Focos
rojos en Honduras y Colombia/RAFAEL
CRODA
Revista
Proceso # 1948, 1 de marzo de 2014;
TEGUCIGALPA.-
Cuando el director general de la Policía Nacional de Honduras, comisionado
Ramón Savillón, se enteró de la captura de Joaquín El Chapo Guzmán, convocó al
alto mando de la institución a una reunión de emergencia con el fin de analizar
los efectos que tendría en este país la caída del jefe del Cártel de Sinaloa.
“Ese
mismo día evaluamos los escenarios, y sabemos que habrá un ajuste importante en
toda la cadena de suministro de drogas del Cártel de Sinaloa. El Chapo era la
cabeza de una estructura piramidal, y su caída causará un reacomodo de toda la
organización criminal, que tiene mucha presencia en Centroamérica y, desde
luego, en Honduras. Pensamos que se avecina un recrudecimiento de la
violencia”, declara a Proceso el jefe policiaco.
El
Cártel de Sinaloa es la principal agrupación delictiva trasnacional que opera
en Honduras, un país por el cual pasa 80% de la cocaína colombiana que trafican
los cárteles mexicanos hacia Estados Unidos.
“Más
de la mitad de esa droga es de la organización de El Chapo; entonces imagínese
el efecto que tendrá su captura. Aquí vamos a resentir un impacto. Tenemos que
ver si los otros cárteles respetarán esas rutas o van a pelearlas. Ahí va a
estar la violencia”, dice Savillón, e informa que desde el 22 de febrero, día
en que la Marina mexicana capturó a Guzmán Loera en Mazatlán, Sinaloa,
“activamos un operativo especial (que incluye) labores de inteligencia y
operativos en la zona” de Copán, departamento que colinda con Guatemala.
En
Copán, el Cártel de Sinaloa desarrolla una intensa actividad a través de grupos
locales que trabajan a su servicio en el transporte terrestre de
estupefacientes que llegan de Colombia, por la vía aérea, a la zona de La
Mosquitia, en la costa oriental del país.
“Ahora
mismo (jueves 27) tenemos operativos en curso con estos grupos que trabajan
para el Cártel de Sinaloa. Esto nos ayudará a prevenir cualquier
recrudecimiento de la violencia, porque ya estamos recopilando informes que nos
indican que algo así puede venir”, insiste.
Alerta
en Colombia
El
general colombiano Jairo Delgado, exdirector de Inteligencia de la policía de
su país, afirma por la vía telefónica que la captura del Chapo es “una alerta
para las autoridades porque las estructuras que servían a este narcotraficante
en Colombia pueden buscar alianzas con otras que tengan mayor capacidad de
influencia y exigir, por medio de la intimidación, los bienes y los espacios de
poder que deja libre” Guzmán Loera.
“Ese
es el tema importante para Colombia, cómo prevenir los hechos de violencia que
pueden suscitarse (…) La pérdida del liderazgo puede llevar a la organización
que él manejaba a la atomización, a la fragmentación y a un reacomodamiento con
elementos de violencia”, manifiesta el general en retiro de la policía
colombiana.
Añade
que en los últimos años el jefe del Cártel de Sinaloa ocupó y ganó espacios de
manera progresiva en varios países, entre ellos Colombia, “especialmente con el
lavado de activos, y hay bienes que quedan expuestos y que otros grupos
delictivos van a entrar a disputar”.
El
año pasado, Proceso (edición número 1907) dio a conocer una investigación de
agencias estadunidenses según la cual El Chapo logró penetrar, mediante varias
operaciones de lavado de dinero, el corazón del sistema bursátil de Colombia.
En tales transacciones, que indagan autoridades colombianas, estuvieron
involucrados 11comisionistas de bolsa.
El
representante (diputado) Simón Gaviria dijo que existen “pruebas irrefutables”
de que los 11 comisionistas, además de Interbolsa –intermediaria bursátil
implicada en un fraude masivo–, recibieron “muchos millones de dólares” a
sabiendas de que eran propiedad del narcotraficante mexicano y de bandas como
La Oficina, con sede en Medellín.
“La
lucha puede ser por los bienes del Chapo que quedan aquí y, desde luego, por
los corredores de droga”, indica el general Delgado, un especialista en
inteligencia y seguridad.
Para
Delgado, el Cártel de Sinaloa “era uno antes de la captura del Chapo, y será
otro, mucho más debilitado, luego de que ésta se produjo, lo que impactará en
todas las redes que maneja la organización en los diferentes países y
territorios”.
Versiones
no confirmadas
En
los meses recientes autoridades hondureñas admitieron que El Chapo Guzmán, el
narcotraficante más buscado del mundo, podría haber estado en este país, en
especial en Copán, donde opera una amplia estructura al servicio del Cártel de
Sinaloa, cuya principal función es transportar cocaína por tierra a Guatemala y
a México.
La
general-directora retirada de la Policía Nacional hondureña, Mirna Suazo,
expone que la presencia del narcotraficante mexicano en este país “sí pudo
haber ocurrido, (…) pero nosotros nunca pudimos comprobarlo a nivel policial,
con certeza”.
