4 sept 2013

Columnas de Alemán, Garfías y Riva Palacio

Columna ITINERARIO POLÍTICO DE RICARDO ALEMÁN
 El Universal, 4 de septiembre
 
Los mafiosos que se escudan en el membrete de la CNTE no se retirarán del Distrito Federal con las manos vacías. ¿Por qué? Porque en su código genético la “derrota” no existe.
Y si bien el Congreso le propinó un severo revés a la CNTE —acaso el más importante en su historia—, también es cierto que esa organización tiene en su futuro una preocupante encrucijada. ¿Y cuál es?
Primero, es secreto a voces que ya iniciaron negociaciones con Gobernación y con mandatarios de Oaxaca, Tabasco y Chiapas, para procesar la derrota. ¿Y qué quiere decir eso? Que si la nueva legislación educativa condena a la CNTE a una virtual desaparición —al desaparecer los depurados sistemas de control corporativo—, sus líderes mafiosos negociarán su paso a una nueva etapa corporativa.
Segundo, que si bien la CNTE es un brazo político y de presión a favor de los grupos de la llamada izquierda, nadie debe olvidar que nació y alcanzó su poder, gracias al PRI y a las alianzas con gobiernos estatales tricolores. Por eso la pregunta. ¿Con quién va a seguir la CNTE?

Es muy probable que el próximo domingo la CNTE aparezca apoyando a AMLO en su movilización contra la reforma energética. Sí, pero también es cierto que en el futuro la única fuente de dinero será el PRI. Y no pasará mucho tiempo para ver a la CNTE coreando a los gobiernos del PRI. Por lo pronto se irán forrados de dinero público y con la boca retacada de billetes; igual que ocurrió con el SME, igual que ocurrió con AMLO en enero de 1992, cuando se llevó 9 mil millones de pesos.
Y si dudan de la mafia que es la CNTE, basta recordar que en 1992 el entonces gobernador de Oaxaca, Heladio Ramírez López, firmó una minuta con líderes de la sección 22, a los que otorga no sólo el control total de la educación, sino incluso impunidad penal y una fuente inagotable de dinero.
El mandatario oaxaqueño concedió a la CNTE el reconocimiento como “Comisión Magisterial de Derechos Humanos”, con personalidad jurídica, no gubernamental, pero reconocida por el gobierno de Oaxaca. ¿Y eso para qué? Elemental, para darle impunidad en su activismo.
Pero no fue todo, en la misma minuta —que se puede consultar en la página La Otra Opinión—, el gobierno de Ramírez López concedió la creación de una agencia del Ministerio Público especializada en investigar y perseguir delitos que tengan como ofendidos y víctimas a los trabajadores de la CNTE.
Y claro, la agencia del Ministerio Público fue financiada por el gobierno del estado, mientras los agentes del MP eran propuestos por la CNTE. Pero no es todo. Esa agencia “se guardará” las averiguaciones previas y procedimientos penales de ilícitos siempre que tengan como ofendidos o víctimas a trabajadores de la educación.
¿Y cómo entender todas esas prebendas? Básico. Porque los maestros reclamaban impunidad para todo un gremio: los maestros delincuentes eran procesados por sus empleados quienes, además, guardaban como secreto de Estado las averiguaciones. Por eso, desde aquel 1992 ningún “maestro” de Oaxaca pisó la cárcel.
Tampoco es todo. El gobierno de Oaxaca se comprometió a otorgar recursos económicos “suficientes par los proyectos de actualización, entrega de materiales de estudio, apoyo didáctico” y todo lo que se les ocurra a los maestros. Es decir, miles de millones de pesos que iban a parar a las bolsas de los líderes mafiosos. Y nadie rindió cuentas.
Y tampoco ahí se acaba. El gobierno estatal y la sección 22 de la CNTE acordaron “la creación de una comisión permanente” del IEEPO y la CNTE, “para la planeación, ejecución y evaluación de los cursos” para capacitar a los maestros. ¿Y eso que significa? Que la mafia de la CNTE se apodera totalmente del sector educativo del estado de Oaxaca, incluidos sus recursos económicos. ¿Y eso qué?

