18 jul 2008

Solidaridad con Creel

Rosario Ibarra se solidariza con Santiago Creel;
El Correo Ilustrado de La Jornada, 18/07/2008;
Sirva esta carta abierta para expresar mi solidaridad con el senador Santiago Creel, objeto de un fallido intento de censura por parte de una de las dos empresas que detentan el poder mediático en México. Fallido, pues de un tiempo para acá las audiencias ya no usan las pantallas como fuente de verdad informativa, como lo saben muchos, excepto aquellos que gobiernan con espots y ceden a los chantajes del poder de esa república virtual.
El asunto no deja de ser grave, como lo han sido los constantes intentos del duopolio televisivo de cancelar una porción de la realidad y de la opinión pública por medio de la edición o el simple ninguneo, utilizando para ello una concesión que implica una responsabilidad social y el respeto a la libertad de expresión y al derecho a la información. Ante el veto ha dicho Santiago Creel que es mejor estar solo que mal acompañado.
Le puedo asegurar que de este lado de ese cristal siempre se ha estado mejor acompañado.
Rosario Ibarra
***
La televisión /Carmen Aristegui F.
Reforma, 18 Jul. 08;
Entre insólito, patético y ridículo resultó lo que hizo la principal televisora del país con el presidente del Senado, Santiago Creel. Borrarlo, como remedo estalinista, de la pantalla de televisión y, por lo tanto, de la escena pública es algo que alcanza ya tintes enfermizos de quien o quienes tomaron la decisión. Entre otras cosas porque no se trata de un hecho aislado.
La respuesta de la televisora ante el extrañamiento de RTC resultó tan hueca como insostenible: "Se cometió un error de edición en la imagen del senador Creel". Esa afirmación es falsa y lo saben los profesionales y lo sabe cualquiera que haya visto esa imagen. Lo sabe el doctor Leopoldo Gómez, a quien estimo personalmente, pero que sabe muy bien que una explicación como ésa no puede satisfacer ni a RTC ni al Senado ni a nadie. A todas luces estamos frente a una acción deliberada para eliminar de la escena a un protagonista de la vida pública. Baste ver el tipo de encuadres que muestran a los participantes del encuentro de un lado y otro del senador, evitando registrar su imagen en cualquier plano cerrado, y cuando aparece en los planos abiertos es borrado. El remate estúpido de un veto mayor.
Lo que el Canal 2 transmitió a millones de personas, en su nota del 2 de julio sobre el debate petrolero en el Senado, es absolutamente inaceptable por varias razones.
La principal tiene que ver con el poco respeto que se muestra a una audiencia de millones de personas que tienen como su principal fuente de información política, precisamente, a la televisión. El principal agravio no es sólo a la víctima directa de la mutilación visual, sino a un público a quien se le escamotea el elemental derecho a estar informado. La desaparición del rostro de Creel es un capítulo más de una larga cadena de omisiones deliberadas del trabajo en el Congreso y especialmente del senador Creel. En los 44 días que siguieron a la aprobación de la reforma electoral, que prohíbe la compra de tiempos en radio y televisión, la información sobre el Congreso y sus legisladores cayó dramáticamente. Así lo demuestra el monitoreo que hizo el propio Senado. Mientras que Enrique Peña Nieto registra más de 700 menciones en ese periodo, en una sobreexposición también anómala, Congreso y legisladores literalmente desaparecen de las pantallas en una clara represalia informativa. La prensa reportó 70 por ciento de la cobertura del Senado, la radio 33 por ciento y la televisión únicamente un 4 por ciento. Un auténtico ostracismo informativo.