Suazo
considera que “ahora viene la búsqueda de quién va a ser el líder. El Chapo
puede tener un sucesor ya establecido por él mismo, pero ese líder va a emplear
la violencia para imponerse, esa es la lógica”.
El
Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras
(UNAH) ubica al narcotráfico como el principal factor de violencia en el país,
el cual presenta la tasa de homicidios más alta de Latinoamérica, con 79 por
cada 100 mil habitantes en 2013.
De
acuerdo con un informe de la policía hondureña sobre el mapa criminal de la
nación, los grupos mafiosos locales forman parte de las estructuras operativas
de los cárteles mexicanos, entre ellos el de Sinaloa, el de Los Zetas y el de
El Golfo.
El
comisionado Savillón asegura que en Honduras no existen cárteles locales de
drogas. “Todos forman parte de los grupos mexicanos más grandes, de Sinaloa principalmente.
Ellos son los que mandan, los que manejan el negocio, y los de aquí les hacen
el trabajo, son parte de ese engranaje, y ese engranaje es como los foquitos de
una pista de aterrizaje que uno ve en la noche, van uno tras otro, uno tras
otro, desde México hasta Colombia”, explica.
Para
el director de la policía hondureña los mafiosos locales “ni siquiera llegan a
socios de los mexicanos; son sus subalternos, porque ninguno de ellos está en
capacidad de perder dos o tres toneladas de drogas y pagarlas; entonces les
hacen el trabajo nada más, trabajan para ellos. Aquí hay mucha gente que sabe o
creía que trabajaba para El Chapo, y ahora que no está tienen que ver quién
será el jefe y quién les dará seguridad con los competidores que van a buscar ese
negocio”.
El
director ejecutivo del Centro de Investigación y Promoción de los Derechos
Humanos (Ciprodeh), Wilfredo Méndez, descarta que la aprehensión del Chapo
pueda traducirse en un debilitamiento profundo del Cártel de Sinaloa, pero
estima que “tendrá un impacto positivo en la lucha contra el crimen en el
sentido de que esta detención manda el mensaje de que la impunidad no siempre
es eterna”.
El
caso de Colombia
Reportes
de inteligencia de la Policía Nacional de Colombia (PNC) señalan que el Cártel
de Sinaloa tiene una presencia importante en tres regiones de ese país,
mediante enviados que han establecido alianzas con mafias que controlan la
producción de cocaína y las rutas de la droga. Además, ha entablado relaciones
de negocios con grupos del narcotráfico de Medellín.
El
año pasado, el presidente colombiano Juan Manuel Santos solicitó a la policía y
a la fiscalía investigar la “presencia de los cárteles (mexicanos), en
particular el Cártel de Sinaloa”, ante los crecientes rumores en ese sentido
entre pobladores de Nariño.
Ese
departamento de Colombia es, según la PNC, una de las zonas donde el Cártel de
Sinaloa tiene enviados que se encargan de asegurar el suministro de droga a la
organización. En esa región se siembra y se procesa la hoja de coca y se
localiza el puerto de Tumaco, un punto de embarque de cargamentos de droga
hacia Centroamérica y México.
Pobladores
de Nariño reportaron que a finales de 2012 llegaron varios mexicanos –uno de
ellos un supuesto sobrino del Chapo– que hicieron contacto con los jefes
locales de Los Rastrojos, una de las dos grandes mafias colombianas del narco
junto con Los Urabeños.
El
Cártel de Sinaloa se ha introducido además en el puerto de Buenaventura, el
principal del Pacífico colombiano, donde enviados de esa organización verifican
la salida de embarques de cocaína, y en los Llanos Orientales, en el
departamento de Meta, al sureste de Bogotá, una rica y fértil región ganadera
en la que se cultiva y procesa la hoja de coca.
En
los Llanos Orientales, el principal socio del Chapo era Martín Farfán Díaz
González, Pijarvey, jefe del bloque narcoparamilitar Libertadores de Vichada y
quien “maneja las rutas a los mexicanos”, según los informes de la PNC.
En
Medellín, la corporación policiaca ha detectado nexos del Cártel de Sinaloa con
organizaciones emergentes a las cuales ha financiado para asegurar suministros
de cocaína que antes le abastecía La Oficina, una banda que ha sufrido un
proceso de atomización en los últimos años, lo que redujo su capacidad de abastecimiento
a los cárteles mexicanos.
En
abril de 2012, la PNC decomisó al Chapo 52 inmuebles en Bogotá, Medellín y
Cali, con un valor superior a los 10 millones de dólares y que estaban
registrados a nombre de testaferros de Guzmán Loera. Dos meses después, la
Policía Nacional ocupó otras 116 propiedades, valuadas en 15 millones de
dólares, a nombre de los hermanos Jorge Milton y Dolly Cifuentes Villa –ambos
capturados–, con quienes el capo mexicano mantuvo una estrecha relación.
Según
el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, los hermanos Cifuentes Villa,
oriundos de Medellín, eran parte de la estructura del Chapo en Colombia y
actuaban como sus socios y prestanombres en operaciones de lavado de activos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario