Un
país a “punto de ebullición”/RAFAEL
CRODA
Revista Proceso # 1948, 1 de marzo de 2014;
El
exguerrillero, economista y excandidato presidencial venezolano Teodoro
Petkoff, crítico del chavismo desde la izquierda, considera que al gobierno de
Nicolás Maduro todavía le queda margen de maniobra para enfrentar la severa
crisis política y social que le plantean las masivas movilizaciones callejeras,
aunque advierte que la situación se deteriora rápidamente.
BOGOTÁ.-
El intelectual y político venezolano Teodoro Petkoff se alzó en armas, estuvo
en la cárcel, fue diputado, ministro y candidato presidencial por el
socialdemócrata Movimiento al Socialismo (MAS). Hoy es un referente para
entender la coyuntura que vive Venezuela, donde las masivas protestas sociales
y la represión gubernamental que ha seguido amenazan con llevar al país a un
punto de no retorno marcado por la violencia.
Petkoff,
severo crítico del gobierno de Hugo Chávez –quien gobernó el país desde 1999
hasta el día de su muerte, el 5 de marzo de 2013– y de su sucesor, Nicolás
Maduro, descarta que el régimen que enarboló las banderas de la revolución
bolivariana y el socialismo del siglo XXI esté viviendo sus días finales.
“Podemos
llegar a un escenario en que se pueda decir que el régimen chavista comienza a
vivir sus días finales, pero todavía no ocurre esto. Lo que sí creo es que,
aunque todavía no hierve el agua, vamos haciendo fila hacia el punto de
ebullición, hacia allá vamos”, señala a Proceso el economista de la Universidad
Central de Venezuela.
Venezuela
cumple más de 20 días de masivas movilizaciones sociales que han sido atacadas
por la Guardia Nacional y grupos de civiles armados que la oposición identifica
como “colectivos” chavistas. Más de 10 jóvenes han muerto por disparos de bala
y unos 150 han resultado heridos. Alrededor de 50 han sido encarcelados.
Mientras tanto, la crisis económica, el desabasto de productos básicos y la
inflación –ingredientes que empujaron las protestas– se agudizan cada día.
–¿Esta
es la peor crisis que ha enfrentado el chavismo en Venezuela? –se le pregunta a
Petkoff por vía telefónica.
–Ciertamente
esta es una crisis diferente a las otras; algunas fueron muy profundas, como la
de 2002 (cuando hubo una huelga de la industria petrolera y un golpe de Estado
que derrocó 48 horas a Chávez). Lo que ocurre hoy es que tenemos una crisis
económica muy seria, el malestar de la sociedad es creciente y no está Chávez
para hacerle frente a esto. Chávez tenía la autoridad para manejar las crisis.
En cambio a Maduro ni su propia gente lo conoce suficientemente. Es una especie
de recién llegado al que los chavistas no le tienen confianza y no los inspira
como líder. Es más bien un buen muchacho tratando de crear una imagen de
autoridad.
–¿Entonces
esta crisis representa el mayor desafío que ha enfrentado el régimen?
–Creo
que es así, que vamos para allá, y se puede llegar a configurar una crisis
política terrible alrededor de Maduro. Yo no descarto que esta crisis aparezca
en el propio chavismo, porque Maduro no tiene autoridad ni fuerza suficiente.
Los chavistas están acostumbrados al liderazgo de Chávez, que era exactamente
el opuesto a Maduro, y entonces existe la posibilidad de que alrededor de
Maduro comiencen a generarse divergencias, planteamientos y elucubraciones
acerca de si él es el hombre indicado para atender la situación.
Espiral
de movilizaciones
Petkoff
cree que la multitudinaria manifestación nacional del pasado 22 de febrero
constituyó una muestra de que la inconformidad social crece en Venezuela a
pesar de la respuesta represiva.
“Fue”,
dice, “una poderosa acción de protesta por la incapacidad del gobierno de
atender los problemas fundamentales que afectan a la gente, como el desabasto
(los venezolanos no encuentran en el mercado uno de cada tres productos que
buscan), la inflación (superior a 56% durante el último año) y la criminalidad
(2013 cerró con 79 homicidios por cada 100 mil habitantes, la tasa más alta de
América Latina, junto con Honduras). La gente sabe que hay una pésima
conducción del Estado y la economía tiene a Maduro contra las cuerdas. El país
exige una rectificación a fondo.”
Frente
a esto, agrega, el gobierno “ha respondido con violencia y represión, y con
invitaciones al diálogo sin contenido, en las que Maduro intenta imponer la
agenda y eludir los temas que interesan al país, como el desabasto y la
carestía. Así que lo que tenemos es una simulación en la que se habla de
diálogo pero se actúa con represión y violencia”.
–¿Cree
que esto puede conducir a una guerra civil? –se le pregunta.
–Ahora
no veo ese peligro, pero sí veo la posibilidad de que estallen conflictos
violentos, armados, porque aquí todo el mundo está armado, y ya van varios
muertos, muy lamentables, y numerosos heridos. Pero para que esto se transforme
en un conflicto generalizado, en una confrontación armada de tipo civil,
requeriría de una condición que yo no veo ahora, que es una división de la
fuerza armada. Si la fuerza armada se dividiera en dos bandos, entonces uno sí
podría hablar de un conflicto armado.
El
lunes pasado, sin embargo, se produjo una clara divergencia dentro del régimen
que involucró a un militar –el gobernador del estado de Táchira, el mayor José
Gregorio Vielma Mora–, quien consideró “un grave error” y “un exceso
inaceptable” la militarización que ordenó Maduro de esa entidad.
Estoy
en contra, me molesté mucho, fue innecesario haber pasado unos aviones
militares por encima de San Cristóbal (la capital)”, asentó en una entrevista
radial. Esa misma noche el militar reculó y dijo que la Guardia Nacional ha
actuado con respeto a los derechos humanos frente a las guarimbas (protestas
opositoras).
Petkoff
matiza: “(Hay) diferencias al interior de la fuerza armada de Venezuela, donde
existe un sector que no apoyaría un uso generalizado de la violencia contra las
manifestaciones sociales”.
El
factor militar
Petkoff,
exmilitante del Partido Comunista y guerrillero en los sesenta, sostiene que
una escisión militar que parta en dos a la fuerza armada es inviable en estos
momentos, “pero si la represión se recrudece, sí es perfectamente posible que
comiencen a planearse situaciones conflictivas dentro del chavismo y de los
militares que puedan acorralar a Maduro”.
De
acuerdo con el exministro de Planificación, Maduro “resultó bastante suave para
el talante de los chavistas, que estaban acostumbrados a un líder fuerte como
Chávez”.
–¿Por
qué cree que Chávez lo eligió sucesor? –se le consulta.
–Su
selección sólo se puede explicar por el rechazo absoluto que ya tenía el otro
posible sucesor, que era Diosdado Cabello (el presidente de la Asamblea
Nacional), que es militar también. Chávez no quería elegir a Cabello y tan no
quería que con Cabello sentado a su derecha se dirigió al país (en una cadena
nacional transmitida en diciembre de 2012, tres meses antes de su muerte) para
decirle que, por favor, si le pasaba algo, escogieran a Maduro.
Petkoff
recuerda que el llamado de Chávez a los venezolanos “fue en términos de
súplica, lo que revela hasta qué punto no quería de ningún modo que Diosdado
Cabello pudiera participar del poder. Cabello es un hombre de muy mala
reputación en cuanto al manejo que hace del dinero público. Se dice que ha
acumulado una fortuna muy grande y es un tipo militarista. No sólo es de origen
militar, sino militarista. Tiene una visión militar de la cosa pública. Por eso
Chávez prefirió escoger a un civil sin mayor liderazgo, como Maduro, pero lo
cierto es que éste carece de los atributos que los venezolanos vieron con el
liderazgo de Chávez”.
Para
el exministro y excandidato presidencial del MAS –quien hoy es un influyente
líder de opinión desde el diario Tal Cual, que él dirige– la única salida
viable que tiene Maduro en esta crisis es hacer lo posible por distender la
atmósfera de violencia que se advierte en el país y que se expresa, sobre todo,
en los excesos que cometen la policía, la Guardia Nacional y los organismos de
seguridad del Estado en la represión de las manifestaciones.
“Todo
esto tiene que parar antes de que las cosas pasen a peores. Hay muertos,
heridos, torturados y el gobierno debe asumir su responsabilidad. Lo primero
que debe hacer es desarmar a los ‘colectivos’ (grupos de choque de índole
paramilitar), que están disparando a mansalva a los manifestantes con el
objetivo de sembrar el terror y desincentivar las manifestaciones. Esto se
llama terrorismo de Estado.”
Sostiene
que otra situación que ayudaría a propiciar un ambiente de entendimiento es
ordenar la libertad de todos los estudiantes que permanecen en prisión tras
haber sido capturados en las protestas, así como la del dirigente opositor
Leopoldo López, acusado de haber encabezado las protestas que culminaron con
dos muertos frente a la sede de la fiscalía el pasado 12 de febrero.
De
acuerdo con Petkoff, mientras no cese la violencia y se abra espacio a un
diálogo nacional sobre las causas y razones que han originado este clima de
protestas y represión, la violencia seguirá en aumento y “entonces sí
llegaremos rápidamente a un punto de ebullición que será inmanejable y cuyos
efectos serán devastadores para el país”.
–¿Y
qué le ha parecido el papel de América Latina frente a esta crisis?
–Usted
sabe cómo somos en América Latina. Somos países muy celosos de nuestra
soberanía, como tal, y no toleramos intervenciones en nuestros problemas
internos. El caso venezolano es igual, pero sí podría actuar la OEA como una
institución para tratar de bajarle la presión a la situación. Eso sería muy
deseable, aunque ya sabemos que la OEA está compuesta por gobiernos que en
muchos de los casos son aliados del gobierno venezolano.
El
26 de febrero y debido a las objeciones que el país sudamericano presentó, la
Organización de los Estados Americanos (OEA) suspendió una convocatoria para
que el Consejo Permanente celebrara una sesión extraordinaria en la que
analizaría las protestas de las últimas semanas.
El
embajador venezolano ante la OEA, Roy Chaderton, solicitó la nulidad de la cita
–propuesta por Panamá– alegando que la convocatoria fue realizada en ausencia
del presidente del Consejo Permanente, el dominicano Pedro Vergés.
Para
Petkoff “sería deseable que la comunidad hemisférica y latinoamericana maneje
una postura constructiva y a tiempo, y que no se decidan a actuar demasiado
tarde”.
“Aquí”,
sostiene, “nos estamos debatiendo en la ambivalencia de un gobierno que algunas
veces habla de diálogo, pero que siempre, al final, parece hundirse en el camino
de burlar los derechos constitucionales de los venezolanos y de la represión.
Los problemas de fondo son el desabasto, la carestía, los homicidios que deja
la delincuencia, y eso el gobierno no lo está atacando.”
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