Es claro que las televisoras vieron afectados sus intereses al haberse establecido la prohibición de compra con fines electorales y eso afectó los ingresos millonarios de recursos públicos que tenía la industria en tiempo de campañas. Tienen derecho a inconformarse si creen que esa reforma les afecta, pero no tienen derecho a hacerlo a costillas de los ciudadanos y su derecho a saber. El ex secretario de Gobernación ha sido objeto de un consistente veto televisivo que dura ya por lo menos un año y me temo que en las actuales condiciones no será el último. No importa lo que haga, lo que diga, o la relevancia de su representación o de su presencia pública. La consigna es que no salga en las pantallas. La consigna es desaparecerlo frente a un público masivo sin importar, en absoluto, el derecho de las audiencias a recibir información relevante, plural, crítica, oportuna y veraz sobre lo que hacen o dejan de hacer aquellos que tienen un mandato de la sociedad, además de los otros actores de la vida nacional. Cercenar, no sólo la imagen, sino la palabra y las ideas (las que sean) de quien o quienes tienen la representación social, es una afrenta muy seria. Como pocos, Santiago Creel ha probado en su vida política las mieles y las hieles del trato con las televisoras. Fue beneficiario, por ejemplo, de una cobertura privilegiada en Televisa, en marzo y abril de 2005, en detrimento de la figura de Felipe Calderón, cuando ambos competían por la candidatura presidencial. Entre febrero y marzo, Calderón no tuvo una sola nota en la televisora, justo cuando se cocinaba la Ley Televisa, en tanto que Santiago Creel gozaba de un tratamiento desmedido a su favor desde las pantallas. Hoy, por las razones que sean, es desaparecido de la televisión. El tema aquí no son tanto las cuitas de Creel con Televisa sino la constatación, nuevamente, de que desde el régimen duopólico que impera en la televisión mexicana se pueden poner en práctica, sin recato alguno, una serie de criterios extraperiodísticos para determinar qué se informa, qué no se informa y cómo se informa a millones de personas que tienen en la televisión a la principal ventana de contacto con la realidad nacional. Si no que le pregunten a López Obrador, a Calderón, a Cárdenas, a Castañeda, a la Suprema Corte, al equipo Puebla, a Corral, a Bartlett, a Junco de la Vega, a Saba y a una lista demasiado larga ya. Ése y no otro es el tema principal.
***
Alianzas y contraalianzas/Rafael Segovia
Reforma, 18 Jul. 08
Aquellos polvos trajeron estos lodos. Los escándalos de la elección de 2006 han tenido como consecuencia, además de la sospecha que pesa sobre cualquier elección en México, el que las elecciones, todo el proceso anterior a la elección propiamente dicha, se adelanten. Podemos decir que estamos ya en plena brecha electoral, con todos los temores inherentes al fenómeno.
El señor Calderón se ha paseado por todo el mundo conocido o que va a conocer, porque un Presidente debe ser culto; ni la India ni cualquier rincón de Asia puede ser un país ignorado por él y su séquito. Ni él ni su séquito pueden ser unas personas desconocidas "por los de fuera". Para el público nacional, busca darse a conocer a través de la prensa y del radio. Sigue siendo un hombre desconocido, para remediar eso tiene a un jefe de partido, tiene al señor Martínez.
Hacer un papel decente el año que viene es más complicado de lo que aparece a primera vista: hay más enemigos que aliados, pese a los cambios y movimientos extraños, motivados por la ambición que surge en los partidos, donde hay una cantidad insospechada de hombres temerosos del desempleo. De ahí, la necesidad de las alianzas, las desobediencias y la lucha por encontrar un lugar al sol.
La señora Elba Esther Gordillo se presenta como una dueña de su sindicato, o mejor dicho de su partido, debe aliarse con Acción Nacional que anda en plena indigencia, por no haber cumplido una sola de sus promesas de campaña. Además, ahora se podrá medir su llamado, cuando ya no hay un enemigo a vencer. Hacer una campaña contra un enemigo del que se quiere ser un aliado es más difícil que la cuadratura del círculo.
Por un lado -no se sabe si por el lado izquierdo o el derecho, y si el centro es un lado- está el señor Manlio Fabio Beltrones que en principio es el hombre del PRI y, por el otro, se sitúa la señora Gordillo con su sindicato de maestros, que en principio cuenta con un millón de afiliados que le dieron en 2006 la "victoria" a Felipe Calderón. Renegar a sus principios y aliarse con lo que había sido uno de los pilares del PRI ha sido reprochado a este señor por uno de sus fieles y pasado sin mayores prejuicios por el presidente del PAN, uno de los individuos más maleables del tablero político de este momento.
