El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) cuestionó una vez más al gobierno federal -autodenominado “cuarta transformación (4T)”– y a su “amado líder”, “el supremo” e “iluminado”, en referencia al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Agosto 13 de 2019
https://enlacezapatista.ezln.org.mx/2019/08/13/adagio-allegro-molto-en-mi-menor-una-realidad-posible-tomado-del-cuaderno-de-apuntes-del-gato-perro/
Adagio-Allegro Molto en mi menor: Una realidad posible. (tomado del Cuaderno de Apuntes del Gato-Perro)
“La locura es como la gravedad, ¿sabes?, basta con un pequeño empujón”
El Guasón en el papel de Heath Ledger (¿o era el revés?).
Nadie sabe a ciencia cierta cómo empezó todo. Incluso los Tercios Compas, que se dieron a la tarea de reconstruir los hechos, no pueden determinar el momento y el hecho exactos en que se inició lo que ahora les relataré.
Según una versión, el SupGaleano provocó todo. Según otras, el SupGaleano sólo lo inició, y fue el Subcomandante Insurgente Moisés el que siguió y completó.
El asunto es que el SupGaleano, en uno de sus textos, hizo referencia al hecho de que, en febrero de 2011, la periodista Carmen Aristegui preguntó, en una de las emisiones de su programa, si el entonces titular del ejecutivo, Felipe Calderón Hinojosa, padecía de la enfermedad del alcoholismo, y agregó que se debería informar a la Nación sobre el estado de salud del ejecutivo federal. Como represalia, la periodista fue despedida. Hasta ahí no había problema. Así fue y se puede consultar en la prensa ese hecho.
La bronca fue que, el SupGaleano agregó algo como: “La locura, como señaló un incomprendido conocedor del alma humana, es como la gravedad: sólo necesitas un empujón. Detentar el Poder es ese irresistible empujón que allá arriba todos anhelan y empieza con 3 simples palabras “aquí mando yo”. Si espera usted que alguien de los medios de comunicación cuestione si el actual ejecutivo federal padece de sus facultades mentales (lo que sea de cada quien, no dijo “está loco”), espere sentado; porque nadie se va a atrever a hacerlo”.
Al día siguiente, en ese faro de luz cuasi divina que son las conferencias matutinas del probable demente, una persona de la prensa se atrevió a preguntarle qué pensaba de eso. El interpelado guardó silencio, hizo gestos faciales que mostraban su enojo, y dio por terminada la rueda de prensa sin haber acabado de explicar el por qué obedecer los mandatos de Donald Trump le había traído grandes beneficios al país. Nunca aclaró a qué país se refería.
Según el encargado de Comunicación Social de la Presidencia, el jefe (así dijo) se había sentido indispuesto debido a una probable congestión estomacal, producto de algún alimento en mal estado.
A la mañana siguiente, ya repuesto, el máximo jefe (así lo presentó el encargado de Comunicación Social), dijo que, para él, quienes se presentan como de izquierda radical no eran sino unos radicales de derecha que se escondían tras un pasamontañas y sólo mantenían su movimiento en 4 municipios del suroriental estado mexicano de Chiapas, y eso gracias al apoyo económico que recibían de los Illuminati; y que “el Marcos” (así dijo) en realidad estaba en Francia. En Paris, para ser más precisos, según los datos que él tenía.
El SupGaleano respondió con un escrito donde describía la Plaza Pigalle con una minuciosidad que ni la guía Michelin, señalaba la paradoja de que el pecado carnal estuviera tan cerca de la Sacré-Coeur que corona Montmartre, y se disculpaba por no dar más datos, debido a que se dedicaba al “oficio más antiguo del mundo” (así dijo) y tenía que atender a la clientela. Algunos dicen que el Sup anexaba una foto donde lucía sus hermosas y bien torneadas piernas. En las redes sociales de la 4T alegaron que estaban photoshopeadas y que ni que estuviera tan bueno “el cara de calcetín” (así dijeron) –aunque más de una, unoa, guardó la imagen en la carpeta que advertía “No abrir en caso de mi muerte”-.
