ilegalmente de huertas de aguacate, limón y varios vehículos.
Rotas las relaciones con la federación y con sus compañeros, que lo expulsaron de las autodefensas, Mireles anunció que seguiría con el movimiento y que, con su gente, liberaría Lázaro Cárdenas: una “mina de oro” para el crimen organizado por el tráfico de drogas sintéticas y de minerales.
El 5 de mayo, en la casa de Thalía Vázquez Alatorre, donde se gestó la idea de integrar el Frente Nacional de Autodefensas, Mireles acusó a Castillo de impedir la “liberación” de Lázaro Cárdenas y de apoyar a los nuevos grupos criminales de Michoacán.
El comisionado, por su parte, recordó que a partir del 10 de mayo el gobierno federal “no toleraría” la existencia de autodefensas independientes. Notificó que detendrían al que agarraran armado después de esa fecha.
Mireles llegó a La Mira el jueves 26 de junio invitado por las autoridades de la tenencia municipal. Éstas le habían pedido ayuda para integrar sus propias autodefensas contra Los Caballeros Templarios, que aún tienen poder en Lázaro Cárdenas. En una asamblea como las que organiza en cada pueblo y comunidad a la que entra, el médico manifestó que él y su grupo seguirían con la tarea de “limpiar” Michoacán. Anunció que avanzarían hacia el puerto y luego a Morelia. Al aludir a Castillo dijo: “Me ha traicionado, no hay comunicación”.
Las diferencias entre Castillo y Mireles ya eran evidentes desde febrero, cuando el doctor de Tepalcatepec anunció que no se plegaría al programa del gobierno federal para institucionalizar las autodefensas. Calificó de “farsa” y “teatro” la estrategia. Acusó a Castillo de haberse aliado con Estanislao Beltrán, Papá Pitufo, para destituirlo como coordinador y vocero de las guardias comunitarias.
Las diferencias se ahondaron el 10 de mayo, cuando el comisionado difundió que se investigaba a Mireles por la muerte de cinco personas durante un enfrentamiento en La Mira, lo cual resultó falso. En respuesta, Mireles acusó al enviado del gobierno federal de “pactar” con criminales y sostuvo que Alberto Gutiérrez, Comandante 5, se asoció con delincuentes de la banda de Los Viagra, quienes se dedican a extorsionar, plagiar y sintetizar droga en la comunidad de Pinzándaro. De Papá Pitufo señaló que se aprovechó del movimiento para apropiarse ilegalmente de huertas de aguacate, limón y varios vehículos.
Rotas las relaciones con la federación y con sus compañeros, que lo expulsaron de las autodefensas, Mireles anunció que seguiría con el movimiento y que, con su gente, liberaría Lázaro Cárdenas: una “mina de oro” para el crimen organizado por el tráfico de drogas sintéticas y de minerales.
El 5 de mayo, en la casa de Thalía Vázquez Alatorre, donde se gestó la idea de integrar el Frente Nacional de Autodefensas, Mireles acusó a Castillo de impedir la “liberación” de Lázaro Cárdenas y de apoyar a los nuevos grupos criminales de Michoacán.
El comisionado, por su parte, recordó que a partir del 10 de mayo el gobierno federal “no toleraría” la existencia de autodefensas independientes. Notificó que detendrían al que agarraran armado después de esa fecha.
El
montaje
El 26 de junio Mireles llegó a La Mira. En la asamblea que realizó se inscribieron 38 autodefensas. Por la noche le avisaron que irían por él.
En dos videos grabados por su abogada, Thalía Vázquez Alatorre, Mireles narra cómo lo sorprendieron los marinos y policías. En uno de ellos muestra un golpe en el brazo derecho y huellas de las esposas que le pusieron. “Yo estaba bien armado con una pierna de pollo. Esa era la única arma que traía”.
En la otra grabación, fechada el sábado 28 y ya en las instalaciones de la procuraduría estatal, Mireles confiesa su sorpresa por el operativo que realizaron para capturarlo. “Nunca pensamos que iba a ser la autoridad”, declara ante una representante de la Comisión Estatal de Derechos Humanos. “Incluso, al llegar, un comando militar nos dijo que si se nos ofrecía algo y les dije que no”.
Mireles desmiente también al comisionado Castillo, quien afirmó en conferencia de prensa que el médico no fue encapuchado, que se respetaron sus derechos humanos en la detención y traslado, que tenía armas y droga en su camioneta y que fueron detenidos 83 autodefensas con pistolas y fusiles.
“¿De dónde sacaron a los 80 que agarraron? Me dijeron que atraparon a gente que iba pasando por el jardín porque en ese momento era la graduación de la secundaria. Lo que sí quiero decir es que en el momento en que me sacan de ahí me ponen una malla negra, una tela negra en la cabeza. Eran como las cuatro y media, y hasta las 10 de las noche me tuvieron así.”
