02/28/2013
La
elección del Papa tras bambalinas/GIACOMO
GALEAZZI
Vatican Insider.
¿Qué
tienen en común el ministro vaticano de los Religiosos Joao Braz de Aviz, el
presidente emérito del Pontificio Consejo para la Familia Ennio Antonelli y
muchos de los electores sudamericanos? La cercanía al movimiento de los
“Focolares”. En cambio, el arzobispo de Nápoles Crescenzio Sepe, el de
Sarajevo, Vinko Puljic y el polaco Dziwisz son muy cercanos a la Comunidad de
Sant’Egidio. El potente líder de Propaganda Fide, Fernando Filoni, tiene
fuertes vínculos con los Neocatecumenales. El cardenal de Lima Cipriani es uno
de familia en Villa Tévere (cuartel general del Opus Dei). Otros muchos frecuentan
Villa Nazareth, residencia universitaria presidida por el cardenal Achille
Silvestrini y cercana al ala diplomática de la Curia Romana. Hay relaciones y
afinidades geográficas y transversales que vinculan a los purpurados en
pequeños grupos. Y esto tendrá su efecto en la Capilla Sixtina, cuando tse
lleve a cabo la elección del nuevo Papa.
Un
papel silencioso, pero de peso en los encuentros pre-cónclave, lo están
teniendo los movimientos eclesiásticos (Focolares, neocatecumenales,
carismáticos, CL, Sant’Egidio…) y los cenáculos teológicos, como la revista
“Communio” que agrupan a los príncipes de la Iglesia de forma geográficamente
trasversal, y que sirven como conexión entre la Curia y los religiosos
diocesanos.
En las residencias romanas de los conclavistas extranjeros se
entrelazan consultaciones y pláticas secretas. Durante los encuentros
informales, las eminencias comienzan a preparar el terreno para las
candidaturas. En Roma, las Curias generalicias de las órdenes religiosas y los
colegios nacionales son el punto de referencia para el “brain storming” de los
purpurados, que discuten la situación de la Iglesia desde diferentes ángulos.
Allí (en los discretos hostales desperdigados entre Aurelia y Gianicolo) se va
configurando la lista de los “papables”.
Antes
del último Cónclave, los progresistas Martini, Murphy-O’Connor, Kasper y
Pompedda platicaban en Villa Nazareth sobre los posibles escenarios de la
Iglesia post-wojtyiliana. Esta vez, el escenario es completamente diferente. No
hay un Ratzinger como entonces. Candidatos sólidos, claro, comienzan a tomar
forma, pero la situación inédita que creó la renuncia de Benedicto XVI hace muy
difícil hacer previsiones. Además podría haber alguna que otra sorpresa o
alianzas imprevistas. Una situación implícita en el gesto mismo de Benedicto
XVI.
Hombre
de Iglesia que sigue la tradición, pero capaz de hacer un gesto revolucionario.
Parte integral del “establishment” wojtyliano, pero ajeno a los coqueteos de la
corte. Fue elegido por su solidez doctrinal y muchos querrían un sucesor capaz
de volver a impulsar la Evangelización. Pero en su gesto podemos adivinar
algunas indicaciones, empezando por la necesidad de un Pontífice enérgico y
capaz de hacer cambiar algunas cosas en la Curia romana.
La
candidatura de Angelo Scola sigue teniendo bastante peso. Es un hombre de una
cultura inmensa y compartió la experiencia con Ratzinger en la revista
“Communio”, además de haber demostrado grandes dotes en Venecia antes de
convertirse en arzobispo de Milán. Podría, de cualquier manera, obtener el voto
de los italianos, que son el grupo con mayor representación en el Cónclave (28
electores). Puede contar con la habilidad diplomática de Comunión y Liberación,
pues tiene una sólida relación con el fundador don Giussani. Sus raíces en el
mundo de CL lo acercan a varios electores de todo el mundo.
También
Marc Ouellet tiene buenas probabilidades. Canadiense, con una sólida doctrina y
conocedor de la realidad latinoamericana, ha sido huésped en diferentes
ocasiones en los Meeting de Rímini (de CL). Los “think tank”, los talleres de
ideas del laicismo global actúan tras bambalinas. La fumata blanca también
tendrá una cierta influencia de las cámaras de compensación “global
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