Clarin.comMundo27/10/16
Liberados del
ISIS en Mosul, cuentan su calvario: “Vivíamos bajo el régimen de la muerte”
Guerra contra el
grupo terrorista en Irak
En más de dos
años, la vida de Saddam Daham se redujo a "rezar todo el tiempo" y a
negociar el largo de su chilaba (típica túnica con capucha) y de su barba con
los yihadistas del ISIS que ocupaban su aldea cerca de Mosul, en Irak. Ahora,
por fin, logró escapar con su familia.
A finales de
junio de 2014, el ISIS declaró un "califato" en Mosul, en el norte de
Irak. Un mes más tarde, el 7 de agosto, sus hombres entraron en Topzawa, una
aldea de los alrededores. Ese día, la vida de Saddam y de sus vecinos cambió
completamente.
"No
teníamos derecho a fumar, ni a usar teléfono, ni a ver la televisión. Nos
obligaban a dejar crecer la barba y a vestir chilabas cortas", como las de
los yihadistas, cuenta a la agencia Afp al borde de la ruta tras horas de
espera para poder entrar en un campamento de desplazados en Irak.
Al día
siguiente, ya instalado en la carpa de un campo de desplazados en Irak con su
mujer y sus tres hijos, Saddam sonríe, contento. Se acaricia las mejillas, en
las que no queda rastro de esa barba larga. "Me pesaba. No me sentía a
gusto, me picaba", dice. "Vi que en los kits de ayuda humanitaria
había una maquinita de afeitar" desechable, afirma este ex camionero de 36
años que se quedó sin trabajo el día en el que los yihadistas cortaron las
carreteras hacia el Kurdistán.
Con el avance de
las tropas kurdas y federales iraquíes hacia Mosul, más de un millar de
iraquíes llegaron en un mes al Kurdistán. Es el comienzo de una larga crisis
humanitaria que la ONU y las ONGs vienen advirtiendo desde hace meses.
Después de casi
un día de espera, Saddam y su familia se acomodaron en una de las miles de
carpas de los campamentos. Se han ido sin nada porque los militares no les
dieron tiempo para hacer una valija. Pero incluso con los bolsillos vacíos han
podido dormir "sin estar preocupados continuamente" y sin
"sentir la muerte en todas partes, todo el tiempo".
Vivíamos
bajo el régimen de la muerte, nunca estábamos tranquilos", recuerda este
kurdo sunnita, abrazando a su hija Mona, de tres años. "Hasta en una tienda
de campaña estamos mejor que en casa. Desde que estamos en el Kurdistán, ya no
vivimos bajo las bombas", afirma.
Cuando el ISIS
reinaba en el pueblo, todas las escuelas permanecieron cerradas. Los hermanos
mayores de Mona – Zina, de 7 años, y Omar, de 6- llevan más de dos años sin ir
a clase. El campamento en el que acaban de instalarse no tiene todavía
estructuras para los niños pero "ya se sienten mejor aquí", afirma su
padre. En Topzawa, "tenían miedo y lloraban todo el tiempo". Los
adultos también vivían "una vida horrible: todo estaba prohibido, salvo
rezar todo el tiempo".
Era como
en la edad media: no había escuelas porque enviaron todo el material que
contenían a Siria", acusa Um Ali, una iraquí de 35 años, procedente de
otro pueblo cercano a Mosul. "No había libertad de ningún tipo",
asiente una joven a su lado, con la cara todavía tapada por un niqab, el velo
integral negro que los yihadistas imponen a todas las mujeres de los
territorios que controlan.
Un primo de
Saddam, que no quiere dar su apellido por miedo a poner en peligro a familiares
que siguen en zonas bajo control del ISIS, cuenta que los yihadistas obligaron
a su mujer a ponerse velo. "Cuando íbamos juntos al mercado, no lograba distinguirla
de las otras. Y, bajo el ISIS, no se podía hablar en público con una mujer ni
tocarla; se castigaba con la muerte. La reconocía por su bolso", relata.
Fuente: Afp
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