También hay imágenes, transmitidas en televisión abierta, en que se ve a Mireles con una tela oscura tapándole los ojos. Se observa que es subido a un helicóptero, esposado y encapuchado, algo que no le hicieron a Joaquín El Chapo Guzmán, el otrora narcotraficante más peligroso de México.
“Me asusté mucho. Pensé en el helicóptero que me iban a aventar al mar o algo así. Agarraron mi bolsa personal, me quitaron los celulares que traía, me empezaron a preguntar de los números alternativos, sacaron las cosas de mi mochila. Traía yo 94 mil pesos en efectivo, el pago pendiente que debo dar por la unidad blindada. Eran de dos meses, porque cada mes debo dar 45 mil pesos al banco. Ahora dicen que nada más traía 30 mil pesos”.
En el video con la representante de derechos humanos, el doctor da su versión del origen de las bolsas con mariguana y cocaína que aparecieron en su camioneta, así como de las armas que según Castillo llevaba.
Dice que cuando le taparon los ojos aún podía ver los movimientos de los oficiales. “Me pasaron al asiento de atrás de la camioneta y fue cuando vi que echaron un cuerno de chivo (en su vehículo) en el asiento del copiloto. ‘Ahí está tu arma’, me dijeron. ‘No. Esa no es mi arma. Mis armas están registradas a mi nombre, José Manuel Mireles Valverde’. Les dije que en la guantera estaban todos los registros.
“Cuando llegamos al cuartel militar a donde me metieron, vi que en mi camioneta un compañero de ellos, alto y con una camisa azul claro, de pelo corto, medio gordito, empezó a meter bolsitas blancas y verdes, de plástico. Se dieron cuenta que los veía a través de la malla y dijeron: ‘Este cabrón ya nos vio’. Entonces que me ponen otra malla encima y ya no vi nada.”
Cuando el helicóptero llegó a la oficina de la procuraduría estatal en Lázaro Cárdenas, el médico solicitó que le dieran insulina para atender la diabetes que padece. No se la dieron.
“Solicité que me dejaran hacer una llamada; dijeron que lo tenía que autorizar el Ministerio Público y no me dieron permiso hasta un día después. Un médico me revisó, tenía taquicardia. Como a las dos de la mañana llegaron dos señoritas con unos documentos para que los firmara: que ‘eran mis derechos’. Cuando los revisé no decían nada de mis derechos; decían que yo me había negado a aceptar una llamada por teléfono a pesar de que me la habían ofrecido. Les dije que no podía firmar. ‘Es que usted tiene que firmar de enterado’. Les dije que no porque desde anoche había pedido la llamada.
“El otro documento decía que yo aceptaba haber traído armas en mi carro, drogas y papeles muy comprometedores. Que aceptaba la violación de la ley de armas, delitos contra la salud y otros más sin especificar. Me negué.”
Mireles dice que tiene miedo de ser torturado para que acepte haber hecho cosas ilegales, como, afirma, ocurrió en noviembre de 1988, cuando agentes de la Policía Judicial Federal lo detuvieron en su casa en Tepalcatepec y lo acusaron de poseer 86 kilos de mariguana. Por ese delito fue procesado hasta 1991 y estuvo en la cárcel de Morelia por tres años más.
“Quiero decir que tengo temor porque ya una vez tuve un problema. Nomás aguanté torturas ocho días. Tuve que firmar cosas que jamás en mi vida había hecho. Firmé que yo era el dueño de toda la mariguana que producía Michoacán. Me colgaron de los pies y me metieron a una pila de excremento, me pusieron aparatos en los testículos, me pusieron bolsas en la cabeza. Yo a la gente le manifesté que ése era el único temor que tenía de estar aquí.”
–¿Tiene temor por su seguridad? –se le pregunta en el video.
–Exacto, exacto, y mucho.
La posibilidad del “antidoping”
El lunes 30 de junio un avión Beech King Air XC 350 trasladó a Mireles a Hermosillo, Sonora, y un convoy militar y policiaco lo llevó hasta el penal federal número 11, donde fue rapado y le quitaron el bigote. Ahí, ante el juez segundo de distrito, optó por reservarse el derecho a declarar y sólo espetó: “No soy un criminal, soy un luchador social”.
Ese mismo lunes en la mañana, en conferencia de prensa, el comisionado para la Seguridad y Desarrollo Integral de Michoacán, Alfredo Castillo, dijo: “No podemos permitir que un grupo de personas, por la libre y en este caso por primera vez confrontando al Estado, puedan hacer un desafío. Ante la flagrancia se les advirtió que serían detenidos y puestos a disposición de un juez, que es lo que está aconteciendo”.