En la mañanera siguiente, el máximo líder tuvo un leve toque de autocrítica. Aclaró que no estaba en París (el Sup se entiende), sino en Grecia, según sus datos. En la Isla de Lesbos para ser más precisos. El SupGaleano respondió con otro texto describiendo las condiciones en que los migrantes ilegales se trasladaban a Europa… huyendo de las guerras alentadas por los gobiernos europeos.
Un día y una corrección más en la conferencia de prensa matutina: “el subcomediante” (así dijo el líder) en realidad estaba, según sus datos, en Australia. En Sidney, en la playa Lady Bay Beach, para ser más precisos.
El Sup contestó con un poema cursi, supuestamente de su autoría, que en una parte decía: la sombra que en el mar se diluye/ como si en luz muriera/lejanos y húmedos los desvelos/presente la esperanza seca… y con una foto que la decencia y las buenas costumbres me impiden describir. Sólo puedo decir que el Sup tenía puesto el pasamontañas, su gorra y su pipa y ya (¿si me entienden? Oh pues).
El supremo, esa misma tarde, estalló y tuiteó que le estaban colmando la paciencia (al Supremo, se entiende), y que tenía lo necesario para poner orden en “Chapas” (así escribió) y acabar de una vez con “las fantochadas del cara de estambre” (así dijo). En NOTIMEX corrigieron “en Chiapas”, y en las redes sociales, alguien tuiteó con timidez: “¿Pues no que estaba en Francia-Grecia-Australia?”
En la mañanera, el iluminado se fue con todo: dijo que él, el verdadero, tenía la sagrada misión de preservar el paso incontenible de la 4T y que “todas las opciones para lograrlo las tengo en mi mesa de tocador”. En NOTIMEX corrigieron y en la transcripción pusieron “en mi escritorio de trabajo”.
Ahí es donde dicen que intervino el Subcomandante Insurgente Moisés, quien escribió un breve comunicado que sólo decía: “Ustedes sólo son un ladrillo más en el muro. Nosotros uno de muchos mazos”.
El supremo jefe, máximo líder, el esperado al fin en nosotros (así dijo el presentador de la rueda de prensa, aunque en NOTIMEX agregaron “y nosotras”), declaró que a él no le temblaba el pulso para poner orden en su república (NOTIMEX corrigió “en nuestra república”).
El Subcomandante Insurgente Moisés respondió con “Ustedes son sólo un escupitajo en el mar de la historia. Nosotros somos el mar de nuestros sueños. Ustedes son sólo polvo en el viento. Ik O´tik (nosotros somos viento)”.
Todos coinciden en que eso fue lo que detonó todo. El supremo podía ser más o menos tolerante, pero que se cuestionara su papel en la Historia (con mayúsculas) del mundo mundial, era ir demasiado lejos…
La Ley LEI.
El Congreso, con mayoría abrumadora de la 4T –a la que se habían sumado, con fervor patriótico, el PVEM, el PAN, el PRI y otros minipartidos-, aprobó entonces, vía fast track, la Ley de Existencia Indeseada (“LEI” por sus siglas). Aunque apenas unos minutos antes el ejecutivo federal había enviado el proyecto, los legisladores entendieron inmediatamente que la ley LEI era un portento jurídico, una luz en medio de la oscuridad, una guía que llevaría al país (nunca aclararon a cuál país se referían) a un futuro luminoso. Ergo, la aprobaron por aclamación.
En uno de sus apartados, y como consecuencia lógica de la ley que prohibía que alguien ganara más que el ejecutivo federal, se vedaba expresamente ser más inteligente que el supremo. Todo aquel que tuviera un coeficiente intelectual superior al del amado líder, sería confinado en una cárcel o desterrado del país (nunca se aclaró a qué país se refería la ley LEI). Se declaró entonces la obligatoriedad para que toda la población presentara un examen de inteligencia para así detectar a los transgresores. El “coeficiente intelectual” no debía superar el del amado, admirado y nunca bien ponderado líder, por lo que el 99.999% de la población hubiera quedado en el nivel de “existencia indeseada” a no ser porque…
La banda es banda y el barrio es barrio. Así que, por internet y en puestos de comercio ambulante, se podía comprar una píldora que inhibía los procesos cognitivos. “No se arriesgue, vaya a lo seguro. Bara, bara, todo legal mi buen”, se leía o escuchaba en la publicidad. No faltó quién consiguiera copias del examen y las vendiera, aunque con un cargo adicional si se incluían cuáles eran las respuestas incorrectas que aseguraran su patrimonio. Se ofrecieron, además, cursos propedéuticos para presentar el examen, ahí se instruía cómo obtener una calificación baja.
