14 abr 2009

Diálogo con su señoría

Diálogo con su señoría/Javier Gómez de Liaño, abogado y magistrado excedente
Publicado en EL MUNDO, 13/04/09;
Debo confesar que no he hecho en mi vida una sola entrevista, aunque también es verdad que, si nos las hice, fue porque nunca se me presentó la ocasión. Quienes tenemos la afición de escribir y, sobre todo, sentimos admiración por lo que los demás escriben, pensamos que los géneros literarios no son mejores o peores por lo que son, sino por cómo se hacen.
Decía Camilo José Cela que una novela hecha sin talento vale menos que un sainete o un cuento. Lo mismo pasa con el periodismo, donde la columna se considera de naturaleza superior, lo cual no siempre es cierto. ¿Puede un pesado artículo competir con un reportaje de Bernard-Henry Lévy o de Manuel Leguineche o con una entrevista de Oriana Fallaci, del mago de César González Ruano o del mismísimo Raúl del Pozo?
Decía antes que jamás he entrevistado a nadie. No obstante, creo que ello no es óbice para dar el primer paso y hacer de esta tribuna un cuestionario dirigido al recién nombrado presidente de la Audiencia Nacional (AN). Debo advertir que como quiera que conozco al entrevistado desde 1978, todas las preguntas están hechas desde la memoria, volando y revolando un tiempo pasado juntos.
Total, que aquí me tienes, mi querido Angel, metido en un mar de dudas y estrujándome las meninges para ver cómo acertar en el preguntorio que me he propuesto enviarte. Antes, recibe de este viejo compañero de escalafón los plácemes más sinceros por la designación y que la suerte te ayude en esa nueva travesía en la que te has embarcado o en la que te embarcaron. Desde el tinglado de Rumasa hasta el último ovillo del caso Gürtel, no hay castaña caliente de esta España judicial que no vaya a parar a la sartén de ese tribunal que, por cierto, a veces, más que un lugar donde se imparte justicia, parece un avispero. Empecemos por él.
- Hace ahora 32 años, la Audiencia Nacional abrió sus puertas.Lo hizo con el sambenito de ser heredera del Tribunal de Orden Público e incluso hubo voces políticas y judiciales que llegaron a considerarla anticonstitucional. ¿Crees que hoy, aquellas iniciales prevenciones han sido superadas por la legitimidad de su ejercicio? ¿La AN está hoy plenamente justificada?
- Para mí tengo que, pese a ciertos fallos, otros tantos errores y bastantes contradicciones, la AN ha hecho una contribución esencial a la sociedad española y a nuestro Estado de Derecho.Ahora bien, se me ocurre si acaso no tiene una capacidad jurisdiccional excesiva y aglutina competencias propias de otros tribunales.¿Cuál es tu opinión? Para ti, ¿sería momento de reformarla?
- Si entendemos que mejor es no tocarla, en todo caso reconocerás que no es un órgano jurisdiccional como los demás. Por de pronto, es evidente que no hay tribunal más televisivo. ¿La personalización en exceso o la espectacularidad no son nocivas para la verdadera esencia de la función de juzgar y para la seguridad jurídica?
- No sé si el fenómeno es bueno o malo, positivo o negativo, que de todo habrá, digo yo, pero ¿qué opinión te merece la vocación imperialista, casi sideral, de la AN, investigando crímenes contra la Humanidad e incluso indagando en la propia Historia de España?
- ¿La confusión que se da en la AN entre el juez juez, el juez político o el juez público no produce en los ciudadanos perplejidad respecto al quehacer judicial? Te pregunto esto porque en su comparecencia ante la Comisión de Calificación del CGPJ, la magistrada Elisa Veiga, aspirante, como tú, a presidir la audiencia, defendió la «dedicación exclusiva a la jurisdicción» y habló de acabar con el excursionismo judicial mediante un severo régimen de incompatibilidades.
- La AN no se salva de los males generales de la justicia. El presidente de la Sala de lo Penal, Javier Gómez Bermúdez, con tanta razón como valentía, ha denunciado las carencias que padece.Incluso ha afirmado que el ejercicio efectivo del derecho de defensa no siempre está garantizado. ¿Habría que mejorar la calidad en la tramitación de los asuntos de ese tribunal? ¿Es necesario aumentar el número de jueces para asegurar que cada procedimiento se despache con la necesaria solvencia jurídica?
- A propósito de tu nombramiento, en uno de sus editoriales del 27 de marzo pasado, El País sostenía que era llamativo que un magistrado del Tribunal Supremo (TS) pasase a ocupar un cargo judicial de menor rango. Tres días después, un redactor del mismo diario te comparaba con un general que tras llegar al máximo nivel en la milicia, pasa a ser el jefe de los sargentos. ¿Consideras que presidir la AN es un descenso en tu carrera judicial y que los jueces de ese órgano son profesionales sin galones? ¿Tienes algo qué decir a esto o te parece la típica reflexión de un profano?
- ¡Ah!, que no se olvide. ¿Piensas que administrar justicia durante muchos trienios puede llegar a producir bostezos? Te lo pregunto porque en un periódico apareció publicado que habías dicho que en el Tribunal Supremo te aburrías, cosa que no me creo, pues te tengo por hombre que no conoce el tedio ni la fatiga, pese a los muchos años de oficio.
El pueblo avisa de que si no quieres errar, no te metas a juzgar, lo cual significa que la gente presiente el error antes que confiar en una buena justicia. Angel Juanes sabe bien que el personal recela mucho de la justicia, y mucho más de quienes la ejercen. Ahí están los datos. Las quejas de los usuarios ante el Consejo General del Poder Judicial aumentaron en 2008 un 32% más respecto al 2007.
- ¿Qué te parece, Angel, que la Administración de Justicia sea el servicio público peor valorado por los españoles y que según el último estudio del CIS, ningún otro merezca peores calificaciones? ¿Debe criticarse con todo rigor la mala justicia?
- En este valle de lágrimas o, lo que igual, de justicias e injusticias, resulta difícil salir ileso e indemne de la función de juzgar.«Me considero independiente. No soy hombre de nadie, no lo he sido nunca», has dicho recientemente. ¿Ser absolutamente independiente puede ser perjudicial para la salud?
- Otra cuestión. Si la Constitución prohíbe a los jueces y magistrados en activo pertenecer a partidos políticos y sindicatos, ¿no crees que, en ocasiones, las asociaciones judiciales, más que defender intereses estrictamente profesionales, lo que hacen es patrocinar idearios políticos o sindicales?
Ahora, unas preguntas rápidas; a bote pronto.
- ¿Si tuvieras que elegir, de estas tres, qué virtud destacarías en la justicia: la prudencia, la templanza o la misericordia?
- ¿Cuál de los enemigos de la justicia te parece el más peligroso?
- Para la justicia, ¿te gusta más el bullicio mudo o el silencio retumbador?
- ¿Qué valoras más en un juez: la memoria, la inteligencia, o la fuerza de voluntad?
- ¿Me puedes dar tu modelo de juez?
- En el compañero, ¿prefieres la lealtad o la rectitud?
- ¿Qué te apetece más, el prestigio o la fama?
- ¿Prefieres juzgar o que te juzguen?
- ¿Se abusa de la prisión preventiva?
- ¿Si te lo propusieran, tendrías una aventura o escarceo político como el que tuvieron algunos colegas? ¿Consideras que quien se mete en política no debe volver a ser juez en activo?
- ¿Qué impresión te produce la imagen de un juez en el palco de un equipo de fútbol? ¿Aceptarías una invitación para asistir a un evento deportivo, a una corrida de toros o a un estreno de teatro, si quien te la envía es alguien de la directiva del club, de la empresa taurina o de la compañía teatral?
- ¿Tienes alguna condecoración extrajudicial?
- ¿Qué te gustan más, los jueces falibles o los fallos infalibles?
- ¿Qué sientes ante la injusticia? ¿Cuál es tu reacción ante ella?
- ¿Piensas que para la justicia hay soluciones mágicas y para la injusticia remedios caseros?
Bueno, Angel, no quiero molestarte más. No quiero interrumpir tu trabajo. Sé lo muy ocupado que estás y a un hombre muy ocupado no debe importunársele. Perdona: una última pregunta:
- ¿Te acuerdas de tu primer juzgado, en Don Benito? ¿Aquella etapa fue la más feliz de tu carrera?
Han pasado más de 30 años desde que llegamos a Extremadura para administrar justicia. De ellos, a modo de resumen, ambos, tal vez, podríamos decir que hemos vivido por la justicia, tanto como trabajado por ella y hasta sufrido por ella. Todavía me acuerdo de algo que escribí cuando era un alevín de juez. Fue el 16 de junio de 1981, con motivo de la inauguración de la nueva sede judicial de Villanueva de la Serena. Allí estabas tú. Decía, más o menos, así: los jueces debemos llevar el sentimiento de justicia en lo más profundo; no se nos puede escapar, ni volatilizar como se evapora el aroma de un perfume, pues ahí está el peligro: en que lo tiremos igual que se tira un envase vacío.
Hoy, Viernes Santo -día en que escribo estas líneas-, me he acercado hasta la Audiencia Nacional para dejar un sobre con esta entrevista. Por la calle Génova, que es una calle mitad política, mitad judicial, corre un frío soplo de viento que sube de la plaza de Colón. Un par de matrimonios posa delante de la escalera de ocho peldaños de la Audiencia Nacional. Han venido desde Zamora y quieren llevarse un recuerdo del tribunal más famoso de España. Sí; sin duda esa es, hoy, la imagen de la justicia española.

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