30 jul 2018

Cimbró bazucazo a México

Cimbró bazucazo a México
Nota de Yanireth Israde/Reforma
Cd. de México (30 julio 2018).- El ataque del Ejército Mexicano contra el Antiguo Colegio de San Ildefonso durante el bazucazo del 30 de julio de 1968 destruyó más que la puerta histórica del recinto donde se refugiaban los estudiantes: fulminó también la posibilidad de resolver un conflicto que derivó el 2 de octubre en la matanza de Tlatelolco, coinciden participantes, testigos y estudiosos del movimiento.
"El bazucazo produce un escalamiento desmesurado del conflicto; lo que hace el Gobierno, en vez de resolverlo, es atizarlo, magnificarlo, potenciarlo en un contexto en el que los estudiantes nacen como sujeto social: es su bautismo de fuego. Después de 1968, en prácticamente todas las grandes luchas de México los estudiantes han participado", destaca el historiador Carlos Aguirre Rojas.

El boquete que la bazuca de los soldados abrió en la puerta de madera de la Escuela Nacional Preparatoria permaneció en la calle de Justo Sierra como símbolo de la tensión que se intensificaría las siguientes semanas, rememora Vicente Ramírez, entonces estudiante de la Escuela Superior de Comercio y Administración (ESCA) del IPN, y cuya hermana, inscrita en la Vocacional 7, repartía viandas a sus compañeros activistas.
Cumplían varios días movilizados, desde que el 22 y 23 de julio un pleito entre estudiantes de las vocacionales 2 y 5 --azuzados por porros--, contra alumnos de la preparatoria particular Isaac Ochoterena --incorporada a la UNAM-- involucró a los granaderos, quienes repartieron macanazos y bombas lacrimógenas.
El 26 de julio, cuando la Policía reprimió las marchas de jóvenes que, por un lado, protestaban contra la brutalidad policiaca y, por otro, conmemoraban los 15 años del asalto al Cuartel Moncada --germen de la Revolución Cubana--, comenzó una resistencia estudiantil que incluyó más enfrentamientos, relata Arturo Martínez Nateras, dirigente estudiantil en la época.
"El Gobierno apreció que no iba a poder y metió al Ejército, con bazucas, para tomar San Ildefonso. ¿Qué había dentro? unos cuantos muchachos, no era un cuartel ni un fuerte: ¡era una escuela!".
El bazucazo destrozó la puerta, pero fortaleció al movimiento, masificándolo, contrasta Martínez Nateras. Era común que las acciones del gobierno para controlar a la juventud le resultaran contraproducentes, dice.
A sangre y fuego
Mientras cursaba la carrera en la ESCA, Vicente Ramírez trabajó en la Secretaría de Hacienda, donde recompensaban a los empleados si apoyaban al Gobierno del Presidente Gustavo Díaz Ordaz, por ejemplo durante el "desagravio" a la bandera nacional el 28 de agosto de 1968. Fue la respuesta del régimen al izamiento de una tela rojinegra en el asta del Zócalo durante una concentración estudiantil.
"En Hacienda nos decían: los que quieran ir (a la manifestación en apoyo de Díaz Ordaz) tienen dos días de descanso. Y todos los burócratas íbamos de las oficinas de gobierno al dizque desagravio de la bandera; en la Plaza de la Constitución los tanques empezaron a dar vueltas. Yo me quité el saco para hacerles '¡ooole!' a los tanques; los demás compañeros hicieron lo mismo".
Aquel día, los burócratas dieron la espalda al Gobierno, asegura Martínez Nateras: "Ellos mismos denunciaba que eran acarreados".
Pero los militares no "toreaban" a los estudiantes que protestaban en las calles capitalinas. Ya desde el bazucazo los jóvenes comprendieron que estos actuarían "a sangre y fuego", dice el dramaturgo Felipe Galván, entonces alumno de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB).
"La bazuca fue un arma estrenada y diseñada previamente en la Segunda Guerra Mundial para perforar tanques metálicos. ¡Un arma de esa capacidad, imagínate lo que le hizo a una puerta de 300 años en el bazucazo! ¿Qué había detrás de esa puerta? barricadas. Los muchachos habían puesto sillas, pizarrones, todo lo que pudiera impedir el paso, pero también había muchachos. ¿Cuántos había? No lo sabemos. Fueron nuestros primeros muertos y desaparecidos".
Autor de más de 50 obras teatrales, miembro del Sistema Nacional de Creadores de 1993 a 2000, Galván participó en los mítines del movimiento estudiantil, dispuesto a enfrentarse con granaderos, pero no con los soldados.
"Tuve dos encuentros con granaderos, pero cuando llegaba el Ejército siempre corría. Con ellos no se jugaba", dice quien ha recreado teatralmente los sucesos de 1968.
En protesta por la violación a la autonomía universitaria durante el bazucazo, el Rector Javier Barros Sierra izó a media asta la bandera en Ciudad Universitaria y declaró que la UNAM estaba de luto. Al día siguiente encabezó una marcha.
Su actitud le granjeó un honroso sitio no sólo en la historia de la Universidad, sino en la de México, pondera Aguirre Rojas.
El nombre de Gustavo Díaz Ordaz se asocia, en cambio, con la masacre.
"Adopta actitudes cada vez más autoritarias, mientras los estudiantes adquieren apoyo popular. Cuando, por ejemplo, el Ejército toma el Casco de Santo Tomás, la gente arroja desde las azoteas agua hirviendo a los soldados y a los policías que van pasando, y ofrece refugio a los muchachos en su casa. El Gobierno tiene pánico de que el movimiento lo desborde y de que México --en la visión conservadora de Díaz Ordaz-- se desprestigie internacionalmente en las Olimpiadas: todo desemboca en el 2 de octubre", expone Aguirre Rojas.
Los restos de la puerta derribada en San Ildefonso permanecen en la UNAM como testimonio de aquel pánico que accionó las bazucas hoy hace 50 años.
M68, a escena
Teatro de Mentes presenta hoy, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, la obra Si hubiera, dedicada al bazucazo.
La pieza, del dramaturgo Felipe Galván, se inscribe en un ciclo dedicado al movimiento estudiantil de 1968, que pretende mostrar al público el desarrollo del mismo, sin reducirlo, como ocurre usualmente, al 2 de octubre.
El 18 de septiembre escenifican La noche que no fuimos historia, a un costado del teatro Isabela Corona; el 24 montan Un lugar en la memoria, en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas y culminan el 2 de octubre con Conmemorantes y Únete Pueblo, en la Plaza de las Tres Culturas. Todas son obras de Galván.
En tanto, a través de la pieza Historia del Generalito, Érika Méndez evocará el bazucazo hoy a las 19:00 horas en el antiguo anexo de la Preparatoria 2 (San Ildefonso 30).

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