Salvo una niña de 6 años, que vomitó la pastilla, todos demostraron que no eran más inteligentes que el supremo. La niña fue desterrada con todo y su familia, para que no se dijera que el supremo separaba a los padres de los hijos. NOTIMEX añadió “y de las hijas”.
En otro apartado, se prohibía el ateísmo, y el agnosticismo se toleraba sólo si no se manifestaba “de pensamiento, palabra y obra”. La población atea tuvo que pasar a la clandestinidad, pero no por mucho tiempo: alguien alegó que el ateísmo puede ser tan fanático como cualquier religión. Así que el Instituto de Religiones Permisibles (PRI por sus siglas en inglés), incorporó al ateísmo como una religión más. Aunque muy por debajo de otras religiones (como la Luz del Mundo, etc.), y por supuesto lejana del Amloísmo, ese venturoso sincretismo entre varias religiones y Alfonso Reyes, que no era declarada “religión oficial” sólo por santo pudor y virginal recato.
Lo que desencadenó todo, según algunos, fue el apartado de la ley LEI que se refería específicamente a la población que pertenecía a los autodenominados pueblos originarios, pero que eran conocidos comúnmente como “indígenas”, “indios”, “la indiada”, etc.
La ley obligaba a los hablantes de lenguas extrañas (así decía) a registrarse y dirigirse a un campo de concentración, de modo que no ofendieran con su vista al resto de la sociedad, y facilitar así la entrega de las limosnas oficiales. En el campo de concentración, con una previsión loable, se habían colocado sucursales de la tienda Elektra, que incluían cajas de Banco Azteca, de modo que el “cliente” recibía la “ayuda” y ahí mismo la gastaba. El supremo cumpliría así una de sus promesas fundacionales: producir consumidores de los artículos que, generoso, ofertaba Salinas Pliego a los pobres. Las malas lenguas decían que esos establecimientos no eran sino la versión 4T de las tiendas de raya.
Como era de esperar, los pueblos zapatistas se negaron y se empecinaron en ofender al respetable. Según unas versiones, aquí fue donde el Subcomandante Insurgente Moisés contestó con una cita del Jacinto Canek, de Ermilo Abreu Gómez:
“Ya se cumplen las profecías de Nahua Pech, uno de los cinco profetas del tiempo viejo. No se contentarán los blancos con lo suyo, ni con lo que ganaron en la guerra.
Querrán también la miseria de nuestra comida y la miseria de nuestra casa.
Levantarán su odio contra nosotros
y nos obligarán a refugiarnos en los montes y en los lugares apartados.
Entonces iremos, como las hormigas, detrás de las alimañas y comeremos cosas malas: raíces, grajos, cuervos, ratas y langostas del viento.
Y la podredumbre de esta comida llenará de rencor nuestros corazones
y vendrá la guerra.”.
Un intelectual orgánico de la 4T escribió un largo ensayo en el suplemento que dirige, para denunciar que la oposición zapatista a los designios divinos era otro de los cálculos estratégicos del “SupMarcos” (así puso), quien pensó que su timing iba a afectar siquiera la marcha inexorable, triunfante y avasalladora de la 4T; y que el ezetaelene perdía una gran oportunidad porque, por primera vez, se iban a reunir en un solo lugar todas “las etnias y sus dialectos” (así escribió). Laura Bozzo escribió en su columna que la respuesta del Subcomandante Insurgente Moisés era una muestra más del sectarismo del EZLN, que mal hacía el zapatismo en aislarse de “los pobres de la tierra” (así dijo), y que el CNI y el CIG debían, como un movimiento táctico, aceptar el generoso ofrecimiento gubernamental y aprovechar para ahí estudiar sus artículos… y obedecer lo que en ellos se ordenaba.
