Revista
Proceso
# 29049, 6 de febrero de 2016..
El poder bien
vale una boda/Jenaro Villamil.
La
llegada de Enrique Peña Nieto a la Presidencia fue posible gracias no sólo a
una paciente y calculada estrategia mediática y política, sino también a la
urdimbre de una oscura trama eclesiástica que culminó en su cuestionada boda
con Angélica Rivera… En esta historia sobrecargada de “infamia”, “injusticia” y
“graves irregularidades” los protagonistas son, además de la pareja, el
exesposo de La Gaviota, El Güero Castro; Televisa; el cardenal Norberto Rivera;
un exnuncio apostólico y el nuncio actual, Christophe Pierre; Enrique González
Torres, exrector de la Universidad Iberoamericana, un sacerdote sacrificado y
nada menos que el propio Papa Francisco. Una investigación periodística de
Proceso y Aristegui Noticias revela los pormenores de esta maquinación
insólita…
Una
compleja maquinación eclesiástica y política, protagonizada por la
Arquidiócesis de México y el gobierno del Estado de México, se urdió detrás de
la historia de telenovela del noviazgo y la boda entre Enrique Peña Nieto y
Angélica Rivera para anular en 2009 la boda entre la actriz de Televisa y el
productor de la misma compañía José Alberto El Güero Castro, realizada cinco años
atrás en la Iglesia de Nuestra Señora de Fátima, en la colonia Roma de la
Ciudad de México.
Como
parte de esta trama, el cardenal Norberto Rivera, arzobispo primado de México,
decidió agilizar la anulación de las dos ceremonias realizadas por Rivera y El
Güero Castro, el 2 y el 11 de diciembre de 2004, para permitir el enlace
matrimonial con el gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto. Para ello contó
con el apoyo del Tribunal Eclesiástico de la Arquidiócesis de México, presidido
por el presbítero Alberto Pacheco Escobedo.
Cuando
se le hizo este juicio, el padre Salinas estuvo 25 días en estado de coma
derivado del cáncer que padecía y lo obligaba a estar hospitalizado en la
Ciudad de México. No tuvo derecho a una legítima defensa.
Por
esta razón, el ponente de la resolución ante la Rota Romana, monseñor Gerardo
McKay, consideró que la sentencia judicial del tribunal de la Arquidiócesis
“resulta conspicuamente nula”.
La
Rota Romana estableció que el proceso iniciado contra el padre Salinas revela
“un craso simulacro de justicia construido confusamente… Está claro que del
defecto de los documentos presentados en las actas, el acusado nunca fue citado
judicialmente, que el objeto de la acusación contra él nunca le fue comunicado,
nunca fue nombrado un abogado para su defensa, contrariamente a lo prescrito”.
Sobre
el caso de la boda entre Angélica Rivera Hurtado y José Alberto Castro Alva, la
Rota Romana arguyó que Salinas Aranda “intervino como testigo eclesiástico,
pero de ninguna manera como ministro del mismo sacramento” y menos cometió el
delito de haber “simulado la administración del sacramento y del matrimonio”.
Consultado
sobre la resolución de la Rota Romana, el vocero de la Arquidiócesis de México,
Hugo Valdemar, admitió que el tribunal del Vaticano declaró nula la sentencia
del tribunal de la Arquidiócesis de México, pero descartó que esta resolución
tuviera alguna relación con el proceso de anulación de la boda de Rivera y
Castro o con la boda de Toluca entre la actriz y Peña Nieto.
Valdemar
afirmó que al sacerdote Salinas se le sancionó “no sólo por la simulación del
matrimonio de la señora Angélica Rivera realizado ilícitamente en una playa,
sino porque durante más de 15 años ejerció sin licencias en la Arquidiócesis de
México cometiendo muchas irregularidades”.
Esas
“muchas irregularidades” no constan en la sentencia del Tribunal de la
Arquidiócesis y menos en la resolución de la Rota Romana que ordena revertir
las dos penas que se le aplicaron al cura Salinas: que no viviera en la Ciudad
de México y que no ejerciera su ministerio.
“Si
en este tema, no lo sé, alguien le ha asesorado, quiero decirle que lo han
hecho no sólo mal sino MUY mal (mayúsculas del texto original).
