Recién concluyó en Roma el segundo encuentro de Consejo de
los ocho cardenales –el denominado G8- reunidos en cónclave para analizar
las reforma de la Curia vaticana. Durante tres días, el grupo analizó uno por uno los más importantes “ministerios” de la Santa
Sede, evaluando propuestas para que sean más eficaces, y entre los puntos de la
reforma destacan una reorganización de la Secretaría de Estado que deberá convertirse en una “secretaría
papal” y se espera la creación de una figura de coordinación entre los
diferentes dicasterios curiales.
Otro tema
es racionalizar las finanzas vaticanas: el denominado Instituto de obras de la
religión el IOR, también conocido como “banco vaticano”, y el otro
punto es combatir seriamente la pederastia en la institución
que tanto daño les ha causado, tanto moral como económico.
En ese
sentido Jorge Bergoglio aprobó la
creación de una Comisión especifica para proteger a menores ante abusos sexuales.
Y lo hizo el mismo día que la directiva de Los Legionarios de Cristo envían una carta a todos los miembros de la congregación diciéndoles
que no serán tolerados ningún abuso sexual y que, si se presenta una denuncia,
se investigará y se llevará a sus últimas consecuencias.
En
conferencia de prensa la mañana del día jueves 5 de diciembre el Cardenal Sean O’Malley explicó a periodistas que "aceptando una propuesta que fue
presentada por el Consejo de Cardenales, el Santo Padre ha decidido establecer
una muy específica comisión para la protección de los niños".
El
Arzobispo de Boston, explicó en rueda
de prensa que la propuesta surgió en el Consejo la noche del miércoles 4 y
horas después fue presentada al papa: "la comisión aconsejará al Santo
Padre sobre la protección de los niños y el cuidado pastoral de las víctimas de
abusos", explicó.
Y entre las responsabilidades de
la comisión estará el estudio de los actuales programas en curso para la
protección de los niños y sugerir nuevas iniciativas por parte de la curia en
colaboración de los obispos y las conferencias episcopales, dijo O’Malley.
Bienvenida la propuesta. Se han tardado..
O
Malley informó que la composición y funciones de esta nueva comisión serán
anunciadas próximamente con más detalles por papa a través de un documento
apropiado: una motu proprio, quizá.
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El sacerdote jesuita Hans Zollner,
Presidente del Comité Directivo del Centro para la Protección de los Menores de
la Iglesia Católica (CCP), afirmó que el anuncio de la creación de una comisión
vaticana sobre los abusos de menores ampliará significativamente la labor que
la Iglesia ya cumple en este ámbito. “El
trabajo de la nueva Comisión será mucho más amplio de lo que el Centro de
Protección del Menor podría realizar jamás”, agregó Zollner el 6 de
diciembre en declaraciones a ACI Prensa.
“Nosotros
nos ocupamos de la propagación de un programa de prevención que se dedica a la
formación de todo el personal pastoral y educativo, y en esta línea veo una
primera posibilidad de colaboración con la Comisión”, añadió el P. Zollner.
Zollner señaló que el CPP, con sede en Múnich (Alemania),
decidió hace tres meses su traslado a Roma al finales de 2014. “Algo que
ciertamente abre las posibilidades para la sinergia de la que habla el
Cardenal”, concluyó el sacerdote jesuita.
De
esta manera, la nueva Comisión continúa una labor iniciada desde hace algunos
años por Benedicto XVI, bajo cuyo pontificado se creó el CCP.
El
8 de febrero de 2013, el Vaticano presentó las "líneas guía" que
aplica para erradicar los casos de abuso contra menores. El texto fue elaborado
a raíz del Simposio internacional titulado “Hacia la Curación y la Renovación”,
que reunió a obispos y expertos de todo el mundo en la Pontificia Universidad
Gregoriana de Roma del 6 al 9 de febrero de 2012.
Francisco ha condenado en dos ocasiones los abusos
sexuales a menores, una el pasado 5 de abril cuando solicitó a la Congregación
para la Doctrina de la Fe "actuar con decisión" ante estos casos y
otra al pedir un compromiso "con claridad y coraje".
En
declaraciones a Europa Press, el profesor de Teología de la Universidad de
Navarra, Pablo Blanco, ha señalado que, al igual que Benedicto XVI fue
"muy proactivo" en la lucha contra los abusos sexuales, -"quizá
lo más urgente y lo que más clamaba al cielo"-, el Papa Francisco seguirá
probablemente "en la misma dirección" de "purificación" en
la Iglesia.
"Se
ha creado una cultura de tolerancia cero con estos temas, se han creado también
unos instrumentos jurídicos para erradicarlo; yo no se si ahora es más o menos
urgente pero el Papa Francisco quiere recordar que no podemos cantar victoria
aunque se hayan tomado muchas medidas en este sentido, que la necesaria
purificación tiene que seguir adelante, aclarar de modo definitivo estos temas
y acabar con ellos", ha indicado, al tiempo que ha precisado que es un
problema urgente no solo en la Iglesia sino también "en otros
ámbitos".
Entre
los pasos que deben darse ante estos casos, Blanco ha apuntado que la medida
número uno es siempre "atender a las víctimas que han sido ultrajadas e
incluso traumatizadas" para después "seguir con el procedimiento
jurídico que es bastante inexorable". De hecho, ha recordado que "el
Parlamento Inglés tomó como modelo y ejemplo las medidas que había asumido la
Iglesia católica en este ámbito".
Por
su parte, el profesor de Historia de la Iglesia de la Universidad de San
Dámaso, Andrés Martínez, se ha mostrado convencido de que el papa Francisco
seguirá la línea de "tolerancia cero" marcada por su predecesor, algo
que se observa no solo en sus últimas declaraciones como Papa sino también en
sus pronunciamientos sobre este asunto "en las congregaciones
generales" diciendo "que era un escándalo para la Iglesia".
Sobre
el hecho de que Benedicto XVI tardara más de un año en pronunciarse
públicamente sobre los abusos sexuales frente a la rapidez de Francisco,
Martínez ha explicado que se trata de "dos momentos distintos" pues
cuando fue elegido Benedicto XVI se estaba iniciando el proceso y era necesario
un "tiempo de prudencia hasta saber qué es lo que había" mientras que
en la actualidad ya se han realizado todas las investigaciones.
Martínez
ha apuntado que las medidas que han de adoptarse ante estos casos han de ser
"siempre preventivas para no llegar a lo que se ha llegado" y, por
ello, confía en que se cuidará mucho más la formación en los seminarios y se
tendrá "un cuidado extremo" en todo lo referido a la vida sacerdotal.
En
la misma línea, la catedrática de Derecho Eclesiástico del Estado de la
Universidad de La Rioja, Ana Vega, considera que, con sus condenas públicas, el
Papa Francisco está trasladando al mundo gracias a su "marketing
mediático" que todo lo que ha hecho en este sentido Benedicto XVI "va
en serio".
A
su juicio, el Papa Emérito dio "una respuesta rotunda jurídicamente"
y ha demostrado "una voluntad clara de transparencia" con
intervenciones "más rápidas, más incisivas y más eficaces".
Igualmente, tiene constancia de que el Papa Francisco, ya como cardenal, ha
sido "duro" con estas conductas apoyando todas las reformas introducidas
por su predecesor.
Entre
las reformas que se han adoptado, Vega ha destacado el hecho de que se pueda
juzgar a cardenales, patriarcas y obispos que incurran en estas conductas
directamente, la ampliación hasta 20 años del plazo para la prescripción de
estas acciones y el hecho de que puedan formar parte de los tribunales no solo
sacerdotes sino también laicos.
Para
la catedrática, la falta de información en el pasado puede haberse debido a la
forma "tan descentralizada" de organizar la Curia, algo que hacía que
"la información pudiera quedar atascada en cualquiera de los peldaños --la
parroquia, la diócesis--" pero ha indicado que las reformas harán que
ahora estos casos "salten directamente a Roma".
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El
papa Francisco impulsa la cruzada contra la pederastia
El
Vaticano investigará los antecedentes de los religiosos que trabajen con niños
PABLO
ORDAZ Roma EL Pais, 5 DIC 2013
A
partir de ahora, los sacerdotes y religiosos que vayan a trabajar con niños no
solo tendrán que estar en paz con Dios, también deberán tener un pasado legal y
psiquiátrico intachable. El papa Francisco —según ha anunciado hoy el arzobispo
de Boston, Sean Patrick O’Malley, uno de los ocho cardenales encargados de
reformar la curia— ha instituido una comisión específica para luchar contra la
pederastia en el seno de la Iglesia. Algunas de las medidas apuntadas por el
cardenal O’Malley, como la de colaborar con la Justicia o asistir a las
víctimas, parecen de sentido común, pero suponen un giro de 180 grados con
respecto a lo que, históricamente, ha venido haciendo el Vaticano.
Durante
décadas, la jerarquía de la Iglesia católica miró hacia otro lado ante el más
sucio de los crímenes, encubrió a sus autores y despreció a las víctimas. Solo
en febrero de 2012, el papa Benedicto XVI organizó un simposio en Roma para
romper públicamente el silencio cómplice del Vaticano ante los miles de casos
de abusos sexuales hacia menores de edad —4.000 denuncias en los últimos 10
años— cometidos por sacerdotes y religiosos. Joseph Ratzinger, ya acosado por
las guerras de poder que provocarían su renuncia justo un año después, pidió
entonces una “profunda renovación en todos los niveles” de la Iglesia para
combatir la “tragedia” de la pederastia y obligó a los superiores de 30 órdenes
religiosas y a los representantes de 110 conferencias episcopales a escuchar en
directo el sufrimiento de Marie Collins, una mujer irlandesa que padeció de
niña los abusos de un sacerdote. Aquel simposio fue la primera ocasión en que
la Iglesia miró cara a cara a las víctimas, la primera vez que un Papa lanzaba
el mensaje de “tolerancia cero” contra los abusos. Ahora se trata, según
explicó el cardenal Sean Patrick O’Malley, de buscar herramientas concretas
para no repetir un pasado tenebroso.
Paso
a paso
Benedicto
XVI (2005/2013) protagoniza un papado marcado por el goteo de casos de
pederastia en el seno de la Iglesia. Entre ellos, el escándalo por un informe
que detallaba en 2009 décadas de violencia sexual a menores en los orfanatos,
reformatorios y escuelas de propiedad o dirigidas por miembros de la Iglesia
católica en Irlanda.
El
Papa emérito decreta la tolerancia cero con los abusos tras ser acusado de
encubrir a sacerdotes pederastas durante sus años como prefecto de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, cargo para el que fue nombrado por Juan
Pablo II en 1981.
En
2010, el Vaticano publica su guía interna contra los abusos. En vigor desde
2003, exhorta a los obispos a denunciar a los pederastas a la justicia
ordinaria.
El
Vaticano reúne en Roma en febrero de 2012, en un simposio sin precedentes, a
superiores de órdenes religiosas, representantes de conferencias episcopales y
algunas de sus víctimas. “Las mismas manos que abusaban de mí me daban de
comulgar”, dijo ante la jerarquía católica Marie Collins, una irlandesa
agredida a los 13 años.
Al
poco de iniciar su pontificado, en julio de 2013, Francisco cambia con un motu
proprio —documento que solo pueden emitir los papas— el reglamento jurídico del
Estado Ciudad del Vaticano. Entre otras cosas, endurece las penas para los
casos relacionados con abusos de menores.
Ayer,
el Papa y los ocho cardenales que le asesoran en la reforma de la curia
anunciaron la creación de una comisión para luchar contra la pederastia.
La
primera es que el papa Francisco no está solo en el empeño. Es más, según dijo
el arzobispo de Boston —una de las diócesis más golpeadas por las denuncias de
pederastia—, se trata de un encargo realizado al Papa por el llamado G-8, la
comisión de ocho cardenales encargados de reformar la curia: “Todos los
cardenales estábamos muy entusiasmados con la propuesta y muy contentos por la
respuesta positiva del papa Francisco”. La segunda es que ya no se trata de
golpes de pecho más o menos sinceros. La comisión —cuya composición y
competencias concretas serán especificadas por Jorge Mario Bergoglio— pretende
crear una red mundial para detectar, denunciar y evitar este tipo de delitos.
“La
Santa Sede”, según el arzobispo de Boston, “pedirá a las conferencias
episcopales que formulen sus propuestas concretas”. Pero el objetivo parece
claro: la comisión tendrá que informar a Francisco sobre la situación actual
del problema —con especial atención a las víctimas— y establecer reglas muy
concretas sobre la prevención y el castigo de los clérigos pederastas en todo
el mundo. El cardenal O’Malley se refirió durante el anuncio —estuvo acompañado
por el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi— a algunas de las posibles
medidas: “En Boston dieron resultados importantes los cursos de formación para
las personas que vayan a trabajar con menores; y también fue muy útil para
reconocer a las víctimas de forma rápida el estudio de los precedentes penales
de las personas que vayan a tratar a los niños”.