El PAN vive ahora una lucha fratricida, precisamente la que quería evitar por variadas y conocidas razones. Quería en primer lugar no ponerse enfrente a las dos compañías de televisión, que son el único apoyo indefectible del señor Calderón, y para ellos despachó al presidente del Senado; le dio las gracias -y de mala manera, porque el presidente del PAN es un zafio- como no se le dan ni a la portera. Ya tiene un pleito que no le viene bien al PAN, como tampoco le viene bien su alianza con la señora Gordillo que no goza de una simpatía generalizada dentro y fuera del PAN. Esta señora (es un eufemismo) es lo contrario de la doctrina panista. Antigua priista, líder sindical con mala fama, un sindicato dividido, tiene todos los inconvenientes para cumplir el papel a que se le ha destinado. De manera especial va a ayudarle al PAN a perder votos porque la imagen de Felipe Calderón va a salir mal de esta alianza que va a recordarle a los electores el "triunfo" del 0.7 por ciento. La prensa, previendo el desastre panista, empieza a abandonarlo; le va a costar mucho al partido en el poder recuperar una simpatía que no se explicaba de los medios escritos, que no quieren para nada hacer ningún trabajo con la televisión.
El Comité Ejecutivo del PAN sigue sumido en una pasividad casi total; espera, asustado, la próxima confrontación. Las maniobras, adelantadas por el momento, no han dado los resultados esperados. El PAN sigue siendo un partido sin una clientela fiel y confiable.
El borrar la imagen de Creel ha revelado el miedo o más bien el castigo que Televisa impuso al presidente del Senado. Es algo que hasta ahora ningún privado se había atrevido a infligir a un personaje del gobierno. Felipe Calderón sabe si el ultraje va a pasar como si nada hubiera ocurrido. Y en efecto no ocurrió nada, menos que el público más municipal y espeso que de costumbre, sacudiéndose quizás su modorra habitual, empieza a saber quién está autorizado a castigar cuando quiere, cuando se siente ofendido.
Todo lo intentado por el Congreso hasta ahora y principalmente la ley de medios se ha venido abajo. El IFE puede decir cuanto se le ocurra, Televisa lo publicará, es decir, pasará al aire si tiene ganas y si le conviene. Nadie tiene poder para oponerse a su voluntad, sólo el gobierno puede, y el gobierno no tiene voluntad.
Si el gobierno tiene aún la primera mayoría en la Cámara de Diputados, tan pronto como la pierda quedará pendiente de la voluntad de los televisivos y los privados entrarán en una desobediencia anárquica. Nos veremos sumidos en una rebelión constante, como no la hemos conocido hasta nuestros días. Ya Calderón ha visto el caso que se ha hecho a su propuesta sobre la energía: ni siquiera quienes han laborado en Pemex la apoyan. Nadie, ni privados ni intelectuales ni periodistas, nadie que sea medianamente conocido está con el gobierno. El aparato obediente por el PRI, con un trabajo de 71 años, ha desaparecido; Calderón puede seguir visitando y luciéndose en países extranjeros. Afuera se trata de Cuba. Bon voyage.
***
Un lugar de la mancha /Juan Villoro
Reforma, 18 Jul. 08
México atraviesa severos problemas de photoshop. Hace unas semanas el alcalde de Toluca, Juan Rodolfo Sánchez, fue acusado de clonar su imagen para promover obras públicas (que en apariencia también eran clonadas). En ese teatro de la fantasmagoría, declaró para defenderse: "soy más guapo que mi clon". Según el peritaje que ayer publicó Reforma, la fotografía usada en los espectaculares proviene de cuando el edil era más joven. Esto podría animar una nueva declaración y tal vez un bolero: "Soy más guapo que mi pasado".
El incidente de Toluca ha sido rebasado por otro de alcance nacional. Televisa borró a Santiago Creel en una sesión del Senado. A diferencia de lo que Stalin hacía en esos casos, el canal dejó rastros imperdonables. Las fotos en las que Trotsky desapareció por obra de un plumón de aire deben ser cotejadas con el original para saber que hubo fraude. La represión estalinista no fue ajena a la paciencia artesanal. En las obras de Editorial Progreso de Moscú, cada vez que Lenin se refería a Kautsky, un paciente corrector agregaba un atributo poco homérico: "el renegado".
Llama la atención que una empresa que puede fotografiar un mosquito en el Estadio Azteca haya hecho un trabajo tan torpe en el caso de Creel, convirtiéndolo en Hombre Célula para una película de Cronenberg. En vez de sustraerlo del escenario político, le proporcionó un realce novedoso, el de la víctima. El mismo político que hizo poco para controlar a los medios cuando estuvo en Gobernación aparece ahora como un ciudadano radical. "Nunca es tarde para rectificar", le dijo a Carmen Aristegui en una notable entrevista.