De las bolsas de cocaína y mariguana señaló: “Fueron encontradas en el vehículo esas sustancias (…) e incluso en este punto en específico, más que criminalizar la conducta, sería propio que el juez de la causa en su momento pudiera girar oficio a un órgano para el centro de adicciones para su tratamiento”. (sic)
–Pareciera el mundo al revés, en el que los culpables están en la calle, mientras que los inocentes están presos –le preguntó un reportero.
–Le diría que el día en que se realizó el operativo en contra del señor Mireles estuve reunido por cuatro horas con todos los líderes de las anteriores autodefensas, y el reclamo de ellos no era sobre la posible detención, sino que por qué había gente que sí se había ajustado a las instituciones y otras personas no sólo amenazaban con ir a otros lugares más allá de sus comunidades, sino además no habían pasado por la institucionalización, como se había votado el 14 de abril, en donde el señor Mireles incluso estuvo a favor –respondió.
El miércoles 2, el vocero del gobierno federal, Eduardo Sánchez, reiteró que la federación no recularía: “El (gobierno) está comprometido con el estado de derecho y el diálogo. No daremos pasos atrás para seguir construyendo el clima y las condiciones para que Michoacán se desarrolle”.
Un día después y en una visita a Michoacán, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, sostuvo que no habrá perdón legal para el médico: “Sería criminal mezclar un tema de seguridad con uno político”.
Ana Valencia, esposa de Mireles, insiste en que su esposo fue víctima de una trampa: “Todos sabemos que fue una traición. Él sabe que fue una trampa que le pusieron: vio a un muchacho que traía guantes y hacía cosas cerca de las camionetas que traía. Yo les pido que le hagan un antidoping porque las drogas que le pusieron no eran para venta, sino supuestamente para consumo, así que si le hacen la prueba va a salir negativo. Saldrá un alto porcentaje de glucosa, pero no de droga. El que les siembren drogas es un truco muy viejo, ya nadie les cree”.
El 26 de junio Mireles llegó a La Mira. En la asamblea que realizó se inscribieron 38 autodefensas. Por la noche le avisaron que irían por él.
En dos videos grabados por su abogada, Thalía Vázquez Alatorre, Mireles narra cómo lo sorprendieron los marinos y policías. En uno de ellos muestra un golpe en el brazo derecho y huellas de las esposas que le pusieron. “Yo estaba bien armado con una pierna de pollo. Esa era la única arma que traía”.
En la otra grabación, fechada el sábado 28 y ya en las instalaciones de la procuraduría estatal, Mireles confiesa su sorpresa por el operativo que realizaron para capturarlo. “Nunca pensamos que iba a ser la autoridad”, declara ante una representante de la Comisión Estatal de Derechos Humanos. “Incluso, al llegar, un comando militar nos dijo que si se nos ofrecía algo y les dije que no”.
Mireles desmiente también al comisionado Castillo, quien afirmó en conferencia de prensa que el médico no fue encapuchado, que se respetaron sus derechos humanos en la detención y traslado, que tenía armas y droga en su camioneta y que fueron detenidos 83 autodefensas con pistolas y fusiles.
“¿De dónde sacaron a los 80 que agarraron? Me dijeron que atraparon a gente que iba pasando por el jardín porque en ese momento era la graduación de la secundaria. Lo que sí quiero decir es que en el momento en que me sacan de ahí me ponen una malla negra, una tela negra en la cabeza. Eran como las cuatro y media, y hasta las 10 de las noche me tuvieron así.”
También hay imágenes, transmitidas en televisión abierta, en que se ve a Mireles con una tela oscura tapándole los ojos. Se observa que es subido a un helicóptero, esposado y encapuchado, algo que no le hicieron a Joaquín El Chapo Guzmán, el otrora narcotraficante más peligroso de México.
“Me asusté mucho. Pensé en el helicóptero que me iban a aventar al mar o algo así. Agarraron mi bolsa personal, me quitaron los celulares que traía, me empezaron a preguntar de los números alternativos, sacaron las cosas de mi mochila. Traía yo 94 mil pesos en efectivo, el pago pendiente que debo dar por la unidad blindada. Eran de dos meses, porque cada mes debo dar 45 mil pesos al banco. Ahora dicen que nada más traía 30 mil pesos”.
En el video con la representante de derechos humanos, el doctor da su versión del origen de las bolsas con mariguana y cocaína que aparecieron en su camioneta, así como de las armas que según Castillo llevaba.
Dice que cuando le taparon los ojos aún podía ver los movimientos de los oficiales. “Me pasaron al asiento de atrás de la camioneta y fue cuando vi que echaron un cuerno de chivo (en su vehículo) en el asiento del copiloto. ‘Ahí está tu arma’, me dijeron. ‘No. Esa no es mi arma. Mis armas están registradas a mi nombre, José Manuel Mireles Valverde’. Les dije que en la guantera estaban todos los registros.
“Cuando llegamos al cuartel militar a donde me metieron, vi que en mi camioneta un compañero de ellos, alto y con una camisa azul claro, de pelo corto, medio gordito, empezó a meter bolsitas blancas y verdes, de plástico. Se dieron cuenta que los veía a través de la malla y dijeron: ‘Este cabrón ya nos vio’. Entonces que me ponen otra malla encima y ya no vi nada.”
Cuando el helicóptero llegó a la oficina de la procuraduría estatal en Lázaro Cárdenas, el médico solicitó que le dieran insulina para atender la diabetes que padece. No se la dieron.
“Solicité que me dejaran hacer una llamada; dijeron que lo tenía que autorizar el Ministerio Público y no me dieron permiso hasta un día después. Un médico me revisó, tenía taquicardia. Como a las dos de la mañana llegaron dos señoritas con unos documentos para que los firmara: que ‘eran mis derechos’. Cuando los revisé no decían nada de mis derechos; decían que yo me había negado a aceptar una llamada por teléfono a pesar de que me la habían ofrecido. Les dije que no podía firmar. ‘Es que usted tiene que firmar de enterado’. Les dije que no porque desde anoche había pedido la llamada.
“El otro documento decía que yo aceptaba haber traído armas en mi carro, drogas y papeles muy comprometedores. Que aceptaba la violación de la ley de armas, delitos contra la salud y otros más sin especificar. Me negué.”
Mireles dice que tiene miedo de ser torturado para que acepte haber hecho cosas ilegales, como, afirma, ocurrió en noviembre de 1988, cuando agentes de la Policía Judicial Federal lo detuvieron en su casa en Tepalcatepec y lo acusaron de poseer 86 kilos de mariguana. Por ese delito fue procesado hasta 1991 y estuvo en la cárcel de Morelia por tres años más.
“Quiero decir que tengo temor porque ya una vez tuve un problema. Nomás aguanté torturas ocho días. Tuve que firmar cosas que jamás en mi vida había hecho. Firmé que yo era el dueño de toda la mariguana que producía Michoacán. Me colgaron de los pies y me metieron a una pila de excremento, me pusieron aparatos en los testículos, me pusieron bolsas en la cabeza. Yo a la gente le manifesté que ése era el único temor que tenía de estar aquí.”
–¿Tiene temor por su seguridad? –se le pregunta en el video.
–Exacto, exacto, y mucho.
La posibilidad del “antidoping”
El lunes 30 de junio un avión Beech King Air XC 350 trasladó a Mireles a Hermosillo, Sonora, y un convoy militar y policiaco lo llevó hasta el penal federal número 11, donde fue rapado y le quitaron el bigote. Ahí, ante el juez segundo de distrito, optó por reservarse el derecho a declarar y sólo espetó: “No soy un criminal, soy un luchador social”.
Ese mismo lunes en la mañana, en conferencia de prensa, el comisionado para la Seguridad y Desarrollo Integral de Michoacán, Alfredo Castillo, dijo: “No podemos permitir que un grupo de personas, por la libre y en este caso por primera vez confrontando al Estado, puedan hacer un desafío. Ante la flagrancia se les advirtió que serían detenidos y puestos a disposición de un juez, que es lo que está aconteciendo”.
De las bolsas de cocaína y mariguana señaló: “Fueron encontradas en el vehículo esas sustancias (…) e incluso en este punto en específico, más que criminalizar la conducta, sería propio que el juez de la causa en su momento pudiera girar oficio a un órgano para el centro de adicciones para su tratamiento”. (sic)
–Pareciera el mundo al revés, en el que los culpables están en la calle, mientras que los inocentes están presos –le preguntó un reportero.
–Le diría que el día en que se realizó el operativo en contra del señor Mireles estuve reunido por cuatro horas con todos los líderes de las anteriores autodefensas, y el reclamo de ellos no era sobre la posible detención, sino que por qué había gente que sí se había ajustado a las instituciones y otras personas no sólo amenazaban con ir a otros lugares más allá de sus comunidades, sino además no habían pasado por la institucionalización, como se había votado el 14 de abril, en donde el señor Mireles incluso estuvo a favor –respondió.
El miércoles 2, el vocero del gobierno federal, Eduardo Sánchez, reiteró que la federación no recularía: “El (gobierno) está comprometido con el estado de derecho y el diálogo. No daremos pasos atrás para seguir construyendo el clima y las condiciones para que Michoacán se desarrolle”.