La
Iglesia pretende que de los trabajos de la comisión —de la que también podrán
formar parte laicos de reconocido prestigio— desemboquen en un manual muy claro
para proteger a los niños. Y también para que, en el caso de que esos controles
fallen, jamás se vuelva a mirar para otro lado. Al igual que ha empezado a
suceder con los asuntos relativos al manejo irregular de los fondos del
Vaticano, Jorge Mario Bergoglio se muestra partidario de una colaboración
sincera con las autoridades. La comisión, según añadió el arzobispo de Boston,
tendrá que poner los hechos punibles en conocimiento de la justicia civil y
también de los obispos de las respectivas diócesis, además de ofrecer apoyo
psicológico a las víctimas y también a los agresores. El objetivo final es
crear un “ambiente de seguridad” para los niños.
No
son pocos quienes todavía recelan de la autenticidad del compromiso del papa
Francisco con la renovación de la Iglesia. ¿Cuándo pasará Jorge Mario Bergoglio
de las palabras a los hechos?, se preguntaban los escépticos. La renovación del
Instituto para las Obras de Religión —IOR, el banco del Vaticano— y, ahora, la
apuesta decidida por luchar contra la pederastia parecen indicar que la época
de los hechos ya ha comenzado. Durante el vuelo de regreso del viaje a Río de
Janeiro, el papa Francisco estableció muy claramente la frontera de lo
admisible y lo inadmisible. “Una cosa es perdonar un pecado de juventud”, dijo
al referirse a la supuesta conducta desordenada de uno de sus colaboradores, “y
otra cosa es un delito. Y la pederastia es un delito muy grave”.
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El
Papa pide una “profunda renovación en todos los niveles”
PABLO
ORDAZ Roma 7 FEB 2012 - 00:22 CET66
El
Vaticano parece dispuesto a terminar de una vez con el “silencio cómplice” de
la Iglesia católica con respecto a la pederastia. Los superiores de una
treintena de órdenes religiosas y representantes de 110 conferencias
episcopales de todo el mundo participan desde el lunes hasta el jueves en un
simposio, organizado por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, para
prevenir y atajar los abusos a menores por parte de los clérigos. Nada más
llegar, recibieron un mensaje muy contundente del Papa. Les decía que la
pederastia es “una tragedia”, que la curación de las víctimas tiene que ser la
“preocupación prioritaria” de la comunidad cristiana y que la Iglesia necesita
“una profunda renovación en todos los niveles”. Hay además dos señales que
subrayan hasta qué punto Benedicto XVI parece implicado en la batalla. La
primera es la participación en su nombre del cardenal William J. Levada,
prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, quien admitió: “En los
últimos diez años nos han llegado 4.000 denuncias de abusos, que han puesto de
manifiesto la inadecuada e insuficiente respuesta canónica”. Otro aspecto
importante es que el primer testimonio será el de Marie Collins, una mujer
irlandesa que padeció de niña los abusos de un sacerdote. Será su sufrimiento
el que abra el simposio.
El
cardenal Levada abre la jornada con una irlandesa que fue vejada
Durante
décadas, la Iglesia ha amortajado con el silencio el más sucio de los crímenes.
El que un adulto, protegido además por una sotana y la confianza de los que le
rodean, comete sobre un menor inocente e indefenso. Los casos de Holanda —más
de 20.000 víctimas desde 1945—, Irlanda —más de 25.000 entre los más
desfavorecidos— o Alemania —los niños del coro de Ratisbona sufrían acosos de
forma sistemática— constituyen solo un doloroso ejemplo de una realidad
terrible y mundial. Benedicto XVI, según señalan los organizadores del simposio,
está decidido a fijar como una prioridad de su pontificado la “tolerancia cero”
contra los abusos. Un empeño difícil por cuanto existen todavía príncipes de su
Iglesia —entre ellos el cardenal español Antonio Cañizares— que en
declaraciones públicas no muy lejanas sitúan la pederastia casi como una
anécdota —“lo que haya podido pasar en unos cuantos colegios”— en comparación
con “los millones de vidas destruidas por el aborto”.
