Revista
Proceso
No.1986, 22 de noviembre de 2014.
El pleito
Villanueva-Valadés revela fisuras en Jurídicas de la UNAM/
Álvaro Delgado
El atentado a
tiros contra el investigador Ernesto Villanueva dentro de Ciudad Universitaria
en octubre último destapó una pugna soterrada entre destacados integrantes del
Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la Universidad Nacional.
Miembro de ese centro, Villanueva no sólo insiste en señalar como presunto
responsable intelectual de la agresión a Diego Valadés, también investigador
del IIJ, a quien acusa de falsear sus méritos académicos, de haberse
enriquecido de manera “inexplicable” e incurrir en actividades supuestamente
ilícitas. En entrevista con Proceso, Valadés lo niega todo y advierte que
interpondrá una denuncia por daño moral contra aquel. “Yo –afirma– nunca he
tenido ninguna diferencia con el señor Villanueva”… “quien formula
declaraciones degradantes” para la universidad y para el IIJ.
Apenas el 5 de
octubre –tres semanas antes del atentado–, Villanueva y otros investigadores y
catedráticos de la UNAM crearon el Observatorio Ciudadano de los Derechos de
los Universitarios a fin de identificar, denunciar y dar seguimiento a casos de
corrupción o violaciones a los derechos humanos de la comunidad universitaria.
La creación de
este Observatorio fue motivada, explica Villanueva, por la opacidad auspiciada
por el abogado general de la UNAM, Luis Raúl González Pérez, quien desde el
jueves 13 es presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH)
y deberá resolver al menos 93 quejas que lo involucran.
En entrevista
con Proceso, el titular de la PGR en el tramo final del sexenio de Carlos
Salinas y procurador de Justicia del Distrito Federal en la gestión de Manuel
Camacho Solís, asegura que nunca ha tenido un solo problema con “ese señor”,
como se refiere a Villanueva, y en cambio él sí lo ha calumniado.
“Yo nunca he
tenido ninguna diferencia con el señor Villanueva. Él ahora no sólo me implica
y me difama a mí, sino que también formula declaraciones degradantes para la
universidad y para el Instituto de Investigaciones Jurídicas, afirmando que las
diferencias académicas se dirimen a balazos en la universidad.”
“Sicarios y
balazos”
Tras la muerte
del exrector Jorge Carpizo McGregor, en marzo de 2012, su grupo se rompió. Era
el árbitro que dirimía los conflictos, que aumentaron antes y después de la
designación de Pedro Salazar Ugarte como director del IIJ, el 9 de septiembre,
apoyado por Valadés, quien también impulsó al saliente Héctor Fix Fierro.
Expone
Villanueva: “Carpizo era el fiel de la balanza. No estaba con nadie en
particular, sino que buscaba soluciones. Era el amigable componedor. Diego no
pudo heredar esa figura, porque optó por ser jefe de una facción para seguir
controlando el instituto, manejando sus recursos y lograr reconocimientos; el
primero de ellos: Ser investigador emérito”.
En el instituto
no sólo prevalece una gran opacidad y favoritismos, dice el investigador, sino
represalias contra quienes no forman parte del grupo de Valadés, como José Luis
Soberanes –“quien dice que parece que está en un leprosario”–, el consejero
universitario Juan Manuel Lastra, Enrique Carpizo y hasta Clara Luz Álvarez, la
esposa de Villanueva, forzada a renunciar.
Colaborador del
semanario Proceso, del diario Noroeste de Sinaloa, del Canal 22 y vocal
propietario de la Junta de Gobierno de Notimex, la agencia de noticias del
Estado mexicano, el jurista escribió hace apenas dos semanas, el 13 de octubre,
en el diario Noroeste un artículo que supuestamente activó la agresión.
En ese artículo
titulado “Diego Valadés y el Cártel de Juárez”, escribió que en abril de 2003
el FBI en El Paso, Texas, encontró una credencial expedida a Vicente Carrillo
Fuentes que, con el nombre Jorge Miramontes Álvarez, lo acredita como primer comandante
de la Policía Judicial Federal y estaba firmada por Valadés Ríos, cuando fue
titular de la PGR.
“Es de
sorprender que la credencial de Vicente Carrillo la firmara personalmente Diego
Valadés, como procurador general y no el director de Recursos Humanos, como es
lo usual. ¿Sería posible pensar, si la firma de Diego Valadés fuese autógrafa,
que no sabía nada con tantos candados y filtros de control? ¿O es posible
pensar que estaba en tratos con ese cártel porque representaba dinero del que
está probado es tan afecto?”
En el mismo
artículo, Villanueva recordó que se encontró también una cuenta bancaria, la
número 78811690, del Commercial Bank, también en Texas, a nombre de Valadés
“con saldos de siete ceros, como dicen los americanos”.
Y entre otras
formuló las siguientes preguntas: “¿Será una desafortunada coincidencia y
pertenece a un Diego Valadés Ríos que no se trata de quien es el ejemplo moral
de una parte del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM? Mientras se
aclaran estas aparentes confusiones, ¿no debería pedir Diego Valdés Ríos
licencias a todos los colegios y dependencias donde cobra recursos públicos
para evitar dañar la imagen institucional de esas instituciones? ¿De
confirmarse que la cuenta sí es del “distinguido universitario” sinaloense,
habría pagado sus debidos impuestos en México o en Estados Unidos?”