Un día después y en una visita a Michoacán, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, sostuvo que no habrá perdón legal para el médico: “Sería criminal mezclar un tema de seguridad con uno político”.
Ana Valencia, esposa de Mireles, insiste en que su esposo fue víctima de una trampa: “Todos sabemos que fue una traición. Él sabe que fue una trampa que le pusieron: vio a un muchacho que traía guantes y hacía cosas cerca de las camionetas que traía. Yo les pido que le hagan un antidoping porque las drogas que le pusieron no eran para venta, sino supuestamente para consumo, así que si le hacen la prueba va a salir negativo. Saldrá un alto porcentaje de glucosa, pero no de droga. El que les siembren drogas es un truco muy viejo, ya nadie les cree”.
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Actos de resistencia por la “traición” contra Mireles/JOSÉ GIL OLMOS
Proceso # 1965, 28 de junio
Fundó la resistencia popular contra el narcotráfico, hizo el trabajo que el Estado había rehuido, fue elogiado por la federación… Y ahora está preso. Los gobiernos de Michoacán y el federal decidieron someter el viernes 27 al doctor José Manuel Mireles, otrora jefe de las autodefensas en esa entidad y quien no paró de desafiar a las autoridades. El método empleado para su captura fue similar al que se despliega contra los capos del narco.
José Manuel Mireles, exlíder de todas las autodefensas de Michoacán, fue detenido el viernes 27 en el puerto de Lázaro Cárdenas, presuntamente por violar la Ley Federal de Armas y Explosivos.
En su captura tomaron parte elementos de las secretarías de Marina, Defensa Nacional, Seguridad Pública, Policía Federal y Procuraduría General de Justicia, en un operativo muy similar al que utilizan cuando aprehenden a un jefe del crimen organizado.
Un día antes de su arresto, Mireles acusó al gobierno de Enrique Peña Nieto de haberlo “traicionado”, y en una asamblea realizada en la comunidad de La Mira, municipio de Lázaro Cárdenas, anunció que el movimiento de autodefensas seguiría operando con el fin de “limpiar de manera completa a Michoacán del crimen organizado”.
El médico planeaba consolidar el movimiento disidente de guardias comunitarias en la costa y en algunas zonas indígenas de la entidad. A escala nacional buscaba fortalecer el Frente Nacional de Autodefensas, para lo cual tenía prevista una gira por el norte del país, que comenzaría en Monterrey.
Sin embargo, su estrategia fue truncada el viernes por la tarde, cuando decenas de policías y soldados sometieron a un grupo de comunitarios que acompañaban a Mireles en un recorrido por La Mira y Acalpican, en Lázaro Cárdenas. Dicho municipio sigue siendo uno de los principales bastiones de Los Caballeros Templarios.
La Procuraduría de Justicia del estado difundió un comunicado en el que informó de la detención, pero no especificó si Mireles iba armado. Normalmente el doctor de Tepalcatepec no portaba armas en las operaciones de “liberación” de los pueblos. Argumentaba que su arsenal lo conformaban “la justicia, la verdad y la razón”.
En una entrevista realizada la noche del viernes 27 con Milenio Televisión, el comisionado Alfredo Castillo acusó a José Manuel Mireles de conformar un nuevo grupo de gente armada y de realizar una asamblea en la que invitó a los habitantes a integrarse a esa guardia.
Castillo precisó que en el operativo fueron detenidas 83 personas por portación de armas. Recordó que desde el 10 de mayo pasado advirtió que serían arrestados todos aquellos “policías comunitarios” que conservaran sus pistolas o fusiles y que no se registraran en la Fuerza Rural Estatal.
El funcionario federal justificó el despliegue: “Ante los reportes de la presencia de que estaban armados, fuerzas federales y estatales emprendieron un operativo y (los comunitarios) fueron detenidos en flagrancia”.
Aunque no dijo a dónde sería trasladado Mireles, descartó que fuera a alguna cárcel de Michoacán. Arguyó que la entidad no cuenta con penales federales.
Dos conceptos de “limpia”
En una entrevista telefónica concedida el miércoles 18, previa al anuncio de la renuncia de Fausto Vallejo como gobernador, Mireles dijo que mantendría su lucha por limpiar totalmente la entidad del crimen organizado. Apuntó que lo haría como autodefensa independiente, debido a que fue rechazada su solicitud de ingresar a las fuerzas rurales.
En esa entrevista, acusó a Vallejo de proteger a su hijo Rodrigo, quien ha aparecido en videos y fotografías con integrantes de Los Caballeros Templarios.
Dijo que la renuncia del priista ayudaba a tranquilizar la situación en Michoacán, pero advirtió que el gobierno federal seguía aceptando a “criminales arrepentidos” como policías rurales.