“Las
implicaciones que todo esto tiene son en verdad muy graves y por lo mismo muy
importantes de tomarse en cuenta.”
Proceso
y Aristegui Noticias consultaron a la Presidencia de la República sobre esta
carta y las dudas en torno a la anulación del matrimonio Rivera-Castro. Los
Pinos declinaron dar alguna respuesta.
El
vocero de la Arquidiócesis de México sí contestó y afirmó que “nada tiene que
ver la sentencia de la Rota Romana a favor del padre Salinas con el matrimonio
lícitamente contraído por la señora Angélica Rivera en la catedral de Toluca”
con Enrique Peña Nieto.
“La
ceremonia realizada en Toluca fue totalmente válida, ya que nada obsta para que
se llevara a cabo siendo que la señora Angélica Rivera había conseguido ganar
la causa de nulidad de su enlace anterior”, subrayó Hugo Valdemar.
Televisa
y los recelos de Norberto
La
historia de la mala relación entre la Arquidiócesis de México y el sacerdote
Salinas se remonta a 2002, cuando el obispo de Parral, Chihuahua, José Andrés
Corral, le encomendó al cura que se hiciera cargo de una casa para atender a
los seminaristas de la diócesis de Parral que vinieran a estudiar a la
Universidad Pontificia de México, y Salinas no le pidió permiso a la
Arquidiócesis para obtener las licencias eclesiásticas necesarias a fin de
ejercer el ministerio en el Distrito Federal.
El
obispo de Parral, Chihuahua, José Andrés Corral, de quien dependía el padre
Salinas, “está muy confundido y molesto por la actitud del Tribunal
Eclesiástico Interdiocesano de México y ofrece todo su apoyo al padre”.
La
carta al Papa
De
acuerdo con la extensa misiva enviada por el padre Salinas al Papa Francisco el
5 de septiembre de 2013, el pontífice católico conoció los detalles más
escabrosos y personales del caso.
El
sacerdote le relató: “Cuando mi estado de salud era más grave, y luego de un
periodo de más de 25 días en estado de coma que me tuvo al borde de la muerte,
es que se apersonó un propio, enviado por el Tribunal de la Arquidiócesis de
México, para entregarme hasta el mismo cuarto del hospital un decreto de
suspensiones que, por órdenes expresas del cardenal (Norberto Rivera), firmaban
el presidente del Tribunal y todos los jueces que la conforman”.
“La
razón fundamental por la que se me suspendía en el ejercicio del ministerio se
apoyaba en la falsa acusación de haber celebrado un matrimonio sin las debidas
licencias ni delegación alguna; matrimonio del que, por otra parte, la cónyuge
ya había solicitado su anulación con el deseo de quedar en libertad para
celebrar nuevas nupcias con quien en ese momento era gobernador del Estado de
México y, además, se perfilaba como el candidato más fuerte hacia la
Presidencia y quien actualmente es, desde hace menos de un año, el presidente
de la República”, le explicó Salinas Aranda al Papa Francisco.
“Cuando
pude salir del hospital, con pocas posibilidades de moverme, gracias a la
mediación del obispo (Corral, de Chihuahua), es que tuve la oportunidad de
entrevistarme con el actual Nuncio Apostólico, Mons. Christophe Pierre, quien
después de escucharme y preguntarme si tenía pruebas documentadas para
sustentar lo que le explicaba, entonces ejerciera el derecho de acudir a la
Santa Sede a través de las instancias correspondientes, agregando además algo
que repito textualmente por haber sido palabras que me impactaron muchísimo y
en las que decía: si esto es así, se trata de una verdadera infamia en su
contra y lo que no van a perdonar es el que usted no se haya muerto’.
“Con
esto fui siendo cada vez más consciente y entendiendo más claramente la
realidad en la que ya me estaba viendo envuelto y de ver en todo ello una
situación realmente delicada por todas sus implicaciones.”
Salinas
relató en la carta que acudió a la Signatura Apostólica y al Prefecto de la
Sagrada Congregación para el Clero en busca de ser escuchado y obtener justicia.
