10 ene 2011

2011, el año del atrincheramiento: MCS

2011, el año del atrincheramiento/Manuel Camacho Solís
El Universal, 10 de enero de 2011
A falta de una iniciativa de reconciliación, las consecuencias del desacuerdo nacional ya marcan el perfil de la sucesión presidencial del 2012. La ausencia de un verdadero diálogo está llevando, desde el arranque de 2011, a que cada fuerza política se atrinchere. A que dé por supuesto que el diálogo y el debate ya no tienen cabida y que, por lo tanto, esto se resolverá defendiendo cada quien su plaza, su trinchera, y después todo lo demás.
Los cambios y posicionamientos con los que ha arrancado el año van en esa dirección. Así se puede observar, con distintos grados de avance, en las tres principales fuerzas políticas. Así empiezan a alinearse quienes los siguen desde distintos espacios de la sociedad. No hay duda de que una parte central de la política pasará por los partidos políticos por una sencilla razón: ellos tienen las llaves de las postulaciones de las candidaturas y en torno a la presidencial se dará la disputa sobre el rumbo futuro del país.
Si a esta situación le agregamos que se está llegando a esta elección en condiciones de gravedad, sobre todo por los altos niveles de violencia y el potencial acumulado de inconformidad social, es de preverse que cada fuerza considere como muy riesgosos los posibles desenlaces políticos y electorales del año que viene.
La primera decisión de atrincheramiento es del Presidente y el gobierno. Quien consideraba que no defendería la plaza, haría bien en revisar su análisis. Los cambios en el gabinete y en su partido, muestran que Felipe Calderón va a defender a su gobierno en la parte final y que jugará desde ahora a la sucesión. Va a apostar a que, con lo que tiene, pueda llevar a su partido a competir. Los cambios que hizo y los discursos que pronunciaron los funcionarios son de quien va a dar la batalla.
La segunda decisión es la del PRI. El pacto de los gobernadores a favor de Humberto Moreira es para defender el capital político construido en torno a la posible candidatura de Enrique Peña Nieto. Todas las fuerzas se han alineado para evitar que la disputa interna les arruine lo que ven como una oportunidad cercana. Están atrincherados frente a lo que viene. Lo estarán más al reconocer la voluntad presidencial de no entregar la plaza.
La tercera decisión es en las izquierdas. Por lo pronto se ha evitado que la división que ha persistido desde hace tres años hiciera eclosión. Si se tiene la capacidad para mantener la iniciativa en el estado de México, competir y ganar en Guerrero y resolver inteligente y responsablemente la sucesión en el PRD, las izquierdas también estarán agrupando sus activos para la disputa por el rumbo de la nación. Lo que falta en todos los casos es reconocer que no basta con atrincherarse.
Lo que hoy se necesita no es un discurso de reformas que, desde ahora se sabe, no tienen posibilidades inmediatas de éxito. Lo que no debiera postergarse es la construcción de una agenda mínima que abra a tiempo los espacios del debate en los medios para canalizar la inconformidad, que en materia de seguridad ayude a disminuir los niveles de confrontación y convenir las decisiones de Estado con las que habrá de darse el tránsito y donde las decisiones económicas contribuyan a mantener la serenidad, pero abran espacios para responder de mejor manera a una inconformidad social acumulada que está siendo adicionalmente nutrida por los aumentos de precios de alimentos, falta de crecimiento del mercado interno y afectaciones directas al empleo y el comercio en las zonas de mayor inseguridad.
Si 2011 es el año del atrincheramiento, habría que preparar las condiciones mínimas para que la competencia democrática de 2012 legitime a los nuevos poderes y el proceso electoral no exacerbe los conflictos y la violencia. Eso sólo es posible con una política que incluya nuevas iniciativas y mayor responsabilidad en su acompañamiento. Hacen falta decisiones que disminuyan los riesgos para el 2012 que, necesariamente, exigen un nivel mayor de audacia y responsabilidad.
Coordinador del Diálogo para la Reconstrucción de México (DIA)

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