Ante los comicios del próximo año para renovar el Congreso local, la gubernatura y las alcaldías, Mireles manifestó que los michoacanos ya no querían nada con el PRI, “porque por un lado la elección pasada fue inyectada con mucho dinero ensangrentado, y muchos de los que fueron a votar lo hicieron con un fusil apuntándoles en la cabeza”.
Anunció que, “al menos en los pueblos bajo nuestro control”, no ocurrirían abusos similares e insistió en que Michoacán seguía siendo “un infierno”. Dio un dato que nadie ha refutado: en la región de la Costa el movimiento de autodefensas sigue teniendo el apoyo de 34 de los 37 municipios que se levantaron en armas desde el 24 de febrero de 2013.
El jueves 26 y al frente de un numeroso grupo de comunitarios, entró a La Mira, ubicado a una hora del puerto de Lázaro Cárdenas. Ahí realizó su reunión popular.
De acuerdo con las fotografías que circulan en redes sociales, el médico no portaba armas, como sí lo hacían otros autodefensas. Ellos cargaban rifles AK-47, R-15, escopetas y pistolas.
En aquel poblado Mireles volvió a expresar que desconfiaba del gobierno federal. “Me han traicionado, no hay comunicación”, lanzó, acusando directamente al comisionado Alfredo Castillo Cervantes, a quien llamó “traidor” porque no cumplió con el acuerdo de liberar a los 155 autodefensas que están en diferentes cárceles del país.
En la asamblea realizada en el zócalo de la comunidad, Mireles divulgó su objetivo de instalar el Consejo Ciudadano de Autodefensas. Luego afirmó que su agrupación seguiría hacia el puerto de Lázaro Cárdenas y, posteriormente, hacia la capital del estado, Morelia. Sostuvo que en esa localidad ya existía un grupo de personas listas para registrarse como autodefensas.
Como siempre hace cuando su equipo toma una comunidad, Mireles convocó a la población a participar, y precisó que la guerra no es contra el gobierno, sino que el objetivo es ayudarlo “para que no siga uniformando criminales”. En ocasiones anteriores el dirigente acusó a sus excompañeros Estanislao Beltrán Papá Pitufo y Alberto Gutiérrez Comandante Cinco de haberse vendido a una nueva banda del crimen organizado, conocida como Los Viagras.
En la reunión, el fundador de las autodefensas en Tierra Caliente declaró que había descubierto en La Mira tres casas llenas de armas, las cuales pensaba decomisar: “No queremos balazos ni derramamiento de sangre en ningún pueblo”. Reveló que en Lázaro Cárdenas había fosas clandestinas, con al menos 32 cuerpos, que el gobierno no ha querido investigar.
Respecto de los 155 autodefensas presos, informó que 122 fueron capturados en La Mira y son “civiles inocentes”, además de que seguía luchando por su liberación junto con un equipo de abogados. Concluyó diciendo que las relaciones con el gobierno federal estaban “quebradas”.
Bloqueo de carreteras
En su comunicado del viernes 27, la Procuraduría de Michoacán asentó que el grupo armado del doctor Mireles actuaba en distintos puntos de la Costa, sin que formara parte de ningún cuerpo policiaco oficial.
Al tener conocimiento de esta situación, consignó, la fiscalía convocó a una “reunión de trabajo” en la que participaron la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), la Secretaría de Marina (Semar), la Policía Federal, la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) y la propia procuraduría estatal. Entre todas acordaron detener a la gente armada.
El operativo se completó sin que se hiciera un disparo. Según el boletín fueron “aseguradas 70 personas” que poseían armas largas y cortas. Esta cifra difiere de la que dio el comisionado Castillo horas después.
En el texto se aseveró que entre los capturados se encontraba José Manuel Mireles Valverde. Sin embargo, no se apuntó que estuviera armado. A los retenidos se les aseguraron rifles, pistolas y vehículos, y se les acusó de violación a la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos.
Mireles fue el único de los jefes de las autodefensas que no se registró como “fuerza rural” y tampoco acordó con Alfredo Castillo el desarme de su grupo.
Tras la detención del cirujano, en varias comunidades costeñas se realizaron bloqueos carreteros en protesta. El comunitario Semei Verdía Zepeda, coordinador de comandantes de la Costa y quien andaba con Mireles en Caleta de Campos y La Mira, acusó al gobierno de “traición”.
El comandante nahua, líder de las autodefensas de Ostula, dijo que tuvieron un aviso de que se realizaría la detención, pero creyeron que era parte del conflicto que hay entre Mireles, Papá Pitufo, el Comandante Cinco y Luis Antonio Torres, El Americano.