En las redes sociales pro 4T crearon el hashtag #pinchesindioshijosdesalinas, aunque nunca quedó claro si se referían al Salinas malo (Salinas de Gortari, quien ya no se escondía detrás de las faldas Chanel de Rosario Robles y estaba en franca huida) o al Salinas bueno (Salinas Pliego, quien se forraba de billetes con las tarjetas de “Sembrando Vida”).
El caso, o cosa, según, es que entró la Guardia Nacional “a implantar el orden y el progreso que habían sido desafiados por los transgresores de la ley”. NOTIMEX añadió “y por las transgresoras de la ley”.
En las redes sociales, los usuarios afines a la 4T se convocaron entre sí para sumarse a la patriótica campaña. Con el ingenioso hashtag #fuerazapatistademivista (supuestamente ideado por un influencer que produce telenovelas) llamaban a abordar toda clase de vehículos para dirigirse a Chiapas y enrolarse temporalmente en la siempre gloriosa, heroica y poderosa Guardia Nacional. Nadie llegó, porque según se leyó en otro influencer: “una cosa es tener que salir a la calle para ponerle saldo al celular, y otra muy diferente viajar tan lejos. ALV”. El mensaje tuvo 3 millones de likes.
Luciendo las armas donadas por el ejército norteamericano (el mando del Comando Central del Operativo se quejó en la embajada porque eran obsoletas. El embajador le respondió: “Pero si van a pelear contra unos fuckin indios”), la flamante Guardia Nacional -que hasta entonces sólo se había dedicado a extorsionar migrantes y escoltar los camiones de Sabritas, Bimbo y leche LALA-, hizo su entrada triunfal en los “bastiones zapatistas”. NOTIMEX corrigió: “en las madrigueras de los pecadores”; y corrigió de nuevo: “y de las pecadoras”.
En su avance, la Guardia Nacional sólo encontraba humo. Los pueblos zapatistas se replegaban a las montañas después de prenderle fuego a sus champas y a sus cosechas.
El también conocido como “el Nino Canún de los ecologistas”, famoso por su artículo “El Ocaso de la decencia académica y el esplendor de la lambisconería” –mismo que le valió su entrada al gabinete-, escribió un artículo denunciando el atentado contra el medio ambiente que la necedad zapatista provocaba. “Es intolerable”, escribió, “que nuestros gallardos guardias tengan que respirar ese humo que, además, mancha de hollín sus flamantes armas y uniformes”.
El Supremo mandó congelar todas las cuentas bancarias de las ONG´s defensoras de los derechos humanos y promotoras de proyectos porque, dijo, “en realidad son cabezas de playa de los Illuminati”.
El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas no cerró sus puertas. De las comunidades aledañas bajaron hombres, mujeres y niños, incluso de organizaciones y poblados rivales entre sí, llevando gallinas, tortillas, maíz, frijol, verduras, frutas, y hasta algo de posh escondido entre el pelambre de un borrego, además de cobijas, blusas, naguas y pantalones con tantos colores que emborrachaban la vista. “Los fraybas”, como les dicen en las comunidades de Chiapas, no pasaron hambre ni frío y hasta compartieron con otras ONG´s. Eso sí, tod@s subieron de peso.
La Sexta y las Redes no se quedaron sin hacer nada. Se formaron brigadas, comandos y batallones para ir a pelear junto a los zapatistas. Pero, conforme iban descendiendo de sus vehículos destartalados, iban siendo detenidos y llevados a un campo de concentración que se tuvo que acondicionar apresuradamente en el estadio de fútbol “Víctor Manuel Reyna”, en la capital chiapaneca.
Como en los viejos tiempos, se encontraron ahí, juntos, comunistas y anarquistas y quienes no son ni lo uno ni lo otro. Hubo roces e intercambio de insultos, y el asunto hubiera pasado a mayores si no hubiera sido por loas otroas, que calmaron los ánimos. Como acto de rebeldía, se organizó un campeonato de fútbol (a pesar de que ese juego del demonio había sido proscrito y sólo se permitía el beisbol). La copa (que en realidad era un vaso de unicel con restos de café y adornado con colores en todos los idiomas) fue conquistada por el equipo de loas otroas (lo que hubiera alegrado mucho al finado y al difunto en proceso de serlo). Los Guardias Nacionales que vigilaban a los marginales se burlaron: “Uh, ganaron los putitos y las machorras”. Loas susodichoas retaron entonces a los Guardias a un partido. Los Guardias aceptaron de inmediato. Nadie sabe cómo, pero, al iniciar el encuentro, las porterías no estaban, habían sido desmanteladas (suponemos que por los otros presos) y “los putitos y las machorras” se alinearon, llevando en las manos un pedazo de tubo cada unoa. El árbitro huyó, seguido de los guardias, y olvidaron cerrar el portón. Todos, todas y todoas se salieron. Todavía les buscan.
Debido a la globalización, el asunto escaló a otras partes del planeta. Empezaron a aparecer zapatistas de todos los colores, de todos los géneros y hablando idiomas disímbolos. Las honorables embajadas de la 4T en varias partes del mundo fueron sitiadas y tuvieron que intervenir las fuerzas policiales de los distintos países en el operativo internacional llamado “Fuck the zapatistas now”…
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69 veces 3 y 69 veces 6.
Al día siguiente de la épica entrada de la Guardia Nacional, apareció la noticia: “El Subcomandante Moisés y el SupGaleano han sido abatidos” (NOTIMEX corrigió “y el SupMarcos-Galeano”) y se mostraba la foto del sombrero del Moisés y la gorra y la pipa del susodicho Marcos-Galeano en un charco de lo que se suponía era sangre.
El sistema es el sistema, así que pronto aparecieron ofertas en las que se podía adquirir el sombrero, la gorra y la pipa, y tomarse una selfie con ellos en el suelo de su jardín o del parque más cercano, aunque algunas macetas bien podrían cumplir el objetivo. El kit Premium incluía una botella de un líquido espeso color rojo. “¡Parece sangre auténtica!” se promocionaba.
El asunto es que todos reclamaban haber “cobrado esas piezas” (así dijeron) y en los lugares más disímiles. Lo mismo se decía que en La Realidad zapatista, que en La Garrucha, que en Oventik, que en Roberto Barrios, que en Morelia. Pero eso sólo al principio. Pronto aparecieron quienes reclamaban haber abatido a los dos zapatistas en otras ciudades. Unas horas después, en otras partes del mundo. Hasta Donald Trump tuiteó que personalmente los había eliminado cuando trataban de cruzar la frontera por El Paso, Texas. Putin no se quedó atrás y reclamaba lo mismo pero en Chechenia. Daniel Ortega declaró que había sido en el barrio de Monimbó y que “Chayito” (así dijo) les había dado el tiro de gracia.
Un periodista de la prensa fufa (un término ideado por la ingeniosidad del supremo, que se refería así a la prensa que no le era del todo incondicional, o sea que ni fú ni fa, –los periodistas de la prensa fifí o estaban en el exilio, o en la cárcel o en el cementerio-), le comentó a otro: “He contado las muertes “comprobadas” de Marcos y Moisés, y, además de que los lugares distan kilómetros uno de otro y que fueron simultáneas, hay algo extraño”. “¿Ý qué es?”, le cuestionó el otro. “Pues que son 69”, respondió el uno. “¿Y?”, insistió el otro. Y el uno: “Pues que ese número lo usaba el marquitos para alburear en sus comunicados. Se me hace que esos dos deben estar muertos, pero de risa”. “Cállate”, le demandó el otro, “no digas nada porque puedes perder algo más que el empleo”.
En la ciudad de México, capital de la 4T, un historiador terminaba su último libro con estas palabras: “La prueba de que la Cuarta Transformación va, es que, al igual que sus 3 anteriores, se construye sobre la derrota de los indígenas”. Y en un arranque de espontáneo ingenio agregó: “me canso ganso”. Loco de contento, corrió a ver a su cuate, un burócrata progresista que despachaba en la editorial oficial y oficialista, para ver si le publicaba su libro. El funcionario le dijo que claro, que ni siquiera tenía que pasar a revisión, que directo a imprenta, que si no para qué son los cuates, Y agregó “Oye, tú que le haces a esas cosas, ¿no podías recomendarme algún psiquiatra? Es que recibo llamadas de un tal Elías Contreras, habla en un lenguaje extraño y sólo entiendo una palabra que se repite una y otra vez: culero”. El insigne historiador oficial de la 4T le dijo que no se preocupara, que de seguro era un bot, que ya en Gobernación habían detectado que los conservadores tenían “call centers” clandestinos, que operaban desde satélites de los Illuminati, y que así trataban de entorpecer el funcionamiento impecable de la impecable máquina de la impecable 4T.
Mientras tanto, en una zona residencial de la ciudad de Palenque, Chiapas, el Gran Líder y Máximo Dirigente de la Nación, Visionario Conductor del Vehículo de la Historia, Amado Camarada, Preclaro Guía, Paladín Vencedor de los Caballeros del Zodiaco, Padre de Rhaegal, Protagonista de las Siete Historias, Quebrantador de Cadenas, Rey de los Primeros Hombres, Señor de los 7 Reinos y Protector de la Nación (nadie se atrevía ya a llamarlo por su nombre), mientras se recargaba de energía cósmica, recibió la noticia de boca del encargado de comunicación social de la presidencia: “ya mataron a los dos, el territorio que estaba en manos de los transgresores de la ley LEI, ha sido conquistado”. El supremo líder y gigante histórico, tomó apresurado su celular modelo dullphone (un ingenio tecnológico fabricado especialmente para no ofender el nivel intelectual del poseedor) y, después de una mirada luminosa al cielo, tuiteó: “las armas gloriosas se han cubierto de Nación”.
En redes sociales hubo un momento de desconcierto. En la agencia de noticias gubernamental, NOTIMEX, el tuit original había sido “mejorado” y se retuiteaba “las armas nacionales se han cubierto de gloria”; pero las capturas de pantalla son una creación de los enemigos del cambio verdadero, así que alguna de esas mentes privilegiadas y venturosas que abrevan en las virtudes del supremo, elaboró lo lógico en estos casos: el maravilloso e insuperable ingenio del portentoso dirigente había logrado transformar también la historia y re significado el lenguaje. El tuit original del gran pastor no era un error, sino una iluminación que dotaba a la semántica tradicional de algo fuera de lo común y la revolucionaba. Las redes sociales estallaron al unísono en trinos y salmos.
Aunque tampoco duró mucho: el hashtag #másvalepájaroenmanoquesientobonito desplazó el patriótico #selasmetimosdobladapincheszapatistas como trending topic nacional, y la vida siguió, aunque no tan rápido como la destrucción y la muerte.
El Supremo solía pasar temporadas en su finca en Palenque. Ahí, él y su familia usaban el tren que se mandó construir y le permitía ir a su tierra natal o a la playa, mientras desde la ventana repartía bendiciones y tarjetas de Banco Azteca. En las redes, los influencers de la 4T aclararon a su tiempo que eso no estaba mal, que, por ejemplo, también Homero Adams y Sheldon Cooper gustaban de jugar con trenes.
Nadie más usaba ese tren. Los cercanos al círculo cercano (absténganse del eco), decían que era por seguridad del gran dirigente. Las malas lenguas decían, en cambio, que ese tren era un fracaso desde su sola enunciación.