Monseñor Celso Morga, de la Sagrada Congregación para el Clero, le recomendó
que enviara una copia de su expediente al Tribunal de la Rota Romana. Por
recomendación de un maestro canonista contactó a la abogada Martha Wegan, quien
presentó un escrito en su defensa el 9 de julio de 2012 ante el juez de la Rota
Romana designado para el caso, Monseñor Gerard McKay.
Versiones encontradas/JENARO
VILLAMIL
En
abril de 2008 la actriz Angélica Rivera y el gobernador del Estado de México,
Enrique Peña Nieto, se conocieron e iniciaron una relación íntima que desembocó
en un noviazgo, admitido públicamente por el mandatario estatal el 12 de
noviembre de 2008, en el programa Shalalá, de TV Azteca.
Los
planes y proyectos para que “mamá Gaviota” –como tituló la revista Quién a
Angélica Rivera– contrajera matrimonio católico con Peña Nieto se aceleraron
desde principios de 2009.
El
19 de mayo de ese año, la Arquidiócesis de México declaró “nulo e inválido” el
matrimonio entre Rivera y José Alberto Castro por “defecto de forma canónica”,
tanto en la ceremonia del 2 de diciembre de 2004, en la Iglesia de Nuestra
Señora de Fátima, como en “el que pretendieron contraer el día 11 de diciembre
de 2004, en Acapulco, Guerrero”.
Ahí
radicó el centro de la trama: la anulación de dos supuestas “bodas”, cuando en
realidad sólo se trataba de una.
Angélica
Rivera insistió que su matrimonio “no tuvo validez porque no llevamos las formas
como la Iglesia lo quiere; fue un error de parte de nosotros. La Iglesia no lo
tomó así”.
Contra
esa misma versión declararon tanto la actriz Verónica Castro, cuñada y exjefa
de Angélica Rivera, como el propio José Alberto El Güero Castro. La primera
ofreció una polémica entrevista para la revista Hola!, el 8 de julio de 2009:
“–¿Sabía
su hermano que su matrimonio con Angélica no era válido? –preguntó Maru Ruiz de
Icaza, reportera de Hola!
“–¡Por
supuesto que no! Es otra de las cosas que me extrañan muchísimo. Mi hermano
hizo las cosas como tenían que ser y pensó que todo era verdad, y hasta donde
nosotros sabemos todo fue muy real, ¡pero, bueno!
“–¿Cómo
se enteró de que su matrimonio no tenía validez?
“–Por
las declaraciones que ha hecho Angélica a la prensa, pero ¿te digo algo? José
Alberto estudió siempre con los Legionarios de Cristo e iba a ser sacerdote…
“–¿Con
esto quieres decir que sabía perfectamente qué se necesitaba para casarse por
la Iglesia?
“–Definitivamente”,
sentenció Verónica Castro.
La
entrevista cayó como bomba en Televisa y en Toluca. Desde entonces se afianzó
el veto de la televisora contra Verónica Castro.
Consultada
por Proceso y Aristegui Noticias para este reportaje, Verónica Castro señala
que sostiene lo publicado en julio de 2009 por la revista Hola!
La
versión de “El Güero”
A
su vez, José Alberto Castro escribió, en octubre de 2010, una carta “a quien
corresponda” a favor de José Luis Salinas Aranda, en la cual aclara que tanto
él como Angélica Rivera estaban de acuerdo en lo que sucedió y no fueron
manipulados por el sacerdote.
“En
el año 2004, tanto yo como la señora Angélica Rivera Hurtado por mutuo acuerdo
manifestamos al P. Salinas, amigo nuestro, el deseo de que fuera testigo de
nuestro matrimonio eclesiástico.
“Al
referirle nuestro deseo de que dicho matrimonio se celebrara en la Playa
Pichilingue de Acapulco, Guerrero, el padre fue muy explícito con nosotros al
explicarnos muy claramente que la celebración no era posible realizarse en ese
lugar porque sería irregular hacerlo y no tendría validez alguna.
