Bannon, el estratega radical de Trump, sale del Consejo de Seguridad Nacional
El general McMaster, consejero de Seguridad, obtiene la salida del polémico asesor
JAN MARTÍNEZ AHRENS
El País, Washington 5 ABR 2017
El teniente general Herbert Raymond McMaster logró su primera victoria. El estratega jefe de la Casa Blanca, Steve Bannon, conocido por su extremismo e islamofobia, ha salido del Consejo de Seguridad Nacional. Con su caída, el sector más radical de la Administración Trump pierde influencia en el organismo donde se dirimen las grandes estrategias de defensa y se discuten los secretos de Estado. En contrapartida, McMaster, de talante más moderado, afianza su poder en la esfera más sensible de la política estadounidense.
La marcha de Bannon es el primer capítulo de una batalla al máximo nivel. McMaster fue nombrado consejero de Seguridad Nacional a finales de febrero tras el cese del general Michael Flynn por su implicación en la trama rusa. Su entrada fue acogida con sorpresa. Recomendado por el estamento militar, no era amigo del presidente, Donald Trump, y sus puntos de vista distan notablemente del ala más radical de la Casa Blanca. El general, por ejemplo, considera a Rusia un adversario y rechaza términos como “terrorismo radical islámico”. “No acepto que se castigue a una religión entera”, dijo en su primera reunión con el personal de su consejo.
Bannon es el ángulo opuesto. Admirador ferviente de Trump, este antiguo oficial de la Marina, que devino en banquero de Goldman Sachs, productor de Hollywood y agitador mediático de la ultraderecha, ha puesto como gran objetivo la “desconstrucción” del actual sistema de gobierno. Para ello ha enarbolado la bandera del “patriotismo económico” y una política extrema de seguridad tanto en inmigración como defensa. “Somos una nación con una razón de ser”, suele decir.
Con enorme ascendencia sobre el presidente, Bannon, de 63 años, se ha constituido en un poder autónomo en la Casa Blanca, con acceso directo al Despacho Oval e influencia en casi todos los temas. De hecho, su ingreso en el Consejo de Seguridad Nacional fue insólito: nunca hasta la fecha un asesor político había logrado un asiento.
Desde el inicio, los expertos pronosticaron un choque trenes. McMaster es un estratega de largo alcance, pero con los pies en la tierra. Fue condecorado en la Guerra del Golfo por su coraje y en el terreno intelectual logró convertir en best seller militar su doctorado, una demoledora crítica a la incompetencia del alto mando en la guerra del Vietnam.
Iconoclasta y acostumbrado a decir las cosas en voz alta, quienes le conocen auguraban que iba a delimitar pronto su territorio. “A McMaster le gusta cuestionar la ortodoxia y tiene un pensamiento creativo”, ha explicado a este periódico John Bellinger antiguo asesor del Consejo de Seguridad Nacional con Condoleezza Rice. “El general quiere resultados y éxitos. Es innovador y extremadamente capacitado. Bannon debería entender sus propias limitaciones al enfrentarse a alguien como McMaster”, ha indicado Michael O’Hanlon, profesor de Princeton y amigo del general.
La batalla estaba abierta y era notoria. Pero nada trascendió en estas semanas. Para los analistas, McMaster, de 54 años, tenía en contra la enorme influencia del estratega jefe sobre Trump, a quien talló ideológicamente. A su favor, contaba con el apoyo de otros militares en el consejo. A la cabeza figuraba el secretario de Defensa, el teniente general James Mattis, distante del radicalismo de Bannon y muy respetado dentro y fuera del Ejército.
El pulso, como todo en la era Trump, se ha dirimido rápidamente. Apenas un mes después de ser elegido, McMaster ha logrado su propósito. Se le ha concedido la salida de Bannon y se le otorga la responsabilidad de fijar la agenda del consejo. Asimismo, se devuelve su asiento en el consejo al jefe del Estado Mayor y al director de Inteligencia Nacional. El esquema tradicional vuelve a imponerse. McMaster ha ganado.
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