Casi nada, que la mafia de dirigentes se convierte en patrón y empleados; en gobierno y empleados. Y por eso, a pesar de que los profesores no dan clases, el Instituto Estatal de la Educación de Oaxaca les paga, ya que los líderes de la CNTE tienen el control de todo el sector educativo del estado. Y si tienen dudas, hace meses la CNTE tiró al titular de Educación del gobierno de Gabino Cué.

Pero lo más escandaloso de la minuta en cuestión es que el gobierno de Oaxaca le garantiza a la CNTE “un banco de plazas como patrimonio de la Sección 22” de la mafia llamada CNTE. Dicho de otro modo, que la CNTE tiene garantizada para su organización el mayor número de plazas magisteriales, eso sin tomar en cuenta que les regalan becas por 300 mil pesos, apoyos económicos por 5 mil millones de pesos y un fondo de 5 mil millones de pesos para materiales de construcción de viviendas del magisterio.
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Columna  ARSENAL DE FRANCISCO GARFIAS
 Excélsior, 4 de septiembre
 “Se me hace que usted es senador”, soltó, amenazante, uno de los maestros que formaban la valla humana en la esquina de Insurgentes Norte y Edison.
Sus compañeros de la Coordinadora voltearon a este reportero que, muy trajeado, caminaba hacia la Cámara alta con la intención de escuchar el debate parlamentario sobre la Ley de Servicio Profesional Docente.
—¡Hágamela buena! -reviramos al maestro.
Una carcajada generalizada relajó el ambiente, pero no sirvió de llave para abrir paso hacia el Senado.
Las instrucciones de los dirigentes de la CNTE a los maestros eran claras: no hay paso.
Un metro atrás estaban las otras vallas. Las de metal. Gigantescas, sólidas, impenetrables. Los granaderos protegían el pequeñísimo espacio que permanecía abierto. Eran ellos quienes informaban las posibles vías de acceso. “¡Váyase a Puente de Alvarado y Ponciano Arriaga. Por allá sí hay paso!”, sugerían.
 Pero caminamos en sentido inverso. Por Insurgentes en dirección a Reforma. Allí se concentraba el grueso de los inconformes. Los carriles centrales de la avenida más larga de México tenían aspecto de alameda de pueblo en domingo. El camellón que divide los carriles del Metrobús era un interminable banco.
Las modestas ropas de los inconformes no dejan lugar a dudas de que se trata de gente humilde. Muchos de ellos llevan tres semanas en la Ciudad de México. Duermen en el Zócalo. Se movilizan durante el día. Se les ve cansados, hastiados, desgastados, con ganas de regresarse a sus lugares de origen.

Los sostiene la creencia de que su lucha en las calles de la Ciudad de México los ayudará a poner a salvo los “derechos laborales”. Los sienten amenazados con la reforma educativa. No creen en el discurso oficial de que los cambios que se les hacen a las leyes es para bien del magisterio.

Al contrario: están convencidos de que se trata de una estrategia para “adelgazar” la planta de maestros, facilitar los despidos, ponerlos en situación vulnerable. Repiten que sus demandas no han sido tomadas en cuenta y que los legisladores les “toman el pelo”.

Están bien organizados y mejor distribuidos. Vimos a un grupo que analizaba planos de las calles de la zona. Otros maestros llevaban aparatos de comunicación. Unos te miran con sospecha, los más con indiferencia, los menos con agresividad.

En un largo mecate extendido en el carril de sur a norte de Insurgentes colgaban pancartas con demandas que van mas allá de las puramente educativas. “No a las reformas estructurales: energética, educativa, fiscal…”.

Las causas ya se mezclaron. Las autoridades dejaron crecer la movilización. La CNTE, que hoy se moviliza en 22 entidades, ya anunció que se queda a la manifestación “en defensa del petróleo”, convocada por López Obrador para el próximo domingo.

Las consignas son abiertamente antigobernistas. Una maestra parada junto a una camionetita Nissan —atravesada en medio de la avenida— se desgañitaba en el altavoz: “¡Urgente! ¡Urgente! ¡Evaluar al Presidente!”.

En las vallas metálicas que los maestros tenían enfrente pegaron calcomanías en las que se leía: “El PRIAN lleva ocho años dañándonos. ¿Por qué crees que ahora será diferente?”

Nayeli Bustamante dijo pertenecer a la Sección 22 de Oaxaca. Se nos atravesó cuando guardias de resguardo y seguridad del Senado intentaban meternos de contrabando al perímetro controlado por la fuerza pública. La joven maestra se dio cuenta. Nos siguió hasta la mismísima valla de metal que servía de puerta.

Sus palabras frenaron al comandante de granaderos que iba a abrir el paso. “¡Esto es una provocación! Si usted deja pasar al señor, no respondo por la reacción de la gente!”, advirtió.

Protestamos. Le preguntamos por qué la agresividad contra la gente. “No le des explicaciones. No hay paso y punto”, dijo otra maestra.

 “¡No estamos en contra de ustedes!”, les dijimos. Esta vez se metió un hombre de lentes negros. “Pero tampoco están a favor”, reviró.

No había modo de entrar. Desistimos.

Seguimos a Nayeli. Queríamos saber sus razones. Su tono tranquilo contrastaba con el de su compañera. Es de las primeras que llegó a la Ciudad de México desde su natal Oaxaca. De esto ya hace tres semanas.

 “Si hubiesen tomado en cuenta nuestras peticiones nos hubiésemos regresado. Hemos ido al diálogo, pero los acuerdos no se respetan. Creéme que estar aquí es muy desgastante física, emocional y económicamente. No es cómodo taparle el paso a la gente.

 “Esto va creciendo. No nos gusta la intervención de otros grupos. Nos complica las cosas, pero no podemos evitarlo”, puntualizó.

Le preguntamos si no había leído el addendum que los diputados le hicieron a la Ley de Servicio Profesional Docente. No estaba enterada de que se eliminó su carácter punitivo. Tampoco pareció entender de lo que estábamos hablando. No dimos cuenta de que a los maestros que están en la calle, los de infantería, les falta información.

Seguimos nuestro camino. Llegamos al Caballito. Nos topamos con las siglas de la APPO escritas en las boyas colocadas frente al hotel Meliá. Otra señal del río revuelto.

Alonso Cano, un viejo transportista ajeno al movimiento magisterial, estaba que trinaba. Llevaba tres horas a la vuelta y vuelta. Portaba un folder en la mano. Tenía que hacer “unas diligencias” en la zona. Tampoco lo dejaban pasar.

Es la otra parte de la historia. La de los rehenes de todas las causas. La de aquellos cuya irritación aumenta día con día. Don Alonso, abuelo de una niña de cuatro años “que ya sabe leer”, resumió sus sentimientos con dos palabras que reflejan su frustración: “¡Pinches maestros!”.
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 Columnas ESTRICTAMENTE PERSONAL DE RAYMUNDO RIVA PALACIO
 24 Horas
La política también se compone de símbolos. En la vieja Unión Soviética, los kremlinólogos podían detectar cómo iba subiendo un dirigente a las más altas jerarquías por la posición en la cual lo iban colocando en el presídium central en la Plaza Roja durante los viejos desfiles militares para conmemorar la Revolución de Octubre. En el viejo México, uno de sus políticos más refinados, Jesús Reyes Heroles, con sólo colocarse ante o delante de su escritorio, recibir sentado sobre su mesa de trabajo o en su sala, decía sin palabras cuánto tiempo iba a dar a su interlocutor. Jacques Chirac gustaba de utilizar los fondos azules durante su campaña presidencial en Francia para contrarrestar su vejez con la frescura del color y Felipe González utilizó el verde en su campaña por la reelección en España, por ser el color de la esperanza.

