Francisco
pide a los nuevos cardenales mantenerse en la humildad
Escribe una carta a los futuros purpurados y les recuerda que es un
servicio de ayuda, apoyo y cercanía especial al Papa y el bien de la Iglesia
Carta que Bergoglio ha enviado a cada
uno de los veinte cardenales que serán creados en el consistorio del próximo 14
de febrero y que publica hoy el Osservatore Romano.
Querido
hermano,
hoy
se ha hecho pública tu designación como cardenal de la Santa Iglesia Romana. Te
hago llegar mi saludo y te aseguro mi oración. Pido al Señor que te acompañe en
este nuevo servicio, que es un servicio de ayuda, apoyo y cercanía especial a
la persona del Papa y para el bien de la Iglesia.
Y
precisamente para ejercitar esta dimensión de servicio, el cardenalato es una
vocación. El Señor, mediante la Iglesia, te llama una vez más a servir; y te
hará bien al corazón repetir en la oración la expresión que Jesús mismo sugirió
a sus discípulos para mantenerse en la humildad: “Digan: ‘Somos simples
servidores'”, y esto no como fórmula de buena educación sino como verdad
después del trabajo “cuando hayan hecho todo lo que se les mande” (Lc 17, 10).
Mantenerse
en humildad en el servicio no es fácil cuando se considera el cardenalato como
un premio, como culmen de una carrera, una dignidad de poder o de distinción
superior. De aquí todo el compromiso cotidiano para mantener lejos estas
consideraciones, y sobre todo para recordar que ser cardenal significa
encardenarse en la diócesis de Roma para dar testimonio de la Resurrección del
Señor y darlo totalmente, hasta la sangre si es necesario.
Muchos
se alegran por esta tu nueva vocación y, como buenos cristianos, harán fiesta
(porque es propio del cristiano regocijarse y saber festejar). Acéptalo con
humildad. Solo hazlo de forma que, en estas celebraciones, no se arrastre el
espíritu de mundanidad que aturde más que la grappa en ayunas, desorienta y
separa de la cruz de Cristo.
Hasta
pronto, el 14 de febrero. Prepárate con la oración y un poco de penitencia. Ten
mucha paz y felicidad. Y, por favor, te pido que no te olvides de rezar por mí.
Jesús
te bendiga y la Virgen Santa te proteja.
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