Cerca de las 20:00 horas del viernes 27, policías comunitarios de Coahuayana y Aquila cerraron un puente que une Colima y Michoacán. En Caleta de Campos, autodefensas de esa población –municipio de Lázaro Cárdenas– tomaron otro paso elevado. También se registraron bloqueos en las carreteras de Caleta y Huahua.
Las policías comunitarias anunciaron más movimientos de resistencia civil en estos días. Exigen que se libere a los “rebeldes”.
Actos de resistencia por la “traición” contra Mireles/JOSÉ GIL OLMOS
Proceso # 1965, 28 de junio
Fundó la resistencia popular contra el narcotráfico, hizo el trabajo que el Estado había rehuido, fue elogiado por la federación… Y ahora está preso. Los gobiernos de Michoacán y el federal decidieron someter el viernes 27 al doctor José Manuel Mireles, otrora jefe de las autodefensas en esa entidad y quien no paró de desafiar a las autoridades. El método empleado para su captura fue similar al que se despliega contra los capos del narco.
José Manuel Mireles, exlíder de todas las autodefensas de Michoacán, fue detenido el viernes 27 en el puerto de Lázaro Cárdenas, presuntamente por violar la Ley Federal de Armas y Explosivos.
En su captura tomaron parte elementos de las secretarías de Marina, Defensa Nacional, Seguridad Pública, Policía Federal y Procuraduría General de Justicia, en un operativo muy similar al que utilizan cuando aprehenden a un jefe del crimen organizado.
Un día antes de su arresto, Mireles acusó al gobierno de Enrique Peña Nieto de haberlo “traicionado”, y en una asamblea realizada en la comunidad de La Mira, municipio de Lázaro Cárdenas, anunció que el movimiento de autodefensas seguiría operando con el fin de “limpiar de manera completa a Michoacán del crimen organizado”.
El médico planeaba consolidar el movimiento disidente de guardias comunitarias en la costa y en algunas zonas indígenas de la entidad. A escala nacional buscaba fortalecer el Frente Nacional de Autodefensas, para lo cual tenía prevista una gira por el norte del país, que comenzaría en Monterrey.
Sin embargo, su estrategia fue truncada el viernes por la tarde, cuando decenas de policías y soldados sometieron a un grupo de comunitarios que acompañaban a Mireles en un recorrido por La Mira y Acalpican, en Lázaro Cárdenas. Dicho municipio sigue siendo uno de los principales bastiones de Los Caballeros Templarios.
La Procuraduría de Justicia del estado difundió un comunicado en el que informó de la detención, pero no especificó si Mireles iba armado. Normalmente el doctor de Tepalcatepec no portaba armas en las operaciones de “liberación” de los pueblos. Argumentaba que su arsenal lo conformaban “la justicia, la verdad y la razón”.
En una entrevista realizada la noche del viernes 27 con Milenio Televisión, el comisionado Alfredo Castillo acusó a José Manuel Mireles de conformar un nuevo grupo de gente armada y de realizar una asamblea en la que invitó a los habitantes a integrarse a esa guardia.
Castillo precisó que en el operativo fueron detenidas 83 personas por portación de armas. Recordó que desde el 10 de mayo pasado advirtió que serían arrestados todos aquellos “policías comunitarios” que conservaran sus pistolas o fusiles y que no se registraran en la Fuerza Rural Estatal.
El funcionario federal justificó el despliegue: “Ante los reportes de la presencia de que estaban armados, fuerzas federales y estatales emprendieron un operativo y (los comunitarios) fueron detenidos en flagrancia”.
Aunque no dijo a dónde sería trasladado Mireles, descartó que fuera a alguna cárcel de Michoacán. Arguyó que la entidad no cuenta con penales federales.
Dos conceptos de “limpia”
En una entrevista telefónica concedida el miércoles 18, previa al anuncio de la renuncia de Fausto Vallejo como gobernador, Mireles dijo que mantendría su lucha por limpiar totalmente la entidad del crimen organizado. Apuntó que lo haría como autodefensa independiente, debido a que fue rechazada su solicitud de ingresar a las fuerzas rurales.
En esa entrevista, acusó a Vallejo de proteger a su hijo Rodrigo, quien ha aparecido en videos y fotografías con integrantes de Los Caballeros Templarios.
Dijo que la renuncia del priista ayudaba a tranquilizar la situación en Michoacán, pero advirtió que el gobierno federal seguía aceptando a “criminales arrepentidos” como policías rurales.
Ante los comicios del próximo año para renovar el Congreso local, la gubernatura y las alcaldías, Mireles manifestó que los michoacanos ya no querían nada con el PRI, “porque por un lado la elección pasada fue inyectada con mucho dinero ensangrentado, y muchos de los que fueron a votar lo hicieron con un fusil apuntándoles en la cabeza”.
Anunció que, “al menos en los pueblos bajo nuestro control”, no ocurrirían abusos similares e insistió en que Michoacán seguía siendo “un infierno”. Dio un dato que nadie ha refutado: en la región de la Costa el movimiento de autodefensas sigue teniendo el apoyo de 34 de los 37 municipios que se levantaron en armas desde el 24 de febrero de 2013.
El jueves 26 y al frente de un numeroso grupo de comunitarios, entró a La Mira, ubicado a una hora del puerto de Lázaro Cárdenas. Ahí realizó su reunión popular.
De acuerdo con las fotografías que circulan en redes sociales, el médico no portaba armas, como sí lo hacían otros autodefensas. Ellos cargaban rifles AK-47, R-15, escopetas y pistolas.
En aquel poblado Mireles volvió a expresar que desconfiaba del gobierno federal. “Me han traicionado, no hay comunicación”, lanzó, acusando directamente al comisionado Alfredo Castillo Cervantes, a quien llamó “traidor” porque no cumplió con el acuerdo de liberar a los 155 autodefensas que están en diferentes cárceles del país.
En la asamblea realizada en el zócalo de la comunidad, Mireles divulgó su objetivo de instalar el Consejo Ciudadano de Autodefensas. Luego afirmó que su agrupación seguiría hacia el puerto de Lázaro Cárdenas y, posteriormente, hacia la capital del estado, Morelia. Sostuvo que en esa localidad ya existía un grupo de personas listas para registrarse como autodefensas.
Como siempre hace cuando su equipo toma una comunidad, Mireles convocó a la población a participar, y precisó que la guerra no es contra el gobierno, sino que el objetivo es ayudarlo “para que no siga uniformando criminales”. En ocasiones anteriores el dirigente acusó a sus excompañeros Estanislao Beltrán Papá Pitufo y Alberto Gutiérrez Comandante Cinco de haberse vendido a una nueva banda del crimen organizado, conocida como Los Viagras.
En la reunión, el fundador de las autodefensas en Tierra Caliente declaró que había descubierto en La Mira tres casas llenas de armas, las cuales pensaba decomisar: “No queremos balazos ni derramamiento de sangre en ningún pueblo”. Reveló que en Lázaro Cárdenas había fosas clandestinas, con al menos 32 cuerpos, que el gobierno no ha querido investigar.
Respecto de los 155 autodefensas presos, informó que 122 fueron capturados en La Mira y son “civiles inocentes”, además de que seguía luchando por su liberación junto con un equipo de abogados. Concluyó diciendo que las relaciones con el gobierno federal estaban “quebradas”.
Bloqueo de carreteras
En su comunicado del viernes 27, la Procuraduría de Michoacán asentó que el grupo armado del doctor Mireles actuaba en distintos puntos de la Costa, sin que formara parte de ningún cuerpo policiaco oficial.
Al tener conocimiento de esta situación, consignó, la fiscalía convocó a una “reunión de trabajo” en la que participaron la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), la Secretaría de Marina (Semar), la Policía Federal, la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) y la propia procuraduría estatal. Entre todas acordaron detener a la gente armada.
El operativo se completó sin que se hiciera un disparo. Según el boletín fueron “aseguradas 70 personas” que poseían armas largas y cortas. Esta cifra difiere de la que dio el comisionado Castillo horas después.
En el texto se aseveró que entre los capturados se encontraba José Manuel Mireles Valverde. Sin embargo, no se apuntó que estuviera armado. A los retenidos se les aseguraron rifles, pistolas y vehículos, y se les acusó de violación a la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos.
Mireles fue el único de los jefes de las autodefensas que no se registró como “fuerza rural” y tampoco acordó con Alfredo Castillo el desarme de su grupo.
Tras la detención del cirujano, en varias comunidades costeñas se realizaron bloqueos carreteros en protesta. El comunitario Semei Verdía Zepeda, coordinador de comandantes de la Costa y quien andaba con Mireles en Caleta de Campos y La Mira, acusó al gobierno de “traición”.
El comandante nahua, líder de las autodefensas de Ostula, dijo que tuvieron un aviso de que se realizaría la detención, pero creyeron que era parte del conflicto que hay entre Mireles, Papá Pitufo, el Comandante Cinco y Luis Antonio Torres, El Americano.
Cerca de las 20:00 horas del viernes 27, policías comunitarios de Coahuayana y Aquila cerraron un puente que une Colima y Michoacán. En Caleta de Campos, autodefensas de esa población –municipio de Lázaro Cárdenas– tomaron otro paso elevado. También se registraron bloqueos en las carreteras de Caleta y Huahua.
Las policías comunitarias anunciaron más movimientos de resistencia civil en estos días. Exigen que se libere a los “rebeldes”.
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