La verdad, es loable que un político acepte haberse equivocado; sin embargo, Creel no ha adquirido relevancia por los ajustes a los que somete su opinión, sino por su exhibición como Hombre Célula. Así, Televisa fortaleció a un político poco amigo de la contundencia, que en su paso por Gobernación transformaba desafíos nacionales en mesas de discusiones.
En lo que sí fue creativa la televisora fue en su excusa para nublar la identidad del senador: "fue un error de edición". Si el concepto prende, podremos decir que los disidentes que Stalin mandó al paredón y los 20 millones de paisanos que dejó morir en la Segunda Guerra Mundial fueron errores de edición (de hecho, como editar implica suprimir, esta acepción se antoja más correcta).
Televisa le ha dado insólito rating a la mancha y ha mostrado que en su pantalla gana quien, al modo del personaje de Woody Allen en Deconstructing Harry, queda fuera de foco.
El tema es trascendente porque resume los afanes de una sociedad que ha salido de photoshopping. No me refiero sólo al uso mediático de los trucos de la imagen, sino a la forma en que ha calado en las conciencias. Nos hemos convertido en una potencia del borrón mental.
Veamos, si no, el uso discrecional que se hace de la memoria. ¿Cómo se justifica que el PRD, luego de protestar contra las elecciones del 2 de julio de 2006, haya hecho los comicios internos más sucios de su historia? El partido del sol azteca debería estar en un peregrinaje público, solicitando el perdón de la grey y aceptando ser fustigado con cáscaras de mandarina. Pero la rendición de cuentas no forma parte de la realidad. Cuando un político habla de su pasado lo acondiciona con efectos especiales. Entre infinitos ejemplos elijo a un profesional del cambio de partido, Demetrio Sodi. Cuando salió del PRD, hizo acusaciones que hacían pensar que había colaborado con la cámara de tortura del doctor Mengele. Si ese entorno era tan atroz, ¿cómo aguantó tanto tiempo pasando el bisturí?
¿De dónde viene esta tendencia? La historia patria es, en sí misma, un prodigio del photoshop. Madero era un héroe que luchó contra Zapata, otro héroe, que luchó contra Carranza, otro hé- roe, que luchó contra Villa, otro héroe, que luchó contra Obregón, otro héroe. El denominador común de tanta heroicidad fue que todos los interesados pasaron por la variante más literal del photoshop, el asesinato.
Ni siquiera en asuntos puntuales un político recuerda su imagen anterior. López Obrador prometió debatir una, cinco o 10 veces con Felipe Calderón, pero cuando llegó el momento en la campaña dejó vacía su silla, para desesperación de quienes lo apoyábamos. Ahora que padece el destierro mediático ha invitado al Presidente, que considera ilegítimo, a debatir a propósito de la reforma energética.
Hay variantes cosméticas pero no menos significativas del photoshop. Marcelo Ebrard no puede decir "Felipe Calderón". Se refiere al "gobierno federal" pero borra a la persona que ocupa el cargo, con la que, por otra parte, no acepta fotografiarse (esta renuencia califica como "photoshop preventivo").
Los empresarios tampoco son ajenos a esta estrategia. Carlos Slim recibió Teléfonos de México en régimen de monopolio, una infamia bajo cualquier criterio de liberalismo económico. Cada vez que se le pregunta sobre el tema, dice que compró la empresa en más de lo que valía. Aunque ésa no sea la pregunta, el magnate demuestra que el photoshop mental es una forma del ahorro.
También la jerarquía eclesiástica supone que el cielo ya admite portentos de photoshop. En Jalisco aplicó la distracción selectiva para el origen de las limosnas.
El tema está tan de moda que llegó al traje de noche de la Señorita México. El modelo que usó para disputar el cetro de Miss Universo podría llamarse "photoshop a medias". Pensada entre la ropa y la desnudez, la prenda tiene el tono, translúcido y canela, de las medias de una beata en una novela de Baroja. Aunque el resultado es desconcertante, se trata de un traje típico; sugiere que el modisto borraba el vestido para realzar el cuerpo de la mujer cuando se fue la luz. Nada más autóctono en el país de la mancha que algo a medias.

No hay comentarios.: