2 oct 2009

Corral-Aristegui-CSG, columna de Rivapalacio

Columna Estrictamente Personal/ Raymundo Riva Palacio
La colita de Corral, 2 de octubre de 2009
Ejecentral.com.mx, Publicado en varios medios impresos, entre ellos El Financiero,
Los refranes populares son sabios porque emanan de la experiencia sufrida. Algunos son tan usados que se han convertido en lugares comunes. Pero no hay ninguno que se ajuste más y mejor al diputado panista Javier Corral, émulo tropical de Danton, que ese que reza: “lengua larga, cola corta”.
Le hubiera servido acordarse del dicho la semana pasada cuando se subió a la tribuna del Congreso y al final, emocionado consigo mismo, leyó pasajes de un libro de su querida Carmen Aristegui –como la llama él-, donde el ex presidente Miguel de la Madrid dice arrepentirse de haber escogido a Carlos Salinas como su sucesor, por la corrupción en su gobierno y los vínculos de su hermano Raúl con el narcotráfico. La bancada priista le gritaba “¡Aristegui, Aristegui!”, y él se encendía a la velocidad de la luz.
Corral, veterano parlamentario, cayó en una trampa que le puso una muy amiga de él y de Aristegui, Beatriz Paredes, quien sólo llegó a la sesión vespertina de ese día, para jugar con Corral. Lo escuchaba con sus manos pegadas a la barbilla y se recostaba sobre la curul, para dar instrucciones precisas al oído a los diputados que iba seleccionando para dar respuesta al panista, sobre qué decir.
Le mandó a Alfonso Navarrete, quien picó a Corral; le reviró con Omar Fayad, que lo descalificó a él y a su partido; y lo liquidó con Jorge Carlos Ramírez, quien además, impidió que el panista concluyera esa parte del debate. Setenta y dos horas después, el propio Salinas lo remató, expresando extrañeza que lo atacara Corral, quien lo había buscado para pedirle “favores” aún después de ser Presidente.
El combativo Corral se puso, entonces, a combatir a Salinas. Llamó a los medios para refutar lo dicho por el ex presidente, y realizó un blitz radiofónico para apoyar sus aseveraciones. Dijo que era falso lo que decía Salinas, y que nunca le había pedido favores. Admitió que sí lo había visto, por intermediación de amigos comunes y, en otra ocasión en La Habana, donde, en su propias palabras, el comandante Fidel Castro le pidió que hablara con Salinas, porque el ex presidente se lo había solicitado. Los cubanos están entre los primeros sorprendidos de tales revelaciones.
Corral sí fue a La Habana, como dice, en una delegación parlamentaria. Castro no lo buscó. Fue al revés. Cuando Corral lo vio, narran aquél momento, se abalanzó sobre de él para abrazarlo. Lo abrumó y “no lo soltaba de la mano”, lo cual para la cultura cubana, resultó bastante incómodo. Los cubanos nunca se aprendieron su nombre, pero lo identificaban como “el de la manita”. En esos días pidió la intermediación del comandante para ver a Salinas, quien se encontraba en una de las casas de protocolo del gobierno cubano.
En la reunión sí le pidió un favor explícito, cuentan quienes conocen los detalles del encuentro. Le pidió a Salinas que mediara con Televisa –sabedor que tenía la relación directa con el presidente de la empresa, Emilio Azcárraga y con su operador político, el vicepresidente de la compañía, Bernardo Gómez-, para que “entendieran” que su discurso beligerante contra Televisa, “era así”, que no podía cambiarlo, pero que no pasaría a mayores. Y no sólo eso. El mensaje que quería les fuera transmitido llevaba la petición expresa para que lo ayudaran a ser gobernador en Chihuahua. No entendía que él, “garantía de gobierno”, no tuviera la promoción que daba Televisa al entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, de quien les dijo en aquella reunión que “sí era un peligro para ellos”.
No se sabe si Salinas se encargó de la mediación. Sin embargo, el tratamiento que se le ha dado a Corral en los medios no ha sido similar al que, por ejemplo, se ha hecho en contra de otro panista, el senador Santiago Creel, a quien le han decretado la muerte política de las pantallas por mantener una posición en contra de las televisoras similar a la de Corral. En esa misma línea de pensamiento, Corral acaba de asumir la presidencia de la Comisión de Gobernación del Congreso, por cuyas oficinas debería pasar una eventual ley de radio y televisión.
Lo que sí se sabe de aquella entrevista es que no hubo dinero de por medio, como Corral ha reiterado en su defensa mediática contra de Salinas esta semana. Sí hubo, empero, insinuaciones. Corral le dijo varias veces a Salinas en La Habana, según la reconstrucción del encuentro, que “no tenía dinero” y que “necesitaba mucho dinero para la campaña”. Pero se infiere que como no hubo una petición expresa, tampoco hubo una respuesta concreta. La gubernatura de Chihuahua traía vuelto loco a Corral, y en cuando menos una ocasión más, en la ciudad de México, lo vio para pedirle que lo ayudara en eliminar una serie de obstáculos con priistas en su estado, para poder caminar hacia la candidatura. Tampoco se sabe qué hizo Salinas.
Seguro, porque ha sido un referente en su carrera política, sigue buscando el cargo. Pero ahora tendrá nuevos problemas. Dentro del PAN causa pena ajena por la vergonzosa situación en la que él mismo se metió, debilitándolo como orador y reduciéndole capacidad de acción. Los priistas en el Congreso piensan en él y se ríen con sólo recordar la manera como Paredes jugueteó con él. Para sus amigos en los medios y el PRD que odian a Salinas, este episodio reduce fuerzas a su defensa. La terquedad de Corral y su ceguera –como el no haber visto la trampa de Paredes- difícilmente lo harán recortar sus pérdidas y dar un paso hacia atrás. Seguro, Corral irá para adelante, aunque en realidad camine para atrás.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

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