24 jun 2023

Prigozhin, el 'señor Lobo' de Putin chamuscado por su éxito en el frente

Prigozhin, el 'señor Lobo' de Putin chamuscado por su éxito en el frente

XAVIER COLÁS @xaviercolas

El Mundo, Actualizado Sábado, 24 junio 2023 - 11:41

Prigozhin El 'señor Lobo' de Putin chamuscado por su éxito en el frente

Directo Guerra de Ucrania, última hora


No tiene galones, pero tampoco límites. Puede insultar a un general o bendecir una ejecución. Sus hombres muertos no existen y sus victorias brillan en redes sociales antes de que el Ministerio de Defensa las dibuje en los mapas. Evgeni Prigozhin, jefe de la compañía de mercenarios Wagner, ha sido el señor Lobo de Vladimir Putin en la guerra de Ucrania. Igual que los personajes de John Travolta y Samuel L. Jackson en Pulp Fiction, el Kremlin está ahora hasta el cuello de sangre y problemas. Evgeni Viktorovich Prigozhin (Leningrado, hoy San Petersburgo, 1961) fue un convicto durante la URSS. Hoy es el ex vendedor de perritos calientes que más alto ha llegado en Rusia. Tras su avance en Soledar, aparenta tener la receta mágica para vencer. Pero tras años de éxito en las tinieblas, su exposición a la luz del putinismo puede quemarlo.

Wagner actualmente tiene alrededor de 50.000 hombres desplegados en Ucrania. De ellos, 10.000 son contratistas y 40.000 son convictos reclutados en prisiones rusas, según cálculos de Estados Unidos. Su papel ahora mismo es clave en las regiones de Donetsk y Lugansk, objetivo irrenunciable del Kremlin.

Cuando Putin elogió a su ejército por sus avances en Soledar, sabía perfectamente que fueron los lobos de Wagner los que asediaban a los soldados ucranianos entre esas casas derruidas y minas de sal abandonadas.

Moscú proclamó el año pasado a Lugansk y Donetsk como "repúblicas" de Rusia, pero no ha conseguido expulsar a los ucranianos, sobre todo en esta última. El jefe de Wagner declaró a principios de año en una inusual entrevista que Rusia podría tardar dos años en someter la totalidad de estas dos regiones del este de Ucrania. Y él es la punta de lanza.

Tras colgarse las medallas, Prigozhin ha desaparecido de los medios oficiales rusos. Pero ha seguido sacando pecho en redes sociales. "Hoy, las unidades de asalto de Wagner tomaron la ciudad de Krasna Hora", fue una de sus declaraciones a través de esta vía del líder de Wagner, colgando una foto de sus guerreros a pocos kilómetros de la ansiada Bajmut.

Fuentes de Rusia Unida, el partido que sostiene al Gobierno ruso, aseguran que el Kremlin, si no ha prohibido la mención de Prigozhin y Wagner en los canales de televisión, por lo menos ha ordenado frenar su presencia en la conversación pública.

Conocido durante años como el chef de Putin debido a los servicios de catering que presta en la élite rusa, ha despertado recelos en el escalafón militar sobre todo tras su alianza -descrita por algunos disidentes como conspiración fallida- con Ramzam Kadirov (el líder de Chechenia) y el general Serguei Surovikin, apodado el carnicero de Siria y que, hasta su destitución el mes pasado, llevaba la batuta del ejército ruso en Ucrania.

Vladimir Osechkin, un activista ruso de derechos humanos que dirige la web anticorrupción Gulagu.net, explica cómo Prigozhin ha resbalado en el trampolín político más importante de su vida: "El plan era hacer una ofensiva rápida en Ucrania, gastando decenas de miles de soldados en la batalla, conseguir un gran resultado" y propiciar una remodelación en el alto mando ruso, que abriría por fin sitio a los nuevos señores de la guerra no convencional. Ese complot debía llevar a Surovikin al puesto de viceministro o incluso ministro de Defensa. Kadirov quedaría al frente de la Guardia Nacional, jugando por fin un papel en la política nacional rusa.

Osechkin dice que Prigozhin ambiciona dirigir el FSB (heredero del KGB ruso) porque sabe que esos espías controlan sus movimientos y su futuro: tienen material para chantajearlo, al parecer un kompromat referido a su década de presidiario.