De
ahí que, como primera medida, el Papa haya ordenado a los suyos romper el silencio.
El encuentro de Roma es sin duda la mejor prueba. El poderoso cardenal
estadounidense William J. Levada tiene la misión de recordar a los
participantes en el simposio —titulado Hacia la curación y la renovación— que
fue el Pontífice quien, en una carta cursada el 16 de mayo de 2011, reclamó a
todas las conferencias episcopales del mundo medidas para atajar el problema.
Porque, como declaró el lunes a Radio Vaticano el arzobispo Charles Scicluna,
la Iglesia tiene “el deber” de colaborar con las autoridades para combatir la
pederastia. El maltés Scicluna, promotor de justicia de la Congregación para la
Doctrina de la Fe, se muestra tajante: “Los abusos a menores no solo son un
pecado, sino también un delito. Y además de colaborar con las autoridades, tenemos
que asegurar la mejor protección a los menores. Lo primero que hay que hacer es
comprender bien el problema, el triste fenómeno de esos abusos sexuales contra
los más pequeños, para actuar con determinación”. El mensaje del Papa incidía
en la protección a los menores: “Todo acto de caridad, incluso hacia el más
pequeño de nuestros hermanos, es un acto de caridad hacia Dios”.
Representantes
de órdenes religiosas pedirán perdón públicamente
Exactamente
lo contrario, al menos hasta ahora, de lo que ha venido haciendo la Iglesia. De
hecho, miles de víctimas se han ido a la tumba en silencio, después de vivir
toda la vida con su secreto, guardándolo como una vergüenza, porque en muchos
de los casos sus victimarios les trasladaron la responsabilidad del pecado.
Según ha trascendido, Marie Collins, la mujer irlandesa víctima de abusos en su
niñez, se mostró en principio reacia a participar en un seminario organizado
por el Vaticano a través de la Pontificia Universidad Gregoriana. Pero luego
pensó que, entre sus oyentes, no solo estarían sacerdotes llegados de todo el
mundo y expertos en psicología o derecho. Sino también altos representantes de
la curia. Como muestra de que el propósito de enmienda es real y no fingido,
los representantes de algunas órdenes religiosas en cuyo seno se han cometido
abusos pedirán durante el simposio público perdón a las víctimas.
Unas
víctimas que, desgraciadamente, no son patrimonio del pasado. El propio
arzobispo Scicluna ha advertido de que “el problema sigue siendo muy extenso,
también en África o en Asia, donde no hay sensibilidad social para rechazar los
abusos”. “Nuestro objetivo”, señala un responsable de la organización, “es
combatir la pederastia en la Iglesia desde el frente más eficaz y también más
doloroso: desde dentro de la propia Iglesia”.
Una
lacra mundial
Francia.
Jean-Lucien Maurel, director de una escuela en Aveyron (Francia) entre 1994 y
1996, fue condenado por violar a tres niños en marzo de 2000.
Reino
Unido. El líder de la Iglesia católica en Inglaterra y Gales, el arzobispo
Cormac Murphy-O’Connor, reconoció su error en julio de 2000 por autorizar que
el pedófilo Michael Hill trabajara como obispo. En 1997, Hill fue encarcelado
por abusar de nueve niños durante dos décadas.
Estados
Unidos. Polémica en 2004 tras conocerse el informe sobre abusos encargado por
la Conferencia de Obispos Católicos. Más de 10.600 personas formularon
denuncias. Las archidiócesis de Los Ángeles y Chicago acordaron pagar casi 500
millones de euros a más de 500 víctimas desde 1940.
Irlanda.
Mayo de 2009. Un informe detalla décadas de violencia sexual a menores en los
orfanatos, reformatorios y escuelas propiedad o dirigidas por miembros de la
Iglesia católica.
Alemania.
Marzo de 2010. El arzobispo de Ratisbona informa de las vejaciones de cuatro
educadores durante 15 años a miembros del coro de voces blancas que dirigió
Georg Ratzinger, hermano del Papa, entre 1964 y 1993.
Holanda.
Un informe concluyó en 2011 que entre 10.000 y 20.000 menores fueron abusados
por la Iglesia católica desde 1945.
España.
Hay ocho curas condenados y al menos 12 denunciados.
Bélgica.
Dos exobispos son sospechosos de abusos continuados.
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