Rubricó su
artículo responsabilizando a Valadés de su integridad y de su familia: “Aclaro
que no estoy enfermo, ni deprimido ni tampoco mi familia y mis hijos, por si ‘por
mala suerte’ (Malova dixit) pasa algún accidente colectivo o personal que
atente contra nuestra integridad física. Será con los saludos de Diego Valadés
Ríos, el que se presenta como ‘ideólogo’ constitucional”.
Villanueva, en
entrevista, ratifica esos señalamientos y asegura: Valadés y la esposa de éste,
Patricia Galeana Herrera, poseen 10 inmuebles en California, Wisconsin,
Houston, Michigan, Carolina del Norte y Minnesota, Estados Unidos, cuyas
direcciones, números telefónicos y ubicaciones en Google también proporciona.
Según el
investigador de la UNAM, también seis cuentas bancarias, de Valadés y Galeana,
están registradas en bancos de ese país y una en el Royal Bank de Canadá.
“Esto merece,
por lo menos, una explicación de cómo puede tener varias cuentas y tantas
propiedades y cómo se justifica”, demanda Villanueva, principal promotor de la
Ley Federal de Transparencia, aprobada en 2003 y quien se reserva la manera
como obtuvo los datos que él asegura son legítimos.
Es falso:
Valadés
Valadés Ríos,
quien de inmediato deploró el atentado y se puso a disposición de la PGR para
responder por la imputación de “la autoría intelectual de la tentativa de
homicidio”, rechaza todas las acusaciones de Villanueva y reitera que no posee
propiedades y cuentas bancarias en Estados Unidos y Canadá. “Absolutamente
ninguna”.
–¿Puede
tratarse de un homónimo?
–No, no hay
ningún homónimo. A nombre de Diego Valadés Ríos no hay ninguna propiedad en
Estados Unidos, por lo menos a este Diego Valadés Ríos. Y no conozco ningún
homónimo.
–¿Todas sus
cuentas bancarias las tiene en México?
–Por supuesto.
Esa es otra calumnia que el señor Villanueva hace. Señala un número de cuenta
de un banco en Texas y además dos operaciones y dice que yo soy el titular de
esa cuenta. Esa es otra de las calumnias que incluiré en mi acción de daño
moral.
“Además dice
que de siete ceros. Evidentemente se trata de una calumnia más. No sé cómo
alguien puede tener ese nivel de fantasía para inventar un número y ponerle un
nombre. O a lo mejor el número existe, pero evidentemente el nombre no es el
mío. Eso sí categóricamente lo puedo afirmar.”
Valadés insiste
en que Villanueva lo ha dañado moralmente también al señalarlo de pertenecer al
Cártel de Juárez sólo por haberse encontrado en 2003 una credencial de la
Policía Judicial firmada por él y expedida en favor de Vicente Carrillo, como
se publicó en El Universal, sin considerar si era falsa o no.
“Villanueva
desprende que, al no hacer aclaración a esa nota, implícita o tácitamente
acepté mi responsabilidad. Además no se tomó la molestia de determinar si esa
credencial había sido finalmente considerada falsificada o no, cosa que
seguramente así fue, porque en 11 años no he recibido ninguna notificación o
requerimiento de parte de ninguna autoridad”.
Y reprocha:
“Claramente lo que hizo fue aprovechar una nota que, repito, la propia policía
estadunidense consideró como posible falsificación para darla como hecho y para
imputarme colusión con el Cártel de Juárez y así titula su artículo: ‘Diego
Valadés y el Cártel de Juárez’”.
Niega también
ser el jefe de la facción que controla el IIJ: “Tan es así que cuando dejé la
dirección del instituto tomé dos años sabáticos, justamente para no dar lugar
siquiera a ninguna suposición en cuanto a que yo quisiera y hubiera pretendido
influir en el ánimo de mi sucesor, que fue el doctor Fix Fierro”.
De hecho,
subraya, Fix Fierro al concluir su gestión fue reconocido por la comunidad del
instituto por su independencia: “Delante del rector Narro y todos de pie, le
tributamos un aplauso que duró casi cinco minutos”.
Razona: “Esas
afirmaciones de que yo ejerzo una influencia determinada en el instituto no
llegan a ser calumniosas, no son un delito, son la percepción subjetiva y la
distorsión de la verdad que hace el señor Villanueva, pero no me agravian a mí,
sino a 150 miembros de la comunidad del instituto, a quienes subestima y a
quienes hace aparecer como si no tuvieran su propio criterio y su propia
personalidad”.
Sobre la
designación de Salazar, a quien Villanueva asegura que fue mal vista por la
comunidad del IIJ por no ser doctor en derecho y ser egresado del Instituto
Tecnológico Autónomo de México, Valadés aclara: “El proceso que se dio para la
sucesión del doctor Fix Fierro fue absolutamente diáfano y participativo”.
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