Los símbolos son instrumentos de comunicación en sociedad, como define el estudio de la semiótica, y los utilizan de manera regular los políticos para transmitir mensajes. Los símbolos están ligados a la sicología de la imaginación”, escribió el reconocido político español conservador Miguel Herrero de Miñón, en un ensayo que publicó en 2006. “La eficacia del símbolo pende, en gran medida, de la oportunidad de su utilización”, precisó. Pero los símbolos, enfatizó, no son eternos, sino que su temporalidad supone tanto su enriquecimiento como su erosión. Es decir, el impacto depende de un tiempo y espacio determinado para causar el efecto buscado.

El Primer Informe de Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto estuvo cargado de este tipo de símbolos, interpretados a partir de la disposición con la que fueron colocados los invitados al evento que, en sí mismo, produjo el primer mensaje: el escenario de emergencia se tendió sobre la explanada Francisco I. Madero, un héroe nacional del que se había apropiado el PAN y que ayer, de manera sutil, fue arrancado del patrimonio azul para convertirlo en una imagen para todos. El siguiente mensaje se dio en el presídium, dividido en dos gradas de honor; una era para el gabinete y la otra para los gobernadores. En el lado del gabinete, en la última fila se colocó al único subsecretario invitado a ese pódium: Luis Enrique Miranda, subsecretario de Gobernación. En esa misma fila, pero lo más cercano posible al atril desde donde el Presidente pronunció su discurso, se designó el lugar del gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, una de las dos personas -la otra fue el gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila- por quien Peña Nieto caminó ex profeso para saludar de mano.

La ubicación de ambos no fue fortuita. El diseño de dónde se sentaba cada uno de los 600 invitados corrió a cargo de Erwin Lino, secretario particular del Presidente y una de las personas más cercanas a Peña Nieto desde el Estado de México. La semiótica del momento del Informe tiene como contexto la exitosa negociación que realizó Miranda, de la mano del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, con la CNTE, al acordar la madrugada del domingo el adéndum a la reforma educativa que inició la desmovilización de maestros en la Ciudad de México, y el desastre de la política económica, cuyo capítulo fue pasado con rapidez durante el discurso y recibió el silencio más notorio del evento. Ni un aplauso para el rubro de la economía, con el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, en la primera fila de los secretarios con un gesto adusto, en contraste con una mano cálida para Carstens, ex secretario de Hacienda de Felipe Calderón, tecnócrata como su sucesor, y reconocido en el mundo por la forma como manejó las finanzas de México cuando las del mundo se licuaban junto con los bancos de Estados Unidos.

Las señales de quién recibía el calor presidencial y quién no, también estuvieron a espaldas de todos los invitados, en las gradas últimas, donde ubicaron a los subsecretarios. Invitados en las primeras filas, los de Gobernación, Relaciones Exteriores y Comunicaciones. De último momento retiraron la invitación a los de Educación. Invitados pero en la última fila -en gayola, dirían si fuera cine-, todos los subsecretarios de Hacienda y el procurador fiscal. Asistieron, pero a los ojos de los observadores, arrinconados en una congeladora.

La semiótica de la celebración del Primer Informe de Gobierno en Los Pinos, ¿tiene algún significado posterior? No necesariamente. Nadie puede afirmar, a partir de lo que se vio, que un secretario de Estado va para afuera del gabinete, o que otros funcionarios van en ascendencia. En tiempo y espacio, significa, en la lectura de los símbolos, lo que mandó decir el Presidente, quiénes estaban el 2 de diciembre entre sus principales afectos, y con quiénes está molesto. Todo esto, cuando menos, por ahora.

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