El
procurador, EU y “El Chapo”/Roberto Rock L.
La Silla Rota, 2 de marzo de 2014
A Jesús Murillo Karam le incomoda Estados
Unidos. Es un rechazo nutrido en buenas razones políticas, pero también en una
animadversión personal. El caso de la
detención del narcotraficante Joaquín “Chapo” Guzmán representó,
singularmente, un fracaso y un triunfo
para esta postura del procurador general de la República.
Fuentes
confiables aseguran que la caída de “El Chapo” regresó la relación binacional
en materia de seguridad a los tiempos en que la DEA seleccionaba a las
contrapartes mexicanas con las que trabaja.
En
los últimos años, esa contraparte “favorita” ha sido la Marina, a la que en
diversos sectores ligados con la seguridad en México se le atribuye “docilidad”
ante reportes de inteligencia entregados por la agencia antidrogas de la nación
vecina. Reportes que en más de una ocasión han resultado falsos, lo que ha
llevado a la propia Marina a caer en el ridículo, como ocurrió en junio de 2010
cuando hizo un singular operativo en la colonia Roma de la ciudad de México e
incautó 20 kilos de un polvo que fue descrito como explosivo “C-4”, pero acabó
siendo talco.
Las fuentes consultadas comentaron a este
espacio que la PGR al mando de Murillo Karam, fue informada del operativo en
contra de Guzmán Loera sólo cuando ya estaba en proceso, y lo mismo se hizo con
el Ejército. Sin embargo, Murillo recibió el respaldo de Los Pinos al ser quien
anunció la captura. Poco después, en una tensa conversación telefónica, informó
a su homólogo norteamericano, el procurador Eric Holder, que “El Chapo” no
sería extraditado “por lo pronto” a Estados Unidos.
Con esa llamada, Murillo equilibraba los
números en su favor. Durante los casi 15 meses que lleva al frente de la
Procuraduría, una de las principales batallas del hidalguense ha sido para
marcar distancia respecto de Washington, del gobierno Obama, sus agencias de
seguridad y su embajador en México, Anthony Wayne.
Como
telón de fondo de esta postura se halla el que la administración Peña Nieto ha
dado señales diversas de que no aprueba la estrategia seguida por el gobierno
del ex presidente Felipe Calderón, al que atribuyen haber rendido ejes básicos
de soberanía nacional a cambio del apoyo de los vecinos en contra del
narcotráfico.
Cuando
Murillo asumió la PGR, en diciembre de 2012, se encontró con que una de las
extensiones telefónicas colocadas en su escritorio era una línea directa con el
despacho de Holder, el influyente procurador norteamericano. La hizo retirar
enseguida. En las semanas posteriores comentó en privada en diversas ocasiones,
que había advertido al propio Holder –“con un poco de miedo, debo aceptar”,
dijo medio en broma- que la comunicación binacional en materia de seguridad
cobraría otras características en lo subsiguiente.
Holder
no era el único que acostumbraba tener trato directo con los altos mandos de la
Procuraduría. Funcionarios del FBI, la DEA, integrantes de las embajada
norteamericana en México, entre otros,
establecían contacto con mandos policiales y administrativos de la
dependencia para intercambiar información, o se valían de un correo electrónico
o una llamada telefónica para convocarlos a reuniones en Washington o en otras
ciudades norteamericanas. Un trámite cotidiano suponía citar a comandantes
federales a fin de darles capacitación en algunas de las sedes, públicas o no,
con las que cuenta el gobierno estadounidense en la ciudad de México y su zona
metropolitana.
Desde
sus primeros contactos con el gobierno Obama ya como presidente electo, Enrique
Peña Nieto reforzó la idea de nuevos canales de comunicación y también la
necesidad de una nueva agenda común, no dominada por los temas de seguridad y
crimen organizado. Bajo esa visión trabajaron posteriormente tanto Murillo
Karam como el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong.
Osorio
fue insistente ante sus contrapartes norteamericanas en el sentido de que el
enlace con México para asuntos de seguridad y el combate a las mafias del
narcotráfico ya no sería con los militares, sino con Gobernación misma, con el
Cisen, que encabeza Eugenio Imaz –un personaje que goza de amplia influencia en
Los Pinos-, y desde luego, con la PGR de Murillo Karam.
Así marchaban las cosas, al menos
oficialmente, cuando la madrugada del pasado 23 de febrero efectivos de la
Marina, a los que se dijo orientaron agentes de la DEA, detuvieron sin un tiro
a Guzmán Loera, en un edificio de departamentos, sin que nadie, ningún otro
cuerpo militar o policial, federal o estatal, estuvieran al tanto previamente
del operativo.
La
dupla Marina-DEA repetía así un golpe espectacular, como el logrado en
Cuernavaca en diciembre de 2009 con el abatimiento del entones “Número 3” del
cartel de Sinaloa, Arturo Beltrán Leyva, sólo antecedido en jerarquía por el
multicitado “Chapo” Guzmán y por su lugarteniente Ismael “Mayo” Zambada.
De
acuerdo con fuentes de la PGR; durante la conversación telefónica de Murillo
con Holder, el pasado 25 de febrero, el procurador norteamericano lo alertó de
que había varias causas penales por las que Guzmán Loera debía responder en
Estados Unidos, por lo que se requería el apoyo del gobierno mexicano para su extradición. Pero también le expresó
la oferta de apoyar con los mismos sistemas de inteligencia la búsqueda y
detención de otros capos en México.
Murillo
reveló ese mismo día que le dijo a Holder que “por lo pronto” no sería
extraditado “El Chapo”. E igualmente le aseguró que la administración Peña
Nieto está en vías de lograr “muy en breve” –se dijo a este espacio-, disponer
de los recursos técnicos y humanos capaces de generar la misma información de
inteligencia que actualmente le provee Estados Unidos, la cual podría ya no ser
necesaria en el futuro cercano.
Ya
se verá si esto ocurre realmente, o si presenciaremos nuevas desavenencias en
el juego de influencias entre México y Estados Unidos en materia de combate a
las mafias de la droga. ( robertorock@lasillarota.com)
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