BENDECIDO POR LA GUERRA

Las inesperadas dificultades de Rusia en su conquista de Ucrania trastocaron el año pasado el escenario del poder en Rusia. La cúpula militar quedó en el punto de mira de las críticas de la propaganda: algunos altos mandos han sido degradados o han pasado largas temporadas desaparecidos de la luz mediática. Inesperadamente ese espacio ha sido ocupado por los matones de Putin: personas ajenas al ejército, con una pobre experiencia militar, pero que destacan por su dureza, su nula rendición de cuentas y su lealtad personal -no institucional- a Putin. Son herramientas rudimentarias, pero útiles en una guerra en la que, de momento, nada va según los planes. Ramzam Kadirov, es uno de los que ha aprovechado el momento mostrando las feroces campañas militares de sus hombres en Ucrania. Pero el que ha jugado sus cartas de manera más ambiciosa ha sido Prigozhin, que el año pasado demandaba a cualquiera que le señalase como jefe de Wagner y tras la invasión se presentó a sí mismo como creador de ese ejército privado.

Desde su salida del armario, Prigozhin ha estado continuamente en las noticias: reclutando personalmente a presos en las cárceles rusas, revisando los cadáveres almacenados de sus guerreros tras sucumbir al fuego ucraniano, insultando a generales, comentando las dificultades del avance e incluso reclamando nuevos enfoques.

Alejarse de su zona de confort puede darle un despacho en el lado legal del poder o hacerle caer en desgracia. De momento, ha tenido más suerte en el frente que en casa. Sin casi apoyos en Moscú y todavía luchando por hacerse respetar por el poder político de su San Petersburgo natal, no ha conseguido que el Parlamento ruso legalice los Wagner. A día de hoy, siguen siendo una banda.

Los desafíos lanzados a Rusia han sido continuos en los últimos meses y, finalmente, se han materializado en una rebelión.

Denis Korotkov, periodista ruso que lleva años investigando a los Wagner y que ahora trabaja en el Dossier Center, asegura que "Prigozhin no tiene más apoyos que su vínculo con Putin". Cualquier derrota le dejaría fuera del tablero. Wagner es más una munición que un arma, recluta convictos y devuelve ataúdes que nadie se molesta en contar.

Pero Prigozhin aprendió en la cárcel que el mejor galón es ser duro de pelar. Tras la destitución de su preferido Surovikin y la designación de Valery Gerasimov para comandar la ofensiva rusa, el magnate busca su sitio. Si hace falta, con un perfil más templado. Aseguró en febrero que Wagner había dejado de reclutar prisioneros. En la entrevista, negó haberlos utilizado como carne de cañón y dijo que las pérdidas entre los presos eran más o menos las mismas en términos porcentuales que entre el resto de sus combatientes. También insistió en que tenía "cero" ambiciones políticas. Y sobre todo evitó nuevos ataques contra la cúpula militar de Rusia. En un gesto de dramatismo, miró directamente a la cámara para enfatizar que no estaba criticando a nadie.

UN REGALO PARA EL ZAR

El Señor Lobo intenta ahora cambiar de piel. Wagner ha sido acusado de atrocidades en el frente. En enero Estados Unidos lo designó como organización criminal. Prigozhin lo negó y pidió a Washington que "aclare" de qué delito se acusa a Wagner. Pero la videoteca le persigue. El año pasado pareció respaldar tácitamente un vídeo que mostraba el asesinato, a mazazos, de un desertor de Wagner que había sido devuelto por los ucranianos en un intercambio de prisioneros. "Una muerte de perro para un perro", dijo entonces Prigozhin, al que también se señala como dueño de la granja de trolls de San Petersburgo, diseñada para interferir en los debates de Occidente.

Putin tiene luchando en Ucrania a facciones que compiten entre sí. Y nadie quiere traer malas noticias a la mesa del zar, sino lo contrario: un triunfo dibujado sobre el mapa de Ucrania. La gran misión es convertir en realidad lo que apresuradamente Putin ha escrito en la constitución: que todo el Donbás, y también Zaporiyia y Jersón, es Rusia.

Someter todo el Donbás podría llevar, según Prigozhin, hasta un año y medio. Esto implica no llegar a tiempo a las próximas elecciones presidenciales rusas, que deben eternizar a Putin en el cargo en 2024. "Y si tenemos que llegar al Dnipro, eso tomará alrededor de tres años", agregó Prigozhin. En ese caso las fuerzas rusas deberían extenderse por un área hasta ese gran río que surca Ucrania aproximadamente de norte a sur. Es un objetivo difícil. Pero lograría el anhelo de Putin de -ya que no puede reconducir el rumbo occidental de Ucrania- partirla por la mitad convirtiéndola en poco más que un muñón del país que es actualmente. Doblegar la voluntad con una buena paliza: el protocolo habitual que Prigozhin y sus guerreros aprendieron en la cárcel.

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