“Nos
recomendó entonces que tramitáramos la celebración en una iglesia de la Ciudad
de México con un sacerdote debidamente delegado y de esta manera el matrimonio,
sacramentalmente, tuviera la validez canónica debida, y que una vez así hecho
se celebrara en Acapulco una misa en que reuniéndonos con familiares y amigos
renováramos el compromiso matrimonial ya previamente, legítima y canónicamente
establecido…
“En
todo momento fuimos conscientes de que el acto sacramental se realizaba allí
(en la Iglesia de Fátima de la Ciudad de México), como queda constancia en el
acta matrimonial recibida, con las firmas de los contrayentes y del sacerdote,
así como de los testigos que nos acompañaron.”
Pese
a eso, el Tribunal Eclesiástico de la Arquidiócesis de México emitió la resolución
del 10 de junio de 2009 acusando a Salinas Aranda de haber manipulado las
bodas.
“Consta
por declaraciones de la mencionada Angélica y de tres de los cuatro testigos
que suscribieron un acta de matrimonio eclesiástico en la iglesia de Nuestra
Señora de Fátima que el padre José Luis Salinas les pidió que firmaran esa acta
para poder casarlos ocho días después en una playa de Acapulco como era el
deseo de los contrayentes. Esa acta se firmó estando presente el mencionado
clérigo Salinas, cuando ni la contrayente ni los tres testigos que firmaron
entendían que ahí se estuviera celebrando un matrimonio, el cual efectivamente
se celebró el 11 de diciembre del mismo año.”
Boda
en Toluca
Anulado
el matrimonio de Rivera y Castro y castigado el sacerdote Salinas, la actriz de
Televisa y el gobernador del Estado de México viajaron del 14 al 19 de
noviembre de 2009 al Vaticano, con el pretexto de inaugurar una exposición de
artesanías mexiquenses.
Durante
ese viaje, Peña Nieto saludó al papa Benedicto XVI y presentó a Angélica Rivera
como su futura esposa. El Vaticano se convirtió en un set televisivo para
transmitir el anuncio de la próxima boda del gobernador con la actriz, con el
pontífice como testigo.
“Casualmente”,
Peña Nieto y Rivera posaron ante las cámaras de televisión, el 16 de noviembre,
para saludar al Papa, poco después de donar el nacimiento y las artesanías
mexiquenses que formaban parte de la exposición Arte y Espíritu en El Vaticano.
Cuando
saludó a Benedicto XVI, Peña Nieto le presentó a Angélica Rivera, ataviada con
vestido y mantilla negros. Los noticiarios de Televisa transmitieron el momento
en que el mandatario le dijo al Papa: “Pronto me casaré”.
Al
ser cuestionado por utilizar una visita oficial para promover su boda, Peña
Nieto se disculpó diciendo que “no sabía que el micrófono estaba abierto”
(Proceso 1729).
Casi
un año después de la visita al Vaticano, el sábado 27 de noviembre de 2010,
justo antes de que se iniciara la precampaña a la Presidencia de la República
de Enrique Peña Nieto, la boda tuvo lugar en la catedral de Toluca.
El
despliegue publicitario de la revista Caras, de Televisa, incluyó la promoción
de los novios Peña y Rivera en todos los canales del consorcio, pero sin
imágenes en vivo de toda la ceremonia.
Pese
a ser considerada “la boda del año” por los publicistas de actos sociales y
políticos, la ceremonia no contó con la euforia de la jerarquía eclesiástica y
tampoco fue televisada. Sólo los periódicos, revistas y redes sociales
desplegaron sus imágenes.
El
sacerdote José de Jesús Cuevas Aguilar, de la Arquidiócesis de México,
justificó la ausencia de varios obispos, incluyendo la del cardenal Norberto
Rivera, diciendo que el Vaticano ordena que no debe haber “fastuosidad” en una
boda cuando hay una anulación matrimonial previa.
“Cuando
hay una nulidad matrimonial, el decreto solicita que en caso de que la persona
vuelva a casarse, lo haga con una celebración más sencilla y discreta posible”,
afirmó Cuevas Aguilar (Proceso 1818).
Por
supuesto en ese momento pocos sabían que Salinas ya le había advertido a Peña
Nieto de las “implicaciones muy graves” que tenía su boda con La Gaviota y que
el máximo tribunal del Vaticano analizaba el caso de una anulación “al vapor”
con un responsable injustamente castigado. l
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