Todavía fresca la noticia, que se difundió en cadena nacional, de la derrota zapatista, Alfonso Romo pidió hablar con el Supremo. Le expuso un grave problema: EL PARTIDO (así, con mayúsculas) corría el riesgo de fracturarse en vistas de la venidera elección presidencial. Se encontraba dividido porque Claudia y Ricardo querían ser los elegidos, además de que otros amenazaban con colarse. La situación era tan grave que requería de un movimiento audaz. El supremo esperó con impaciencia lo que seguía. Alfonso Romo, cegado por la luz que emanaba del Supremo, entrecerró los ojos y se atrevió: “la reelección”. “Ni pensarlo”, respondió rápidamente el supremo, “eso sería violar la constitución”. Romo se postró y se disculpó: “fue sólo una idea”. El supremo quedó meditando y dijo: “aunque si se reforma la constitución, mi obligación es cumplir la ley”. Una sonrisa iluminó el rostro de Romo y dijo: “Claro, jefe, yo me encargo de eso”. “Pero con cuidado”, le interrumpió el supremo, “prueba primero con un interinato o un periodo intermedio. Algo como “sufragio efectivo, no reelección inmediata”. Si ves que eso pasa sin problemas, entonces prueba con algo como “sufragio efectivo, no reelección por más de 7 períodos consecutivos”.
La realidad, que no había estudiado la Cartilla Moral de Alfonso Reyes ni atendía las conferencias matutinas, siguió pasando la factura a propios y extraños. La tormenta arreció.
En el otrora “territorio zapatista”, las cosas no fueron bien para las fuerzas de ocupación. Sólo unos días y empezaron entonces los rumores, las leyendas macabras. Se decía que en las noches aparecía Xpakinté, una mujer de largo y transparente vestido blanco, de piel y ojos claros, que embaucaba a los guardias y les hacía asesinarse entre ellos (el último se daba un tiro en el pecho). Seres indefinidos, vestidos sólo de un gran sombrero, hacían reventar las máquinas y las volvían inservibles. En las madrugadas un rumor lejano pero inteligible repetía “ahí viene, ahí viene, ¿quién viene?, ahí viene” con un ritmo que se parecía demasiado a la rola “La Carencia” de los panteones musiqueros, lo que enloquecía a las postas de la Guardia Nacional, y a los ingenieros encargados de diseñar la reconstrucción de lo que habían destruido.
Los cuarteles y campamentos de la Guardia Nacional, así como las oficinas de los grandes consorcios constructores, se fueron vaciando sin que nadie llevara la cuenta. Nunca se supo cuántas fueron las deserciones, un nuevo escándalo sacudió la realidad de redes sociales y conferencias matutinas y todos, en el mundo de fuera, se fueron olvidando de las míticas montañas del sureste mexicano.
Lo que siguió fue documentado por los medios libres, alternativos, autónomos o como se llamen: Primero aislados, luego ya llenando los muros y paredes de los barrios marginales en las ciudades, y en los edificios de madera de las comunidades rurales, aparecieron, con letras multicolores, grafitis anónimos que rezaban: “¿Por qué tan serios?”.
Así fue la tercera muerte del Subcomandante Insurgente Moisés, y la sexta de quien fue el SupMarcos o SupGaleano o como se vaya a llamar. 69 veces fueron muertos esa vez.
Los pueblos zapatistas bajaron de las montañas. Nadie entendió cómo fue que sobrevivieron en esas condiciones, aunque se rumora que recibieron alimentos y ropas de las comunidades del CNI. Y, claro, instrumento musicales. Al llegar de nuevo a sus tierras, los zapatistas hicieron lo que se hace siempre en estos casos: organizaron un baile y, con las notas de marimbas, teclados, baterías, guitarrones y violines, las Xpakinté y los Sombrerones bailaron “la del moño colorado”, pero con una tonelada nueva, como si fuera un mensaje desde un nuevo mundo al otro que, lentamente y sin hacer casi ruido, allá arriba moría.
Y fue así que los muertos de siempre volvieron a morir, pero ahora para vivir.
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Todo esto es un mero ejercicio de ficción. No va a ocurrir… ¿o sí?
(Continuará…)
Desde un rincón de las montañas del Sureste Mexicano.
Guau-miau
El Gato-Perro tirando zarpazos a la luna (alguien debería decirle que así no la va a convencer… ¿o sí?).
México, Agosto del 2019.
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